domingo, 31 de mayo de 2015

Mi padre y otras apariciones

No sé por qué mi padre se le apareció vestido de nazareno a Esperanza Aguirre. Yo soy más de Carmona, que la conozco poco pero parece más sobria, menos estridente. Carmona me sugiere la santa figura de Teresa de Jesús (a quien ganas tengo de leer a fondo), y Aguirre a la cólera de Dios, la magnífica novela de Sénder. En fin, aquí Tavío en el aire. Y Abreu el de La Laguna que él no se acuesta con Coalición Canaria, él tiene personalidad y las cosas se hacen como deben hacerse. Esa era una reiteración de mi padre:
--Chito, haz las cosas como deben hacerse.
Nunca lo logré, pero no por no intentarlo. 
El caso es que Aguirre vio a mi padre a los pies de la cama, y el hombre le pidió disculpas (no sé por qué; que yo sepa, mi padre fue siempre fiel al PP) y le vaticinó poco tiempo de romance con el poder. Ya podía haberle dicho el número de la lotería o una primitiva o algo así. Mi padre me decía, no sé si en broma o en serio, que mi herencia sería saber un número premiado. Todavía estoy esperando. Si llega antes del invierno, mis planes son ir a pasarlo a Lanzarote. Motivos sentimentales y de salud.
Hablando de salud, hay libros saludables y otros enfermizos. La novela de Damián H. Estévez me la dejó Juan porque la olió y le dio mal olor. Y la verdad es que hay mal olor en la novela. Mal olor narrado. El personaje maloliente del cajero se encuentrra después en una plaza pública con tres subnormales, "górgolos". La historia del maloliente la tomo como una alegoría del profesorado, y todo lo que ocurre como metáfora de vida en las aulas. Ya veremos. Por ahora, me atre más el otro personaje, un profesor, que se baña todos los días aunque está tan averiado como yo. Sufre cojera. Y es un gran observador de cuadros. Observación magnífica la que hace de un cuadro, que está en La Palma (en la novela, en la imaginada isla de Lotavia, otra copia, la original), un cuadro donde aparecen San Miguel (de La Palma) y condenados demonios. Aparentemente condenados. En realidad, son los que van a triunfar. Esta verdad es visible en el cuadro de Lotavia. Y disimulada en el cuadro de La Palma. Me desopierta un gran interés. La novela puede ser plomo, con vetas de metales más elevado, pero un plomo útil, y bien narrado. Veremos. Me quedan muchas páginas por recorrer. Me queda un mundo.
Y viajar al Puerto el día 12. JRamallo, en una sala cerca de Punta Brava, con una construcción que conozco, en una exposición colectiva. También tenemos entre manos teatro del día 20, pero eso es más tarde, si no me equivoco.
El resto. El Tenerife ganó. 
Viva el Betis. 
*
--Como no mandes a paseo a la dama de violeta, te expulso del partido --me advierte la secretaria.
¿Qué hago?

sábado, 30 de mayo de 2015

pasa palabra

Un articulista de El Dia hoy (jueves). Interesante artículo, por lo que tiene de opuesto a la novela Sumisión. El autor del artículo destaca lo horrendo que es casar a una niña con un viejo sólo porque Mahoma se casó con una niña de siete años, a la que --dice-- hizo mujer a los nueve. En la novela del francés, novela ejemplar en la opinión de Juan, las niñas alegran la vida del profesor y alegran su propia vida. En fin. Habría que verlo más cerca. No soy favorable a los que se alzan en defensores de lo que no conocen. Miran a lo lejos los errores que no ven delante de sus narices, aquí mismo.

Puente grande. Hoy jueves último de mayo. La Estrella voló al barranco. ¿La encontrará el gato qué husmea entre las piedras? Seguro.

Veo tres pelis surrealistas en el Círculo de Bellas Artes. Un perro andaluz. Un corto titulado La Ruleta (amas de casa que mientras hablan de productos del súper --calidad/precio-- juegan a la ruleta rusa. Un niño de pocos meses único testigo masculino de la reunión de mujeres suicidas, la banalidad del suicidio, me mato porque estaré mejor muerta...). El último corto era un documental que hicieron dos franceses en 1932 sobre Tenerife. Toros, luchadas, peleas de gallos, negocio del plátano y chábolas de obreros... Las lecheras bajando en sus cabezas la leche, y en burros las pocas que tenían burros. 

Títular de una noticia:

El Estado islámico asesina a 20 sirios en el teatro de Palmira
Observadores civiles se congregaron en la antigua construcción romana

Teatro realidad.

Burka lleva a La Palma "La gata sobre el tejado de zinc"

Anuncio:
60 años, cariñosa, para caballeros tranquilos, 638...

*
Viernes.

Presentación de la novela de Damián. "El lector no saldrá indemne", concluyó el presentador. La novela, me la dejó Juan, comienza con un tipo con nombre y apellido entrando, maloliente, a dormir de noche en la zona de cajeros de un banco. Dentro un muerto. El individuo registra los bolsillos del muerto y encuentra, entre recortes de periódicos, treinta billetes, cada uno de 500 euros. Los periódicos los pone bajo el cuerpo del muerto, prende fuego, escupe sobre el cadáver y se marcha. Detrás de este episodio, calculo, 600 páginas. Un maratón. Ya veré si me convierto en lector o me retiro.

*
--Pasa palabra --me dijo Luisa.
Es la primera vez que oigo esta locución con el valor de "no hagas ni puto caso".
Cuando Luisa llegó, Juan y yo dejamos de ser machistas. Cuando la señora vale la pena y es más sabia que uno, la reverencia y la obediencia (obediencia natural, no impuesta) es obligada.

Antes, en la sala de la novela del cajero y el vivo y el muerto, apareció otra mujer. Me llamó la atención su vestido violeta. Merece un poema. A ver si me sale, un día destos cuando vaya por fin a la playa y el oído acoja el ritmo del oleaje en la orilla...

Escribo la crónica del día con las bursas. La paso a la novela del gigoló. Aquí las dama violeta tiene un papel relevante. Las bursas son un contraste moral. 

Me da pereza abrir el ordenador en casa. Tendré que armarme de voluntad, si las premoniciones no lo impiden. Anghel me espera. Hay que cumplir. 

lunes, 25 de mayo de 2015

fakirismo

A Clavijo no lo conozco. A Rivero tampoco. Entonces, ¿por qué me parece bien que se vaya Rivero, a buscar petróleo, y venga Clavijo, con su madrina Oramas que tiene a su favor su fervor monárquico? La Monarquía si el Rey y La Reina se mueven bien por el tablero, es el mejor régimen político. Algunas democracias la han conservado porque lo saben. Lo malo es el Gobierno. Que no atiende monarquía, sino ganancias económicas y, si son honestos, gestión correcta de la riqueza y pobreza del país. 
Aquí, pendiente de lo que haga el alcalde de Santa Cruz. Si se alía con el PSOE, seguirá teniendo a Martín de mosca cojonera. Y seguiremos con la pelma del mamotreto, como si a estas alturas quitarlo fuese mejor que dejarlo. Mejor dejarlo, como símbolo poderoso, símbolo drámatico. Pero aquí mejor no hablar de arte. A Ibarrola lo han puesto verde con la cosa de pintar las piedras de un barranco en La Palma. Lo han puesto verde por decir lo que hay. Mediocres metiendo las narices en lugar de marcharse a otro lado a cagarla. Si lo que quieren los artistas de tres al cuarto es una zona degradada, que busquen ellos esa zona y actúen. Realismo Punto Cero, donde el arte no es un tocarse la cuca y decir mirá cómo meo, está ya mirando el gran barranco que tenemos en esta ciudad. Si se valora la intensidad de arte que ya existe, arte sin autor, y todo apunta a valorarla como lo nuestro, la acción será nuestra y la defenderemos. Yo de maestro desde el puente grande, dando ideas. 
Bueno, que Cristina Tavío ojalá se alíe con Bermúdez, el alcalde la llame y ella acepte. Aquí necesitamos a una mujer gigante como ella. Aunque yo no puedo presumir de estar a la altura de esta raza de mujeres. Ayer en el casorio de las bursas, en Punta Larga, avenida de los menceyes sin nombre, los antiguos, los de piedra descascarillada por el salitre, esa materia poderosa, y enanos. Más nuestros que los apólineos exagerados y fakiristas que están ahora en la plaza de la Catedral.
La estancia con las bursas merece cuento aparte. Maravilloso cuento de las mil y una noche. Lo haré, como dice Ramón, si viene la chispa. 
Ahora tengo en la cabeza que en Francia domina el islam. Tramposa novela la de Michel Houellebecq, pero sugestiva. Un cuento de hadas. El príncipe, después de aventuras y encuentros, encuentra en el islam la religión que saca a Francia de ser un páis de zombis. Eso más o menos lo dice el autor de Sumisión. La semana pasada leí una entrevista a Emmanuel Todd (tanto gusto, no lo conocía) y ya me quedé con interés por este autor judío.
--El catolicismo zombi es el fundamento ideológico de la aurozona --dice.
Y yo ayer, en la fiesta de las bursas, durmiendo en la cama de una monja, acercándome aún más al catolicismo de antes del concilio Vaticano II. 

fakirismo, fakirismo,
fakirismo improvisado,
Acaymo está bailando
con su camisón dorado...

canción ayer en una azotea entre el mar y la montaña, nutrida con alimentos de La Perejila y otros lados, con pintura animal al servicio de las bursas y música para todos los públicos. Música de verano:

Fakirismo, fakirismo...

sábado, 23 de mayo de 2015

Que venga el amor
y me salve la vida,
me lleve contigo
a la fuente florida,
frutos de tu boca
qué bien me sabrían,
tu ombligo de perla
sabor de ambrosía,
tus ojos de fiera
si te enfadarías,
tu mirar de gacela
cuando se apaciguan
tus alas de Gallo
con el agua fría...
Que venga el amor
y me salve la vida.



