sábado, 31 de octubre de 2009

cuento de la dama de negro

viene de la entrega anterior

... era Buey de tierra. Perfecto, el Buey y la Serpiente hacen buena pareja La mujer Buey admira la astucia y la sabiduría del hombre Serpiente, y este hombre disfruta de su fuerza, protección y confort. Suelen decir que ambos se aman con desinterés, pero en este caso el desinterés brilla por su ausencia. Lo que hay es interés, puro y despiadado interés.

--Suelo mantenerme al margen de todo tipo de estrés y crisis psíquicas --dijo, en el chat--. No quiero que nada ni nadie rompa mi estabilidad anímica... ¿Cual es su precio?

--¿Precio de joven de 27 años o de hombre de 50.

--Muy gracioso, pero el humor no es lo mío. Por favor, compórtese con seriedad.

--El precio depende del servicio, ya hablaremos de la minuta después del trabajo...

Le pareció bien, y ahora estoy en un cíber de Madrid, que atienden dos colombianos, en un barrio elegante, a menos de cien metros de su mansión. He recabado en Internet todo lo que he podido sobre su vida y milagros. El escritor Ernesto Sábato aplicó, a casos como este, el termino de causalidad cósmica. Yo prefiero no romperme la cabeza, y lo dejo en simple casualidad mundana. Y pienso que ya es hora, soldado, de salir de la trinchera y atacar. A bayoneta calada.
Eran la doce del mediodía del viernes. Las nubes se apelotonaban sobre la isla de Las Palmas. Mi padre ese día tenía comida fuera y me despedí de Thor. Le dije que se portara bien, que guardara la casa, que no ladrara... Salí de casa, con el traje negro y una maletita de ejecutivo, de cuero negro, regalo de Marcelino, y un sombrero negro de paja, regalo de Berto, y crucé la plazoleta... ¿Adónde vas?, preguntaron los vecinos. A Madrid, a ver a una clienta, respondí. Pasé por La Pandorga para animar el viaje y llamé a un taxi. En media hora estaba en Los Rodeos. Durante el viaje, recompuse el puzzle.

Ya confesé que en estos tiempos escribo una novela narrada por un gigoló. Su vida y milagros, sus aventuras y desventuras, sus reflexiones psicológicas y antropológicas y sociales sobre las clientas. Para meterme en la piel del personaje me inscribí en uno de esos casinos cibernéticos donde mujeres buscan hombres, hombres buscan mujeres, etc., y aunque no me dejaron ponerlo en el perfil de presentación, cada vez que iniciaba un correo con alguna, me presentaba como un gigoló. Muchas me mandaron a la lista negra, pero algunas picaron. Tuve que dejarlo y despedirme cuando la cosa empezó a arder. Marcelino me había dejado el Diario de un seductor, de Sören Kierkegaard. Lo leí dos veces, y en la segunda lectura no me costó nada quitar la palabra "seductor" y poner "Gigoló". Me había convertido en un donjuán que sabe sacarle a doña Inés el dienro del convento. Me sorprendió lo de señoras que están dispuestas a pagar, a pagar a un joven Atlético, no a un pureta de sesenta años. Lamenté no tener por lo menos 30 menos y cerré el guachinche. No volví más por esa página. Hasta que el jueves pasado me dio por hacerle una visita. Estaba cargada de mensajes, a cuál más tentador, y los fui borrando uno a uno, hasta que tropecé con uno que no me atreví a borrar.



"Pago bien. ... Mi cargo me obliga a parecer una mujer honrada. Le pido discrección... ... vaya a esa agencia de viaje, ahí tiene un pasaje a su nombre".



Aproveché que estaba on line y le pedí chatear. Me lo concedió enseguida. No perdí el tiempo. Le dije que yo no tenía 27 años sino 50 (con tinte en el pelo y la dentadura postiza parezco más joven, esto no se lo dije)... y que todo había sido una broma de mal gusto y que me disculpara. En lugar de cerrar y mandarme a la lista negra, siguió interesada por mí, mi vida y milagros y la tarifa de mis servicio de compañía. De ella supe que era

viernes, 30 de octubre de 2009

Amigos, estaré ausente unos días. Elena Salgado reclama toda mi atención. La emoción me embarga. El miedo me domina... ¿Sacaré del armario mi traje negro, para estar a tono?... Ya veremos, lo consultaré con Thor.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Poemita a mi amigo Anghel

Bon ami, Anghel Morales,
hable usted con libertad,
que decir la tal verdad,
la blanca de las verdades,
en el lecho da solaz.

Yo ya no creo en lo negro,
ni tampoco en lo más blanco,
ni en lo azul ni en lo encarnao,
ni en el hielo ni el fuego,
porque ya too es un fregao

en este mundo banal
donde la cruenta mentira
es la paz, y es la ira
que con designio fatal
a todo bicho lo mira.

En lo alto luce la luna
harta del sol poderoso,
es la noche un calabozo
del niño que está en la cuna
llorando su triste esbozo

de la vida que tendrá.
No tendrá vida ninguna
ni en calles de La Laguna
ni en ningún otro lugar
mientras reine la oscura

noche del reino fatal.
Estoy jodido, mi hermano,
así que demos la mano
con la palabra cabal
al enemigo malsano

que no sabe qué es luchar
en el terrero gomero,
allí seremos primeros
en la semilla ganar
de un porvenir verdadero.
Acabado el programa, bajamos al bar Santa Cruz, donde también miembros y... sí, por qué no, miembras de la Policía Nacional gozan de rélax en medio o al final de la jornada laboral. Esta vez Anghel se incorporó por fin. Todavía no entiende bien que vale más discutir sobre la independencia con españoles sabios que con canarios anquilosados. Y recuerdo otra vez a Ignacio Aldecoa, un godo que escribió sobre estas islas como pocos canarios lo han hecho. Y recuerdo que también el dominico padre Espinosa era también un godo, y que defendió a los naturales de las islas, como pocos de aquí han sabido hacerlo, contra la rapiña de los mal llamados cristianos. Casi todos los ejemplares de su libro, que tantas fatigas le costó imprimir, los acaparó un familiar descendiente de uno de esos rapiñadores y los destuyó sin dejar ni uno. El pariente del conquistador marcó el destino de los escritores canarios con valor, ser borrados del mapa del mundo, y no siempre por gente extranjera sino por los mismos de aquí. Eso me recuerda lo que a veces me daba por decir en la barra del bar Castillo (ahora mi academia literaria, donde sigo aprendiendo a escribir), quizá con atrevida ignorancia (pues ahí está, sin ir más lejos, Alonso Quesada), que el poeta canario no debe tener otra misión que superar el primer poema conocido de la literatura en español de estas islas, la endecha a la muerte de Guillén Peraza, la maldición a una de nuestras islas, que yo hasta ahora creía que lo había escrito un español, pero después de leer los editoriales de El Día, me han surgido dudas...

No, no estoy de acuerdo contigo, amigo Anghel. Dice el dicho que con amigos así, no hacen falta enemigos. Independentistas como el señor Malhaya dejan sin función crítica ni política dejan ni necesidad de existencia a gente como González Jerez, que puede no caer simpático pero sabe escribir, aunque se equivoque, como se equivocó con Marcelino cuando Ricardo García Luis, en una labor admirable y poco reconocida (otra vez síndrome padre Espinosa), elaboró a mano e hizo surgir a la luz, en tres o cuatro cuadernillos, una colección de cuentos de autores isleños. (Por cierto, amigo Anghel, a ver si le consigues a Marcelino un artículo que Jerez publicó en Diario de Avisos --donde también colabora nuestro Lizundia-- sobre los malos buenos escritores).

Hablando de articulistas, ya sabes que yo leo a Andrés Chaves y Peitaví (aunque no esté de acuerdo con todo lo que dicen). Ahora sólo leo El Día, no por afinidad electiva sino porque es el único que llevan a la barra del bar Castillo. Antiguamente también llegaba La Opinión, pero con la crisis... El Diario de Avisos a veces lo hojeaba en el garito lizundiano que está a la entrada del pueblo, donde lo más grato es la vista al mar, con sus barcos fondeados y, en los día claros, Las Palmas rompiendo el horizonte... perdón, Gran Canaria... perdón, la isla de Canaria... Pero desde que Chani me dijo que mirara parriba, para las piedras sueltas en la montaña, voy poco por esas mesitas.

Y hablando de Chani, hoy subimos a la fuente de La Vicariña a buscar agua, y me preguntó por tí.

--¿Anghel leyó mis poemas, los que pusiste en tu blog?

--Yo qué sé, no me ha dicho nada.

--¿Que no leyó mis poemas?... Y el que escribí en la Tasca el otro día, cuando estabas con Marcelino, ¿lo pusiste en el blog?

--Coño, no me acuerdo, ¿qué poema era ese?

--Uno que hablaba de un orangután... ¿me vas a decir ahora que no te acuerdas?

