martes, 25 de agosto de 2020

La bombilla del patio es de esa clase que la enciendes y va poco a poco de la penumbra a la luz. Pero esa no. Salió retorcida. Se enciende con plena luz y al rato desciende a la penumbra y a la casi completa oscuridad. Un leve filamento indica que sigue encendida. Allí en el patio de noche sólo puedo pintar hasta que la bombilla me deja.

Hoy el artículo de Lizundia en el periódico me hizo recordar la novela de Meyrink El Golem. La falible memoria recuerda que los judíos del ghetto construyeron un hombre de piedra, y le dieron vida para defenderse. La forma de darle vida fue incrustarle el nombre de Dios en medio de la frente.  Como en todos los cuentos, al principio la cosa iba bien pero luego se torció. El hombre de piedra se volvió contra el pueblo que lo había fabricado. Un valiente tuvo que sacarle de la frente el nombre de Dios. Y lo que había sido piedra volvió a ser piedra.

El nombre de dios, si lo sabes, debe ser guardado en tu oído. No debe ser usado. Tal vez este tabú desencadenó la trama adversa.

Otra novela de Meyrink que incluso he leído menos bien que la del Golem, es La noche de Walpurgis. Recuerdo personajes anodinos que se ven envueltos en una situación terrorífica. No me llaman ahora los cuentos de terror. Me interesa Meyrink porque es un autor que no toma partido, ni por el bien ni por el mal, ni por la belleza ni por la fealdad. Tiene algo de budista en la forma de ver el mundo. No es necesario confesarme que lo que sé del budismo, como de casi todo, es bastante precario. Budista en cierto modo fue Stevenson en su poema lo que quiero es un camino, /no importa amor ni amistad. / lo que quiero es un camino. El indio yaqui don Juan Matus, detalló ese camino. Un camino con corazón. El camino del conocimiento --sigo con don Juan-- no vale la pena si no tiene corazón.

Mi camino con corazón en esta isla es ahora ese que me lleva a la Librería de Mujeres. A buscar el libro de Ana Beltrán. ¿Habrá llegado? Mi camino con corazón es el que me liga al libro aún inédito de Belén Valiente. Y el camino que me separa de Nguyen. ¿Dónde estará? ¿Cómo estará Pepe en estos momentos? Dejó de publicar cosas en fb.

Pienso escribir sobre el libro de Ana. He leído fragmentos en fb. Titularé lo que escriba La vida de los sueños.

Estamos en la duda, Nicolás y yo, de si es o no un pimentero una plantita que está creciendo afuera. Por si acaso, le ponemos un poco de agua...

La sombra de un mosquito dibuja una curva sobre la pantalla. Hora de acostarse.

sábado, 22 de agosto de 2020

La mujer del marido me invitó a ir mañana a su tierra a comer y pasar el día. El marido le arma bulla a la mujer si a media tarde me pongo a dormitar. Le dije que si dormía bien, iría; si no, no iría. Para mí dormir bien son ocho horas y con sueños tranquilos. Hoy dormí profundo por la tarde, un sueño tranquilo, donde aparecía Martín. Iba a escribir sobre el sueño después de despertar pero lo dejé ir. Me puse a hacer otras cosas y ya se disipó la trama. Fue una frustración no encontrar el libro que ya he ido a la librería a buscarlo por tres veces. El sueño fue profundo y me costó despertar. Ahora estoy descansado y no creo que me acueste pronto. Un fastidio por una parte. Viajar un poco me sienta bien, salgo de aquí y respiro otros aires, y veo otros paisajes, ya conocidos algunos pero que a veces guardan un descubrimiento inesperado. Además me agrada hablar con la mujer del marido, pero si estoy con sueño prefiero dormir, y entonces es preferible no ir allí  y así no provocar conflicto en el matrimonio.

La verdad es que el marido es un personaje. Como personaje tiene valor incalculable si lo pones en un segundo plano. Es un tipo que siempre quiere estar en primer plano. Lo malo es que ese primer plano suyo es turbio y castrador. Hablando es de una pesadez insoportable. Y no es de su gusto --se disgusta en extremo-- que el mundo a su alrededor no  gire como él quiere. Toca los huevos a un santo. Su pasatiempo favorito es tocar los huevos, si el género sexual es masculino. Si es femenino le gusta tocar otra cosa pero con la misma grosería que dios le dio y la civilización perfeccionó. Digo que es un personaje porque durante mucho tiempo, demasiado, fue el pinche tirano que me tocó en suerte. Si no podía atacarme de frente, me atacaba por detrás. Bueno, por detrás veo que me sigue atacando. Si voy mañana a su casa y duermo un rato, cuando me vaya le come a dentelladas las orejas a su mujer. Si la mujer quiere conservar a su marido --porque conservar a un marido es un valor social en ciertos estamentos, o por interés añadido, porque a cambio de aguantarlo, él la satisface por otras partes, físicas y económicas-- que lo conserve, pero que el sueño ajeno no intervenga en ese matrimonio. Cuando menos intervenga uno en las pleitos ajenos, mejor.


