lunes, 30 de marzo de 2015

el silencio del copiloto

Miren que son miles
ciudadanos griegos,
la mano en el fuego,
el talón de Aquiles.
El dinero hiere
la materia oscura,
borra la escritura
de lo que no quiere
aquel elegido.
Su voz solo nombra
una vaga sombra,
sombra en el olvido.

Salgo del foro,
me pongo en mudanza,
mis pies avanzan
al país del oro.
Buscaré una
misteriosa luna
en aquel eterno
frío del infierno.

Quisiera ser otro
en este declive,
otro el que escribe
la guerra de Troya.
En esta tramoya
el caballo arde
y cada persona
es cifra de oro.
La carta sin nombre
llega en un sobre.
La puerta cerrada,
botón en bajada,
historia de un pobre.


El poema seguía, pero hace tiempo que dejé el surrealismo, ese escribir sin pensamiento sino directamente lo que brote, tenga sentido o no (todo tiene sentido, hasta el sin sentido), como quería Orlando Cova que hiciese Chani una noche en su apartamento... Orlando practicaba un surrealismo movido por una telúrica emoción. En este caso, en el del poema con el copiloto alemán en el telón de fondo, el movimiento de creación es frío (como hacemos JRamallo y yo cuando entramos en la Colección Animal/Letras Arias), apenas la llama de un fósforo lo anima, la fortuita rima. 
En otro tiempo, tiempo de cuartel, escribí otro poema, más reflexivo, donde daba cuenta de un soldado que gira 180 grados la ametralladora y elimina a los suyos. No sé la conciencia del copiloto, puedo sentir mejor la del comandante, pero da igual. El silencio no pasa de largo. Está escrito en la montaña.
En la novela Por un beso de la flaca hay varias historias en el telón de fondo, que hacen coro al drama de la profesora de literatura y al drama, más ridículo, del alumno. En una, una chica llamada Silencio muere después de tener "amor" con su profesor de Filosofía. 
¿Intentar entender el mundo? Quizá el camino lo tenía Orlando. La única manera de comprender es intentar no comprender. 
Aquilés no llegó a la tortuga.
El avión no ha llegado a la montaña.

viernes, 27 de marzo de 2015

en la escalinata de Ibrahim

Sentado en la silla
sintiendo entrar el sol
en la escalinata de Ibrahim.
Mujeres en la plaza
desaparcan sus coches,
un Ford blanco,
una berlina azul,
maniobran al mismo tiempo.
Detrás una furgoneta comercial.
La furgoneta sube,
los coches bajan.
El viejo Paco, Bin Laden,
sale del bar. Dice
Ahora el sol está al revés.

Ahora soy yo quien está
sentado al lado del sol,
y no le cedo el sitio.

*
Ayer con Ramón fuimos a llevarle la lunula 29 a Juan. Jodido de la rodilla. Ramón vacilando, dice que la cojera se pega. En fin, dos cojos y un aguerrido andante. Fuimos frente al Guimerá. Vino tinto, croquetas, etc. Nos alimentamos. Las penas con vino son menos.
Hablamos de pasada del caso del avión, el silencio del copiloto. Ramón sospechó problemas del hombre con su empresa. Improbable. Todavía pollo con el comandante es posible, que te abra Rita la puerta. Pero parece que tampoco.
Enfila la máquina contra la montaña y adiós días lluviosos. Detrás una baja médica rota. El hombre quiso ir a trabajar.
Oí en la radio, de pasada, que tenía problemas con una mujer, quizá la novia.
Ni avería del aparato, ni atentado. Un suicidio con daños colaterales. El avión y 149 personas.
Andreas Lubitz salió del anónimato y entró en los quince minutos. Sin crueldad. 