Vale la pena subir a la fuente, y estar ahí un rato llenando botellas, rodeado de montañas a las que aún no subí ni de cuevas a las que aún no entré, a buscar los poemas que merece Campanilla. A buscar ese poema que deshaga el hechizo de la maldición, esa maldición que nos hace sordos al penúltimo clamor de los guanches, a ese "hermanos, esta gente extranjera / viene a robar nuestro gofio / y a convertirnos en esclavos. / Si no nos unimos...". Ni traducido al español, raramente oímos el grito antiguo.

--¿Qué tal el programa? --preguntó Chani.

El programa bien. Palante. Yo no sé nada, pero algo sé. Sé podar y sé sembrar, elegir la planta que pongo en la huerta. Y Radio Unión, por fortuna, no es como mi cuñado. Saber elegir gente más sabia que tú, es un logro. Tú mismo, y José María Lizundia, y Ramón Hernández, y Juan Royo, y lástima que no haya seguido mi hija Sibisse... Una mujer como ella es lo que aún necesitamos, pero ya la encontraremos... quizá Campanilla, si por fin decide salir de la tetera...

--Ya sé quién es Campanilla --dijo Lizundia en el bar Santa Cruz, en el posprograma--. Es tu novia de Navarra. Conoce bien aquello. Sabe lo que es el Bocho y los vinos de la Rioja Alavesa.

Me quedo en 33. Pos a lo mejor es ella --reflexiono--, y la muy alada aceptando la invitación de Ramón a viajar por los barrancos del Sur, y cortejando con el judío...

--Yo creo que es... --dice Juan Royo, pero Ramón no lo deja terminar.

--Para mí que es esa chica con la que estuvimos el otro día en el Atlántico, la chica rubia... Trini...

--Pero Trini, que yo sepa, no ha estado nunca en las vascongadas... --dije.

--Bueno, yo me voy que tengo que ir al gimnasio --dijo Juan.

--Y yo también, que tengo ahora el partido --dijo Ramón.

--Y yo ahora tengo trabajo --dijo José María.

Paseamos Anghel y yo hasta la casa de Marcelino, y luego a tomar unas cañas en el bar enfrente de la Sindical.

--Ahí trabaja tú amigo Lizundia, y ahí trabaja Míriam --dijo Anghel.

Una hora después, estábamos Marcelino y yo en San Andrés, viendo los barcos de Suso, y después en el bar Castillo, viendo el partido. Jonay, el barman de Añaza, dejó escrito a su padre, barman de la mañana, en un cartón sobre la máquina registradora: "Arcoyano 4 - Real Madrid 0. Jódete, viejo".

martes, 27 de octubre de 2009

--... los ratones ganan. Sí, los ratones ganan. Me pregunto que está pasando. El Madrid pierde 4 a 0 con un equipo, el de los ratones, que juegan al fútbol con una camiseta que sólo lleva el número, no lleva el nombre de quién la lleva puesta, algo está pasando, my friend, y al menos que todo esto sea una farsa, algo está pasando, ¿si no? qué puede estar ocurriendo. En el castillo de s. andrés todo esto huele, sabe, hasta llega a tactar, a tocar digo, hay un sentimiento cálido, entrañable que reconforta y que hace que todos nos desarmemos, será que estamos en el pueblo, en la tribu. Es calor my friend, no sé si sabes lo que te digo. Una cuestión, no de termómetros, sino de tribu. dime lo que despotricas y diré lo que anhelas. Di Anghelo, o Ramón, o José María o tú Jesús, o tú Campanilla, si es verdad lo que anhelas. Tanto miedo te tengo como daño me haces. Te lo digo, que la cosa no va por ahí, que sólo nos falta comprender que tú y yo y el otro somos pequeñitos pero grandiosos y ese es el valor.Es el valor y punto. Vivir es complicado, dificil, no sé; creo que hace falta huevos.

Dijo Marcelino el oyente, pero que hoy no oyó el programa de la puerta de la sinogoga, y se llevó las dos botellas de vino de bodegas La Palmera, y la novela OIKIA DUALIDAD, de Iván Torres, y bajó por la calle Belza, y estaba La Pandorga cerrada, y abrió la puerta de su coche.

domingo, 25 de octubre de 2009

dicho por Ernesto Sábato

. "El escritor tiene que tener una obsesión fanática, nada debe anteponerse a su creación, debe sacrificar cualquier cosa a ella. Sin ese fanatismo no se puede hacer nada importante."

. "Me considero un ser plagado de defectos y vicios."

. "Un escritor es, por lo general, un hombre que tiene lo que se llama "facilidad para escribir", pero esa facilidad es, parádojicamente, su principal enemigo. Creo que los hombres de letras sucumben a esa tentación. Y sin embargo, hay que ponerse en guardia, hay que luchar a brazo partido contra esa facilidad."

Y con esto, el esquema pal programa del martes:
--Agora y otras películas, o cómo se escribe la historia.
--El escritor y sus fantasmas (título también de un libro de Sábato): ¿El amor o la ambición?, ¿una bailarina o una cocinera?...
(Si hay alguna mujer en el debate, entonces también ¿un bailarín o un cocinero?)
Sigue sonando el disco rayado de la demagogia independentista de esas editoriales malsanas de ese periódico de cuyo nombre, etc. Ojalá, cuando mi amigo Berto de Los Cristianos gane esa pasta gansa con el banco de marras, emplee el dinero por la patria en comprar una mordaza para ponérsela al editorialista cansino, porque la libertad de expresión es un logro, pero cuando la libertad esa sólo sirve para repetir un día sí y otro también un discurso que dice estar con la independencia y en realidad hace política pura, como Ana Oramas, al servisio de los depredadores, llega un momento en que si no callamos al perro ladrador, entonces mejor es que nos jodan ya completamente.
Más grato fue ayer el viaje a Icod, con Marcelino. Bruma en las cumbres. El casino de Icod, llevado por gente amable y acogedora. Icod no me es indiferente. Mis abuelos Juan y Petronila,
y mi padre, etc., son de esa tierra de vinos, y yo estoy empadronado allí. Pues allí encontramos a los amigos Anghel y Laureano de Lorenzo, hombre que sólo se ha emborrachado tres veces en su larga vida pero que está haciendo una labor de reportero fotográfico inmejorable. Iván, el hijo de Anghel, presentaba su primera novela: Oikia dualidad. Buena presentación y buen vino de bodegas La Palmera, y charla grata con la gente del casino, y cuadros que merecen más de una mirada, de una exposición de Antonio el de Pilar Pomares (no acierto ahora cómo se escribe su apellido alemán, pero en este país, por mucho que diga mi hija Sibisse que somos un patriarcado, a los hombres los conocemos por la mujer que está con ellos, pero por si acaso, si me acuerdo se lo pregunto el martes a Ramón en la sinagoga). Ramón dijo que iba pero no fue. Puso la disculpa de que estaría en el Sur. El otro día estuvo aquí en San Andrés, haciendo fotos del castillo, y de los barcos de Suso, y de María Leonzia, y lo mordieron los perros de Suso.
En el viaje de regreso vino De Lorenzo con nosotros. Dijo haber descubierto quién era Campanilla. Sus razonamientos detectivescos no están descaminado. Quizá sea esa chica morena que él dice. A Marcelino también le intriga quién es la tal Campanilla. Tanta intriga como quemadura que tiene el hombre con que yo haya publicado ya dos novelas y a él nada, ni una reedición del Retrato de Marlou Diésel. Si yo fuese lector yo también estaría quemado. Tanto mamón chupando del bote, y uno de los mejores escritores que hay ahora en estas islas, tocándose las narices. Y pagando las copas, en San Andrés, con el amigo Chani apuntado a la escandalera. Ron Aldea en el Monterrey. Pero Marcelino tuvo buen tino, no cogió el coche y se fue caminando bajo la luna a través de la noche. ¿Habrá llegado a su destino?
Hablamos, entre otras cosas, de mi amiga y colega Candelaria Quintero. Esta autora, después de eones de tiempo desaparecida, me llamó al móvil estando todavía en Icod. Hablamos un rato, la noté animada y combativa. Recordé sus obras publicadas y algunas inéditas, por fuera y por dentro.
Y por lo pronto nada más, querido diario, pues Thor está reclamando salir a pasear y mi padre está en la cocina haciendo la comida, y dentro de media hora empieza el partido del Tenerife. A ver si esta vez gana, que ya es hora.

viernes, 23 de octubre de 2009

demagogia independentista

DEMAGOGIA. 1. Métodos, acciones o principios del demagogo. 2. Gobierno tiránico de la plebe. 3. Forma engañosa de razonamiento que se caracteriza por dar una visión falsa de la realidad a la que se refiere, con objeto de sacar algún provecho de ella. 4. En política, se llama demagogia a la ideología o actuación que trata de ocultar una serie de problemas sociales, de carácter global, con promesas vagas que, al fin, no llegan a cumplirse.