*

Hoy puse algo que escribí a la autora de Mujeres malditas a mitad de la lectura  de su libro. Lo escribí en fb. Lo borré. Lo borré porque en lugar de su nombre y sus apellidos, puse Astro Bello / de oriental zafiro, con la cita de la Divina Comedia del canto donde están el astro bello y el oriental zafiro. Esos versos deben ir con su nombre verdadero, no esconderlo en ninguna metáfora, por muy lograda que esté.

Voy a tu cuerpo
Astro Bello o--
riental zafiro,
voy a tu cuerpo
como un niño 
que  tiene un sueño
y está despierto
y está escondido
en tus zalcillos.

*

He logrado llevar la conversación de Nicolás hacia algo que le ha despertado tremendo interés.

--Ya lo comprobé --le dije cuando salí antes a la puerta a fumar y él estaba arriba fumando en su ventana de fumador.

--Mañana lo hablamos --dijo, porque a esa hora de la noche podía oír Jely la historia. Jely es la que revuelve todo. Él sólo tiene que atajar que ella no oiga ciertas conversaciones.

En fin, al buen callar lo llaman Chito. Espero. Aunque Dante, en la parte final de su libro haya dicho que sería conocido en la posteridad, y el motivo principal que dio es que dijo la verdad, y la verdad perdura. Eso escribió.










jueves, 20 de agosto de 2020

Esta noche he decidido mantenerme a raya, e ir por la mañana a la librería. Es como si a falta de la autora me consolase su libro. Por sus obras los conoceréis. Quien escribe con las tres fuerzas teológicas --entendimiento, memoria y voluntad-- merece ser conocido, y si el autor es mujer y luminosamente atractiva, el deseo de conocimiento se llama amor. Ya no quiero volver a sentir amor. Es un estorbo, por una parte te quita claridad mental, cálculo matemático, y por otra parte te hace pensar en ti mismo más de la cuenta. Mirarte y ver lo que ella vería si te viese. Pensar en uno mismo es mirarse, por fuera y por dentro. Ni por mi-fuera ni por mi-dentro merece que yo la moleste a ella ni por su-fuera ni por su dentro. Bueno, por su fuera sí, a la distancia elegante y sin intentar nada sospechoso, sin intentar ir a conocerla por dentro. Primero, porque puedes sentir el machetazo del rechazo, o si no... ¿O sí no?

*
No sé si le estoy dando mucha confianza a Nicolás. Es el vecino aliado, eso está bien. Nos entendemos en ciertos niveles, eso está bien. Sin embargo siempre hay un sinembargo. Su tema preferido son los lagartos por una parte y el covid por otra. Las costumbres y los episodios de nuestros lagartos, y ahora el cernícalo, tienen aire, respiran bien, pero su hablar del covid no tiene aire ninguno. Vale un rato de covid. Vale un rato de cómo está esa cosa, pero si se alarga, procuro cambiar de conversación. ¿Qué conversación puedo establecer con él? La artística bien en lo que cabe. Sin embargo lo que más me importa en la fabricación de cuadros, lo que me conduce por esa senda, él no lo entiende, se asusta y lo rechaza. Hablar con un rechazador asustado y no callar a tiempo, es quedarte con la sensación de estar más que desnudo; descuerado. Una sensación no agradable. Lo más profundo de ti no debes compartirlo sino con el amigo sincero (sea lo que sea lo que haya querido decir Martí con esa dos palabras).

Hablando de profundo, tiene su miga la conversación-wasap hoy con los animales del Zo.0

RATA   --Estaba respirando con los ojos cerrados y el cuerpo inmóvil en mi cama. Dentro de mí, al rato de ir profundizando, me guió un pensamiento. Somos dioses dentro de un hombre?...un cuerpo que es un frasco celeste...una mente que está presente en todas las esquinas del intramundo propio? Divagando con la respiración. ... Serpiente, me recuerda a uno de los personajes que pintaste en mi autorretrato.

SERPIENTE   --Rata, quién sabe dónde está la verdad, pero creo que esa revelación no está descaminada. Dentro de nosotros está todo el conocimiento, pero sólo alcanzamos a ver una mínima, muy mínima parte. Pienso que cuando queremos saber algo, la respuesta se presenta por sí sola, aparece a nuestro alrededor. Supongo que la cosa es saber verla.

RATA   --Sí, paseando por el bosque, más perdido a medida que buscamos, hasta que la naturaleza inusual nos es cercana y los pensamientos que nos definen están fuera de lugar.

