jueves, 28 de junio de 2012

varias novelas y un recuerdo

Juan Royo y yo diferimos en cuanto a nuestro editor. Jaun quiere hacerlo rico y yo quiero que él me haga rico a mí. De ilusiones vivimos. A Libro del cuervo, cien páginas de interés le concedió Eduardo García Rojas. Sería un abuso condenarlo ahora a releer, iniciando la lectura en la página 100. Ahí la cosa da un giro de 180 grados. Lo que ocurre deja de ser realidad y es ficción. ¿Otra novela emparentada con la anterior por el espacio y los personajes? Puede que sí. El narrador protagonista se aleja de la realidad hacia el sueño de la realidad. Esto puede parecer un galimatías y lo es, pero un galimatías que me costó cuatro versiones de esa novela. Ahora descubro que nada es gratuito y que la acción avanza como antiguo burro sujeto al palo de un molino. Todas las vueltas parecen la misma, pero no es así. Está probada la necesidad humana de que no lo sea, como cuando oímos el tic-tac; el oído percibe el tic-tac con un ritmo que en la realidad no existe (si excluimos de la realidad el modo en que percibimos la realidad). En fin, para explicar esto nada mejor que recurrir al libro sobre física que editó recientemente Aguere&Idea (una visión del movimiento creo que original, haciendo comprensible la paradoja de Aquiles y la tortuga).

El otro día, entre el vino Miradero, la coca de verdura, la crema de melón y la ensalada colorada, Pepa me hizo recordar mis tiempos escolares. Gracias a un amigo (Ramón Pineda), adicto a Albert Einsten, mi mente se fijó de primero a cuarto de bachiller más en las matemáticas que en el latín. Mi latín siempre fue muy pobre. Saqué un sobresaliente en la interrupta carrera de Filología  gracias a una argucia que mi amigo Berto, aparte de despertarme de madrugada para pasarme miel por los labios, conoce. Cuando llegué al instituto procedente del colegio, después de la reválida, dejé ciencia y me pase a letras. Motivos, aburridos motivos. Y me puse a escribir historia. Me gustaba usar la palabra escrita --era un modo de tener una gracia que no tenía hablando-- pero me costó un potosí adueñarme de una aceptable ortografia. Las palabras tenían un valor de uso, me intersaban su significado inmediato y no tanto su forma, su significante. Pero cambio de tema. Hablaré de Puerto Santo. Si se quiere comprender (diría un pedante) al actual Santa Pus, descrita en Cucarachas con Chanel, Puerto Santo es los cimientos de lo que hoy es esta ciudad. Firmo casi todo lo que escribe Eduardo García Rojas sobre Puerto Santo. Pero no eso que dice de que no es una novela redonda. Sí lo es. El periplo de los cobardes, en un viaje de ida y vuelta, mientras aquí abajo, en la ciudad injunto al mar, un godo petulante se transforma en un godo mártir, ajusticiado por un pescador que no comprende nada y lo comprende todo, con sus amigos el sepulturero, el maestro buscador de colillas y la negra Flor de la calle Monteverde.

Mientras tanto, leo Paréntesis, de Hosman Amin. Aún no sé qué pintan los poemas entre los relatos (estética distinta, sin valor de contraste) pero las narraciones me parecen logradísimas. Uno entra en ellas, oye a quien las cuenta con atención, aunque a veces deje egnimas en el tintero, quizá porque el propio narrador no sabe esos enigma, como qué había en la bolsa de basura del huesped Anibal. Los cuentos de Hosman tienen sabor popular, sólo que contados por alguien que huye del populismo y... no acierto ahora con la palabra, lo que hacía Arniche o Pancho Guerra. Así ocurre en el cuento donde una ramera se acuesta con el Diablo, o en el mismo cuento de la bolsa de basura. Seguiré leyendo, y que Hosman me perdone si me salvo de los poemas. No porque sean malos. Son simplemente otra cosa, otro libro. Y los cuentos de viajes a La Palma, me recuerda que tengo inconcluso el mío en este blog. Creao que de algo modo estaba esperando la luz de los relatos palmeros de Peréntesis.

miércoles, 27 de junio de 2012

NOTICIAS ANIMADAS DE...

AYER

Entrevista a Dr. R (JRamallo) en El Día.

"Se usan muchas y mal (las palabras), sobre todo para engañar".


HOY

Crístina Tavío en las pirámides de Güímar. Aunque me importa más otra mujer que también va a estar por allí.

Críticas de Eduardo García Rojas en El Perseguidor sobre las novelas Puerto Santo y Mujeres con gafas de luna.