DEMAGOGO. 1. Persona que atrae al pueblo con falsas promesas o lo predispone a la emoción, sentimentalismo, etc., para lograr sus propios fines. 2. Partidario de la demagogia.


Yo soy un demagogo,
como tú, Patria Almendro de
Inolvidable Sombra, y como tú,
País de Nunca Jamás,
y como tú, tiránico Anghel Morales,
que leíste a Fanon y supiste
que estas islas son una colonia.

Demagogo como E. , voz femenina,
que ayer bordaba estrellas verdes
en la auténtica bandera.

Independentista demagogo como tú,
Víctor Ramírez, que dijiste que esta es
una tierra de castrados castradores,
por no decir de cabrones y ladrones
y zorros infiltrados, y no supiste ver
que estas islas son como ese Teide gigante,
con fuego en el corazón.

Demagogo como tú, amigo Pedro,
que insultaste a aquel, ¿te acuerdas?
"¡Fulanito, corrupto, cocainómano!"
y ahora dices: "Es elegante, tiene ideas..."
y lo dices convencido, como si árbol viejo
pudiera cambiar la torcedura.

Así que amigos y amigas, yo poeta declaro,
con el sentimiento de Anghel,
con el intelecto de Víctor,
con el basto bien puesto de Javier
y los polvos dorados del hada
de Nunca Jamás, con todo eso
y más, declaro que hice estos versos.

Escribí cartas a Madrid y a Navarra diciendo que el error 6X-9d2teg me cerró la puerta a este blog. Pero no hay mal que dure cien años. No hizo falta llamar a un cerrajero. La puerta se abrió milagrosamente. Otra vez dentro.
Pues bien, querido diario, hoy fui a misa, a la iglesia del pueblo, y comulgué. Comulgué con las palabras que dijo el cura en la homilía. Leyó un texto de San Lucas en que Cristo decía que él vino al mundo no a unir sino a dividir, a enfrentar a las madres con las nueras, a las suegras con los yernos, al hermano con el hermano... En fin, comulgué con el relato de San Lucas.
Y hoy toca comulgar con La Luna. Hoy la Luna ilumina la noche del Mundo. Hoy toca caminar sobre las aguas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Todo tiene que esperar, el cuento de estos días tiene que esperar, Hacienda tiene que esperar... Mañana no puedo ir a oír a Cubillo, sobre la bandera de las siete estrellas, eso que Campanilla sabrá lo que es, porque hay noches en que uno no reconoce ninguna bandera, ni la de los piratas, pero la bandera de las siete estrellas es también el canto que hizo el blorrego Ánghel Morales, mi amigo, que quizá ha tenido el acierto de añadir una s a castellano..., casi suena mejor..., castellanos.

Hago un alto en Oikia dualidad, la novela que se presenta en Icod este sábado, el mismo día de la manifestación independentista en La Laguna... No sé si irá Campanilla... O si irá después a la 8 de la tarde a Icod, a oír hablar de una historia de Dios y Satán, que cuenta que Dios no era tan bueno ni Satán tan malo... Por lo pronto, voy por el capítulo en que Frank noquea a Satán... Frank es el prota de la novela... estupenda... a mí me salvó de una noche de insomnio. Mala luna esa noche. Una de esas noches en que la luna no dice nada y la palabra menos. Una de esas noches en que no se oyen las alas de las hadas. Y de pronto, casi con desgana, abres el libro que me dio Anghel en el Monterrey, donde Ramón estuvo el otro día haciendo fotos a María Leonzia, y también estuvo haciendo fotos a los barcos de Suso, gran autoconstructor, un artista... El cuento de Ramón en Lunula lo vi ilustrado con esos barcos, y con la foto del castillo... Pues bien, abrí el libro, Oikia dualidad, y sonó el aleteo de las alas de Campanilla... Me sumergí en la historia contada por un ángel de la guarda que ha perdido sus poderes. Sentí que yo era ese ángel, y que leer no era sino recordar. Recordar que soy un ángel sin poder, y aún así, procuro proteger al hombre que guardo. Frank es el nombre que le puso Iván Morales Torres, el autor de la novela, al hombre que se "ha apoderado" de mis poderes.
La historia comienza con que Frank es un buen chico, un buen chaval, un buen pibe, buen estudiante, pacífico, un buen hijo con un buen padre, y de pronto se ve en una situación difícil. Para defender a Bea, compañera de colegio, Frank tiene que pelear contra seis, 6 tiparracos pero peligrosos. El pobre Frank siente que está perdido, le van a partir la cara a puñetazos y a moler los huesos a patadas. Pero de pronto encuentra una piedra de poder. Y gana la pelea. Una pelea lleva a otra, y otra a un homicidio involuntario. El buen chico desaparece. De donde primero desaparece es de la protección de su padre y de la tutela de la profesora. Ya se ha convertido en hombre. Un hombre que ahora él tiene el poder de su ángel de la guarda. Ese ángel soy yo. Y en estos instantes estoy viendo cómo Satán trata de ganarse (en un puro y honesto ejercicio democrático) el favor de Frank para que se junte con Él (Satanás) y enfrentarse a Dios. ¿Cómo?

Eso en Icod el sábado... Ahora, es curioso, pienso en Hipatia. Y me pregunto cómo se llamará la próxima mujer que Frank encuentre en su camino por el limbo, por el infierno... Y me pregunto cómo Ramón Hernández se apiadó tanto de Oreste y se olvidó de Davo, el esclavo, el esclavo agnóstico, el personaje que salva la película Ágora . Quizá la respuesta esté en Oikia dualidad.

martes, 20 de octubre de 2009

el nombre sagrado

Ezenias son
las dos sílabas del nombre
de tu padre,
brote de un judío de Arafo
y una guanche de Lanzarote
(a ciencia cierta no lo sé,
pero puedo imaginarlo).

Tierra de exilio fue para judíos,
desterrados que se unieron
a los vencidos guanches,
estas islas siempre del destierro.

Si, Al-Azena, tú también eres serfardí,
e isleña de Canarias, por eso lo supiste,
la secreta sílaba
del nombre secreto de las islas.

lunes, 19 de octubre de 2009

Esquema pal programa del martes (Radio Unión Tenerife, 6 de la tarde: 95.3 (Santa Cruz). 95.6 (Norte). 105. 3 (Sur). Y en internet.

.Lectura del poema "Israel" (Borges) y diálogo o debate "qué es Israel, y qué es ser judío hoy, concretamente en España y Canarias".
.Lectura de un microrrelato sobre un guachinche (Ramón)
.Editoriales de El Día (discursos independentistas y nacionalistas)...
Siguiendo con la política y la historia: "Agora" o cómo se escribe la historia.

El esquema no es firme y puede ser recurrido.

domingo, 18 de octubre de 2009

--Los grandes amantes son siempre hombres ociosos. Yo follaba mejor siendo un vagabundo desocupado que siendo un salta-cronómetro.
Yo me había levantado de la cama, me había puesto la única camisa limpia, sin planchar, que estaba en el armario y bajaba ahora por la calle de La Cruz. Allí, enfrente de la cruz verde, siempre con flores frescas, en la ventana de la casa de Chani el gato, conversaban él y Charles Bukowski.
--Jesús, eres un traidor, ya hace cinco días que no apareces por aquí, ¿a dónde vas tan elegante?
--A ver esa película para hablar en el programa el martes... Tú sí que eres un traidor, un poeta como tú y te rajaste del programa, a ver cuándo vuelves...
--¿Necesitan un reportero? --preguntó Bukowski.
--Si hay una transmigración de las almas, yo aún no estoy siquiera en el escalón más bajo. Mi vida es el titubeo antes del nacimiento --era Franz Kafka, que apareció por el cotarro sin que ninguno lo hubiese visto venir.
--Vaya, menos mal que dejó de llover y salió el sol --dijo Bukowski. En una mano sostenía una maleta de cartón que se estaba cayendo a pedazos--. En otro tiempo fue negra, pero la cubierta negra se peló y el cartón amarillo, como ves, ha quedado al descubierto.
--¿No fuiste ayer a ver la película? Me dijeron que ayer fuiste al cine --indagó Chani.
--Ayer vi la que ponían en el TEA... Es de un hombre que cuida una casa en venta, una buena casa con buen jardín, y le da miedo el mundo, salir a Ciudad México... Toda su vida la hace dentro de la casa, donde por el día recibe de vez en cuando la visita de la dueña, la señora, y también, pero por lo bajini y de noche, la de una amiga que trabaja en una cantina... En cada visita de la señora, esta parece estar diciendo "esta no es tu casa, esta no es tu casa", pero lo que dice de verdad es "Beto, quiero que limpies bien todo que mañana viene un posible comprador"... La visita de la chica de la cantina es todo lo contrario, a ella le gusta visitarlo y a él recibirla... Sólo dos veces, Beto (un hombre que habla sólo lo necesario, en un mexicano cerrado cuando lo hace con la muchacha y en un español más claro cuando habla con la señora) sale al mundo... Una vez para pagar la mordida a la policía cuando detienen a su amiga, para que la pongan sola en una celda y no apretujada en la celda común, y otra vez cuando la señora lo saca a pasear en su coche con chófer para ir al mercado, donde el pobre hombre ya no aguanta más y se desmaya y se abre una brecha en la cabeza... Es el tipo de cine que le gusta a Ramón...
--Mi desarrollo ha sido sencillo. Cuando todavía estaba contento, quería estar descontento --dijo Kafka.
--... no quieren que lo lleven al médico sino a la casa, y se cura él solo. Luego, por fin, una gente compra la casa y a Beto se le cae el cielo encima. ¿Adónde va a ir ahora?... En una reunión familiar, los ricachos deciden deshacerse de sus servicios, ya no es necesario para nada... La señora lo visita por última vez mientras su chófer se queda afuera esperando... En un gesto de piedad cristiana, le entrega un sobre con dinero suficiente "para vivir cómodo tú y otra persona"... El director es bueno, sólo con la imagen se ve un deseo reprimido entre ambos... Beto camina detrás della cuando la señora ya quiere irse... a la señora, seguramente asfixiada por el deseo, le da un vahido y cae desmayada... Beto se agacha y la besa en los labios... y va a buscar una pala con la que recogía la hojarasca del patio, y a palazos le escacha la cabeza... Luego llama por teléfono: "Lupe, ven a la casa, pronto, por la puerta de atrás", y cuando le abre la puerta de atrás a la chica, le entrega una maleta con sus cosas y todo el dinero... Ella se va y él avisa al chófer, que entra en la casa, nervioso, seguramente con miedo de que a partir de ahí él tampoco va a ser necesario... En la siguiente escena está Beto en la cárcel, en una celda individual, viendo comodamente en la tele los informativos que antes veía en la casa...
--¿Te han dicho alguna vez lo divertido que eres? --preguntó el viejo Bukowski.
--Pasan los años y todo se queda siempre en ilusión, espera y deseo, y nos conformamos de momento con alargar la centelleante copa...
--Creo que me voy a acostar, esta noche no voy a salir --decide Chani.
Y yo me largo para la parada. Si pierdo la guagua, no voy a llegar a tiempo al cine, a ver esa película de cristianos y mujer sabia de la época no sé qué.