DRAGÓN  --La verdad es q últimamente no tengo reflexiones muy profundas; ahora ando pensando en ése momento en que estás colocado en una fiesta, ya vas al baño, y está lleno y, mientras esperas, te pones a bailar sobre el suelo que resbala mirándote de lado en el espejo

y te dices: chacho, qué buena está la pirula

*

El poema que puse hoy en fb, que saqué del recordatorio de fb (ya lo había olvidado), me llama la atención porque puede ser leído en clave de ja o en clave de ay. Cómico o dramático.

Se puede resumir juntando el primero y último verso:

Cuando las ranas crezcan pelos
pagaré yo mis deudas.

Lo podría decir lo mismo un pícaro que un agobiado (por las deudas). En fin, curiosidades de las trampas de la lengua. En mi entender, lo diría un agobiado que decide desentenderse de sus deudas y no preocuparse ya por pagar ninguna. El drama se hace comedia. También podría ser a la inversa. También. En el párrafo final de Mujeres malditas, intuyo esa doble lectura. Estas son la primera y última frase de ese párrafo, en la página 269:

No sé cuando volveré a retomar este diario, ... Al tiempo le dejo la palabra.

El tiempo es una rueda, la noche avanza...







miércoles, 19 de agosto de 2020

Soñé que conocí por fin fisicamente a la dama del sur, la señora de la sombra del cerezo en flor. La conocí biblicamente. En San Andrés. La casa de San Andrés en obras y mi padre, paz descanse, dirigiendo las obras y consintiendo en cierto modo el acto secreto, que esta vez no fue frustrado --como en otros sueños--. Hoy está en la realidad desaparecida. Seguramente el enfado de mujer que se siente injustamente tratada. Puede que sea así. Escribo más de la cuenta y es raro no meter la pata de vez en cuando. Los dos metimos la pata, supongo, pero no sé si esto tiene que ver con el sueño de anoche. Claro que tiene que ver. La distancia es un acicate para la curiosidad. De todos modos, si desapareció, y no está holifiando estos escritos, podrá concentrarse mejor en la lectura de El marino que perdió la gracia del mar y Mujeres malditas.

A ver si mañana paso por Librería de Mujeres y ya está allí la otra obra de Ana María: Pesadilla que se muerde la cola. 

Tengo más cosas que contar. Tienen interés. Pero me vence el sueño y a ver si esta noche duermo como dios manda. Y mañana bajo temprano a Santa Cruz.

martes, 18 de agosto de 2020

Es fortuna su belleza,
gracia su sabiduría
(aquí no pongo su nombre
aunque lo exija la rima),
¿por qué estará tan lejana
como esa luna de arriba?
Perdí yo mis fuertes alas
que volar me permitían
y a cambio un fardo me dio
como castigo la vida,
y con este fardo no voy
ni siquiera a las orillas
de su reino.

Y sueño, apenas sueño
que en vez de estos vanos versos
se convierte mi cantar
en lámpara de Aladino
y tres deseos me da
un genio que fue cautivo.
Su voz, su mirar, sus labios
pido.

Despertar es ley del sueño
y saber cuál es el sitio
donde nos tiene el destino.




lunes, 17 de agosto de 2020

Un sueño

Cortejo amoroso con una amiga, que en vigilia hace tiempo que no he visto, en los alrededores del parque de La Granja. Delicioso cortejo. Me invita a ir a su casa. Como es muy limpia, me dice que me dé una ducha. Me pongo a quitarme la ropa. Me quito una camisa y debajo tengo puesta otra, y así y así por lo menos catorce veces y desperté con camisas puestas. Y con los pantalones igual, me quitaba uno y tenía otro puesto, y luego otro y otro... hasta el infinito. Desperté con pantalones puestos. Qué martirio.
Recuerdo que la amiga, antes del episodio horrible, aún en el parque, meciendo un manso viento las ramas grises de los árboles, me dijo que Pepe ya no me leía porque había yo bajado el tono o ya no decía "verdades" como cuando me tuvo cierta admiración.

Menos angustioso fue un sueño anterior. Recuerdo que quien quería pasar por una especie de fielato, en La Orotava, tenía que someterse a un prueba con tres opciones. Si acertaba con la correcta, pasaba al otro lado sin problemas; pero si fallaba, hacían longanizas con el errado. Tuve suerte. Yo acerté las tres veces que pasé por el fielato. Una por casualidad y las otras dos porque sabía la respuesta.
*
Borges en su conferencia dice que el sueño es el género y la pesadilla es la especie. Da varios significados de la palabra pesadilla --que en español le parece una palabra poco venturosa-- en otros idiomas. El significado en la palabra inglesa es la yegua de la noche. También cita una frase de Petronio: El alma cuando está libre del cuerpo, juega. Dice que en las mentes salvajes el sueño es una prolongación de la vigilia...

Nicolás toca en la puerta y me interrumpe la audición de la conferencia.

--... que se vayan los días para que venga ya la vacuna de mierda esa...

Le cuento el sueño de las camisas y pantalones interminables.