Otro de los asuntos que hablamos frente al Guimerá fue el valor de la civilización --sí, mucha enseñanza en valores-- y el valor del fanatismo. El fanatismo es pasión, pasión sexual, la adrenalina de la que hablaba el futbolista Piquet, el otro día en la radio, cuando juega al póquer en Las Vegas. Una civilización sin amor, ¿adónde lleva? No hubo respuesta, ninguno tuvimos una respuesta.

jueves, 26 de marzo de 2015

una novela

El miércoles hablaba con Nguyen de los límites en la pintura y en la vida. 
Romper límites sin estrellarte no es fácil. No sé si la moral kantiana tiene que ver con esto, no creo, pero con el filósofo del tractatus sí. Este pensador ocupa toda la linfa que corre por la novela del gigoló. Lo hacen correr dos personajes inspirados en dos amigos. Una discusión sobre los límites del lenguaje recorre el cauce de sus vidas.
También hablamos de la amistad. Quién es amigo hoy puede no serlo mañana. En esto no sé si estoy de acuerdo. Yo creo que la amistad es una condición sin vuelta atrás. Dura toda la vida. Da igual que los amigos hayan desaparecido o se hayan enemistado. Siguen viviendo en la música del alma. Es inevitable.

La amistad está en el telón de fondo de la novela Por un beso de la flaca. De Esteban García Bacallado, Edicciones Idea. Colección Tid. 1995. 
Me llegó el otro día esta novela y la puse en la mesanoche. Entre Que no se enfríe el muerto, de Silver Kane, y No dejes que se vaya, de Corín Tellado. Hace tiempo que no las miro. Recuerdo más la de Corín. El marido se aleja de la mujer porque la bella, dueña de una fábrica, permite las malas condiciones de los obreros. 
En la novela de Bacallado también el marido abandona a su mujer, Dorotea, nada que ver con la profesora. Pero esto ocurre a la mitad del cuento. 
El comienzo es este:

Su pelo, sus ojos y su cuello se metieron en mí igual que un rayo por la ventana. Hace más de veinticinco años que la conocí. Era mi profesora de literatura. 

Es curioso, yo recuerdo una ventana. Por la ventana entraba el sol. El mismo escenario que la novela. Un instituto cerca de la antigua cárcel. Los mismos personajes. Yo y mi profesora de Literatura. Me pidió que le ayudara a llevar los libros...
Bueno, lo que importa es la novela. La novela me despierta recuerdos de otros tiempos en esta ciudad, una atmósfera que yo también viví. Comienza en los años de la transición. Puertas abiertas a las drogas duras. La profesora, la flaca, casada con un inútil, usa al alumno como entretenimiento, y el alumno contento, disfrutando de una gloria sexual que nunca más conoció en su vida. La Flaca desaparece de su vida. Se entretiene con otros y se mete en el caballo. Eso es lo único que el alumno sabe de ella. Y que tuvo un aborto. Se lo come la duda. No sabe si es de él o del marido. 
Después del instituto viene la universidad, y allí tiene una novia que ni pena ni gloria. Dorotea. Sexo rutinario. Conversación rutinaria. Se casa con ella. Se cansa de tanta rutina y se separa. 
La hija hace de celestina y lo devuelve a la madre. Tiempo de sexo un poco más divertido. Y él yendo a una academia de creación literaria a la que también, regreso físico a la historia, también va la Flaca. La Flaca ya no lo quiere para nada, y su mujer tampoco. Tiene a otro. El alumno de Creación Literaria en casa, atendiendo a la hija, pero en la intimidad tiene otro, seguramente más divertido, mejor rompedor de horizontes, etc.
En el telón de fondo una gama de amigos. Amigos luminosos y amigos sombríos.
Es una novela lírica, salvaje como Silver Kane y tierna como Corín Tellado. Colores y músicas marcan el estilo. 

La novela comienza en el instituto, después de una infancia marcada por el miedo.   

martes, 24 de marzo de 2015

versos de marzo

Sé que has vuelto a la isla.
Estés cerca o esté lejos
el misterio de tu belleza
camina con mi alma
y en mi cuerpo.
El color lo pones tú,
el trazo, la pincelada.
El cuerpo, el alma.
Abril se acerca.
Un amigo escribe sobre Mauppasant.
Una niña pinta un cuadro
de primavera.
El tiempo siempre acierta,
el destino es una cuenta
que se resuelve en tu nombre,
Aroma Profundo,
Primitiva Esencia.
Estes lejos o estés cerca,
pueda oírte o no oírte,
verte o no verte,
regreso a la pintura.
Tengo tus clases,
el misterio de la belleza. 
No será cruel abril.
Mes de la siembra. 