sábado, 17 de octubre de 2009

Cambio de idea y no voy por lo pronto a ver la película de moda. Quedo con Marcelino en su casa en S/C y me hace el cuento de cuando él fue ratón, y luego mono, y luego burro. Vida deportiva cuando ratón, la época en que leíamos los libros de Don Juan y oíamos el mundo con los audífonos del LSD, el opio, el costo que venía del moro y otras drogas más peligrosas. Menos deportiva fue su época de mono. Fue un tiempo místico, y vio a un ángel mientras en un hospital mantenían con vida a un moribundo para engordar la factura. Menos apto para menores fueron sus años de burro. El cuento se podrá leer en el próximo número de Lunula. Una vez más la colaboración canaria tiene un peso dorado en esa revista fabricada en Asturias. José María Lizundia, Ramón Hernández, Anghel Morales, Pilar Pomares...

Ramón me envía un sms. No lo publico sin antes consultar con mi abogado, no se nos vaya a echar encima la Ley de Memoria Histórica y como éramos pocos parió la abuela.

Decidimos ir al Tea, a ver una película mexicana. Parque vía. La primera media hora no salgo de la sala porque Beto, el no actor protagonista, me da una lección magistral de cómo planchar una camisa. Sin embargo, de pronto cambia el escenario y la película empieza a enseñar la potencia de su puño izquierdo. En una cantina, una puta baila con un cliente. Diez minutos la cámara enfoca el rostro de la muchacha. Ni un sólo segundo es un desperdicio.

viernes, 16 de octubre de 2009

"Los demócratas
han aprendido
de las moscas:
cuanto mayor
sea el tamaño
de la mierda
tanto más grande
es el consenso".
(Roger Wolfe)

Dicen que aquel filósofo alemán se volvió loco porque terminó abrazando a un burro. Yo no lo creo. Más bien pienso que se dio cuenta, por fin, de que más vale abrazar a un noble animal que hablarles a los humanos. Sobre todo cuando sales de la vendimia y regresas a la polis, e intentas comprender los mundos y los discursos de los políticos y sus corifeos.
En la vendimia, lamentó el mago no tener memoria magnetofónica. Los vendimiadores se arracimaban en grupos y avanzaban por los parrales sin distanciarse unos de otros. Motivo: a medida que cortaban los racimos y quitaban la mala uva, iban desgranando cuentos, cuentos reales, del pasado y del presente, y cuentos fantásticos. Cuando el mago se vino a dar cuenta, ya la finca estaba vendimiada, y la fiesta verbal siguió en la comida. Buena comida y buen vino. Incluso después, cuando todos los demás marcharon, y el mago se quedó con el cuñado limpiando esto y lo otro, no le importó esta vez la obsesión de aquel hombre de ir juntos a Pisa con un proyecto inmaculado para enderezar la Torre.
--Lo siento, ahora voy a volver a la política. Necesito tiempo para informarme y prepararme, pero si quieres, vas un día a la radio y hablas de tu proyecto --dijo el mago.
--Yo, si voy, es a Radio Nacional o a la Ser, no a esa Radio Unión de Tenerife que no oye nadie.
Bueno, la oyen en Navarra, en Madrid y Campanilla en su tetera.
El buen vendimiador sabe cuándo es la hora de irse. Necesito pensar. Y mi cuñado no me ayuda. Él está ahora obsesionado con la arquitectura y yo estoy obsesionado con la política. Arquitectura y política son aún más incompatibles que el amor y la ambición. Y mi ambición es meterme en política algún día ser yo el ministro en lugar del ministro. Todavía no sé si de Hacienda o de Justicia. Quizá lo mejor sea juntarlos a los dos en un único Ministerio. Ya lo pensaré.
Por lo pronto me estoy ejercitando en aprender el arte de la mentira. Aprender a mentir con una convincente sabiduría es un arte. En el amor, en la ambición, en la política y en los negocios. Necesito pensar. Cimentar con acierto las columnas. El Castillo me ayuda a pensar, a conocer al pueblo. Si no conoces al pueblo, mal vas a saber mentir.
--Jesús --increpa Miguel el andaluz, mi vecino--, ¿Tú sabes de quién es el gallo? --un gallo que no para de cantar desde las cinco de la mañana--... Poque voy a pegarle un tiro al gallo, y después le pego un tiro a la campana... Entre la campana y el gallo...
Su colega Alfonso me pregunta por ochenta vez por mi libro. Buen momento para irle a buscar un ejemplar. Los laureles de la muralla y la jacaranda y la adelfa de la plazoleta no quieren matar al gallo ni acallar la campana. Le bajo un ejemplar de Agosta a Alfonso. Miguel y Alberto están enfrascados en una discusión furibunda. Alberto tiene pinta de gallo y seguramente se sintió amenazado.
Miguel se va a acostar y la barra queda más tranquila. Un forastero, de Valleguerra, habla de la lucha canaria con Alfonso. Alfonso elogia la portada del libro. Él también quiso ser escritor. Una vez compró una máquina de escribir, le puso un folió en blanco y tecleó "era una noche oscura de boca de lobo" y estuvo días delante de la máquina buscando la frase siguiente. Perdió los nervios. Tiró la máquina por la ventana y se dedicó al oficio de camarero. Cuando sale de trabajar, a menudo desemboca en el Castillo, a veces con sus colegas de la hostelería, Miguel y Sevilla, a veces solo. Su afición es el whisky, la mía es el ron. Y gracias al libro me invita a la penúltima.