--Eso no es un sueño. Es una pesadilla. Yo recuerdo uno en que estaba con una mujer y cuando iba a... me despierto. Entonces abres los ojos y dices la madre que me parió. Ya hace mucho que no sé si sueño, no recuerdo haber soñado.

--Sueñas con la imaginación.

--Sí, el sueño se los lleva el lote y no me entero.

Seguimos hablando de política. Nos interesamos por Cayetana y hacemos cábalas de lo que esa mujer va a hacer ahora. Él dice que va a irse  a Vox. Yo digo que no. Quizá se separe del partido y haga como el gomero Curbelo.

--El handicap --le digo-- es la huella argentina en su modo de hablar. Pronuncia las elles como en Argentina.

De la política pasamos a regar el perejil y la hierba huerto. Decidimos hacerle mañana una cura a una rama del papayero hembra. Con el aloe. Mal no le hará.


domingo, 16 de agosto de 2020

Mi alma es un circo que recuerdo.
A veces soy un payaso y hago reír
(de lo contrario me despide el empresario)
A veces soy la fiera al mandado del domador,
es mi vida pasar de una jaula a otra.
A veces soy el funambulista
y no hay red bajo la cuerda floja
y camino como si la alambre fuese el suelo,
las caídas son infames. A veces
soy el cantante voceando blanca va... la novia,
y sus siete solteros giran como Yemayá
la máquina de chocolate (ver Gran Vidrio).
El chocolate poco y el sueldo no es mucho.

Cómo perdiste así, idiota, mentecato,
a la dama que se sentaba en el palco,
¡ya no viene! ¡¿Qué le hiciste?! --
me grita hoy el empresario. Me dan ganas
de que se lo lleve un cernícalo. Nada,
ningún cernícalo y halcones menos.

Haz algo --me exige con su voz de rana--.
No podemos perder esa entrada,
¡Vamos a la ruina! --ruina, ruina...
fea palabra.


Se refiere el indigno empresario a la dama que salía de la sombra del membrillero y venía a este circo
a reir mis payasadas, asombrarse de verme caminar por el alambre y, cuando hacía de domadora,
me flagelaba sin mesura. Vale, no la echo de menos en el palco --el palco y las butacas los olvido-- pero no olvido sus latigazos. Y no entro en detalles, aunque dicen que la virtud está en los detalles.

Mañana empieza la semana. Un motivo para bajar a Santa Cruz. Habrá llegado el libro de Ana Beltrán a la Librería de Mujeres. Estoy a la mitad de una conferencia de Borges, titulada La pesadilla. A Borges no me canso de oírlo. Ahora comprendo la devoción que le tenía Víctor Botas. Si Borges tuvo un buen alumno, fue Victor Botas. El buen alumno siempre supera, en mucho o en poco, al maestro. En fin, elucubraciones aparte, a esa conferencia de Borges me llevó el título, y el tema, del libro de Ana María. La conferencia es impecable, vale la pena oírla. Aún no tengo el libro entre las manos, pero sé que la voz del autor de Ficciones está hablando de ese libro.

Ramón me avisa para... En el club de lectura, comunicado por wasap, discutimos sobre Victor Hugo... Pienso en un cuadro con piedras de Taganana... Yemayá está bailando...


sábado, 15 de agosto de 2020

Fin de semana de conferencias literarias. Esta vez fue de Vargas Llosa sobre Víctor Hugo. Escritor de respiración larga. Kafka sería su contrapunto. Esto no lo dijo el autor de La muerte del Chivo. Lo que si dijo es la sugestión de Hugo por los subsuelos. Cierto. Y más que nada sobre la admiración y a la vez rechazo por los bajos fondos. Aquí, en los bajos fondos, aparece la degeneración moral, monstruosa en no poca ocasiones, pero paradójicamente su lengua, su habla, tiene más energía y belleza (incluso belleza obscena) que el habla normal o el habla llamada exquisita. La sospecha de que Los miserables le debe mucho al escritor libertino de Noches revolucionarias regresa a posarse en mi cabeza. Una influencia con la que Victor Hugo va a la contra (como hizo Cervantes en el Quijote; lo influyen las novelas de caballería pero Cervantes le da la vuelta a esa influencia). La novela de Hugo es pudorosa, no es nada libertina; ni siquiera sugiere siniestras relaciones entre el canalla Ternadier (cito de memoria) y la niña que Jean Valjean (el santo laico) rescata de la miserable taberna de los Ternadier. La niña se hace jovencita y los amores que tiene con Mario están relatados sin más atrevimiento que una vez que Mario la sujeta contra una pared y... no, creo que no la besa, reprime el beso. Donde Hugo más llega al límite del atrevimiento sexual pero sin mostrarlo claramente, es en la parte donde Jean siente unos horribles celos porque Mario le va a quitar a su hija adoptiva.
No me acordé la noche en San Andrés de preguntarle a Marcelino sobre el novelista libertino. Él lo está leyendo. Se acuerda uno tarde de ciertas cosas.
*