Lo cerré porque si sigo, voy a delatar a la destinataria. No es bueno delatar a nadie. Tampoco es malo querer a alguien y decirlo. La palabra alivia. La palabra puede ser un veneno mortal o una pócima curativa. Lo difícil es cuando el mismo bebedizo puede ser una medicina para mí y un veneno para ti. Entonces, ¿qué se puede hacer? En fin, versos de Juan Cabrón que ha dejasdo atrás la chulería y el cinismo. Los fantasmas no son buenos poetas. Se ven demasiado a sí mismos, pierden comunicación con la especie, son incapaces de épica. Son dados a lo gótico, consecuencias de la novela pastoril (pienso).
También pienso en la novela del francés de cara triangular. Está muy bien. El autor no es bobo. Te cuela bien la fantasía política. Un sociólogo supongo que verá más factible a Marine Le Pen en el poder de la Francia. 
Es la segunda novela que leo que cuenta la historia, su historia, un hombre que vive solo. Yo mismo, salvo Telarañas y Agosta escribe, las otras novelas son de un hombre que vive solo. Cuando las escribí vivía con mi familia. Ahora la que tengo lista, la del gigoló, es la de un hombre que vive con su familia, ahora que vivo solo. Paradojas de la naturaleza y el tiempo. 
El héroe de Sumisión también sufre achaques, temores invidentes, pero nada de movilidad reducida. Anoche, antes de apagar la luz, lo dejé en un pueblo francés donde está la primera Virgen Negra de occidente. No me es ajeno el tema de la Virgen Negra. En Júcar leí de corrector varios libros sobre la Virgen Negra de Candelaria, la original, la que conoció fray Espinosa. 
Lo que dice el personaje de Sumisión sobre la Virgen me parece acertado. La religión católica tiene como personaje central a la Virgen. El niño de la Virgen Negra que retrata no tiene pinta de niño. Es el Dios judío... Bueno, creo que me estoy dejando llevar y voy a meter la pata como Salomón.
Anoche soñé con Salomón. Estábamos los dos palicando alegremente, él más conversador que yo, con más noticias que dar, en la parte de atrás de un coche, que conducía Juan Royo, lo conducía marcha atrás a una velocidad exagerada, pero con seguridad y pericia. Salomón, cuando vio a Juan, saltó sobre el respaldo del copiloto y se sentó en el asiento de alante, a saludar a Juan, que controlaba por los retrovisores el timón del coche.
Un sueño en que los personajes son todos literatos, seguramente está planteando un enigma literario. No sé. La raíz del sueño puede estar en que ayer, caminando por la rambla, decidir comer bien. Entré en una tasaca de buena comida. Me acordé de Víctor y pedí un solomillo. Sopa verde, solomillo y copa de vino. Vino y sopa, bien. El solomillo parecía goma de rueda de coche.
 La entrada de Salomón al sueño, seguramente porque pensar en Víctor es pensar en el hermano. Lo que me extraña es la presencia de Juan. Seguramente está relacionado con Sumisión. No sólo es él quien me prestó la novela sino que ésta y Mejor cuando improvisas se unen porque las dos son de hombres que viven solos.
Y no sé qué más, doctor. ¿Cuánto se debe?


60 EUROS LA HORA. Lo hubiese puesto, este cartel, como sátira política, en las caras de concursantes a la presidencia de Canarias. La relación con las páginas de contacto es evidente. La lectura inmediata es ver al rostro político como puto por horas. Lo otro es una mención velada al sueldo que va a cobrar. Habría que calcularlo. 
En fin, con sátira o sin ella, me he fijado en Clavijo, personaje con pinta de ilustrado y en Australia Navarro, mujer con semblante de soy bella a pesar de los obstáculos. Las elecciones de mañana van a tener su interés. No ganarán, como en Francia, los islámicos. Todavía no.

En Candelaria, junto a los antiguos menceyes, tarde noche de BURSAS. Mañana domingo, olvidaré lo de buscar un ladrillo. Sé que si no cambio de crimen, el comisario Fonseca se va a cansar y no me deja entrar en comisaría. Buscaré las bursas doradas. 

viernes, 22 de mayo de 2015

un préstamo

Quedo con el Tigre a las 7.30 de la tarde frente al Guimerá.
Ungüento y gotas, me trae, pero lo primero es el saludo.
--Tú como quien dice que venga el amor y me salve la vida.
Don Tigre como Lucas, raza de felinos. Les gusta morder.
A mí me están entrando las ganas. Pero más a lo perro. Ayer, cuando subía en la 901, guagua llena, me había sentado al lado de una señora poco atractiva. Cada vez que la veía de reojo, tenía que mirar para otro lado. Ubérrimas ganas de morderla. Debe de ser que necesito fortalecer las encías.
Jose me cuenta lo que tramó con Jordi de cara al día 20 de junio, último de la primavera. Yo participo.
--No somos actores --me dice mientras la camarera bailarina nos pone una caña, un vino y dos bocadillos.
Hace fresco, brisa fresca, no vemos a Luisa por el Guimerá. Hoy ponen una zarzuela, a lo mejor bajo a verla. Me gustaba el programa de zarzuela cuando la televisión en blanco y negro. Bueno, me gustaban todos los programas, y los telefilmes, Ironside, La sexta dimensión, Historias para no dormir... Al principio iba a casa de una vecina, pero no sé qué me dijo un día y deje de ir. O fue porque doña E, vecina amiga de mi madre, que vivía enfrente de mi casa, compró una tele y entonces iba allí por la tarde noche. Otra vecina, de la casa de abajo, se ponía con doña E en el sofa de la sala. Vestía falso de dormir. Transparente. Yo no sabía si mirar la pantalla o mirar a la vecina, de generosos pechos, pezones amplios y oscuros. Hubo una época en que no estaban ni doña E ni la sádica vecina. Veía la tele con A. Había en la sala un retrato de A vestido de mora en carnaval. Bellísima estampa árabe. A era un hombre, yo era un niño. Los dos, seres con ansias sexuales. Quiso engatusarme con revistas pornógraficas. Me engatusó.
Más tarde, cuando mi madre compró una tele, era una Thompson con llave roja en una tecla. Apretabas la llave después de apagar, la sacabas y luego no podías encender el aparato. Mi madre lo hacía. Después de salir los peques, vamos a la cama, apagaba el televisor, apretaba la llave, la quitaba y me jodía. Lo que hice fue yo mismo apagar la tele, apretaba la llave y luego mi madre volvía a apretar la llave y la quitaba, pero la tecla había quedado en posición de encendido. Cuando la noche lo permitía, aprovechaba y veía los programas nocturnos. ¿Es usted el asesino? Me gustaría volver a ver esta serie.

Por la noche en la cama me visita Juan Cabrón. No sabe que ya está muerto. Lo maté en la obra de sus coplas. No sé a qué viene ahora. Los fantasmas no son buenos poetas.

Yo resucitaría
si tú me dieses amor
un minuto al día.
Sí es una hora, más
resucitaría.

Lo dejo decir. O escucharlo o escuhar la radio. Con la luz apagada. 