Posdata: al final no era Campanilla, así que me disculpo con ella. La de aquella tetera no tenía alas, pero allí hay buen vino y buen cherne y buen pulpo...

miércoles, 14 de octubre de 2009

Icod

Hacienda puede esperar. Me hará pagar la espera, pero eso son las normales venganzas de las señoras rechazadas, y si no, que se lo pregunten a Cristiano Ronaldo. Pero lo importante es el vino. El vino es el alma del mundo, no el dinero. El dinero es el alma de los dinosaurios, pero mientras el buen vino fluya sobre esta tierra, los dinosaurios serán una especie a extinguir, y espero que a ningún ecologista de mierda se le ocurra declararla especie protegida.
Así que a Icod, a trasegar el vino. Mi primo y mi padre hablando de fútbol todo el viaje. Tanto odio a Cristiano que el pobre hombre empieza a caerme bien. Paramos en San Juan de la Rambla.
--¿Cómo era esa canción qué dice "a San Juan de la Rambla / yo vine una noche"...? --pregunta mi padre.
El bar donde el viejo solía tomar la parra está cerrado.
--A este le entró la cochina.
El bar de al lado sí está abierto. Hojeo La Opinión, Paco Pomares está cogiendo soltura y clarividencia.
--Primo --pregunta mi primo--, ¿cómo está pintado ese cuadro que está ahí?
Seguimos el viaje. Añoro los viejos tiempos de la juventud en que yo sabía transmitir el paisaje y la atmósfera, el origen secreto de la tierra que nutre, pero aún conservo los naipes y el tablero donde otrora expresé el extasis y la plenitud de Santa Bárbara.
Regresamos a San Andrés, después del trasiego, y quedo con Marcelino.
--Sigues oyendo todo al revés --dice--. Lizundia el martes no ganó por puntos sino por Kao.
En fin, ya tengo que irme a acostar. Mañana toca vendimia en La Orotava. Queda en el tintero la defensa de Marcelino al presidente venezolano, en contraste con el ataque de Lizundia ayer en Diario de Avisos. Queda en el tintero cómo Marcelino y yo descubrimos quién era Campanilla y fuimos a visitarla. Me recomendó que fuera a ver Agora. El viernes, a lo mejor. Queda también en el tintero el libro que recomendó Lizundia el otro día en su blog, de un semiótico francés donde defiende que la mística de Loyola, la pornografía de Sade y la política de Fourier están cortada por la misma tijera. Le faltó al semiótico San Andrés, que tiene una ritualidad que hubiese admirado a Loyola, Sade y Fourier. Todo esto, Dios mediante, después de la vendimia.

martes, 13 de octubre de 2009

Poemas de Chaki Chanín en el bar Castillo

1.
Revolviéndome en mis tripas
consigo que el mundo sea más fácil.
Duermo entre condones
y me levanto entre almohadas
meadas. No me importa. Estoy vivo.

2.
Estoy asustado. No siento nada.
El sigilo de mi mente
engaña. Yo me engaño.
Estoy llorando.

3.
Difícil es la noche que me ilumina.
Acabaré pidiendo perdón
por la mañana.

4.
Soy superviviente de este mundo
intrascendente.
Dios me libre, Dios me guarde.

5.
Escóndeme en el olvido. Te siento.
Suspira por mí. Te olvidé.
Me olvidé de tu ritmo cardiaco.
Estás muerta. Encefalograma plano.

6.
Otrora pensé que estaba muerto
y ahora pienso que sigo
estando muerto. Muerto en vida.
Estoy muerto. ¡Estoy muerto!

7.
(a Jesús)
Tu amistad me alumbra.
Te siento como nunca te he sentido.
Te doy las gracias por estar aquí.

8.
Bailan las nubes.
El Sol llora.
la Luna ríe
y nosotros somos
máquinas que no funcionan.
Salgo del programa de radio un poco aturdido, tal como entré. Hoy me da por bañarme, y se me hace tarde y dejo a mi padre fregando la loza y a mi primo despotricando contra Cristiano Ronaldo (dicen que una ex novia le hizo brujería para que estuviese lesionado hasta el fin de la liga) y cuando llego a S/C veo que no es el libro de Borges el que llevo en la mano, sino uno con igual formato y que ahora no viene a cuento. Toda la estrategia al carajo. Falla la logística, falla la estrategia. Sin embargo, el oyente Marcelino dice que no estuvo mal y elogia a Juan Royo. "El hombre estaba pletórico, preparado, potente". No le cuento que el autor de El fulgor del barranco está ahora en un gimnasio, imitando a Mishima. Incluso se salió con la suya, que el dichoso programa tenga un guión previo. Mi hija Atteneri me escribe desde Madrid, y dice que por fin solucionó los problemas técnicos y que lo escuchó y que estuvo divertido. En fin, que me llamen Bestia, no me gustan los halagos, pero me quedo más tranquilo.
Mi bruja amada que me tira el Tarot todas las mañana me dijo que hoy me salió la carta del Carro, cuesta abajo y sin freno. Seguramente la culpa los sueños de anoche, o mejor dicho, del amanecer. Toda la noche estuve en vela. El asedio de Hacienda no me dejó dormir. Menos mal que Anghel por la tarde en el Monterrey me regaló la novela Oikia. Gracias a la lectura la Luna no fue un calvario, sino todo lo contrario. Disfruté con esas páginas, y será una dicha presentarla el día 24 en Icod. Antes de amanecer me dormí como un bendito. Estos días revisando papeles y blogs encontré varias fotos en las que está la mujer que me denunció por violencia de género. Ella ganó el juicio. Yo, tanta lata le di a la abogada de oficio, que el día anterior se reunió conmigo y me dio esperanzas. Al día siguiente, en la sala de lo penal 2, antes de entrar me dijo que no tenía nada que hacer, o sí, que lo que tenía que hacer era decir sí a todo.
--No te preocupes que hasta dentro de un año no te viene la sentencia.
La juez leyó las imputaciones. Como soy sordo y hablaba en voz baja, no oí nada pero dije sí a todo. Me gustaba la juez, era guapa y tenía un tono de voz muy bonito, según la estética de Kant. La fiscal me gustaba menos. Cada vez que me miraba parecía decir, "a los maltratadores, tolerancia cero". Me hacía sentir culpable. Bueno, realmente era culpable, esa es la verdad. La sentencia no se hizo esperar ni un minuto. Orden de alejamiento, trabajos forzados y pagar un dinero a la denunciante. La secretaria fue muy simpática y amable conmigo, menos mal. Me informó de todo lo que yo no entendía con una claridad yo diría que hasta cariñosa. No la invité a tomar un vermout porque pensé en todo lo que tenía que pagar. Cuando salí de la sala mi abogada estaba de charla con el abogado de la parte contraria, presentándole a la maltratada y a toda la gente que había ido con ella, todos vestidos como para una boda. Pretendí abordarla para preguntarle un par de dudas, y me dijo que otro día, y se fue con ellos seguramente a celebrar la victoria. Si en ese momento hubiese conocido a mi futuro amigo Anghel, lo hubiese llamado para que me invitase a una botella de vino en La Matanza y olvidar las penas.
El caso es que cuando me dormí soñé con la mujer que ganó el juicio. Ella estaba vestida de blanco, chaqueta blanca, pantalones blancos y zapatos blancos. Había una fiesta en una mansión con muchas cristaleras que daban a un jardín en pendiente. Me invitó a bailar. Yo no sé bailar y me resistí pero cuando me di cuenta estaba bailando como si mi ángel guardián me hubiera dotado del don del baile. Los demás se pararon a vernos bailar, como en la películas, porque era una maravilla vernos. Luego bajamos al exterior y paseamos ladera abajo, hablando como si fuésemos amigos de toda la vida, pero a lo bobo, en un declive junto a un pino, la chica resbaló y quedó herida. Ay Dios --pensé--, si llamo a la ambulancia van a creer que yo tuve la culpa y me meten en la cárcel.
--Bobito, no te alteres. Esta vez no te voy a denunciar --dijo, y...
Murió. Su alma voló al Cielo. No me lo pensé dos veces. Autoconstruí una tumba escarbando con las manos la tierra blanda, deposité en el fondo su cuerpo, con cuidado, para que no sufriera más daño, y me fui de allí sin dejar señalada una cruz. El pino ya era suficiente. Caminé hasta llegar a San Andrés. Por la plazoleta pasaba un entierro. Un montón de gente, en dos filas indias, paralelas, portando cada cual una especie de paraguas, con el palo verde y lo de arriba blanco, plano.
--En, tú. Toma este palio y ponte en la fila --me ordenó un negro que iba el último en la fila de la izquierda. Obedecí y me puse en la otra fila, el último. La caja del muerto y la gente, para llegar a la plaza de la iglesia, tenía que pasar por un agujero que estaba en la fachada de la casa de mi padre. Adentro, en la habitación que da al patio de afuera, mi hermana estaba acostada en la cama y me pidió explicaciones. Yo no sabía qué decirle. Entonces vi a la juez, que se acercó a ayudarme y fue quien le explicó a mi hermana todo lo que había que explicar, y mi hermana se quedó tranquila.
Después en la iglesia, la juez se puso a mi lado. Era bastante bonita y fresca, el canon griego. Después de la ceremonia la gente fue a celebrarlo a la playa. Cuando estábamos en el dique de la playa, la juez se arrimó a mí amorosamente. La llevé un trecho con los brazos sosteniendo sus nalgas y sus brazos trenzados en mi cuello. Al rato, estábamos a un borde del dique, ajenos al mundo. Pero el mundo estaba allí. Cuando le di la vuelta y la puse sobre mí, había gente por todos lados mirando. Pero no sé si me cogieron miedo que todo el mundo se fue y nos dejaron solos. Cuando ya iba a matar, le pregunté si no había riesgo de embarazo.
--Mis padres me engendraron a mí y no sé por qué no puedo yo traer a otra criatura a este mundo --dijo, y supe que era virgen.
--Este no es el lugar para preñar a una virgen --dije.