viernes, 14 de agosto de 2020

Escucho una conferencia de Borges sobre el Martín Fierro de José Hernández. Me interesa porque en la elaboración de las coplas de Juan cabrón, en mi memoria vagaba algún algo recordado de esta obra clave de la literatura argentina pero también, y sobre todo, universal. Cierto que las coplas son una caricatura, espero que no lamentable, al lado de los cantos del payador. Quizá el rasgo más novedoso de las coplas de Juan Cabrón sea el personaje en contrapunto, que es el negro que le hace los poemas de amor al hombre que lo contrata, es decir, Juan Cabrón. Y que de vez en cuando toma palabra propia y traiciona al otro. Esto le da una lectura doble a ciertos poemas; los de amor se pueden leer en si mismos, pero su lectura cambia totalmente de sentido cuando se ven, y es lo que se ve, en el contexto. Un bello verso de amor se convierte en una falsedad cínica, casi cruelmente irónica.

Dice Borges que en el caso de Hernández (como en el del Quijote y otros tantos) la única manera de continuar una tradición, sin que sea una mera repetición, es revelándose un poco contra ella.

Por lo que estoy oyendo, la segunda parte, como en el Quijote, es superior a la primera. Tal vez Juan Cabrón necesite una segunda parte. Intuyo que me asombrará, como semilla de esa posible parte, el libro que esta próxima semana, me dijeron, llegará a la librería...

--Un mundo de miserias y brujerías --dice Borges. Rara paradoja. La palabra "brujería" puede dar a entender un conocimiento elegante, y también puede dar a entender un mundo de grasienta ignorancia.

jueves, 13 de agosto de 2020

Nicolás Rodríguez se queja de que su proyecto ha sido plagiado. Me parece que sí. Antes de que él lo haya empezado a denunciar en su muro, vi fotos del proyecto de Pepe Dámaso (lo llama, si mal no recuerdo, Caracola) con idea de hacerlo en Lanzarote o Fuerteventura. Pensé en el de Nicolás (Caracol) cuando vi la imagen del de Dámaso, de cómo será una vez fabricado. No me gustó. Quizá por el color. Negro. Puede que no sea un plagio exacto, pero la idea sí que lo es, y en parte la forma.
Es la segunda vez en estos días que oigo lo de plagio. La concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife Evelyn Alonso fue acusada de plagio. Le echó la culpa al negro que tenía contratado, y que yo sepa no se ha hablado más del asunto. Del plagio de Evelyn.

*
La intriga que me despertó la figura de Yemayá en la ermita de Taganana, me ha llevado esta noche a ilustrarme sobre la santería. Religión yoruba.

Copio algunos detalles:

Al saber que Ogún había querido fornicar con su propia madre, Obatalá ordenó matar a todos sus hijos varones. La similitud con la tragedia de Edipo parece evidente.
Es el dueño del hierro, es irascible y solitario.

En los rituales al dios Elegua hay una parte que me recuerda la noche, noche cerrada, cuando en la dársena me atacaron dos perros de presa. Lo que yo hice entonces para parar el ataque de los perros.

Elegua baila en un solo pie y dando vueltas, en lo que parece ser una alegoría del remolino.

Añade Wikipendia que es el primer orisha adivino.

La historia de Eleguá (los nombres en el escrito que leo no siempre están con la misma grafía exacta) está relacionada principalmente con el coco, con la luz que fluye del coco.

Después de Osún y Obatalá, en lo que leo aparece Yemayá.

Cuenta la peripecia de cómo se formó el océano, que es terrible y a quien todo el mundo teme. Pero el mar también es bueno porque es la fuente de la vida, y el agua hizo venas en la tierra para que la vida se propagara. Esa es Yemayá, la madre de las aguas.

Atributos y herramientas suyas son el Sol, la Luna llena, el ancla, el salvavidas, el bote, siete remos, siete aros de plata, la llave, la estrella... Abanico con varillaje de nácar y oro, adornado con cuentas y caracoles.

De su baile se narra que ríe a carcajadas y da vuelta como las olas y gira como los remolinos... A veces representa una zambullida para sacar caracoles... Otras veces nada hacia la orilla donde la espera Oshún, a la que Yemayá salvó se ser violada por Oggún.

Oshún se sincretiza con la Virgen de la Caridad del Cobre, y Yemayá con la Virgen de Regla (tallada por revelación de un ángel por san Agustín el Africano). Esto explica su presencia en la ermita de Taganana. El baile de Oshún es sensual, voluptuoso, y siempre exige miel, símbolo del dulzor de la esencia amorosa de la vida.

