jueves, 29 de diciembre de 2022

 Acaba el año,

está acabando,

los reyes magos

están llegando.

Llora el niño, 

está llorando,

un llanto triste,

un triste llanto.

Tuviste un sueño,

un sueño malo.

Duerme, ne, duerme,

ten otro sueño,

vienen los reyes

con los camellos

con los regalos,

uno con oro,

otro con mirra,

otro el incienso

perfumado.

La vida es corta,

los años largos,

habrá fatigas,

habrá trabajos,

habrá alegría,

habrá descanso,

serán los peces

multiplicados, 

crecerás, niño,

serás muchacho,

serás un hombre

muy celebrado,

sufrirás penas

como otros tantos,

duerme, ne, duerme,

y sueña que vienen

los reyes magos.

martes, 27 de diciembre de 2022

Anghel me pide una reseña para contraportada. Decir que Chi el narrador es un embustero, salta a la vista. Las mentiras que narra son tan claras que parece mentira que las cuente con un desparpajo que roza la ingenuidad. Es un mentiroso que se cree lo que cuenta. Y entre col y col, lechuga. Alguna lechuga hay entre tantas coles rimbombantes. ¿Cuales? Si las digo, es estropear el cuento. Si es que no floreció estropeado. En fin, ya está hecho. Tiene fracasos y aciertos. Como cualquier vida. Como cualquier cuento de cualquier mentiroso.  

Según voy leyendo, veo tres partes. Primera el caos, unas cien páginas, luego el caos se va aclarando. A pesar de los torbellinos de la primera tercera parte, por los que tiene que pasar quien se ponga a caminar por ese túnel, no me disgusta el resultado. Aunque es una novela de otro tiempo. Hoy no la escribiría. Las preocupaciones de ahora, literarias y vitales, van por otros rumbos. 

Mientras tanto, el rumbo de la vida cotidiana sigue andando. Ramón me  llamó para ir a pasar la nochebuena en el Sur. No puede ser. Los días ahora requieren otros menesteres. También quería viajar un día a Buenavista, a encontrarme con Candelaria. A mi parecer, una poeta imprescindible en estos tiempos. Una poesía cuántica brota de su boca y de los poros de su piel. Una superación realista del surrealismo antiguo.


  

martes, 20 de diciembre de 2022

 Te espero en mi huerto apoyado en el bastón ...

escribí esto hace siglos. Paradojas, Entonces no tenía bastón y ahora sí. Entonces sí tenía huerto y ahora no.

Lo cedí porque no podía mantenerlo. Una enfermedad inhóspita me dejó tocado, sin posibilidad de movimiento, y no tuve el coraje de ir a vivir en la casa del huerto, en aquellas soledades. Allí germinó la obra que Juan comenzó a leer y vio confusa. Algo en ella le desagradó. No importa. Lo que importa es que alguien espere nada de quien no tiene nada que ofrecer.

Candelaria me manda un poema que termina con un niño llevando el ataúd de su madre. Pienso en Li.

lunes, 5 de diciembre de 2022

 


 "En los muros de la ciudad

escribo tu nombre, ..."
(Paul Eluard -?-)
Ya no sé si existió
o fue un sueño
y la conocí
en el espejismo
de un desierto
donde nunca estuve.
Pronuncio su nombre
y no aparece,
lo pronuncio como una plegaria,
lo pronuncio como una súplica,
lo pronuncio como un grito de guerra
y no aparece,
nombre de un sueño,
de un espejismo,
de una cábala
en la niebla.
Dónde está su calle
si está viva,
dónde está su nicho
si está muerta.
Dónde tu amarga huella
si sufriste desengaño,
dónde la hierva menuda
si tuviste alegría,
dónde los recuerdos
que hablan de tu éxito
y tu fracaso,
dónde tu cuerpo,
dónde tu alma,
dónde los cabellos negros,
dónde el ruido de tus palabras,
dónde tus pies pequeños,
dónde tus ojos de fuego.
Pronuncio tu nombre
en el sol y en la lluvia,
en los días malos
y en los días buenos.
No lo pronuncio en la Luna
porque no alcanzo
esa lejanía.
Tal vez estás en la Luna
y no me oigas
cuando en esta casa vacía
pronuncio tu nombre.