Antier con Juan, primero en la casa del vino, el Sauzal. Probamos uno de La Orotava. No diré qué marca. Un engañabobos. Nada que ver con La Islesta, de Tacoronte.
Luego bajamos a esta ciudad, a un mexicano. No diré dónde. Camareras muy lindas y chupito de mezcal a diez euros cada uno, reconstituyente, pero en medio ni el guacamole tenía espíritu.
Juan, con mucha ceremonia, me prestó la novela Sumisión
--El otro día Salomón la comentaba en su columna de los martes.
--Sí, ya la leí. Se ve que él no ha leído la novela.
En mi imaginario, 50 sombras de Grey fue la lectura obligada de mujeres maduras, y Sumisión lo está siendo de hombres maduros. Juan me pone en antecedentes. La civilización occidental no hay por dónde cogerla. Lo único que le queda al occidente es la rapiña. Y si Inglaterra se va de Europa, no sé si quedará arreglar lo de Grecia. En la novela, según Juan, la vida se arregla votando a los musulmanes. Gobiernan los musulmanes en Francia y la vida cambia. Me recordó el viaje en barco de Cadiz a Tenerife, pasando por Fuerteventura y Las Palmas. Venía ocupado de numerosos árabes o bereberes. Rezaban a Alá a ciertas horas. Un mundo que transmitía alegría, entereza. En contraste con la gente occidental, preocupadas de estar en la cola a tiempo para no tener que esperar la vez de comer. Ese cuento lo tengo escrito. Cuento real. La vida misma. Los musulmanes conquistarán Europa porque están vivos --opiniones políticas aparte-- y los europeos, salvo pequeñas y aisladas tribus, están más muertos que el artista el día 20 de junio. En la obra de Jose y Jordi, el artista resucita. Quizá un vaticinio.
Juan preocupado porque no le tunee el libro. Me dan ganas de usarlo de papel higiénico, pintar cada dos o tres páginas cada día con color canelo, dejarlas secar en una liña donde no alcance el gato, leerla después pasando de largo sobre las palabras ocultas por la pintura, y cuando la lea... Cuando la lea. En fin. Seré niño bueno, porque si no, Juan no me presta más libros. No sólo del vino de La Orotava y del burro mexicano vive el hombre.  

Más coplas de Juan Cabrón

cancion

que venga el amor
y me salve la vida...

*
Leo Sumisión. Sí, novela para hablar con calma, mal y bien. Me cogió leyendo un libro sobre la poesía de Emeterio Gútierrez Albelo. Publicado en 1960. Un autor catalán. Su tesis, los libros preguerra de Emeterio son excelentes, y los de posguerra son geniales. En este último tiempo, dos libros del poeta. Uno al Cristo de Tacoronte y otro dedicado a su novia la Poesía. En el dedicado al Cristo conserva los demonios de la poesía anterior, pero ahora no individualizados, sino con arquetipos universales. Una sospecha, cada vez que hace mención al Cristo, el poema queda averiado. Mejor quitar los versos con mención al Cristo. Lo hago. El poema se levanta del suelo y vuela como un águila, en busca de una presa. El poeta se han remontado sobre la miseria humana. Sabe que si hay amor hay sexo. Esto, teorías. Habría que investigar y confirmar o rechazar.
Hablo de Emeterio porque lo veo ahora como el personaje narardor de Sumisión veía a su icono literario...
Sumisión es una novela con tres planos: universitario en sentido estricto, amoroso y político. La fantasía política ya la tuvo Palarea en una de sus novelas, la anexión de las islas a Marruecos. En la del francés, como sabe todo el mundo, se trata del dominio islámico en la Francia casi del presente.   
Sigo leyendo.

jueves, 21 de mayo de 2015

movilidad reducida (y III)

Sabado.
Viaje a Icod con Carmen. Aquello, de ir y marcharse. Carmen recogió una garrafa. Tiene aficiones estéticas con las garrafas.
Maleza por doquier. Deterioro que no lo llames arte.
Lunes con Ramón. Un rato grato de aquí para allá hasta que por la tarde me derroté y quise cama.

Me despierto, me visto, salgo al sol y al aire. Desayuno en Ibrahim. No tengo ganas de volver a casa. Bajo a Santa Creuz. Me acerco al cíber. Pienso que tengo que cambiar de rutina. Cuando cojo la 911 no apearme en la Rambla, sino seguir hasta Muelle Norte, y allí la 910. Hasta Valleseco por lo menos.
En Ibrahim hablaban del enano y del petudo. No oí de qué iba la historia. Es la una y once minutos. Me voy.

12 de marzo
En casa digo; mañana escribo en el blog no sé qué y no cuanto. Y ahora que estoy aquí no tengo ganas de escribir nada. Lo dejo para mañana, si bajo aquí donde una venezolana no me espera pero me sonríe cuando me ve entrar.

Ramón agobiado. Sita dolorida.

Con Jose y con Christian en la casa del Jabalí. Agradable noche, aunque un poco fría. Regalo de Christian. Jose prepara una acción el día 10 de abril en el Café 7.

Carmen insiste:
--¿Cuándo me vas a mantener?

Antes pasando por la Rambla, el actor Tacoronte sentado leyendo un libro en voz alta. No sé si disimula para no saludarme. Lo abordó yo. Me cuenta que Nuyén ya está en Tenerife. Él la pronuncia diferente:
--Niyín --con una acentuada vocalización francesa.
Procuro subir al Ciber por una calle donde no me la encuentre. Olvidé en casa los dientes y el bastón. 

Anoche soñé con Domitila. Hermosa hembra en el sueño. Buscábamos escondernos de alguien que estaba en su casa o esperar a que se fuera, para poder llegar al fondo del asunto. Hermosa hembra en el sueño. Me corrí. 



martes, 19 de mayo de 2015

Movilidad reducida (II)

domingo, 1 de marzo

Bajo al cíber anotaciones que hice ayer en casa, en la hoja de un cuaderno:

Con movilidad heroica no hay amigo que no exiga un examen.

20.25
Hoy no comí nada todavía. Alivia pensar que la nevera guarda las albóndigas que trajo ayer mi hermana. Y un tarro de potage.

Cortarse las uñas.

Una botella de Fuentealta vacía me sirve de papelera y cenicero. En el cuarto sólo fumo chocolate. Se acabó un polen que tenía el Loco. Ahora, peor material.

El gato mete la pata por la rendija entre la puerta y el piso. Lo comprendo. Ahora en invierno no hay cucas en la cocina. Y lo de la rata, fue una vez. Recién llegado a casa. No tiene ajeno calor animal. Lo comprendo. Ya ni hablo con él en arameo. He olvidado el idioma. Y yo no tengo más calor animal que imaginar al moro (de Fulgor del barranco) con la lavandera anarquista en la plaza Weyler en 1936. Una vez estuve con Nuyén en la plaza Weyler, hora de clase al aire libre. Fue cuando se le cayó la horchata en los muslos. Infeliz de mí, no tenía a mano un pañuelo para limpiárselos. Pude haberlo hecho con el trapo de la pintura, o con la mano. Qué torpe he sido cuando más necesité no serlo. Como con MP o GG, otros tiempos, una asturiana y la otra de Tenerife.

20.45
Me pongo el zapato izquierdo, el zapato balancín; me abrigo con ropa de calle, el anorak canelo comprado en Decatlhón. Dejo encendida la luz del baño, que ilumina la escalera. Bajo la escalera y voy a Ibrahím un rato. Hacía calor a mediodía. Frío ahora otra vez.

Me acuerdo de Antoñito y de José Rivero Vivas. A José porque tengo entre la tonga de la meanoche su novela Pálido Adalid.
Me acerco a la escalinata del bar. Suso que se va. Saludo cordial.
Juan en la barra. Único cliente. Hablamos de política. Ibrahim recoge, saca al maletero del coche sacos con borras de café; plantó un árbol y lo está cuidando.
--Lo mejor herencia que uno puede dejar es un árbol.

Se me fue la vena de las coplas y ahora alargo en casa este diario secreto. Mala estrategia. Traer notas es hacerme perder el tiempo. Copiar es un trabajo. En casa el trabajo que tengo que hacer es con La condena. Alargar este diario allí en casa ni lo agradece el estilo y no lo agradezco yo.

Carmen llamó. Me recuerda lo de ir a Icod. Mi hermana también el otro día me preguntó si podía bajar el camino. Se me hace cuesta arriba ir ahora a Icod. Allí el condenado escribe la novela de su vida con las mujeres. La condena. Ahora desalojo sus páginas de la historia que tiene que ver con El túnel. Esta es otra historia. Debe ir aparte. En La condena, lo único que hace es sobrecargarla. Me doy cuenta que una novela necesita volar. Pienso también en el Libro del cuervo. Debió terminar a la mitad, cuando llegan las furgonetas. El resto es otra historia, la historia de un lector de la anterior novela. Debe ser reescrita. No creo que me ponga. Demasiado ya con el trabajo inédito. Y bajar aquí, pero sin notas. Despistan y diluyen lo que hay. 

Me persigue el recuerdo de Brígida.

*

2 de marzo

Llamó Carmen. Fuimos a comer a Las Mercedes. Y luego a Alcampo. Agua, etc., y un pantalón de chándal. Me hacía falta.
Leo Pálido adalid, de José Rivero Vivas. Un pobre diablo leyendo la historia de otro pobre diablo.
--Las muñecas de Famosa... --canta Carmen. Me dedica la canción.
Mejor es reír. Hoy estaba el Loco por Ibrahim. 
El arte quiere seguir viviendo. Habrá que dejarlo. Antes, en la calle Salamanca, en una ferretería, compré una brocha pequeña y disolvente Titán. Voy prosperando. 
El Ateneo escribe que ya mandaron los ejemplares de Lunula. 
Le cuento a Carmen que dio señales Ramalloski. 
Nada nuevo en los blogs. De ayer a hoy no se ha movido casi ninguno. El de Martín, que lo ofrece semana a semana, parece que se está apagando. Una pena. 