Una canción de Copito de Nieve ("Vete de mí") en la que nombra y ruega a Babalú, de quien se habla a continuación, me hace seguir la lectura. Era mujeriego y andaba siempre de parranda. Una noche de Jueves Santo, Orula le pidió que no se acostase con ninguna mujer. Babalú no hizo ningún caso, y a la mañana siguiente amaneció sarnoso. En su baile aparece como un enfermo, con las manos agarrotadas y cojeando...

Hoy ha sido un día con un percance por una parte y una alegría por otra... pero... Bueno, Babalú esta sincretizado en Lázaro, el hermano de María Magdalena, a quien Cristo resucitó.

Otro día, otra noche, seguiré leyendo y diciendo, si dios quiere.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Cuando escribía aquí sin tener en cuenta quién leía o no, porque escribía para mí sobre todo, ya pasó a la historia. Voy a tener que buscar otros recursos. Es como pasar por una calle y saber que alguien te está vigilando detrás de la cortina. En fin. Se me quedó grabado de la novela de Ana, el personaje de la mujer de Enric. Ve a los demás no para saber cómo son, sino que los amolda al capricho de su mente. Engaña al marido pero el marido es de su propiedad y se amoldará a lo que ella desee. No ve al hombre, sino al muñeco que su cabeza ha construido. Pasa a menudo.

Leo el libro de poemas de Alba. No está despreciable, la autora es inteligente y buena observadora, pero el libro no es una maravilla. No te hipnotiza. Hay libros que los visitas y pasas un rato agradable o interesante. Pero nada queda que te cambie el alma, ni poco ni mucho. No creo que escriba más nada sobre ese libro.

Viaje a San Andrés esta noche con Marcelino y Mary Luz. Agradable velada, pero pasear por allí me acrecentó la melancolía.

El Castillo cerrado. El Acapulco cerrado. Tuve la sensación de que el pasado también se está cerrando. Algo de tristeza produce esa sensación.

martes, 11 de agosto de 2020

Que te cojan como personaje, vale. Uno no puede evitar convertirse en un personaje a los ojos de los demás. Nos hacemos una idea del otro y lo configuramos como nos da la gana. Incluso a mí mismo --cosa que he evitado, he procurado narrar sin entrometerme en lo que cuento o lo menos posible. Cansa el narrador que lo teje todo en torno a sí mismo, sus juicios de valor, su moral, su sentimentalismo, su métome en todo. Cae pesado. A menos que decida confesar verdades que por lo general evita incluso decirse a si mismo. Entonces si vale la pena oírte por dentro. Si no, no fastidies con el yo. Yo esto y yo lo otro.
El personaje propio que he mostrado aquí es el de un hombre que vive solo y pasa largas temporadas de abstinencia, a su pesar. La casa no es un hogar. La familia isleña no es una alianza clave. ¿Qué vas a hacer? ¿Darme consejos a cada momento, por ejemplo sobre la comida, sin saber lo que tengo en la cocina --qué fácil es hablar-- o meterte a barato si hablo de un sentimiento que me puede surgir hacia otra persona, en lugar de mantenerte en un lugar discreto? Para eso es mejor evitar otro desencuentro y cada cual por su camino. Y si algo te interesa de lo que escribo, pues muy bien, y si no te interesa, también muy bien.

Aunque Pepe me llama Joven, ya no soy joven ni mucho menos. No estoy para cortejos. Estoy para negocios, y no los hay. Lo que se avista en el horizonte no es muy alentador, ni en el plano político ni en el social.

Hoy bajé dos veces a la ciudad. La primera para llevar El negro a la Librería de Mujeres. Fue una frustración que no hubiera llegado todavía el libro que yo iba a buscar. Fue como si el resto del día se hubiese quedado vacío. Pero así son muchos días. Un cero a la izquierda. La calle vacía a estas horas, y lo único que no está vacío en mí, de eso prefiero no hablar, aquí ahora.

Hago memoria de los amigos que han quedado lejos. Que ya ni siquiera sé, de algunos, ni por dónde andan ni cómo están. Algunas separaciones están marcadas por una historia, o mejor dicho, por una viñeta, una caricatura. Otras lejanías se han producido casi sin darse uno cuenta. Miro atrás, y hablo sólo de amigos. El amor son otras historias, más dolorosas y por tanto más serias.

La noche callada y vacía. Melancolía.

lunes, 10 de agosto de 2020

Escribir a escondidas no es lo mismo que escribir en público, aunque uno lo esté haciendo como si escribiera a escondidas. Pero la posible pureza de lo que escribes a solas, en cierto modo se pierde cuando lo escribes con lectores mirando, o que ven lo que escribes apenas lo has escrito. Como sucede aquí, en este lugar. Y se acrecienta esa dificultad, esa falsa de pureza, cuando hablas de alguien que también es lector. Que yo sepa, esto tiene varios lectores y los que conozco son amigos.
La amistad es un asunto delicado. Implica oír al otro como se oye uno a sí mismo. Malinterpretar las palabras del otro es, si no perderla, alejar la amistad. Interpretar por ejemplo que yo voy a tener una cita con otra persona, cuando en ningún momento he mencionado ninguna cita, porque no la hay. El otro, la otra, no sólo da por hecho que esa cita va a existir, sino que interviene cuando no debería intervenir. Y además de un modo pueril, vistiéndote como si fueras su muñeco preferido. Y además, si percibe que ha hablado de más, se defiende con que lo hizo con buenas intenciones. Otra piedra para los caminos sin corazón. El respeto se puede tener o no tener, no es obligatorio, pero afecto sin respeto es una indecencia.