En fin, después de la radio cuando llegué a San Andrés, me fui al bar Castillo, con Thor. Al perro, como a Marcelino, no le agrada demasiado el bar Castillo, pero no protestó y lo llevé conmigo. Al fondo de la barra, Cristo, resolviendo un sudoku, y en medio Pedro el canarión y más acá el Italiano amigo de Ramón.
--...me fui y no le pagué porque no me salió de la polla --decía Cristo a Jonay, el barman--, porque somos canarios pero esta es mi tierra... ¡Cállate, Pedro! ¡No me comas la oreja! Vete pallá con Jesús... Cuando estás bueno, vale, pero cuando estás colocado...
--Es que tú eres bueno, Cristo --dijo el italiano.
--Eso me lo han dicho un montón de veces, pero no me lo creo.
Y... bueno, lo dejo aquí porque mi padre me grita desde el patio.
--Chito, baja pa que te comas la tortilla.

lunes, 12 de octubre de 2009

El lugar del pueblo (con perdón) donde habito mucha gente sigue llamándolo La Plazoleta, pero la dirección postal que hay que poner en las cartas de correo antiguo es Plaza de las Adelfas. Menos mal que junto a la casa de mi padre el vecino tiene una adelfa, la única que hay. Aunque seguramente un purista de los nombres algún día vendrá que proponga cambiar Las Adelfas por plaza de La Adelfa. Y ahora sigo con el gran de Gran Canaria. Aquí era corriente decir Las Palmas no solo para señalar a la capital de la isla sino a la isla entera. Y allí, que yo sepa, nadie se ofendía. Pero como ahora han machacado tanto lo de Gran Canaria o Canaria, tanto repite el cura su misma prédica que acaba uno pasando por el aro. Aunque sea para que se calle la boca o cambie el disco rayado. En muchos textos antiguos, los escritores alternaban, muchas veces en una misma página, la denominación Canaria y Gran Canaria para referirse a la misma entidad geográfica. En un libro de un viajero inglés (que me pasó Enrique Jiménez, el director de la Editorial Idea), el autor se entretiene en varias páginas hablando de la historia de las islas y dice que el Gran se lo pusieron los conquistadores por la valentía que mostraron muchos naturales en la defensa de sus tierras. También los conquistadores pusieron el nombre a Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Y ahora que están discutiendo sobre qué capital se lleva la piel del oso antes de cazarlo, y como cada uno puede llamar a su casa como él quiera, a ver si la alcaldía de Santa Cruz propone que la ciudad pase a ser Grandísima Santa Cruz, y así... en fin, ver venir.
Embebido en estas reflexiones y, en otro canon, las que desarrolla José María Lizundia en Contra del discurso hegémonico, suena el móvil. Es el poeta O, que está en el pueblo y que quiere hablar conmigo. Salgo de casa, cruzo la plazoleta, luego la plaza y me dejo llevar cuesta abajo por la calle Belza y en la avenida doblo para La Tasca.
Allí está el poeta, con otra gente.
--¿Que tal lo que te pasé?
--Ya comento algo en el blog --digo (lo que hay que hacer para ganar lectores).
O, sospecho, es un autor que sólo se lee a sí mismo. Obligarlo a leer a otro autor no lo recibe con agrado, pero tratándose de algún comentario sobre su obra, supongo que hará un esfuerzo.
--¿Viste como ese tío se calló la boca cuando yo dije ¡viva el pueblo palestino!?
Es la tercera vez que me dice lo mismo, y hasta ahora yo también he callado la boca, pero a la tercera va la vencida.
--No entró al trapo porque es un hombre inteligente y lo tuyo fue una provocación inoportuna, necia y maleducada.
El poeta me da la espalda y se pone a hablar con sus otros amigos. Como su espalda no es atractiva especialmente, me retiro de La Tasca y me voy al Monterrey. Allí está la figura de María Leonzia. No sé si la diosa ha intervenido, pero las lombrices de marras ya están desapareciendo. Espero acordarme y llevarle un puro un día. No sea que me vaya a pasar como al camionero ingrato...

domingo, 11 de octubre de 2009

viva Gran Canaria

Un día escribí una carta a El Día, que no publicaron. Decía que su encono contra Las Palmas a cuenta del "gran" era como la guerra que mantuvieron los liliputieses contra la isla vecina a cuenta de la forma de cascar el huevo duro, si no recuerdo mal. También podían predicar el quitarle el nombre al barranco Santos, que no tiene nada de santo, o el santa a Santa Cruz, por lo mismo. Y ya puestos, ahora se me ocurre, con más razones, que cambien el nombre oficial a Valle de Guerra, nombre del conquistador que se encargó de destruir los libros que el dominico devoto de la Virgen de Candelaria escribió sobre los milagros de la Virgen y defendió a los guanches en contra de las tropelías de los conquistadores, en concreto de la familia del tal Guerra de marras. Les criticaba además que se metieran con la gente de Las Palmas y denigraran a la isla del modo que lo están haciendo. Es razonable, y valiente, que el periódico haya sacado en primera página una proclama independentista aprovechando un consejo de ministros celebrado en Canarias, con un resultado en el que intuyo más fuegos artificiales que soluciones auténticas, pero en fin, tampoco hay santidad en la política. Lo que no es razonable es esa cuña de nuevo contra Las Palmas, insertada en el texto grande de esa primera página. Y además, decir que un Gobierno, considerado enemigo, no se reúna en Tenerife sino en la otra isla... ni los surrealista alcanzaron esas dosis de pesadilla.
Quería escribir más sobre esto pero no tengo ganas. Después de estar en el ordenador todo el día (gran parte del tiempo gracias a mi amigo Anghel, poniendo tildes en una colaboración suya para el próximo número de la revista Lunula, porque su ordenado tenía averiada la tecla de los acentos), y que me espera aún otro episodio de una historia kafkiana llamada Hacienda, lo que me apetece ahora es dar una vuelta por ahí, y coger el fresco. Pero no puedo evitar recordar a Campanilla y lamentar que se vaya. A ver si Ramón, que tiene más arte que yo, echa una mano y la convencemos de lo contrario. Estoy escribiendo una novela en que el prota es un gigoló y necesito la ayuda de una mujer lúcida y que además vuela de blog en blog. Lo intentaré de nuevo cuando refresque la cabeza.