3 de marzo

En el Debate de la Nación, Rajoy llama patético a Pedro Sánchez, un guaperas de la política. Más tarde, a cuenta de Grecia, Pablo Iglesias llama patético a Rajoy. Tenemos adjetivo de moda.

El gato esta mañana se puso bobo. Entró en el cuarto y primero me mordió una pierna y luego me atacó contra un brazo. Le dije de todo. A mediodía lo dejé durmiendo en la cama. Le molesta que lo eche. A la calle lo echaba, a veces lo echaba a la calle, si pudiese. El gato es gente callejera, es su naturaleza.
Ibrahim horas bajas. A pesar del empate del Tenerife, la animación ha decaído. 
Carmen me azuza para que cambie los inodoros. 
La médico Carmen Marrero anota que tengo artrosis severa. Me receta el somnifero y no me da hora para volver. 
--De operarse, tardaría más de un año.
Leo Palido adalid. Lector masoquista. Voy por la página 97 y la novela tiene 265. No me queda nada. A veces señalo aciertos aislados que rompen la general monotonía y repeticiones en el estado calamitoso de Expedito, un hombre bajito y machacado. Imagino que cuando cobijó por primera vez con Joaquina, se hicieron "novios de contacto intenso", se enamoró de su sobrina. Esos oasis aislados en una novela de prosa arenosa, son la única animación a no dejarla sobre cualquier escultura de la rambla, expuesta a un azaroso destino.
Pintan, gamberros los llama el periódico, a varias diosas griegas de un paseo del parque. El concejal de turno habla de gastos para reparar el daño. No hay tal daño. Las esculturas desangeladas cobraron ánimo. Ciudad pobre de miras. Ciudad acartonada, triste y decadente.  

+

5 de marzo
Buscaba que entrara el sol en la escalinata de Ibrahím. Ahora sé que suele hacerlo a partir de la una y veinte. Llamó Carmen. Me dijo que luego, en casa, me contaría un cotilleo. La esperanza de saber un cotilleo siempre anima a pasar el día. Pero a la hora de contarlo, el cotilleo perdió fuelle. Es como si Carmen se hubiese arrepentido de contármelo y me narró una historia sin sal. 

Javier me envía hoy un sms:

Dejas el blog? Sería una mala noticia para todos.

No le digo que lo sigo escribiendo, pero en secreto. Esto solo lo saben Carmen, Ramallo y Marcelino. Ramón no, todavía. 
Recibimos un buen número de revistas Lunula. Da para moverla. A ver qué hacemos.

Sigo leyendo Pálido adalid. En la página 103 no se puede decir que se me haya convertido en una novela de culto, pero ha adquirido un incienso religioso que no me desagrada. El desamparo de Expedito es paralelo al mío, pero con movimientos en sentidos inversos. Expedito es un capitán trueno pequeñajo emigrante sin dinero que recorre Londres con afanes de gloria inposible; en los amores no sé, no sé si se los inventa o los vive de verdad. 
Yo tengo más o menos dinero, para sobrevivir, pero ando escaso de movilidad. Me muevo por Santa Cruz dos lugares, y punto. Ni siquiera un sitio para comer de cuchara que esté bien. Todo comida entullo, desaborida. Y yo amores ahora no tengo ninguno. 
Nuyén sigue en Vietnam, y con el gato Lucas en casa mejor no pienso en conquistas artísticas.
Carmen me contempla con afecto, pero no me ama. Manuela dice que me ama, pero yo no la amo. A mi hermana no sé si la amo mucho o poco. No se esmera, pero de vez en cuando me trae algo de comer y incluso a veces una botella de vino. Hoy en la radio hablaban de morir en casa o en una residencia. Pensé en ello. Pensé en el pasado. Pero este tramo del blog no admite el pasado. Todo es presente. Y en este presente de movilidad reducida no puedo hablar mal de nadie. El que no me favorece en algo, no me perjudica en nada. El Lucas es otro cantar.

Investigación en El fulgor del barranco: Compruebo que la sucesión de cartas del Tarot, una en cada capítulo, adquiere una lógica. Se repiten varias veces los arcanos El Carro, La Rueda de la Fotuna y La Justicia. En cada capítulo marcado con El Carro, aparecen un viaje y un barco. Los que tienen La Rueda, hablan de la relación del moro con la política, con los dos bandos enfrentados. En La Justicia, la historia que junta los capítulos es la del amor del moro por la señora, por la criada Fidelina o, sobre todo, por la lavandera anarquista Candita.
Quedaron sueltas las cartas El Emperador, El Sol y El Ermitaño. Si unimos los tres capítulos, narra la llegada del moro a la isla, la protección de la señora y el destierro al cabuco (cueva del barranco) cuando la señora se casa con el enano de su primo. 

Leo en el periódico que van a arreglar la zona decrépita del puente Zurita. El Ayuntamiento. Se animará el puente de jubilados viendo las obras.   

El blog Zo.0 muestra, con un espléndido poema, al negro del barranco. 

*
6 marzo viernes
Hoy hice yo otro poema, con el viejo Paco, bin Ladem, preocupado por la entrada del sol en la escalinata. A la una y media comienza a entrar el sol por la derecha de la escalinata. Comienza el
 calor. Sigo leyendo Palido adalid. Las escenas eróticas están muy bien. La de la prima Verónica desnuda se complementa con el moro de Fulgor metiéndole mano a las tetas a la anarquista Candita. En fin, de imaginaciones me sustento. Y eso que he bajado el listón. Ya no me veo en una isla desierta con ... ni volando sin límites de tiempos ni espacio en una alfombra voladora. Ahora a veces me creo Ironside, el detective comisario de la silla de rueda. Pero no tengo silla de rueda. He visto alguna. 
Sigo la rutina. O la 919 o la 911. Hoy pensaba bajar al Tea a ver la película de Jodorosky. Una vez intenté leer una novela alegórica de este hombre y no pude. Al final me temo que la película sea un poco lo mismo, la alegoría imaginativa. No me interesa. Jodorosky me vale el tarotista. Su libro sobre el tarot de Marsella está muy bien. A mi gusto, el mejor. 
La película no sé. A lo mejor el domingo. Mañana quedé con Ramallo en su casa. Hace tiempo que no nos vemos. Espero que no lo asuste la movilidad cada día más reducida. 
Tengo un poema que escribí hará un mes, en una versión distinta a otra que no si la adjunté a las coplas de Juan Cabrón:

Ya no tengo que dar,
mándate a mudar;
el caldero está vacío.
Adiós, tángano amigo,
así es la vida animal.

Sin piedad ni cortesía.
Se acabaron boberías,
no hay flores en el jardín,
el cartel ha puesto fin
en lo que fue poesía.

No hay verso que diga nada
ni dormido sobre un burro.

Ayer, por casualidad, vi a Alejandro que daba un recital. Dentro de la Librería del Cabildo, Anghel y Pepe Marrero. Anghel buen aspecto. Me anima a que le dé la novela. Es un acicate para seguir trabajándola. Pero nada de deshojarla de la historia de María (El túnel). Si hago eso destruyo la máquina, la dejo sin funcionar. Tengo que hacer arreglos necesarios, pero de menores alcances. 
Alejandro me dice que me va a regalar un bastón, que lo avise. 


lunes, 18 de mayo de 2015

movilidad reducida



Esto, y otras dos entradas, las dejé en borrador en su día. Al reler, tentación de corregir. No vale en el presente, corregir el pasado. Esta vez le hago caso a José Rivero Vivas. Lo dejo como está, y que sea lo que Dios quiera. Que tampoco es pa tanto. Minucias.


23 2  2014

14



Nuyén me solicita amistad por fc. Esto sí es un milagro. La amistad con Nuyén me recuerda a la amistad con la maltratadita. Amistad de quita y pon. Pero me alegró mucho que me lo pidiera. No sé si se apiadó de mi renunciación o sintió que pienso mucho en ella. 

Es curiosa coincidencia. El relato comienza cuando salí de casa, hablé móvil con K, que fue por casa, me dejó unos rosquetes, limpió la gatera y se fue, no me despertó. Mi relación con la cama es ahora digna de relato, pero lo dejaré para otro momento y espacio. Fui a la parada, frente al colegio donde admiten niños con déficit motor.  Subí a la 919, la que baja por el gran barranco, un autobús pequeño que va cuesta abajo como si estuviese en una montaña rusa. Veloz se desliza. El botón no funcionaba, el botón de PARADA SOLICITADA. Avisé al conductor. PARE EN LA PRÓXIMA. Paró. En esta parada un anucio.

SERVICIO DE TELEASISTENCIA
DOMICILIARIA

CON SOLO PULSAR UN BOTÓN

Pulsé el botón del móvil correspondiente a la cámara. Apareció la cámara, se me fue y me salió otra vez Nuyén. 