lunes, 23 de marzo de 2015

dia lluvioso

Si el comisario Noir tiene interés verdadero, que le deje el libro al alcalde a mi nombre. El miércoles sube el alcalde al barrio, no sé si a hablar de las bolsas blancas llenas de tela asfáltica o del ITE y tu Santa Cruz se desmorona, como decía Juan Royo.
Le pregunté a Ramón si había llamado a Juan. Hay que pasarle una revista. 
Me recogió en Ibrahim. 
Ramón cree que en su cuento en Lunula 29, Marcelino me coge de personaje. Nada más lejos. Yo con Helen no he tenido intimidad. La mayor fue ayer, que me preguntó que a cuánto vendía yo los cuadros. Vive en la misma calle, y cuando pasa y está mi ventana abierta, me contó, se pone a mirar. Incluso me dijo los que más le gustaban. Le contesto que yo no vendo ni compro, no tengo más actividad económica rentable que la controlada por el Estado. Ninguna corruptela. Soy trigo limpio. A mí que no me miren. Y ya estoy a bien con Hacienda. Como Monedero.
A Helen le digo, sin embargo, que existe el intercambio o favor con favor se paga. Sonríe. Buena señal. 
Tampoco tengo que ver con el cuento de Marcelino porque mi locura no me ha llevado a creerme el asesino del ladrillo los domingos. Los domingos son el peor día, pero todavía no he llegado ahí. No estoy para ladrillos. 
Sobre los cuentos en la revista, el de Juan Royo y el de Marcelino Marichal, los que más están agradando a las lectoras isleñas, he reflexionado. Lo malo de reflexionar es que cuando piensa lo que has reflexionado, te preguntas para que diablos habré reflexionado yo nada.
Ramón vuelve el miércoles. A ver si llama a Juan y le vemos la rodilla, Si él quiere, claro. Ramón y yo somos seres pacíficos, él por naturaleza y yo porque no me queda otro remedio.
En el mercado compramos cola de caballo, camomila seca y tomillo. Receta de Antonio Charlín. 
Yo lo que tengo ganas es de ir a la playa de arena negra. 
En la radio hablan de Eliot. Me acuerdo de abril. 
Este mes de abril, el que viene, estará marcado en el almanaque.
Me callo, por ahora.

Llega a mis manos una novela, Por un beso de la flaca, editado por Idea en el 95, colección Tid. Buen libro. Lo comentaré. Y no he olvidado el caso del Tarot sobre la novela de Juan El fulgor del barranco. Todo a su tiempo. 

viernes, 20 de marzo de 2015

luz de gas

Hoy pensaba bajar a Santa Cruz Noir. Allí me espera un libro. A veces la distancia que hay entre un libro y uno es la misma que hay entre Aquiles y la tortuga.
El género negro policial detectivesco en Canarias lo acotan tres autores: Javier Hernández (comisario del acto poético político municipal), Alexis Ravelo y José Luis Correa, con Gambín en el banquillo. De los dos últimos no he leído nada. Sé que Correa (disculpas si es con s) es profesor de instituto, y Gambín escritor de éxito. Sí he leído a Alexis y a Javier. La letra de Alexis Ravelo es más callejera, la de Javier más de laboratorio. Como el cuento pornográfico feminista que aporté a Lúnula 29.
Cuando caminaba pabajo, estaba pensando en los otros dos cuentos canarios en el número 29 de la revista del Ateneo Obrero de Gijón. Deduje que también es literatura de laboratorio. El cuento de Marcelino Marichal parte de un objeto real y el autor lo somete a dosis de fantasía e imaginación, con pinceladas de humor y sexo celeste. El cuento de Juan Royo está más vinculado a la realidad, pero en las antípodas. Uno, el de Marcelino, narra episodios de un loco que se cree asesino; el de Juan, un asesino que si no asesina se vuelve loco.
El de Marcelino, además, podría ser acogido en el género negro policial. Tiene todos los componente. Un comisario, su ayudante.
Y la realidad en el parque La Granja. A trompada limpia. Convertida en ficción. Películas en Google.
 En Santa Cruz Noir, ficción nada más, ficción que quiere ser real, entrar en la Corte.
Y los barrios cantando. Cada loco con su tema.