sábado, 10 de octubre de 2009

"En el nombre de Homero resplandece tu nombre, / negro vino que alegras el corazón del hombre" (Borges). El vino es lo que preocupa a mi corazón. Esto no se lo digo a la colega de la radio con la que hablé anoche en la plaza Weyler. Quiere que hagamos un programa nocturno de ciencias ocultas. Mis ciencias ocultas están en Navarra, y no tengo ningún interés en llevarlas a la radio. Bastante tengo con lo que hay. No, nada de programa de ciencias ocultas. No, colega, yo no soy el hombre que estás buscando. Pago el whisky con tónica y mi cerveza y me voy. La dejo, a la colega de la radio, esperando la guagua y me acerco a la plaza de Los Patos. Me veo con Marcelino. Hablamos de las mierdas que nos rodean, y de las flores. Santa Cruz la nuit ya no es la de Pimentel, pero como buenos románticos, paseamos y bebemos por los no lugares en que cualquier pasado fue mejor. Cuando las Ramblas eran de puro polvo y los coches de caballos... Cuando el alcalde García Sanabria "hizo" las ramblas, y el pueblo la llamó de Los coches. Eran de puro polvo y los coches de caballos... Las rambla de los coches. En el 36 del siglo pasado, después de que los poetas surrealistas tuvieron que callarse la boca, o se callaron la boca por gracia del pandullo, tirarlos al mar con una piedra amarrada al cuelllo, los ramblos laureles pasaron a llamarse rambla de General Franco. La ley de Memoria Histórica obligó hace poco a cambiarle el nombre. Poco conocedor de los tiempos pasados, que a nuestro parecer siempre fueron mejores, el actual alcalde no se acordó del antiguo nombre. En fin, construyeron, después de la guerra civil, el hotel Mencey, con arena del barranco, y barrios obreros, con arena de la desaparecida playa de Los Trabucos, donde hoy se asienta la Dársena Pesquera, y sólo unas cuevas, abandonadas a su suerte, dan testimonio de los años cincuenta, cuando a mí me dejaban sobre un saco de papas sobre la arena de esa playa y mi padre y mis tíos y mi abuelo Juan y otros cargaban arena en cestos de mimbre y la subían a la carretera vieja para cargarla en los camiones de Dragados. Mi tío Felipe se aquijotó, leyendo novelas del oeste, y se creyó un forastero, un extranjero en su propia tierra, y buscó en Venezuela una nueva patria. Murió de la bebida. Recuerdo sus cartas fervorosas, diciendo que las islas eran una colonia y que tenían que liberarse de la metrópoli. En cambio, mi tío Juan no era amigo de la política, y escribió a su mujer, en Icod, que quería volver para conocer a su hija. Su mujer le contestó que ya tendría tiempo de conocer a su hija, y él se olvidó de las islas y se casó en Venezuela con una mulata de Los Llanos y sólo Dios sabe si aún vive y quién escribió su destino. Un destino sin piedad escribió el hado a mi abuelo Juan. Su padre, un hermano de Benito Pérez Armas, no lo quiso reconocer y mi bisabuela, estudiante de medicina, cayó en desgracia. El patriarcado canario no perdona. Algún día, diosmediante, hablaré de mi abuelo Juan. El caso es que ayer paseaba con Marcelino por Santa Cruz, y me contaba la visita a la isla de un amigo canario que hoy vive en Venezuela. "El presidente Ch no se come a nadie --decía el amigo-- y allí corre el dinero". Aquí también, por lo que veo. El consejo de ministros del Gobierno español celebrado ayer en Las Palmas aprovó para las islas una pasta gansa para los próximos diez años. Paco Pomares, columnista del periódico La Opinión, pone en duda "la palabra de Zapatero". El periódico El Día, presuntamente independentista, saca en toda su primera página una proclama contra España y contra la isla de Las Palmas. Mi amigo Anghel me envía por correo electrónico una convocatoria de una manifestación que se organizará en La Laguna para pedir la independencia de Canarias. Si Hacienda me deja tiempo y puedo elaborar una pancarta que diga que la futura capital de la república independiente debe ser Las Palmas, subiré a La Laguna.
Por lo pronto, adonde viajo es a Icod. A la casa del mago.
--¿Cómo va a ser el injerto en los garrafones? --pregunta el primo del mago.
--¿Qué injerto, muchacho?
--Sí, levantar del suelo los garrafones y ponerlos en alto... ¿no dice tío?
Y no para aquí la conversación entre el mago de Icod y el belillo de San Andrés. El mago se queja de las putadas que le ha infrigido su cuñado. El mago quería plantar aloe y el cuñado convenció al padre del mago para plantar papas.
El mago soy yo. En otros tiempos, a Icod iba a beber ron y a pintar cuadros surrealistas. Mi cuñado, acuarelista fino, convenció a mi padre de que mis cuadros eran lo que eran, no más que cagadas de moscas. Tuve que dejar de pintar, y con la ayuda de mi primo, plantar papas. La historia de la plantación de papas merece un capítulo de 8 páginas, así que por lo pronto lo voy a dejar. Pero me salí con la mía en lo de hacer el vino. Aproveché la visita a la isla de mi hija Sibi y ella pisó la uva y en garrafones metimos el mosto. Hoy llegamos a Icod y el mosto ya había fermentado. La cosa promete un vino excelente.
Mi padre y mi primo encienden la tele y ven el partido de España.
--¿Pa qué lo pasas pacá, maricona de mierda?... Estamos ganando dos uno y estamos otra vez rebotados... (Sale Iniesta)... ¡Esta es la máquina! --clama mi primo.
Volvemos a San Andrés. Me suena el móvil. Es el poeta Orlando Cova. Nos vemos. Me pasa un original que pretende publicar pronto. Quiere que yo le dé una ojeada. Leo la primera página: "Jesús, Jesús --grito, pero ni yo me oigo--. ¿Cómo me va a oír, mi querido amigo Jesús Castellano, gran fornicador, bebedor de ron y buen novelista". Tacho "mi querido amigo". Le resta fuerza al relato. No tacho "gran fornicador". Soy, es verdad, bebedor de ron y buen novelista. Y lo de fornicador, depende con que mujer. A Orlando, que yo sepa, no lo he fornicado nunca. Pero lo de fornicador le da interés al relato, así que lo dejo. Quiere que escriba una contraportada. Ya veremos. Por lo pronto sueño que el vino se guaresca. Que se haga un vino mágico. Que beberlo sea convocar a Campanilla. Para que beba conmigo el vino mágico y yo descubra quién es, cuálas son sus aventuras por otros blogs, de qué color son sus polvos dorados y cómo suenan sus... En fin, los sueños sueños son, porque la realidad es una bronca en el bar Castillo, entre José Juan, que quiere que escriba la historia de su vida, y mi primo.
--¡No me vuelvas a decir una palabra más!... ¡A freír puñetas te vas tú, muchacho!... Pueblo más asqueroso éste de San Andrés, valiente basura de mierda --grita José Juan, mientras por delante del mamotreto pasa para S/C la última guagua, y José Juan, el último habitante de la última caseta de pescadores que queda en pie, canta:

En un rincón del alma
donde guardo las penas,
allí mi amor se fue...

y

Esa paloma que dejó su nido,
como ella quiero yo tener las alas
y cerca de la fuente encontrar
un vergel lleno de flores
que me haga olvidar
mi vida con esa mala mujer...

Canta bien este José Juan. Si cuenta su historia como canta, valdrá la pena ir para su caseta una noche venidera...

viernes, 9 de octubre de 2009

Borges

Sólo una vez nombró la palabra puta
y la puso junto a un cuchillo en un poema
que encontró en los libros una noche.

Y convirtió el cuchillo en una espada
que igualó el hielo con el fuego.

"Traiga el cuento la guitarra
--dijo-- al brillo de este fierro".

Y soñando la palabra
fue fría la nostalgia
y ardientes los recuerdos.

Creyó que en el nombre de la rosa
está la rosa
e imitando a Li-Po, cantó al vino
en la noche jubilosa
y en la jornada adversa.

libros, potas, etc.

Joder, ya empezamos, publiqué una entrada y desapareció. Me pasa como con los libros. O los encierro con llave o desaparecen. Y siempre los mejores. Y como tengo mala memoria y ningún pensamiento fijo, ni hegemónico ni antihegemónico, y mejor tiendo a no tener ninguno, me cuesta recordar por la tarde lo que pensaba por la mañana, si es que pensaba algo. En fin, haré un esfuerzo. Hablaba de que el significado de una palabra no es siempre el mismo en un siglo que en otro, y que muchos oyentes oyen no lo que el hablante dice sino lo que ellos quieren oir. O simplemente no oyen. A mí me pasa a menudo. "Tú eres como los periodistas --me dijo Marcelino el otro día-- que oyen una cosa y la escriben al revés". Espero que no siempre. También decía esta mañana que tengo que tener cuidado con las palabras. A uno le pregunté el otro día qué tal por el barrio, y el tío casi me degüella. Me respondió que su hábitat no era un barrio sino un pueblo. A otro le dije que me gustaban más las casas construidas por el pueblo que las fábricadas bajo la vigilancia de muchos arquitectos (eso creo que lo dije en la radio) y mi madre, la que se armó. En fin, esa discusión parece seguir en pie, y para no quedar en orsay el próximo martes, he sacado de la estantería los libros (que aún no me han birlado) Contra el discurso hegemónico (José María Lizundia) y Los cuatro libros de arquitectura (Andrea Palladio), pero si Ramón sigue con el fervor que tenía ayer, mejor me pongo en un segundo plano y dejo que los filósofos vendimien esa uva.
Yo estaba en el Atlántico, en Santa Cruz, con Vera y su amiga Evelyn, mujeres guapas, simpáticas, inteligentes y pequeñas, de las que le gustaban al poeta de Hita. Más tarde (tarde como siempre) llegó Ramón. La conversación saltaba de Uruguay (el país) a Brasil (una brasileña) y luego a un chico de un pueblo (con perdón) de Lanzarote. Más tarde desembocó al tema de moda de estos días. El alma del pueblo y la actuación de muchos arquitectos. Yo no dije nada, lo juro. El que habló fue Ramón, replicando a las ideas de Lizundia. El próximo martes si hay suerte tendré ocasión de oirlos a los dos en la radio, en vivo y en directo, y que Juan nos ayude a todos...
De Santa Cruz a San Andrés, y entre foto y foto al castillo, y que si el alma del pueblo, hasta que Ramón me preguntó intrigado quién es Campanilla... Eso quisiera yo saber. Y haciendo cábalas sobre el misterio, apareció nuestro amigo Chani. Pero eso ya es otra historia, con un potage que hizo Chani y unas potas que hizo su abuela. Hasta otra.