MAÑANA

En El Generador: cosas de poetas malditos y benditos, Dios y el Diablo...

lunes, 25 de junio de 2012

boliches

--Ese tío es un simplón. Cuando no se entiende ni él, todavía da el pego. Escribe para las élites intelectuales. Pos bien, te tienes que callar. Como cuando te hablan en chino. Te callas como puta que concede al cliente el valor de lo que paga. Pero cuando decide ser claro, sobrio --esto pocas veces-- y conciso, entonces le sale el cliché y el tópico chabacano por las orejas.
--Por la boca --digo.
--o por el culo, no me interrumpas, que tú también... a ti también hay que darte de comer aparte.
--Bueno, por lo menos tiene a alguien a quien defender.
--Sí, a su bufón... el reyezuelo es un tipo con ética, que nadie le toque a su bufón... ¿adónde vas? Quo vadis?
--A Tacoronte --el tranvía está en la parada de Taco. No le cuento que el rirual de San Juan se fue al carajo. Ya se me puso mal cuerpo por la mañana, a mediodía otra tacada de no me vengas con tu rumba que estoy cabando mi propia tumba... por la tarde-noche vi el partido Francia-España. El bar Girasol con hinchada de sombreros españoles y caras pintadas con rojo y gualda... Celebraron los goles de España como si se hubiesen sacado la lotería. Al final, salgo de mi apatía y yo también me pongo de parte de España. El rebaño, da calor. No hay que despreciar el rebaño. La inquietud malsana del día me hace bebedor, y no santo. Tenía pensado bajar a las hogueras, yo solo, como un penitente, como un soplapollas, pero hay fiestas que ir solo es hacer el ridículo. Me voy a acostar. Sueño no me acuerdo qué sueño. Y ahora subo a Tacoronte. Estoy invitado a comer.
--No tienes vergüenza.
--Cambia de tema.
--Menos mal que salí de todo eso. La mentira es señal de la traición y el desprecio...
--Joder, ¿eso es de Confusio?
--Vete por ahí... yo me bajo aquí.
Buf, respiro aliviado. Ya estaba hasta el cogote de su cháchara.
Menos mal que en El Cantillo, la reparadora compañía de Carmen y de Pepa, y la coca de verdura y la crema de melón... y el buen vino, hace que el fin de semana se ilumine. Y mientras, a esperar que llegue mañana, como agua de mayo, y en la radio tendremos a Papá Hem vestido de mujer, eso me dijo Ramón...
Tenerife balompié, descansa en paz. 

miércoles, 20 de junio de 2012

la maldición de Elsa

Lo que está arriba esta abajo, lo que está dentro esta afuera... así empieza, con esta cita, un libro que se llama El Secreto, que me regalaron con información añadida de que costó un pastón. Aún no he curioseado sus páginas a ver si el secreto son billetes de cincuenta euros camuflados. Todo es posible. Como la maldición de Elsa López, esa palmera de grata memoria, porque perder es ganar, ¿quién lo duda? Pero recochineos no. Y lo digo porque antier noche abrí Carta de una desconocida, de Stefan Zweig, y me saltaron esta líneas a los ojos: En lo más recóndito de mi ser , en el inconsciente, continuaba soñando la LOCURA de mi infancia. (La palabra en versales es cosa mía). Y ayer noche, cuando bajé con el capitán Marcelino a resolver unas ecuaciones en su casa, tropecé con Historia de mi calle, de Francisco González Ledesma. Pues bien, yo también les pido perdón, porque estoy faltando a una PROMESA. Muchas veces he asegurado que nunca escribiré mis memorias, porque tendría que hablar mal de mucha gente, y no quiero hacerlo.
 Después de mi ayuda intelectual, bajamos al Platillo y el capitán se dedico a sus deportes favoritos. Elogiar mis virtudes ("Joder, con todo lo que entrenas y no ganas un combate. Cucaracho sí que gana. Lo muelen a golpes, pero gana. Ay, si tú tuvieras vergüenza...") y escribir en las servilletas: Como ojos, como miradas, y me pides que te lleve al cielo, pero yo no sé volar, cariñito. Y no sé por qué, porque pongo voluntad. Pensé que por lo menos me había librado de la tercera palabra. Pero no. La maldición es implacable. Apareció esta mañana en el periódico, en la columna de Peitavy. Próxima camiseta del Zo.0 con un cochino, pero esta vez creo que no es Castell Young. Eso espero.

Más preferible, el rato de ayer con Violeta Jojó Verges y el trío de los martes a las seis. Una mujer con quien poder hablar. Desde su historia en un pueblo del Líbano --bombardeado continuamente por el enemigo, una mujer que sabe no sólo lo que lee en los libros-- hasta la mécanica de aviones, pasando por el Médano, de singular memoria. La montaña Roja. Inolvidable. Vivirá en mi alma hasta el día H del desánimo definitivo.