Aquí abajo, en el cíber por encima de la librería El Cabildo, he bajado a escribirlo. Pero también quiero escribir de otras materias (no sólo de amor vive el hombre), hablar de mi propia obra, una revisión crítica por la memoria que guardo de mi propia obra. Releerme es lo menos que me apetece. Sobra con lo que queda en la memoria.

Y contar lo que no he contado en el blog público. (Buf, no sé si cumpliré esta palabra.) 

Una niña mira lo que estoy escribiendo. Buena señal. Una pareja de niños contentos, niña y niño. En el ordenador de al lado, a la izquierda. Yo estoy en el ordenador 3. La alegría de lo que florece.   

noticias
Juan me anuncia que vio a Anghel, matado saliendo del hospital.
Ramón escribe de Leviatán, la película rusa nominada a los Oscar. 
Ya estamos en el año de La Cabra.




25 febrero
Cumpleaños de Carmen y de Eduardo García Rojas. 
Fui a comer con Carmen a La Laguna. Tasca palmera. Comida normalita. Me recogió en Ibrahim. Aquí Hilario estuvo hidangando cuánto cobraba yo, a cuenta de una asistenta que el Ayuntamiento puso al viejo Bin Laden. No se lo dije. Es una falta de respeto preguntar cuánto cobra uno. Falta de respeto normal. Ya aprendí en San Andrés como lidiar con pueblo, o barrio, canario. Hasta ahora me va bien. Incluso con movilidad reducida.
Leo ... . Es una novela que no me agrada. Y eso que yo no puedo hablar. Otro podría decir lo mismo de Agosta escribe. Pero no sé, incluso la truculencia y la casquería requiere un estilo, y si no aciertas, tírate por un puente o pégate un tiro. Sin embargo, la novela tiene un episodio curioso de cuando el narrador está en cama e intenta coger, sin levantarse, un objeto necesario que se le rodó desde la mesa noche. No fue el gato. Esta novela no recuerdo que hable de gatos. Habla de un nuncio que pide caca para tenerla empalmada. No sé si se la dieron.
En casa, las tareas domésticas que antes eran coser y cantar, sólo vencer la inicial pereza, hoy tienen un significado heroico. Hasta vestirse uno por las mañanas. 
Con Carmen hablando de amigos y trabajos. 

*

26 febrero

Hoy por poco no cogí la 919. Cinco de la tarde. Es la que más me gusta por la sensación montaña rusa. Es la más pequeña y se desliza con más desenvoltura por el pavimiento, primero hasta la rotonda y luego por la avenida del barranco, hasta la parada donde me bajo, cerca del puente Zurita.
Puente Zurita tiene una zona, por encima del puente a la izquierda,
que hace bueno el verso de Panero la ruina como sinfonía del acabamiento. La imagen es soberbia. La vida y la ruina conviviendo. Sin embargo ya no se mata nadie tirándose por el puente. El puente dejó hace mucho tiempo de estar de moda como lugar de suicidio. Tampoco bajan chiquillos al cauce a bañarse en los charcos del fondo. No hay más vida que la imagen deshabitada.

Cogí la 911. Me deja en plaza La Paz, frente al supermercado. Camino y entro en el Aurora. Aprovecho para hojear La Opinión. El Día, desangelado después de la ausencia de Andrés Chaves, lo hojeo por las mañanas o a mediodía en Ibrahim. 
Ayer hablaba de Jose (en nuestro lenguaje conversacional Jose es Ramallo) con Carmen. Hoy me envía un mensaje. Me pregunta cómo ando. Me alegró recibirlo. Y en estando aquí, en el ciber, llamó Marcelino, que acaba de llegar de Las Palmas.
Carmen está en La Gomera. Viaje de trabajo. Con la sicóloga de su empresa. No me llevó. Hizo bien. Cualquiera me lleva a ningún lado.

*

27 febrero
Sigo desvelado de noche. Hasta más de las cinco de la madrugada. Los libros al lado ya están gastados. Necesito nueva lectura cerca. A veces, cuando bajo a la rambla, compro El País. Es el más grato en diseño tipográfico. Pocas cosas que recordar de esta lectura del periódico. Acaso un reportaje sobre los que van, por diez euros, de aplaudidores a programas de televisión. Ganado de feria, mal pagado. Al final el protagonista del reportaje decía que al día siguiente iría Pablo Iglesias a no sé que plató. ¿Le importará al político creciente esa gente que aplaude cuando se lo mandan?

Noche en vela. Intento recordar un libro donde anoté un sueño, en las páginas de respeto. Un sueño que vale un mito de las ruinas. Podría ir acompañado por la imagen de fachadas en la ladera del barranco por encima del puente Zurita.
Termino de releer El Fulgor del barranco. No es una enorme novela pero tiene su miga. Creo que el destino final del moro es un error del autor. La última escena con la señora, en su cuarto, pide otra escena con la señora. El autor se desvió del camino. Si quería ser truculento, hubiese podido hacer que el moro matase con la pistola a los dos guardias que mataron a los anarquistas en el barranco, y hacer desaparecer los cuerpos. Y los "ajusticiamientos" en el mar, vivirlo el personaje del lado de los vencedores y un último capítulo con la señora visitando la cueva que habita el moro, de noche, en ropa de dormir, después de haber dejado drogado con somnífero al deplorable Juan Camacho, su marido. Juan Royo, el autor, se equivocó y metió demasiado a Franco en una novela donde Franco pinta poco, un mero detalle en el telón de fondo. 
La releí porque los capítulos están fechados, y esto permite reducir cada uno a una carta del Tarot. Es curioso, en los capítulos marcados por El Carro, un barco es importante en cada uno. Son los capítulos en los que sale un barco.
Puede que siga investigando. 

Ramón llegó a casa por la tarde. Puse una cafetera al fuego. Subimos al piso de arriba. Hizo lo que pudo pero no pudo hacer nada. No pudo cambiar la bombilla de la escalera. Una de las de abajo, del salón, sí la pudo cambiar.
Ramón hace buena pareja con el gato Lucas. 

Ayer con Marcelino, buen rato noche cordero y vino de la tierra en la calle La Noria. En una mesita de Los Reunidos. Rodeados de curiosas humanidades. Me está entrando el hambre. Ya es de noche. Ramón se fue al Sur.
Carmen dijo que me llamaba mañana. Mi hermana pasó a mediodía por casa y me dejó un túper con albóndigas y otro con potage.
--Te traje poquito porque tú comes poco.
--Pero puede traer para dos veces.
Fue con Eva, su hija menor. Le di la cuenta de Icod. No ha recordado lo de lavarme ropa. Seguramente don Rey del Mundo, su marido, se niega a que meta ropa mía en la lavadora donde mete la suya. En fin, lavé yo mismo la ropa pequeña, calcetines, calzoncillos, sobre todo. Por lo menos le pasé un agua y un poco de jabón. 
El café hirvió. Café hervido, café perdido. Ramón me bajó en su coche y me dejó en la calle Salamanca. Triste fachada del antiguo cine Price.  
  
sábado, 28 febrero
Peitavi, en diario digital donde escribe ahora, habla de seguritas y añade que así llaman los belillos a los agentes de seguridad. Vale, belillo. En otro artículo, García Ramos arremete, con razón, contra los libros mal editados. En fin, cada sabio con sus obsesiones. El sabio Salomón describe en su blog la diferencia entre ética y moral: la ética tiene que ver con la deontología y la moral con la almohada. Tiene sus aciertos Salomón, por algo es sabio.
Ramallo me escribe que lucha contra el aburrimiento. Lo acompaño en el sentir. Días atrás tuve vena coplera, pero ya se me fue. Una pena. Me ayuda a pasar la noche sin dormir. Dejo para otro día ordenar un poco el cuarto, renovar los libros de la mesanoche. Anoche me leí El País casi entero. Hasta que me aburrí y apagué la luz y seguí aburrido. De vez en cuando saliendo del dormitorio al baño y, sentado en una esquina de la bañera, fumar un cigarro. Ya dejé el ron, no me animo a dejar el tabaco. Me acompaña esos minutos sentado en la esquina de la bañera entre no dormir y no dormir. El gato Lucas sube la escalera a ver si lo dejo entrar en el cuarto. A veces lo dejo. Ahora ha aprendido urbanidad y no alborota. A veces le da por morderme, es su modo de decirme que no tiene comida, y lo echo afuera, a que baje a dormir en el sillón de la sala. Él no tiene problemas de sueño.
A mediodía en el bar de Ibrahim viendo, por ver, el Granada-Barcelona. Dos cortados y me voy. Hasta la parada frente al colegio. 919. Cuando esta guagua se desliza despacio, se notan todos los baches. Ninguna belleza, no sé si es por el sol, en la zona Puente Zurita. Me paro en el bar adonde iba Bermejo. Una caña. Gano 12 euros en la máquina.
Aquí los blog nada, menos el Zo.O, con un reportaje sobre una exposición con Gaceta de Arte.
No vale la pena bajar todos los días al cíber. Tengo que cambiar de rutina.
Carmen no ha llamado. Marcelino tampoco. Nunca imaginé que tuviese deseos de contacto con el mundo, aunque sea hablando con el móvil.
Manuela ha aparcado su insistencia después que estoy callado en público.
Donde no hay amor, y el afecto está tocado, la insistencia sobra. Y su amor tampoco me lo creo.