jueves, 19 de marzo de 2015

notas

Como tengo cierta fama de novelista y poeta, el Partido me ha sugerido que sea un militante que aporte ideas. Yo hubiera preferido ser militante de acción, de los que pegan carteles, reparten publicidad, etc., pero ya no tengo edad para actuar. Tendré con conformarme con las ideas. Como novelista procuro ser racional y con los pies en la tierra, condiciones que pueden servir al Partido. Como poeta, depende. Cuando me pongo en cabeza o en obra ajena, la emoción propia está en grado cero. Esto no sólo puede servir sino ser importante. La poesía como debe ser, auténtica, con un don real, ya es otro cantar, y este cantar al partido no se sirve de nada. Mi don está en otra parte. Ajeno al partido. 
Al partido no le interesa las coplas que le hice anoche al moro de El fulgor del barranco, convirtiéndolo en poeta (cosa que no es la novela), constructor de coplas a las mujeres que quiso llevarse al cabuco.

a la señora
Señora devota cristiana,
vuélvase sarracena
y deme crudo el conejo
para esta noche la cena.

a la criada
Fidelia, no sé si me caso,
a otra le tengo amor,
mas si me das de comer
yo me lo pienso mejor.

a la lavandera
Lavandera libertaria,
en palo tus bragas blancas
yo las pondré de bandera;
deja a Franco y ponte franca.

Un moro que vivió una historia muy negra en el Santa Cruz de 1936. El autor lo hizo morir en el último capítulo. Una pena. 

*
Ciudad de Santa Cruz, hoy acomplejada, que sepulta o deja deteriorarse sitios y modos que en otro tiempo tuvieron belleza y alegría (barrios colgantes, plaza toros, balneario, calle Miraflores) y no pocas veces trae de fuera cartuchos quemados con renombre: auditorio, nueva plaza España... Sin embargo, acepto como está lo que hay. Acepto el deterioro como signo de un tiempo que sí o sí hay que vivir. Este es nuestro tiempo. Hay que amarlo. El tiempo y el espacio que tenemos. Amo esta ciudad tal como es. Acomplejada, asustada. Una ciudad con un Ayuntamiento cuyo alcalde emite un bando de oro contra la basura, y el Ayuntamiento lleva sin recoger hace más de un mes más de un tonelada de basura en la zona de Ibrahim. Por mí que siga ahí, tienen su sentimiento esas grandes bolsas blanca llenas de restos de tela asfáltica. La basura que hay en el barrio no pocas veces esconde una obra de arte. Es un desperdicio desperdiciar esas bolsas blancas.

Las tres ruinas emblemáticas de Santa Cruz de Tenerife (plaza toros, balneario, calle Miraflores) guarda cada una una película. Una película melancólica la plaza toros, una película gore el balneario y una película de amor la calle Miraflores. Una pelicula que habría que hacer sin pedir permiso. Pides permiso, sale bien y ya tienes a la alcalde o al alcalde queriendo salir en el primer fotograma. En realidad, a mi eso no me importa. Saldría con autoridad fotográfica. En la plaza toros, haciendo un discurso furtivo a las ratas del lugar; el el balneario, mirándose en los cristales rotos, y en la calle Miraflores tocando el violín sobre un tejado.

Hoy estoy en La Granja. Cartelito de aviso. Me quedan diez minutos de tiempo. Vale. Hasta otro momento.

martes, 17 de marzo de 2015

lecturas

Desde la juventud no he tenido militancia política. Pensé en la Iglesia. Buscar la protección de la Iglesia. Pero soy mal cristiano, mis relaciones con las cofradías religiosas siempre me han incitado al sexo y al delito. Ahora son otros tiempos. Ni sexo ni delito. A la fuerza civilizan a uno. Mi vi mejor en el refugio de la política. Un Estado funciona cuando hay armonía en los vasos comunicantes del poder: municipal, militar, judicial y gubernamental. Y armonía entre la necesaria corrupción y la gestión pública. Lo demás son ganas de marear la perdiz y perder el tiempo. 
Ser militante requiere sacrificios, pero también tiene compensaciones. Mi secretaria ordena y yo obedezco. Recuerdo que fui un buen soladado, me gustaba serlo. La militancia es lo mismo. No la militancia de la juventud, con deamsiada fe en pajaritos preñados. La militancia real, la que exige un solución y una lectura diaria. 