lunes, 18 de junio de 2012

El Perdedor

Sábado 16 de junio, Luchalibro, en el Atlántico

Criserey, de la Organización de los combates, una muchacha agradabilísima, recibió a los luchadores. También a Castell Yooung. Criserey anotó el memorando, el currículo de Young. Pasaron a la cocina y le presentó a los otros combatientes. Ya conocía, al llegar, a Esquince del Lince. Pero no le tocó el Esquince. Su oponente: Musidora. Nombre musical.
Hubo tres momentos en que Castell Young supo que iba a perder la pelea. Principalmente cuando Musidora le dijo que pasara lo que pasara, ella y él seguirían escribiendo. Castell luchaba por despedirse con gloria y Musidora por iniciar una carrera en la gloria, abrirse camino en un oficio donde la meta es el olvido y el menos ingenio llega antes. Ni siquiera por un bistec, como en el cuento de Jack London. Castell hubiera preferido batirse con Esguince del Lince, habitante de Tegueste, buena tierra. Casco de moto y hombe cordial. Hubiera sido una sangrienta pelea entre un joven que entra y un viejo que sale. Y con Elsa López en el Jurado, la victoria honraría al mejor. Un nuevo viaje a La Palma. Pero luchar con Musidora  era repetir la antigua escena de un crimen. Castell  Young hizo de Bestia in illo témpore, y Bella murió del susto. No sirvieron de nada las rosas del jardín. Era un Young entonces, tenía espaldas para cargar con todos los crímenes. Ahora ya no, ahora lo llaman simplemente Castell. Y Musidora era una segunda entrega de María Iribarne, argentina, misteriosa, fría, calculadora. Y Elsa López en el Jurado. Castell la deslizó sobre lágrimas negras hacia el abismo, y nombró la soga. Elsa López se vengó.
--Mereciste ganar tú --dijo Cucaracho.
--Sí, usé tu mismo truco. Pero tú tenías en el Jurado a Eduardo.
Eduardo García Rojas es un autor más proclive a la prosa cruda que a la poesía cocinada. Elsa es poeta y feminista. Viernes prosa, sábado poesía, y tres palabras para improvisar.

La PROMESA del COJO

Castell Young el cojo hizo una promesa. Apagar el móvil y mandarse a mudar, lejos de toda esta locura. "No apagues el móvil", dijo Musidora. "Tú te enamoras fácil", dijo Cucaracho. Y tenía razón. El cojo Castell obedeció a Musidora e incumplió la promesa. Fue Musidora quien apagó el móvil. Estaba ocupada preparando con Jorge Luis Borges su próxima pelea. 

 

sábado, 16 de junio de 2012

A Sita

Sita, quité la entrada, la envié a la papelera. No fue ayer un buen día inspirado. El serial queda pendiente, y  creo que refabricaremos el capítulo 2, Dios mediante, en Igueste, amontonando piedras, haciendo una pirámide donde enterrar lo que hay que enterrar. Ayer estuve en Luchalibro. Ganaron los mejores. Dos mujeres y dos hombres. Paridad de sexo. Los perdedores mordieron el polvo y disimularon su humillación. Luego pasamos por Santa Cruz Blues, pero aquello ya había terminado. Así que subimos al Generador. El Generador no es que sea un lugar de poder en mi caso. Me aturde tanta humanidad, pero últimamente no doy una. Me dejo llevar. Sin embargo, grato tiempo con Hosmán, Cristi, Jose y Ramón. Ramón y yo fuimos los primeros en retirarnos. Ahora observamos las cucarachas en la noche con lupa. La que corre, la que vuela, la que pelea con las hormigas. Hormigas unidas nunca serán vencidas. Por eso son comestibles. Las cucarachas no. En fin, que viernes de gloria, sábado de martirio. Aunque no del todo. Hubo en la tarde tres horas que valen lo que pesan. Tres horas en la gloria. A pesar de todo lo demás, escollos y pedradas, esas tres horas no las cambio. Un beso.

viernes, 15 de junio de 2012

los AMIGOS huevo (CAPÍTULO 1)

DEDICADO A LOS SUBNORMALES QUE CONFUNDEN LA AMISTAD CON NOVIAZGOS

--¿Es por aquí por dónde te pica, mi amiga del SUR?
-- Por fa, mírame a ver si ves ese piojo que me está amargando.
--No te preocupes, enseguida lo engancho y lo aplasto con las uñas... ¿tienes un pañuelo pa limpiarme la sangre?
-- Espera un fisco a ver... ¡Síiii, aquí tengo uno, mi querido amigo huevo!
--Estupendo, y perfumado... y no me hables de mañana, no me llega la camisa al cuerpo... Bueno, ¿irás hoy a ver al Cucaracho?
-- Por favor, sin duda perfume y de Chanel, de los que recomienda el Doctor R. El Cucaracho tendrá que disculparme, hoy no podrá ser, demasiado olor a perfume.
--Coño, pos mejor, y luego, gane o pierda nos vamos al sur, a esos masajes, con jacuzzi, sauna, baño turco, piscina climatizada y lectura de Thomas M. No M de maricón camuflado... SINO m de machango alemán.
-- ¿Por qué esperar a mañana...?  ¡Vamos HOY!
--Pos vamos, pero espera a que termine el chupito... Invito yo al jacuzzi, y con final feliz si quieres... porque te gustan los finales felices, ¿no?
--Por favor, yo a usted le espero lo que sea necesario... Gracias por su invitación, un pecado rechazarla.
--MMM...
-- Final Feliz, que ilusióooooooon.