El espaciador del ordenador 1, donde escribo ahora, se atasca. Mejor me voy, a comprar El País y subir otra vez al barrio. 

domingo, 17 de mayo de 2015

El LOco y el Mundo

PONGAN EL DINERO EN MI MANO. NO ME HAGO RESPONSABLE DEL DINERO QUE DEJEN EN EL MOSTRADOR. Esto un cartelito folio pegado al mostrador del cíber.
Se me ocurre un bolero arrastrado. Música de ruedas de coche y tranvía.

Qué más da lo que digas
si la palabra es viento,
te levanta las faldas,
te acaricia los muslos
y se aleja luego.

Viento que pasa,
dura un momento.
Pasa de largo
y no enreda el cuento.
Azúcar le pone
si es amargo;
si el cuento es gracioso
le pone romero
por si acaso el fuego
enciende la llama
donde hay provecho.

Subí a su balcón
y estabas tú,
no te conocí,
hubo tururú.

--Yo no quiero pelearme contigo. Si tú estás en mi casa y le das más dinero es que... --uno que habla por un locutorio. Individuo alterado, habla alto, teme que otro lo quiera echar de su casa, romper la familia.

Bajo a la zona Plaza de los Patos. Casa de Marcelino, fachada pintada. De noche se aprecia poco. El Gomero y un perro de vecino me ladran. Si soy Celestina, me retiro. Pero no soy Celestina. Ladro yo también, y espero que el gomero, amo del perro, me abra la puerta. Gomero me huele y se calma. Mientras mi olor animal calme a los perros, voy bien. Al gato no lo calma. Le despierto intintos de guerra. Si no lo dejo que me acaricie amorosamente, termina mordiendo. Y ahora come poco. Sigue añorando la calle. Marcelino me cuenta sus avatares con los alumnos y las notas. Ya debe de estar viajando a Las Palmas. Hoy domingo, 17 de mayo. 
Jose me señala la fecha del veinte de Junio para una acción en un teatro. Me gusta el teatro. Siempre quise ser actor. Quise pero no lo intenté. Una vez, juveniles andanzas, tenía que hacer de novio agresivo que riñe a la novia. Lo hice tan bien que la novia se asustó. Al mes murió del disgusto. La obra nunca llegó al escenario. 

Marcelino me ofrece dos libros. Un autor local, novela recomendada, y una antología de novela rusa del siglo XIX. Un tocho. Cojo el tocho. Esos rusos son las padres y los madres de la novela.

Un parlamentario israelí vacila con la ministra de Justicia. Dice que es mujer de almanaque de taller mecánico. La ministra, recién nombrada, a palabras necias... Otra parlamentaria de izquierda, a quien la ministra es su enemiga política, como mujer hay que defenderla. No sé de qué. Si yo fuese mecánico, pondría en el taller a Condolenza, Soraya de Santamaría (malhaya el militante del PSOE que la llamó rastrera) o a la ministra israelita. Qué mujer, que labios, qué óbalo de cara, qué cabellos de india... El Papa Francisco se acerca a Palestina. Eso está bien. Y aquí paz y en el cielo gloria.

La película, emigrantes moribundos en rechazado barco. La Televisión está allí. Comiendo bien con la noticia. Perro mundo. 

Mi hermana me pregunta por el significado de la reina en el Tarot. Depende. Reina de Copas, te colma de amor. Reina de Espadas, buena maestra. Reina de Oros, es un tesoro. Reina de Bastos, la ideal de un poeta, un escritor o un pintor. O un mecánico. Mujer de mucho mear. Bellísima. 

viernes, 15 de mayo de 2015

vale

No me molesta nada, señora. Simplemente escribo. 
Salgo de mi casa, camino por la vera del barranco, veo los monumentos del abismo, me cruzo con un negro con bastón en el puente grande, al fondo el barranco es una tentación cuando veo a un gato entre las piedras, acercándose al mohoso charco de agua, cada día más menguado. Hoy, por la otra acera del puente, pasaba una señora con perrito. El perrito cagó y su dueña recogió la deposición en una bolsa de plástico. Llegó a un poste de la luz con papelera, dio tres vueltas alrededor del poste. Hizo ademán de tirar la bolsa plástico, pero no lo hizo. Siguió caminando y se metió la bolsa en un bolsillo del pantalón, ajustado a los muslos. Me quedé con la curiosidad, la continuación de la historia. Pero ya sabes, la curiosidad mató al gato.
En fin, después del puente viene el barrio Salamanca. Un nostálgico se retrotrae en el tiempo. Barrio de la juventud, muchas historias. Algunas han pasado al gigoló, pero si mi querido amigo el autor está que aúlla por el destino que le ve a su recién parida novela, no sé si vale la pena traer al mundo gigoló ninguno. Y lo de publicar en Anagrama, ni poniendo el culo. Por ahora. 
Ya cruzado el puente Zurita, ya en zona de tranvía, llegó aquí, donde hay una venezolana que me preguntá cómo estoy. Y casi siempre me da el número tres.
La historia del rechazo me interesa. Al margen de explicaciones necesarias. La moral de un escritor es explicarse bien. Las faltas de ortografía es función del corrector. Señora, no me lo tenga a mal si al margen del monólogo que usted ha tenido conmigo --las cosas del blog, insisto, en el blog; tengo mis motivos, y por ahora no me bajo del burro--. No es que me encante escribir, preferiría ir a la playa, o ayer a comer a casa de mi hermana, pero después me llamó que no podía ser porque iba a La Orotava. En el gigoló la llamo Humbolt Valle. Yo leo en una novela que llaman a La Orotava así, y boto al carajo la novela. Me tolero pecados que no soporto en otros. Bueno, a lo que iba. El rechazo.
Eran tiempos de juventud. Hoy lo recordé mientras bajaba. 
Una amiga me invitó una noche a subir a su cuarto... Y aquí dejo el cuento. Hace bien al invitado saber cuándo tiene que marcharse, y al escritor saber cuando tiene que poner el punto. Y a otra cosa. 
Hoy me invitó mujer que quiero, pero se lo estropeó el coche. Estoy condenado al cíber. Un rato de escritura al día, ya que no como.  

jueves, 14 de mayo de 2015

rechazos

--Tienes razón, hay que publicar en Anagrama.
Se aleja el sufriente autor y aparece una dama mundana. 
--Me acuerdo que hablaste del rechazo porque lo vivías en propia carne. ¿No seré yo la persona a la que rechazas?
Me acuerdo de Roger en la noches asturianas, una copla que solía repetir:

No me vengas
con tu rumba
que estoy cabando
mi propia tumba.

Lo siento pero no estoy para intimidades. Algún día, si me decido, publico tres semanas que estuve dejando en borrador las entradas al blog. Desnudarse en público no es fácil. Pero es el único arte verdadero. Desnúdate y no me cuentes milongas. Pero desnúdate de verdad. Los afeites no sirven. Ni los apósitos. Como la cueva de la pinga que me trajo Ramón del Sur. Coño de mujer sin mujer es como plato de arroz a la cubana sin arroz a la cubana. No es lo mío. Y ahora no quiero coño. Y no sé si quiero mujer. 

Riforfo escribe de Las Palmas. Me alegra saber que está ahí. Las Palmas la tengo en la cabeza por los dos míticos crímenes recientes. El otro día un padre, dicen, mató a su hijo. Ayer, un hombre mató a su hermana y a su hermano.
No sé más. 

miércoles, 13 de mayo de 2015

moral cuestión

¿Hubo un jardín o fue el Jardín un sueño?

No fue sino una mágica impostura
pero yo sé que existe y que perdura,

aunque no para mí. La terca tierra
es mi castigo y la incestuosa guerra.

Y, sin embargo, es mucho haber amado
el viviente Jardín, siquiera un día.