En fin, pasar página. Y saber cuándo debe uno o no plantar margaritas.

Ayer estuve en la librería, por la tarde. Está en horario de verano. Me interesa la autora como persona, como animal, como ser vivo y habitable, aunque sé la dificultad principal. Yo no soy un buen habitante. No sé cuidar lo que amo. Por eso prefiero no amar, y si amo, por lo menos guardar las distancias. Ese es el respeto que le puedo ofrecer al amigo, a la amiga. En la amistad con el amigo, en mi caso, intervienen Apolo y Dionisio. No juntos sino cada uno en su tiempo. Hay un tiempo para la fiesta y un tiempo para el trabajo. Con las amigas intervienen también otros dioses.

Mi intención hoy es encontrar ese libro de los sueños de Ana María. No encontrarla a ella. O mejor dicho, encontrarla a ella en su obra, nada más, y nada menos. Su estilo en la novela Mujeres malditas es elegante y sutil. Y la novela está muy bien construida, personajes y episodios. Así y todo sospecho --una sospecha fundada porque sueños ya ha publicado en fb-- que con Pesadillas que se muerden la cola despertaré...
O como lo expresó José Hernández en Martín Fierro:

Viene uno como dormido
Cuando vuelve del desierto --
Veré si a esplicarme acierto
Entre gente tan bizarra
Y si al sentir la guitarra
De mi sueño me despierto.

Historias de guitarras podría narrar varias. En Barrio chino hay una. En mi lectura --yo también soy  un lector que reinterpreta-- esa guitarra es el libro que hoy, si dios quiere, iré a buscar.

A esa estrofa en la obra de José Hernández, la antecede esta otra:

Atención pido al silencio
Y silencio a la atención --
Que voy en esta ocasión
Si me ayuda la memoria
A mostrarles que a mi historia
Le faltaba lo mejor.

domingo, 9 de agosto de 2020

Tres sueños pornográficos. Crudos como una escena de Sade, pero sin sadismo. Pura lujuria, pura lascivia en Namibia. Mujeres por las que siento afecto en la realidad, en los sueños me han visitado como Mesalinas desbocadas. Y yo desbocado. Y en todos los sueños una cierta y complicada dificultad para llegar a la compenetración absoluta. Una veces por el enclave social, las circunstancias adversas de prójimos enemigos.

 En la realidad la adversidad es mantener esa obra inédita que es un peso. Los poemas y la narrativa. Se está convirtiendo este asunto de corregir y corregir (siempre hay algo que falta o que sobra) una condena. Estoy como en una galera, y la casa se me ha convertido en ese barco donde estoy prisionero. Si no me sacan, no salgo. El día que fui con Ramón al Sur, y el día que fui a La Orotava. Pero por mi propia voluntad no voy más lejos que de aquí a Ibrahim. Además para entrar en lo inédito recurro a la blanca. El síndrome de Elías el negro. Necesitaba meterse para cumplir su trabajo de negro. Ahora me estaba pasando lo mismo, con la agravante de que no trabajo por necesidad sino por orgullo y no para nadie.
*

Mañana si dios quiere le llevaré El negro a Ana María, a la librería de mujeres. Conozco más su obra que a ella misma. Me encandilan su figura y su literatura. 

Procuro no enamorarme. ¿Por qué? Porque va a ser imposible. Y ya estoy agrietado para emprender hazañas imposibles.