CONTINUARÁ

miércoles, 13 de junio de 2012

miedos

Que quieran pintarte como quieran es un derecho ciudadano. Que intenten influir sobre la gente con la que quieres estar para que se aparten de ti, es una bajeza, aunque la cometan elegidos de los dioses. Quien me hace daño a mí, que lo disfrute. Quien hace daño a la gente que quiero, no se irá de rosita si pierdo el miedo este idiota a quedarme solo. Hace ya tiempo que estoy en guerra contra el miedo. El primero que sentí fue a los tres años, en la cueva de la playa de Los Trabucos (donde hoy está la dársena pesquera), mi hábitat hasta entonces. La montaña del ojo me pareció un monstruo horrible y no había por donde huir. Al lado de esa montaña a una hora maldita, los cuentos de fantamas que caminaban de noche por Jagua me parecieron inocuos. El segundo miedo, más grande y peor, fue a los siete años de edad. Murió un tío abuelo y por la noche soñé que, después de hablar como si tal cosa, se convirtió en una bestia y se arrojó contra mí para devorarme. Desperté con pánico y me refugié junto a mi madre en su cama. Cuando ya me sentí seguro y tranquilo, saqué la cabeza al aire y en la puerta de la habitación estaba el hombre. Su sonrisa era aún más pavorosa que su transformación en bestia. Quizá estos miedos me salvaron de situaciones en que mi vida corrió peligro. Una noche un individuo loco levantó un hierro para golpearme la cabeza. No tuve miedo. La ausencia de miedo desarmó al alterado. En otra ocasión, un gitano en el baño de un pub me sacó una navaja y amenazó con clavármela. No tuve miedo. Le dije que lo hiciera. Bajó la navaja, la guardó en el bolsillo y me invitó a un material que llevaba en la cartera. El resto de la noche lo pasé con el gitano. En otra ocasión, un facista militante nos llevó a su casa a un amigo y a mí. Yo le caí simpático pero el amigo no. Se empeñó en que era judío que se estaba haciendo pasar por nazi. Y sacó un machete para cortarle la cabeza. Lo convencí de que no era judío y desistió. Sí era judío, pero le gustaba jugar con fuego. Pero en medio de todo esos acontecimientos, sí hubo más miedos. Miedos atroces que no me han dejado vivir. Ahora tengo miedo de perder a quien quiero, miedo de no poder estar o tener si me necesita. Pero no tengo miedo a los que intentan malafamarme o inventar falacias. Contra esta gente no tengo miedo. Tengo asco. Y esta noche no me deja dormir haber tenido consideración, a veces interesada, por miedo a quedarme solo, a personas que hoy me revuelven las tripas. No tengo amor ni dinero apreciable. Y hasta final de mes, si no revienta el Estado, estoy a dos velas. Y esta mañana soñé con un electricista y por la tarde se volvió a ir la luz. La luz de una casa que no he podido convertir en hogar. Una casa donde los fantasmas gimen de noche y hasta por el día oigo sus pesadumbres. Ya no les tengo miedo, ni lástima, pero a veces agobian, y más cuando el agua que se filtra de la casa del vecino no cesa y la luz se va y así hasta conseguir algo de dinero por si me hace falta el servicio de un profesional. En fin, el Conde Lucanor también lo pasaba canutas, hasta que miró detrás y vio que otro iba comiendo las cáscaras de los chochos que el arrojaba. Otro día contaré por qué prefiero sobre otras épocas, la obra medieval. Porque todo hay que decirlo, aunque el que no quiera oir nunca oírá ni una sílaba. Mejor. Y la noche avanza. Jueves 14. Y el viernes empieza aquello de la plaza España. Y el sábado me temo, qué miedo, que alguien pegado a mí, yo mismo, se quitará la máscara. Las farsa que dure poco. Más tiempo es un drama, o un melodrama.

