martes, 12 de mayo de 2015

pasando de largo

A veces me agrada confundirme en la multitud. Entre cuerpos que me atraen y otros que no. Esquivar los que no y dejar que se acerquen los que sí. Así es la danza. El cuerpo de la directora del Círculo me pareció el de una pantera masculina. Despertó a la mujer que habita en mí. Y la ensaladilla, una pata de cangrejo y una copa de buen vino me despertaron el apetito. ¿Cuadros? Algunos buenos, y otros repeticiones mal que bien logradas. La comisaria, Lola Camprubí, se disculpó por el cúmulo de obras que se le vino encima. Escogió lo que pudo.
Lo importante es que el Círculo de Bellas Artes parece que está encendido. A su manera, también están en candela la zona del Viera y Clavijo. Allí me convocó Jose a acometer una acción. Se hará, Dios mediante.


Varios mensajes al móvil. Lástima que dejé el móvil en casa. No se amolda a la ropa de verano. Mensajes de Juan. Como un chino contra los que no entienden su obra como una novela simplemente a la que la gente le gusta leer.
Hombre, a la gente también le gusta discutir, e indagar. ¿Qué mal hay en ello? Puede que el mal es que te saquen regañado en la foto, pero no es el caso.


Otro amigo me dice qué estampido de luz hubiese significado Orgasmo japonés en el salón surrealista. Ese y otros cuadros más hubieran dado gloria a aquello. Pero no sólo de gloria se alimenta el alma humana. También de arte corriente y moliente. Que si lo ves no dices que no, y si no lo ves, no lo echas de menos.


Otra cosa son los tratados, que por mucho que Juan los achaque a escritores aficionados, también tienen derecho a estar en libros. Y también tienen sus lectores. No todo el espacio lo ocupa la gente.

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