Poema de Borges. Estoy frente al autor. No JL Borges. Otro autor.
--No es lo smismo pederastia y escritura. En El teatro del Sabath, Phillip Roth usa un personaje pederasta. Y todos los años es candidato al Nóbel. No estoy indignado con nadie, sino contigo, cacho burro, que no sabes que la literatura no tiene códigos morales. O entretiene y gusta o no. 
--Hay controversia. Como cuando a Flaubert, que la novela lo llevó a un juicio... --me justifico.
--Ojalá haya mucha controversia. El problema es que no sirve de nada, porque cuando el lector quiere comprar el libro, no está en las librerías.
Ni el libro está en Anagrama. 
Aquí los editores se acostumbraron a la subvención. Publicar, cobrar y otro autor, otra obra. La orden del Estado: publicar mucho, que no se lea nada. Y si se lee, que sea por entretenimiento o gusto, nada de cuestiones morales.
Del asunto pederastia (qué fea palabra) me acuerdo de un cuento de Fonseca. A un niño zoquete su maestra lo llevó a su casa a darle clases particulares. El niño cambió. Aprendió como un campeón letras y números. La maestra, con antecedentes, fue acusada de pederasta. El padre preguntó seriamente al niño. Efectivamente, la maestra le enseñaba más que números y letras. El padre le dijo lo que tenbía que declarar a la Policía. La maestra salió libre de sospechas, gracias a la declaración del alumno. Y después el padre le dijo al hijo que siguiera yendo a clases particulares.
La defensa del autor por los personajes es evidente. La conducta ejemplar del padre, la maestra y el niño. Más allá de que la moral de la escritura es escribir bien (qué misterio), las novelas, como la vida, despiertan reflexiones morales. Lastima que MORAL sea una palabra con demasiados gusanos.  


martes, 12 de mayo de 2015

pasando de largo

A veces me agrada confundirme en la multitud. Entre cuerpos que me atraen y otros que no. Esquivar los que no y dejar que se acerquen los que sí. Así es la danza. El cuerpo de la directora del Círculo me pareció el de una pantera masculina. Despertó a la mujer que habita en mí. Y la ensaladilla, una pata de cangrejo y una copa de buen vino me despertaron el apetito. ¿Cuadros? Algunos buenos, y otros repeticiones mal que bien logradas. La comisaria, Lola Camprubí, se disculpó por el cúmulo de obras que se le vino encima. Escogió lo que pudo.
Lo importante es que el Círculo de Bellas Artes parece que está encendido. A su manera, también están en candela la zona del Viera y Clavijo. Allí me convocó Jose a acometer una acción. Se hará, Dios mediante.


Varios mensajes al móvil. Lástima que dejé el móvil en casa. No se amolda a la ropa de verano. Mensajes de Juan. Como un chino contra los que no entienden su obra como una novela simplemente a la que la gente le gusta leer.
Hombre, a la gente también le gusta discutir, e indagar. ¿Qué mal hay en ello? Puede que el mal es que te saquen regañado en la foto, pero no es el caso.


Otro amigo me dice qué estampido de luz hubiese significado Orgasmo japonés en el salón surrealista. Ese y otros cuadros más hubieran dado gloria a aquello. Pero no sólo de gloria se alimenta el alma humana. También de arte corriente y moliente. Que si lo ves no dices que no, y si no lo ves, no lo echas de menos.


Otra cosa son los tratados, que por mucho que Juan los achaque a escritores aficionados, también tienen derecho a estar en libros. Y también tienen sus lectores. No todo el espacio lo ocupa la gente.

lunes, 11 de mayo de 2015

el equipo

María Teresa reprochó a su autor que en Los ojos del puente se diga que los amigos dejaron solo a Antonio Bermejo.
Antonio Bermejo decidió cambiar de mundo. Nadie deja solo a nadie. Pero todo esto ya quedó atrás. Ya se fue Bermejo y sus amigos. Ya cambiaron de estado. Lo que hacen ahora o no hacen, no se sabe.
Ahora el misterio es la novela de Juan, que no pasa inadvertida.
--Me asombra, Juanito --le dijo una mujer-- cómo haces creíble que el gigante se meta en el catre de la enanita suave y dulce.
Nabokov cortó en seco cualquier relación del autor con Lolita. Él inventó Lolita, una figura literaria. Nada que ver con la realidad. A Nabokov no le agradaban los lectores que se identifican con los personajes. La novela es una máquina, y cómo tal hay que verla. Lo demás es miopía o imbecilidad. Crudo, sin embargo, lo tiene Juan Royo, para liberarse de haber cometido una novela en un mundo donde ser pederasta es peor que haber sido luterarno en tiempos de la inquisición. Él se defiende. Valle Inclán escribió una novela de un pederasta. La última de García Márquez es también del mismo cariz. Etc. Se olvidó de Lewis Carroll. De la pintura, en eso ni entró. El gran Balthus sigue ahí. A pesar de las prohibiciones.
--Eran otros tiempos, tiempo dominados por el machismo --le corrigió María Teresa.
Al final optó, de perdidos al río, por una lección filológica sobre el español en Bolivia, y en español más universal, sobre la incorrección de la forma "presidenta". Presidente es el modo participio del verbo presidir. Presidenta es tan error, según Juan, como amanta. Olvida las forma sirvienta. Todo lo que se convierte en sustantivo, se amolda a la declinación. "Miembra" es un error porque no está en la norma, pero lo admite el sistema. Y lo que admite el sistema, puede estar mañana en la norma. 
Oigo con cierto interés todo lo que se refiere a los mecanismos del lenguaje. Bueno, todo no. 
María Teresa se olvidó, en su presentación, de que en la novela de Juan --ausente de hombres, salvo el protagonista narrador-- no sólo aparecen, en su mundo, las tres brujas ya conocidas (la fiscal, la ex mujer y la compañera de buefete), que según María Teresa, si no entendí mal, son calificadas así, como brujas, no porque en realidad lo sean (son mujeres con poder) sino porque la deficiencia mental del narrador y su resentimiento pintan el cuadro a su medida. 
En fin, novela para rato. A lo mejor fructifica mi intención, seguramente resentida y mentalmente deficiente, de realcionar Fetasa, Cucarachas con Chanel (historia de Gabriel) y Mejor cuando improvisas como tres logros del cuento de hadas en este país.  

Hoy en el círculo de Bellas Artes se inaugura un exposición "surrealista". El cuadro de Oscar Dominguez ya es suficiente reclamo. Conozco, por ahora, relacionado con esta exposición, un cuadro rechazado. El cuadro es valioso. Cuando rechazan algo así (Crimen en estado de imagen) es que lo que hay es tan maravilloso que no se podía escoger todo, o puede que lo que hay... Está el cuadro de Oscar Domínguez... 

Hoy estoy mejor de cuerpo. Ayer vi a Eduardo. Hablamos de diversas materias. Me cohibió porque me pone guapo. Es como cuando jugaba al futbol. Era un buen defensa central hasta que empezaban a decirme qué bien estás jugando. Jugaba bien porque no era un individuo, sino una pieza del equipo. En cuanto me destacaban como individuo, no daba pie con bola. Aún sigo en lo mismo. La individualidad es perjudicial. Por lo menos en mi caso.

Vídeo de la acción impulsada por JRamallo en Cafésiete. Se puede ver en el blog de mi amigo y en la página realismo punto cero en fc. 

sábado, 9 de mayo de 2015

ayer

Tu belleza me amordaza,
ninfa de mayo,
mientras anhelo tus labios
y tu cuello de garza.
Enmudece mi boca,
me huye el pensamiento.
No tengo alfombra mágica.
Te vas y detrás de ti se va el mundo,
cada cual a su oscuridad.


No creo que pueda bajar hoy a Librería de Mujeres. Recita Alejandro. Mal cuerpo de primavera. Cuesta levantar cabeza en este tiempo descompensado entre el  sol y la sombra. 
Estuvo bien la presentación. Nguyen puso un punto sobre la i. Reducir la novela de Juan a simple machismo la desvirtúa. 

Primero vi a Alejandro. En Librería del Cabildo. Bajé con él hasta la plaza Weyler. Luego llegó Anghel, de una primera quimioterapia. Juan dice que la sala de quimioterapia del hospital es la antesala del infierno. Dice que hay un cuartito donde las enfermeras acarician a las víctimas de la enfermedad. Plato de disgusto. Anghel, aparte del cariño animal, tiene el interés humano. Si cae, adiós novela de uno en G 21. 
--Es un hombre de hierro --dicen
Ojalá. De hierro templado. 
Javier llega al poco, mientras estamos en las mesitas de afuera. Dice que mande páginas de este blog al Premio Benito Pérez Armas. Si hay justicia divina, sin duda podría ganar ese premio. En la historia o leyenda familiar, don Benito es tío bisabuelo. Un hermano suyo dejó preñada y colgada a mi bisabuela por parte de padre. A ver si un día Luisa me lleva a Lanzarote y descubro la falsedad o la certeza de este cuento. No creo que descubra nada, y además, qué me importa.
Luisa es una gran mujer que sabe cuidar a un hombre. A mí me apeló Mantita. Joder, cosa peor no me han dicho nunca. Es proverbial cuando una mujer es bella y además tiene inteligencia y olfato. Cada macho en su sitio.

Ramón me acercó al barrio en su coche utilitario. Hoy tenía cena con un empresario ruso. Del sur me trajo un regalo. Cueva de la pinga. Un principio curativo. Ya lo sé. Poderoso principio curativo.

viernes, 8 de mayo de 2015

hoy a las ocho...

Esta tarde presentación de la novela de Juan Royo, a las ocho en el salón de la MAC.

--Dile que una que leyó su novela, sabe bien, porque es una bruja, que ese tipo machista y estirado es él.