Sufre, mamón

Bueno, acabo de leer el blog de José María y por fin me aclaro lo que quiere decir con "artesanal". Lo reduce al beséler. Qué chasco. En fin, aclarado la semántica. Yo como soy su devoto lector más torpe, en una escala inferior a la media, a veces me cuesta entenderlo, cosa que habla muy mal de mí, poco leído y lento entender, como el otro día tarde noche en la calle Nokia (denominación que debemos a José María).
Yo había estado por la tarde en el sillón del patio, donde hoy tuve un sueño memorable, y en la tele una comunicante telefónica le decía a Karisma:
--mis hijas tienen marido, queridos todavía no --frase talismán a tener en cuenta, creo.
En fin, luego, intrigado por una carta del extranjero que compartía con Atis, mi amiga rubia del Sur: La llamé mientras bajaba al TEA, estaba por la zona de Miraflores, un poco más arriba de donde Margarita la Flor tenía su oficina en los tiempos de Puerto Santo. Quedamos y salimos a enamorar a la sombra de los laureles. Compartíamos el mismo complejo de Amigos Huevo. Al que buscan cuando quieren hacer una tortilla. Amigos ocultos a la concurrencia. Prendas que pasarán de moda. Atis no bebe. Yo sí, por mis pulsiones y conectividades electivas. Cerveza esta vez. Lágrimas de la cebada. Pero mejor es no llorar. Disimular la ignorancia y seguir mostrando el capazón, que últimamente está más bien deslucido. A la par con lo de dentro. Y Atis y yo nos sentimos carentes de genio para defendernos de los ataques del mundo. Los sufrimientos en la iglesia La Concepción. La hora del rosario. Ave María, Ave María, Ave María. Mucho calor allí dentro. Calor de Amor pero no suficiente. Vámonos, adonde haga un poco de frescor. La calle Nokia. Al rato llegan José María y G. G primero, muy guapa, racial, elegante, estupenda. Y José María tampoco está mal. Le sienta bien el pelado. Le da aire de niño travieso, de gringo quijano.
--¿Leíste lo mío dEl Perseguidor... ¿Lo entendiste?  
--Sí, perfectamente. --Ahora sé que no lo entendí del todo, estaba equivocado. La literatura artesanal es el éxito de venta, y la artística el fracaso porque sólo la leen los que saben latín.
Más tarde se establece la camaradería en la barra. G habla con Atis de menesteres del mundo. José María reitera que yo no pienso ni reflexiono, lo mío es dejarme llevar por impulsos poéticos. El otro día arreglé una cerradura. Pensé, observé, reflexioné y arreglé. Una lástima que el amigo no me viese. Me fastidia que me considere un irracional que depende de los astros, de la inspiración, del azar. Me fastidia porque es verdad. No puedo demostrar lo contrario. Lo de la cerradura no es nada, quince minutos de gloria --lo que duró resolver el dilema-- en las monótonas horas del resto de la vida. En la vida he escrito una cuantía sobrehumana de páginas (y aunque no sé si alguna se salvara de la basura del tiempo), al parecer de nuestro antiguo nahualt de Radio Tijuana, no ha habido observación minuciosa, investigación y estudio de la materia y los materiales. Telarañas por ejemplo --que el capitán Spok si compró, 3 euros ejemplar. Vale, es una obra frustrada pero con unos cimientos sólidos, una máquina narrativa bestial. Mi error fue darla a la imprenta, acuciado por el hedonismo, cuando aún no había madurado el imaginario de los acontecimientos. Recuerdo que Isaac de Vega leyó un borrador de esa "novela" por fuera de su casa en Igueste hace muchos años. Café, ron y lectura de Telarañas por un autor que ha sido mi maestro. Esa memoria que no la pise nadie. Corrigió los folios y me invitó a sacarla a la luz. Entonces no pudo ser. Y cuando Agustín Pacheco me avisó de la posibilidad de publicar algo, había mareado la perdiz, el borrador original, echado a perder.
José María y G me hablan del señor H, mi antagónico. Este caballero sí piensa y reflexiona, y estudia, es un sabio. Y sus preferencias sentimentales son las treintañeras. A mí al parecer sólo me gustan las mayores, las mujeres maduras. La chica de negro de la barra me mira, le pido un ron. Esta vez un ron. Demasiado joven. No me gustan las treitañeras. Soy la voz de quien me nombra. Estoy a su merced. El viento es su mirada. El señor H, en cambio, sólo transige a una comida sentimental con una mujer mayor cuando la señora lo busca solícita y anhelante. Pero sólo una comida o dos. Luego no más. Luego se vierte a las treitañeras. Que se rinden devotas en el reino de su Inteligencia. Como más o menos también me lo retrataba mi amigo EEE el otro día en el club de Tenis, el que también frecuenta mi leído Víctor Alamo de la Rosa. Y en el futuro el señor H. Un ismaelserrano del piano, la filosofía y la jurisprudencia, y del saber no dar la lata. No como yo, que me quiere mi amiga del alma y yo no la quiero lo suficiente. Bajaré al barraco, amada G, y buscaré semillas de tartagero. Y de Venenero, para el señor H.  Y sobre José María, a ver si la pulsión poética me aclara que diccionario de adjetivos usa. Estoy enamorado de sus adjetivos. Maduros y pintados con colores asiáticos,

martes, 12 de junio de 2012

PUERTO SANTO en la puerta

Hoy a las 6 de la tarde, más o menos, hablaremos con nuestro tripulante Juan Royo Iranzo de su novela

PUERTO SANTO

con escamas de cherne y pedradas de chiquillos en la laguna y enterrador cocinero y... etc. etc.


Programa La Puerta, en la RUT (radio unión tenerife)

sábado, 9 de junio de 2012

noche de boleros

Mr Cuervo voló a sus bisnes del Sur y no aprovechó la invitación.  Esta vez las invitaciónes fueron 2,

el número del arquero,
sin la fatuidad del 1
por las ramblas del orbe
con zapatos de cuero
que le regaló el cuñado...