jueves, 8 de octubre de 2009

La poesía tendrá que esperar. Estoy en la cola de mi amiga la editora Pilar Pomares y ni con recomendaciones voy a poder saltar sobre los vates que están por delante de mí. Esta mujer es como La Justicia en el tarot de Marsella, con una espada en la mano derecha y la balanza en la izquierda, pesando lo que vale y lo que no y cortándole el ímpetu a quien pretenda pasarse de listo. Pero cuando Hacienda deje de apretarme la cabeza y me deje en paz, prometo a Campanilla subir a la montaña donde yo sé que hay una fuente de buena poesía y si cazo alguna la pongo aquí, dedicada especialmente.
Por lo pronto sigo con esta prosa digna de flotar en las aguas de Las Teresitas. Apta solamente en estos días para bañistas osados y enemigos de las prohibiciones.
De par de mañana hablo con Marcelino. Primera reprimenda del día. "Eres como los periodistas... yo lo que te dije es que ustedes eran los románticos y que Lizundia era el unico allí dentro que tenía dos dedos de frente"... En fin, otro que me rectificó fue José Rivero Vivas... A ver si se animan y participan también en la construcción de esta obrita y aprendo a escoger la arena sin sal y saber el tamaño y lugar idóneos de puertas, ventanas, cimientos, etc. Mientras tanto, con lombrices a mis pies y Hacienda sobre mi cabeza, no puego permitirme el logro de la exactitud verbal. Sin embargo, espero que los malos escritores sigamos teniendo la gracia de ser leídos.
Volviendo al Tarot, mi carta de hoy es la de Los Enamorados. La alianza entre CajaCanarias y la Caja de Navarra demuestra que, por lo menos hoy, el Tarot no engaña. A CajaCanarias tengo que agradecerle el buen vino de ayer, para celebrar la presentación de un libro de cuentos de Luis León Barreto. Buen vino y buenos amigos allí dentro. Al primero que vi, estando con mi hermana, fue otra vez a Laureano de Lorenzo, que ya a estas horas habrá colgado imágenes del acto en su cocteleemos. Curiosidad tengo por acercarme a su página.
Por lo demás, mierda para el independentismo de cierto periódico que hay por aquí, y es una lástima, porque es el único que llega al bar Castillo, en San Andrés, y porque tiene colaboradores que, para mi gusto, valen la pena.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Las antiguas brujas ya murieron. Ahora quedan por ahí mujeres que ni son brujas ni usan escobas. Criticonas histéricas preocupadas por el tubo de la fachada de su casa, de auto0construcción, método este, el de la autoconstrucción, que odia el extranjero Lizundia. Ayer estuvo en el programa La Puerta de Radio Unión Tenerife. Buen Programa, según el oyente Marcelino. "Lizundia es el único romántico que había allí... y el que ponía las cosas en su sitio... ustedes defendían a los virtuosos, y él defendió hasta el Estado, él era... no sé..." En fin, si Lizundia no existiera, habría que inventarlo. "Un forastero como él te jode menos aquí que el propio paisano". Menos mal que Marcel es el autor del Fuego de siempre, Paisaje irreal de Zacarián y Retrato de Marlou Diésel, porque si no... Por lo demás, estoy de acuerdo con el autor de Diario de un abogado mundano. En nombre de la palabra pueblo se han dicho y hecho más que tonterías muchas veces. Y el pueblo en sí tampoco es ninguna maravilla. En fin, si hay suerte seguiremos hablando en la radio con el amigo Lizundia, y ojalá también con su hermano, y que el desertor Anghel Morales regrese y... bueno, ya veremos.

lunes, 5 de octubre de 2009

El fulgor del barranco

Así se llama la novela de Juan Royo, editada en Benchomo y presentada el otro día por Anghel Morales y Cándido Hernandez. En este país donde las editoriales se han convertido en coladeros o endogámicas empresas, leer un libro como el de Juan Royo reconforta la esperanza que a veces nos mantiene. Y eso que abomino de las novelas con Franco como personaje, aunque sea secundario. Y no por el personaje, que a fin de cuentas ya es historia, memoria histórica. Sino porque el tiempo pasado que me interesa es de cuando yo, en este planeta, era un lagarto, como mi amigo y colega Alberto Linares. Lástima que ahora mi amigo Berto esté ensoñado y se le haya ido la fuerza de la lengua, la lengua canaria del Sur (de Tenerife), que es decir el pensamiento canario del Sur, de la región de Arona, donde hoy el alcalde, José Alberto Reverón, sufre un factótum de imputaciones. No llega mi amigo Berto a la altura del escritor del Charco del Pino, en Granadilla, un escritor desarbolado, sin la finura e inteligencia de un Isaac de Vega o de un Antonio Bermejo, pero imprescindible para entender el alma de este pueblo. Todo eso que se le escapa a mi amigo Lizundia, tal vez el bilbaíno de la novela Fetasa. Negó Lizundia, el otro día, en la presentación de la novela franquista (que versa sobre Franco, personaje secundario pero imprescindible en El fulgor del barranco) de Juan Royo, negó el amigo letrado y escritor José María Lizundia Zamalloa, bilbaíno y antivasco, que aquí en Canarias existiese la novela realista. Quizá yo esté equivocado y Antes de amanecer (Isaac de Vega) o casi todos los cuentos de Antonio Bermejo o Parte de una historia, del autor godocanario Ignacio Aldecoa, no sean narrativa realista. Como lo es también la novela picaresca. En fin, doctores tiene esta república de letrados. Ellos dirán.
La noche de la presentación fue un desfile de gente. A quienes primero vimos, mi hija Sibi y yo, fue a Laureano de Lorenzo, y aprovechamos para recordar a Alberto Linares, una vez la presentación de un poemario de Lorenzo en la Casa de la Cultura en Los Cristianos. El cuento de Lorenzo era que Berto había menguado su valor como poeta. En fin, un buen poeta debe aceptar todas la críticas porque sabe que su poesía está por encima de las críticas. Yo por lo menos me aplico ese cuento. Y eso que la poesía me tiene abandonado. Intento buscar un verso y encuentro una lombriz asquerosa. Nada, ni uno. Sólo lombrices.
Menos mal que en la presentación de El fulgor del barranco había dos poetas, que yo sepa, y ninguna lombriz. El buen vino de después inspiró a los poetas. Uno hizo un verso sobre el pueblo palestino y el otro recordó un poema traducido al alemán. José Rivero Vivas se quejó de que la novela mecesitaba más página. Miguel Angel Palarea defendió que no, que tenía las necesarias ni más ni menos. Don José es un amigo y escritor admirable, pero en esta ocasión estoy con Palarea. La novela de Royo tiene lo que tiene que tener, acierta incluso en las dosis de humor y en las dosis de sexo. Y además una novela cabalística. La editorial Benchomo merece un premio, hace unos meses sacó casi a la vez a la calle tres obras que hablan con autoridad. Una, El fulgor del barranco.

domingo, 4 de octubre de 2009

Todo eso da igual. Miguel de Cervantes lo dijo todo y no hay nada nuevo bajo el sol. Lo que no se sabe se puede inventar. Todo es tan evidente, que inventarlo, verlo, es tan sencillo como no tirar la primera piedra. Todos nos equivocamos, hemos tirado alguna vez esa piedra y nos hemos equivocado. Da igual. Los animales siguen estando ahí, y el más deplorable de todos, el ser humano. Todos nos equivocamos, y debemos pagar nuestras equivocaciones. Pero yo estoy ya harto de pagar. No más mentiras. Canarias, decía Víctor Rámirez, es un pueblo de castrados que se convierten en castradores. Vale, eso es así, no tiene vuelta de hoja. El enemigo no es el godo maleducado, el español que viene aquí no como Ignacio Aldecoa, que no sólo descubre la belleza y el alma de todas las islas sino que sólo se detiene en el canario noble, en el que sufre y trabaja, sino que el enemigo es el godo hediondo, judío, cristiano o musulmán, que viene aquí a enseñar técnicas a los castradores autóctonos, y que en lugar de encontrar gente isleña que los ponga en su sitio, encuentran maleducados que se comportan como ellos. Mierda para los dos, para el godo hediondo y para el canario que se comporta como ellos. Esos comemierdas, godos hediondos y canarios hediondos, saben que sus queridas, sus mujeres, sus hijas y sus sobrinas son lo que son, y como nadie reconoce el mal en sí mismo, cagan sobre los demás la mierda que no pueden soportar en sus casas. Y eso no sólo los españoles. Pregúntenle a Alonso Quesada por los ingleses. Pero hay ingleses y españoles (Ignacio Aldecoa) que merecen más esta tierra isleña que muchos canarios que parecen alimentarse de las cagadas del godo hediondo, y actúan como ellos. Ingleses así, con clase y con respeto al pueblo donde viven, yo conozco algunos. Deivi, así lo llamamos en el pueblo de San Andrés (Tenerife). Gracias a personas como Deivi, que saben que una copa guarda un demonio y que cualquier demonio tiene una sabiduría escondida, podemos seguir mirándonos a nosotros mismos. Lo demás es literatura. Y lo dicho, ya estoy harto de pagar. Y ahora me toca cobrar, como en un cuento de Rubem Fonseca (¿lo conoces?). Pues eso.

probando

hace tiempo que la realidad se compone también de las horas que uno pasa frente a la pantalla del ordenador. Hay gente que cuenta la película, cuando va al cine, pero sin embargo no cuenta la aventura frente al ordenador, por lo menos no a mí, cosa que lamento. Lamento por mí, porque la novela del presente, en su mayoría, ya no se concibe sin la existencia del móvil o de internet. Empecé en la red conectando con un club de "busco hombre" o "busco mujer"... No me fue difícil encontrar. Lo difícil era, cuando ya se había establecido un respetable nivel de confianza, que la encontrada me contase sus navegaciones. En fin, para recordar, o para volver a ver, inicio ahora este blog. Ya veremos si sigo ese camino o me desvío por otros, que es lo más probable.