En Ibrahim, como siempre leo El Dia
Hoy me entero que a Andrés Chaves le han dado un rincón en el Diario de Avisos. A ver si convenzo a Ibrahim para que cambie de periódico. 
El Ibrahim real que yo cuento aquí, Marcelino Marichal lo convierte en ficción en su cuento en Lunula 29. 
El otro cuento canario en la revista, el de Juan Royo, tiene una localización más global. Es una ficción que puede estar ahora mismo ocurriendo en cualquier parte de Europa, por lo menos. Moraleja: el asesinato como necesidad para seguir viviendo. 
De Juan Royo volví a leer estos días El fulgor del barranco. Otras lecturas de estos días atrás fueron Pálido adalid, novela de José Rivero Vivas, y La estación extraviada, de Roberto A. Cabrera. Buena novela, muy bien narrada. Tan buena como triste. Una vida desperdiciada. Vida y muerte. Y un personaje de interés arquetípico, el de la madre del protagonista. Una persona cruel que cree ser santa, alguien que piensa que te está ayudando y lo que está es jodiéndote.
No en general tan bien narrada (a mi gusto) está Pálido adalid. Pero su personaje, Expedito, me es más cercano, más familiar, más yo. Y tiene humor. Oasis de humor. Cruzas dunas de arena y de repente aparece uno. Un oasis donde la prosa se aquieta y se vuelve certera y ágil. 
Expedito es un deperdicio social, vive de su novia Joaquina, que lo nutre de alimentos, lo guarece en su cama y le oye las historia de amor con la sobrina. Tres veces cuenta cuando vio la puerta del baño entreabierta y la sobrina dentro, sentada en una esquina de la bañera, untándose el cuerpo con cremas, y ninguna de las veces es un deperdicio.
Personaje desperdiciado, en cierto modo, es también el moro protagonista de El fulgor del barranco. No se lleva al cabuco (la cueva donde habita) ni a la señora, ni a la criada ni a la lavandera anarquista. La novela acaba varios días después del 18 de julio de 1936, con el moro condenado a final político. El autor sólo le concede un rato de gracia, en la plaza Weyler, una tarde noche, con su amada, que se deja tocar, pero sólo para sacarle información y manipularlo. Es una buena chica. También muere.
Esta novela la iluminé con el Tarot. O mejor dicho, el Tarot la iluminó. Si hay suerte, lo cuento otro día.
El paseo hasta el cíber ha sido espléndido. Toca seguir caminando. Suerte.   

lunes, 16 de marzo de 2015

... volver

El comisario Javier me comunicó que este blog cerrado es perjudicial para algunos ciudadanos. Sé que el comisario de Santa Cruz Noir recuerda la parte negra del blog, la parte de Cajonera. 
--Esa parte es novela negra.
Si él lo dicen. 

Tengo un buen recuerdo de los agentes de la Policía Nacional, el trato que han tenido conmigo ha sido de ángeles custodios, lo mismo pasando la frontera con Francia (cuando había frontera), que una noche en una cuneta de la carretera de La Guancha, que cuando estuve detenido. Trato exquisito. No echo en saco rotos las recomendaciones policiales. 
Le dije que abriría el blog cuando saliese la próxima novela de Juan Royo. En G-21. Desde lCucarachas con Chanel, la colección necesitaba una novela como la de Juan. Un motivo para insistir en el realismo.0. 
La novela ya está en imprenta, en el paritorio literario.

*

No sé cuántos buitres literarios hay en los alrededores, pero por sus obras los conoceréis. Forman parte del paisaje. El buitre literario es una imagen que me interesa. No sólo en el mal sentido, sino en el bueno. Buitre literario como Pérez Reverte en su Quijote (me gustaría verlo), como yo mismo en Lunula 29, que ya está en la isla, por lo pronto en el Sur, con cuentos de Marcelino Marichal y Juan Royo, y fotografía (con magnífica portada) de Ramón Herar (esto por la colaboración isleña, a la que se une la mía, que ocupa la mitad del número: dos cuentos de laboratorio y algunas coplas de Juan Cabrón, que Anghel Morales no quiere publicar porque prefiere...
Lo consulto con mi secretaria (que es quien manda en el partido político) y me dice que sí, que trabaje... Trabajo sencillo. Después de dudas, lo he aceptado como es. Trabajo menor. 

Todo esto y que el Sol ha vuelto a la isla, me hace salir de la escritura secreta y así no perjudico a nadie. Soy público.

Todo esto y un acontecimiento señalado para una noche de abril. JRamallo. Ya con la novela de Juan Royo circulando, supongo, por las calles de La Laguna.