El 2 era un poemita de Proserpina, un cuaderno de poemas que me editaron RC y OL en principio de los ochenta. Ya solo me queda un ejemplar en casa. RC y OL, con quienes tenía entonces fraternidad incomensurable, recopilaron esos textos. Incluso OL puso en verso el primer poema, cosa que yo había escrito en prosa poética. Menos mal. Lo poético al verso y la prosa a la calle, que es su sitio.  Fue un trabajo que continuó a Andrógino Invisible, premio 3 del Matías Real de Poesía (publicado en La Tarde en los nacientes de los setenta). En el cuadernillo decía:

el 2 es el número del arquero,
no es vano y fatuo como el 1
que  con su arrogancia de ángel caido
pasea por las ramblas del orbe


en fin, ya no me acuerdo bien.
Del segundo poemario, ya libro (que editó AL), La dama es una trampa, algunos versos recuerdo

No fui contigo a nuestro suicidio de venas y de canoas en una mar de tam tam
y África abierta a la muerte nuestra

El verso, quitándole el ritmo yámbico y escrito en sencillo, era que no ayudé a un amigo cuando le hizo falta. No me puedo quejar de que a mí también me fallen a veces los amigos. En el pecado está la penitencia. Sin embargo, no puedo quejarme. Sé a quién puedo llamar de madrugada si me pongo malo. El otro día Clara me dio dos velas porque se me había ido la luz. Gracias a esas dos velas, la casa se hizo un poquitín más acogedora. Clara me prometió hace unos meses que vendría a ayudarme a limpiar la casa. Limpiar llanamente la casa, en el sentido de darle pasaporte a todo objeto que pese o sobre; no en el sentido de "llama a Estrella y que te dé el ritual número 6". Que es lo que diría don Gabriel el de la tele, y con razón. Curiosamente, es Gabriel quién me ha iluminado cómo puedo ser yo bueno para Clara y no un objeto que pesa o sobra. Cuidar una mujer como Clara no es fácil. Ella merece un hombre entero. Así que a veces tengo que esmerarme es parecer lo que no soy y en no ser lo que parezco. Complicado equilibrio. A veces la balanza se va pa un lado y a veces pa otro. Pero el intento está ahí, y eso me honra. Me honra también, merced a Luisa Reyes, haber podido acudir ayer al Guimerá a oir los boleros de María José. La cantante canaria de boleros puede dar más de lo que dio ayer noche. A la luz del tinglado teatral de Ismael Serrano. El cantautor madrileño construyó la fantasía de un bar nocturno, El Café de los Recuerdos. Nuestra cantante daría de sí lo que ayer le faltó si pasa por la Academia Chitoski. Allí le haríamos el tinglado argumetal y escénico El Cabaret del Presente, con Morgantaní encargado de la iluminación; Dr R en la selección de las bebidas y decorado, etc. Pero me parece que estoy contando el futuro hipotético e hiperdular .
Empecemos por el principio.
Nos tocó la fila 11, las butacas 2 y 4. En la 10.2 un señor grande, en volumen y en edad, y en la 10-4 una mujer pequeña. Esta parte de la historia sólo la podría contar nuestra asesora en la Academia, a mí lado, en la 11-4, detrás de la mujer pequeña enamorada, y María José en el escenario con un vestido negro e insinuante las tres primeras canciones, y más volandero y menos peligroso, pero elegante y tierno como una rosa temprana, el resto de la actuación.

y ahora que ya no te amo
vienes arrastrando los pies.
si no me amaste cuando eras
el chulo del barrio,
no me pidas ahora piedad.
quién me despreció en la gloria.
no me quiera en el fracaso.
adios, mi ex amor, adiós
y si te quitas por mí la vida
morir no es nada nuevo
te digo, y vivir tampoco.

Curiosas canciones. Sueño con María José en El Cabaret, con el vestido negro, y entre las mesas Sit, Vera, etc., etcétera... Y la señora Josefa, mi sueño de La Palma, con crónica aún inconcluida. 
   

miércoles, 6 de junio de 2012

--No sé por qué sigo leyendo tu blog --capitán Spock desde Enterprise.
--Ya no leo tu blog --una amiga.
--No te doy mi número de móvil. Ya te tengo miedo --Geminis, ayer en la radio, donde los recibimientos de Candelaria tienen la virtud de ...

En fin, aquí las notas:

nota 1.
En el capítulo II (de El año de la seca), isla seca rodeada de mar; la novela ilumina una paradoja a tener en cuenta: la ausencia de agua empuja a los herreños a huir de la isla, y el mar, cúmulo de agua, impide la huida. El año de la seca, de Víctor Álamo de la Rosa. Capítulo II. Un castigo, supongo, esa sequedad. Motivo --sospecho-- el crimen en el I. Un niño muerto. Asesinado. Un niño muerto que por lo pronto en El año de la seca aparece como recurso, y que existe como realidad, presunto asesinado, en Cucarachas con Chanel.
Una primera diferencia importante entre la novela de Víctor Álamo y la novela de JRamallo está en quién narra. Un narrador omniscio, que lo sabe todo, en El año de la seca. Al contrario en Cucarachas con Chanel; presiento que aquí quien habla es el niño muerto. La diferencia no es gratuita. El narrador es el personaje principal de muchas novelas. Impone la atmósfera y el estilo. En El año de la seca oímos un clamor celestial, impostado con una poética rebuscada que lo desvirtúa, y en Cucaracha con Chanel una voz extrañamente humana, profundamente titubeante, poética --si la poesía es conocimiento-- precisamente por su negarse a cualquier palabra que chirríe con el tedio de los que quieren contar más de lo que es menester o hacer música de jazz donde lo que hay es música bailable.