Manía de lectora que encontró en esta novela un repulsivo de 50 sombras de Grey. Las antiguas lectoras de esa novela, aceptan el polvo salvaje y sin aviso que es la lectura de la novela de Juan. Pero no se sienten identificadas. Al contrario, se sienten contrariadas. Juan presenta un personaje enamorado de una ninfa de pasarela láctea. No siente piedad por los errores. No siente piedad su personaje, del que no sabemos el nombre.
 Más se parece don Quijote a Cervantes, mezcla de quijote y sancho, que Royo al abogado enamorado de su novela. Juan el autopr es un existencialista estoico. Su personaje, en cambio, es un prometeo liberado. Un epícureo que sabe la idiotez feminista que lo rodea. Reivindica el machismo. El hombre quiere mujer dulce de trato y de cuerpo, sumisa y, en mi caso, con dinero, palacio y cocinera. ¿Qué mal hay en eso?
Por lo demás, sigo con movilidad reducida. Pero se nota el ungüento de Dr R y la calor de mayo.
Lástima que la protagonista de la novela no vaya a la presentación. La fantasía pop de Juan Royo no recurre a esta realidad. Sí ira, es de prever, María Teresa de Vega. La presentadora. Una mujer, una autora. 

jueves, 7 de mayo de 2015

por qué

Al día siguiente ya no había panel ni niños. La ciudad había vuelto a Munch. Este pintor está en las laderas del barranco y en algunas calles. La atmósfera de esta ciudad es muchas veces Munch. Pocas, Aguiar. 

Cien cumpleaños de Orson. El oso de Sanghai. 

Según el María Moliner, no existe "ralla" en español. Y rallar no es lo mismo que rayar. Pos bien, pos vale. Suenan igual, por lo menos aquí. Y también la v y la b suenan igual. Me acuerdo de una señorita que al hacer el dictado pronunciaba la v medieval (o valenciana, no sé) para diferenciarla de la b de burro. Tampoco existe "vurro". 
Y ya no sé la diferencia entre "pollo" y "poyo". Y por más que lo intento, las locuciones inglesas se me escapan. ¿Adónde voy yo sin inglés?
El gato Lucas se escapa. Duerme la noche fuera. Dejé la puerta abierta. No sé cómo, dejó una tórtola en el patio, frita, muerta y desplumada. Y se fue a recorrer mundo. 
Reprimenda del Partido. Cuando el Partido habla, yo callo. Por la cuenta que me tiene. 
Acecho el horario de misas de la Cruz del Señor. Ayer la segunda señal en poco tiempo de que en esa iglesia voy a encontrar un milagro. A lo mejor sólo una feligresa de nombre Milagros. ¿Me pregunto si Teresa de Jesús sabía cocinar?
Camino de una duda a otra. 
Necesito ilustrarme sobre la vida de los santos. Aprender de los ajenos ejemplos. Los alejandrinos de Berceo desaparecieron de mi alcance. Ya no tengo alejandrinos a los que agarrarme. Mejor. Luego me pongo a componer versos en alejandrinos. A otros les da por pedir limosnas. 
A lo mejor eso es lo que me espera en la iglesia de la Cruz del Señor. Una limosna.
No un milagro. Una limosna. 
¿Por piedad?
No.
Por humildad.
No.
¿Por qué entonces? 


lunes, 4 de mayo de 2015

ciudad infinita

Es una maravilla pictórica y arquitectónica esta ciudad, por lo menos lo que controlo en el paseo del barrio hasta aquí. Mal aprovechada ciudad. Pero con ganas de vivir, de decir vamos por esos senderos. Ayer animada la Rambla. Junto a la fuente pequeña, enfrente, semicírculo de niños pintores, todos copiando una lámina. Enfrente, idea que si se vuelve epidemia estamos en buen camino. Un panel para que todos, subnormales, intelectuales, ricos y pobres, pintasen, unos sobre otros. El panel estaba ya iniciado pero con desangelo. Entonces me animé. No me gusta dar la nota pero había que entrar en el cuadro. Cogí un platito con pintura y un pincel. Al poco, curiosas, dos niñas y un niño que pintaban láminas, se levantaron de sus sillas y se acercaron al panel. Los invité a buscar platitos con pintura y entrar en la orgía. El panel se animó. Me rallo un millo. No me rallo tres porque las niñas, cuando las dejé solas y me fui, no me imploraron:
--Quédate, maestro. No nos dejes solas.
No, esto no lo dijeron. Me rallo sólo un millo.
Ahora estoy a cien pasos del panel. Ganas de verlo como está ahora. Esta ciudad está llamando a sus menudos habitantes. Estoy al loro. 

*
El blog de Martín discute acerca de finito o infinito, a cuenta del cuento de Borges La biblioteca de Babel. Las discusión es interesante. Y de altos vuelos matemáticos. Yo, con orgullo de negro, sin salir de la ignorancia, sé dónde está ese libro infinito. Como en la carta del cuento de Poe. Aquí mismo. Delante de tus ojos. 

*
Estoy con Eduardo, blog el escobillón. Dragó es un personaje, mejor que sus libros. Yo leí uno, hice aquí comentario. Una novela donde poco le faltó para decir que Jesucristo defendía el acercamiento a los niños. El personaje viajaba a Israel, India, etc. para saber quién había sido Cristo. ¿Leyenda luminosa? ¿oscura realidad. Interesante pero no bien resuelta la historia. Sin embargo es un gran hombre de escena este Dragó. Ahora se va de España para descansar de la puta fama qué lo persigue. ¿Qué fama es esa?

*
El domingo en El Día, Juan Cruz sobre el odio entre escritores. Buen tema para una ponencia. No me acuerdo si la propuesta era que los escritores lo que tienen que hacer es amarse. Dios, qué suplicio. Sadismo en Sodoma. 

domingo, 3 de mayo de 2015

el combate del siglo

El otro día me fijé en la gorda del parque. Me miró directamente a los ojos. Dios, qué mirada. Comprendo el franquismo. Quitó la parte de arriba, donde está esa mirada que inquieta como un cuento de Poe.
Eso fue el martes. Ayer sábado, desde la carpa de habladores, Anghel me denominó maestro. Tiene razón. Pero si me hubiera llamado botarate, también hubiese tenido razón. Soy las dos cosas. Hombre péndulo. Unos días me levanto católico fundamentalista y otros pornógrafo protestante. Soy dual. No uno las contradicciones ni resuelvo las paradojas, sino que voy de un lado a otro. Dos lugares relacionados por oposición.
Imagino un reloj con dos péndulos. No soy relojero, no podré construirlo. No tengo dinero. Pero el proyecto de Nguyen sigue en el pensamiento. En principio sería una máquina con tres ejes. Como ayer en las mesitas del kiosco Numancia.  Yo, Juan Royo y JRamallo. Ramallo ahora de vacaciones. No escribe ni lee. Está envuelto en parajes más luminosos, más visibles. A Jose me une ahora la pintura punto cero. Juan sí sigue escribiendo. No ceja. No acaba de triunfar con Mejor cuando improvisas, que ya tiene terminada Santa Cruz amargo. Novela que promete. Autor que va a más en cada intento. Y eso que ya empezó bien. Sus tres novelas merecen consideración continua. Juan propone tres personajes que no son él. En El fulgor un moro pobre y listo, pero atrapado en el amor. En Puerto Santo, un pescador atrapado en yo soy yo y mis circunstancias. Y en Mejor improvisar, un santo pederasta, un gigante de cuento que espanta a la bruja, como Gorgorito, y deja entrar en su jardín a la niña del bosque. 
El fulgor es una novela en el polo opuesto de El Extranjero de Camus. La pasión del moro del barranco, en contraste con la indiferencia del moro de la playa, es evidente. Sin embargo hay en las dos novelas un destino trágico que une a los dos personajes.
De esto y de otros entes humanos hablamos cuando pasa, airosa sílfide, mi poeta preferida. Dejo de oír a los amigos y toda mi atención se dispara a la princesa de las nubes.
Parque García Sanabria. Feria del libro. Ningún autor se come su libro en público. Nada extraordinario ocurre. Y sin embargo hay algo extraordinario en la feria. Sombrita.

--Quién ganó la pelea?
Preguntaron antes en un bar de la calle de los bares.
No sé si respondieron el negro o el del pantalón negro.
El combate de anoche. 
Combate de boxeo. No un deporte. Una épica. 
En la caseta de habladores, al final de la charla del novelista Sinesio sobre G 21--junto con la novela de Juan vinieron otras dos que he hojeado y merecen lectura más completa--, besé a María Teresa. Me dio suerte. Se me quitaron los dolores somáticos. María Teresa y un ungüento de Dr R. 

--¿Quién ganó el combate? ¿Cómo fue ese combate? ¿Ganó el insolente o ganó el humilde? ¿Ganó el ostentoso o ganó el que sabe callar y mirar?
Yo, como todo el mundo, estoy con Paquiaio. Pero no dejo de pensar en la cocinera de Money.