nota 2
Carmen, su admiración por Ismael Serrano, me incita a oírlo en vivo. La casualidad hace que Luisa Reyes me gestione una invitación. Quiero saber qué tiene el cantante que no tenga yo. Pronto lo sé. Sensibilidad, mesura, cortesía, saber estar y saber hablar, ausencia de miedo... Y habla de los pobres diablos que odian a los emigrantes y a Pilar Bardem, y habla de la esperanza ahora dormida del 15 M, y del valor del no destino, y de la redención de las almas averiadas, y de una mujer y un hombre que se conocen una noche en el Bar de los Recuerdos y se susurran y se besan y una se aleja de uno y, con el tiempo, cuando ella quiere acercarse otra vez, él le cierra el móvil... Poesía acunadora y amigables maneras en el escenario. Ismael cuenta, canta y dialoga con su amigo, un hombre estoico y sabio. Y a mi lado, en el patio de butacas, un gordo oliente. Redobla el olor con discontinuos bufos. Pestazo por encima de lo permitido. Deseo que el cantante lo llame a su bar y que nos diga a todos de quién recibe y a quién manda mensajes por el móvil. Cada bufo un mensaje. Cada canción, una historia. Historias de amor y de guerras cotidianas.
A la salida, la compañia de Pepa y Carmen me redimen del castigo, pero no perdonan que no haya invitado a Ismael Serrano a tomar una copa a la salida. Me dejan tirado en La Maldad. Lamento la invitación que me condenó al patio de Butacas. Bufo tras bufo. Y silenciosa, la pantalla del móvil continuamente brillante. Y de vez en cuando suena el móvil en el Bar. Y B contesta: "Está equivocada. Yo no soy B". El organillo de ciegos suena. Es milagroso. Aleja el olor de al lado y alluda a la voz de Ismael. Lástima que sólo sonó una vez. Ese organillo merece la memoria de una música. Me lleva a las canciones que recuerdo.

de tanto mirar la luna
ya no sabés qué mirar


(Atahualpa Yupanqui)

*

Había en mi pueblo un doctor
que según decía Donato
tenía un aparato
que curaba de lo mejor

(?. Punto cubano)

*
 qué tiempo tan feliz
el de nuestra juventud

(una cantante inglesa de los setenta)

*

No sabes cuánto sufrí

(Mari Trini)

etc.

Pero sin ese organillo, se impuso una realidad sin recuerdos, una realidad ignominiosa, en el Bar de la Ignomia (Ismael Serrano me copió la idea. Ver LUNULA, último número. El del patio de butaca era la fila 7, y 22 el asiento. Suman 29. El día que nací al mundo.

Duerme, mi niño duerme,
que viene el coco
y se lleva a los niños
que duermen poco... 

martes, 5 de junio de 2012

esperando que abra un bar de los no recuerdos

Bajo al Tea. Deterioros incipientes. Todo se desmorona, poco a poco. Saber caer es la única destreza. Arriba en La Maldad, luz que se va de nuevo. No me importaría si no hubiese encerrado mi trabajo de estos años en computadoras. Busqué notas que había escrito sobre el recital de Ismael Serrano, a quien fui a ver invitado por Luisa (recién conocida) e incitado por Carmen. ("el Bar de los recuerdos" puso en el escenario el cantautor; poco que ver con "el Bar de la ignominia", pequeña colección de cuentos en el último número de Lunula.) Supongo que cuando llegue la luz del sol encontraré esos papeles y podré hacer el cuento. Había también otras notas. Sobre una época en que trabajé de levantador de barrera en el acceso a la playa de Las Gaviotas. Y la la aprición de niños muertos en la novela canaria actual. Y del programa de ayer en la RUT. Y sobre la respuesta llegada desde la nave Entreprise sobre la compra de Telarañas (3 euros, no 2). Y más nada, por ahora. Bueno, sí. Ayer en la radio Asunción Alvárez y Luisa Reyes, quienes mueven lo que hace posible estancias como la de Ismael Serrano en El Guimerá. Debajo del brillo está el trabajo. Los cimientos. Y el próximo programa, centrado en en la novela Puerto Santo, que ha comenzado a caminar.

domingo, 3 de junio de 2012

no me gusta nada esa palabra

--A ver si dejamos eso decente --le digo a Fer, conocido del barrio, que me va a pagar una deuda haciéndome un trabajo en casa. Quien conozca a Dr R se puede hacer una idea física y anímica de Fer. Las perras me las sacó porque se mostró apurado, perseguido por la policía por un delito de sangre (sic).
--¡Decente no! A mí esa palabra, decente, no me gusta nada! Lo que quiero es dejarlo bien, no decente...
Otro pelotudo.
Fer me cae bien. Es un tramposo.
En fin, le muestro lo que hay que arreglar y me hace una lista con los materiales necesarios, y luego me explica la técnica. No sé si la deuda da para cogerlo de informante. El barrio está ahora con cierta atención política. Un político de segunda fila publicaba en el periódico el otro día historias del barrio, y un precedente tengo también en Ezequiel Pérez Plasencia. El Copete era el nombrete que tenía entre sus amigos del bar de Ibrahim. Algunas historias me han contado.
Historias por todas partes. No pude ir el otro día a la feria cuando habló Víctor Alamo de El año de la seca. El viernes lo abrí mientras esperaba mi número en servicio al ciudadano del Ayuntamiento. 94. La máquina anunció el 94 (buen número, según el numerólogo Gabriel, el que se dirige al televidente diciéndole que él le va a quitar la bobería, porque lo exaspera la bobería humana que lo rodea. Yo prefiero a Karisma. Si no amara a Clara, amaría a Karisma. Con un amor que me hace sufrir ya tengo el cupo completo. Es maravillosa Karisma. Hasta sabe quejarse de que el marido no la deje sola ni un minuto sin ofender al hombre. Y da consejos maravillosos. "A ese, aprovéchalo porque va a ser un esporádico con el que te vas a divertir un rato, no lo desperdicies. Pero el amor verdadero te llegará después, y entonces es cuando el Sagitario tímido te va a abordar y tú tendrás que decirle que hombre cobarde no conquista mujer bonita". El que no me gusta nada es el maestro con cara de cochino santificado. El pobre, lo tengo en tan mal concepto...) Bueno, ya leído el primer capítulo de El año de la seca: una chica está a punto de parir un niño de no se sabe qué padre, y el padre de la chica la insulta de mala manera y cuando la criatura nace, no le da tiempo ni a soltar el primer llano. El abuelo biológico lo mata con una navaja, mete el cuerpo en una talega de pan y lo entierra en la huerta. La historia deja con la curiosidad de saltar el segundo capítulo. Me acuerdo del Libro de Job y de la película La balada de Narayama.
A quien sí oí en la feria fue al maestro José Rivero Vivas. Noticia, con copia de su charla, podemos encontrarla en los blogs de sus devotos lectores José María Lizundia y Anghel Morales. Yo con don José tengo el corazón partido. Me entusiasman páginas suyas pero otras se me diluyen en la niebla. No es el primer autor con el que me pasa ese fenómeno. Boris Vian es otro. Se me hace cuesta arriba en sus novelas surrealistas, incluso no lo soporto, pero es genial en sus cuentos de El lobo hombre y en sus novelas Escupiré sobre vuestra tumba y Todos los negros tenemos la misma piel, aparte de que compuso letras de canciones que han sido malditamente olvidadas. De malditos habló en la feria el, desde el jueves pasado, excelentísimo señor don Luis Alemany. Habló de Julio Tóvar, de Domingo López Torres --con más conocimiento semántico que el autor que no tuvo la cortesía de comprar Telarañas. Por supuesto, no seré yo quien aconseje la lectura de esa novela fallida, peor incluso que los eructos surreales de Boris Vian. Pero dos euros no es como para despreciar la compra de la novela, sino comprarla, como hizo Ramón con El fuego de siempre, en la misma colección, libro que sí recomiendo. Tiene cuentos preciosos. Bien contados. Telarañas, en cambio, no merece una lectura completa. Sólo gente como mi amigo Berto, lector masoquista, puede leer eso sin tirarlo a la papelera. Una vez intenté reescribirla y la dejé por imposible. Demasiadas pretensiones y metáforas de papafrita en lugar de la palabra más sencilla, desde poner El rey de Africa donde en el original ponía Gadaffi, a decirle Iguan-Ga y País de Son a lo que eran simples imaginaciones y sueños del yo narrador, dividido en cinco personalidades distintas: un tonto, un enamorado, un juez, un borracho y un vividor. Mala, pero el sujeto que me la nombró por lo menos podía haber invertido los dos euros en su compra, o no hacerlo y callar la boca, y me refiero al alienígena Spot, tripulante destacado de la nave no me acuerdo.
Y ayer con Dr R y Mr Cuervo en El Buho oyendo a Chubasco, y antes en el parque con Juan Royo (novela Puerto Santo recién nacida al mundo), Luisa Reyes y José Rivero Vivas.

--Llamala y dile que venga con nosotros.
El amigo se refiere a Clara. No puede ser. Para no sufrir, pienso en Karisma. Tampoco puede ser. El 806 sale caro. Les cuento lo que decía Luis Alemany sobre Antonio Bermejo. Mal escritor, dijo. Y de su novela perdida, mejor perdida... Etc. Ramón se interesa por las señales que delatan cuándo el amor se acaba.