viernes, 7 de agosto de 2020

Se llevó mis dientes
la naturaleza
y me dejó
el deseo de amar

Gastó mis huesos
la naturaleza
y me dejó
el deseo de amar

He aquí la crueldad


jueves, 6 de agosto de 2020

A Ana María Beltrán García empecé a conocerla por los sueños que publicaba en fb. Algunos supongo que eran frutos de su imaginación, y otros son sueños verdaderos. Dime que imaginas y sueñas y sabré de ti lo más profundo, aquello que no está sujeto a los tabús de la vigilia. El sueño destapa los disfraces. Así que nada más saber que un libro suyo de sueños había salido de la imprenta, fui a buscarlo a la mítica Librería de Mujeres. Ese libro no estaba todavía allí pero tenían su novela, segunda edición, "Mujeres malditas". Es una novela dominada por los resortes de la vigilia. Su protagonista, Mar Salcedo, es una mujer que con semejante impecabilidad acecha el mundo y se acecha a sí misma. Como novelista, por lo menos en Mujeres malditas, la autora Ana Beltrán está en las antípodas de donde yo estoy. Mis personajes aceptan el perro mundo y si no son víboras en ese mundo, por lo menos procuran adaptarse a él, como camaleones. Mi fuente es la picaresca, la pornografía (en un sentido amplio) y el engaño. La fuente de Ana Beltrán es la contraria. La honradez, el orgullo del bien y el espíritu de la verdad. Sin honradez no hay buen destino, sin orgullo eres pasto de indeseables y sin verdad no hay fuerza ni belleza. Esto escribo mientras en el piso de arriba tengo el libro, con consideraciones escritas a mano en las páginas de respeto. Iré a buscarlo, subiré y bajaré la escalera.

Ana Beltrán es tan exquisita en su narración como Mar, su heroína, lo es en el arte floral joponés. ¿Heroína he dicho? Sí, Mar tiene todos los rasgos de una mujer valiosa, con un cabal sentido de la justicia y la lealtad, y una pasión irremediable. Su noviazgo con Luis tiene el valor de la amistad, el compartir carino e ideas, pero carece de pasión. Dos pasiones importantes decía Pascal que son necesaria en la vida: una es la ambición y otra el amor. El amor es lo que mueve esta novela. 
Mar conoce a Enric, médico de alergias, que ha viajado desde Barcelona a Tenerife para asistir a un congreso. Mar no duda, por amor a Enric, cotar lazos con su novio. El cariño y la camaradería están bien, ayudan a vivir, pero no es la pasión. Pero ¿es Enric trigo limpio o sólo un diestro burlador? Mar sospecha, y la sospecha la cree cierta, que Enric la ha traicionado: que la ha escogido a ella para embarazarla y ofrecerle la criatura a su estéril esposa: Carme. 
También una mujer puede ser una pesadilla para el hombre que ella cree firmemente que es de su propiedad. Hablo de Carme; personaje que entra de un modo adverso en la vida de Mar, la protagonista y narradora de su historia de amor. De amor es esta novela. Y de las trampas que el destino tiende para que ese amor no sea posible. En Mar el error principal es hacerse una idea de la otra persona mediante terceros. Lupe en este caso, compañera de trabajo y amiga íntima, también con una historia de amor un tanto paralela a la de Mar. 

Carme es el personaje más lúgubre. Ni la hermana de Mar, perdida de amor imposible después de reírse del amor, despierta la piedad que me inspira Carme. Comprendo su locura. Es la fuente de su maldad. Este personaje me provoca un dilema: ¿hizo bien el doctor Enric Varela en abandonar a una mujer enloquecida? ¿No pudo ser otro el trato? Me temo que no. Mar no hubiera consentido compartir la compañía de Enric con una maléfica y perturbada rival. En toda la novela Carme es la rival, una inventora de mentiras que acaba creyendo esas sus mentiras. Mar está en el otro lado de esa condición. En ella no hay honestidad sin verdad y sin verdad no hay belleza. Esto se llama orgullo. El orgullo es el principal rasgo de Mar, el centro de su persona. 

En una hoja suelta escribí mas cosas, sobre la familia de Mar, las mujeres y los hombres de esa familia en la que nos remontamos a la historia de su bisabuela, la historia de la maldición, y cómo la autora va tejiendo su novela en anillos concéntricos. Otro día, si dios quiere.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Regreso aquí. Quien se va, termina regresando. El emérito no sé. A mí, como me condenaron a ir contracorriente, no me caía bien cuando lo tenían por un héroe. Ahora que dicen que es un villano, empieza a caerme bien, pero sin tirar cohetes. ¿Qué hizo? Nada que yo pueda reprocharle. Ahora a los que tengo entre ojos son a los que quieren hacer leña del árbol caído, pero no demasiado tampoco, sólo un poquito, un poquito nada más.

Veo que Pamela me ha echado de menos. Encontró un rascador, a raíz de que le picó la espalda una araña, y se pregunta qué coplas habría yo hecho con motivo del rascador de madera. En forma de mano. Buf, poco me atrevo. Me acuerdo de una película de uno que llevaba toda una vida sin hablarse con la mujer, pero todas las noches se rascaban las espaldas. Cosas de películas.

Ayer estuve en el Sur. Fui con Ramón y Alvarito. Alvarito preocupado porque una rumana del Puerto le hizo (sospecha él) brujería burundanga, y Ramón preocupado porque la moto eléctrica que cargamos en la berlingo de Alvarito quedase bien sujeta para que no sufriera rozaduras ni golpes.

Llega el vecino Nicolás. A preguntarme qué tal me fue hoy por La Orotava. Se enrolla hablando de política. Lo que me faltaba. Pensaba decir algo de Mujeres malditas, novela de Ana María Beltrán García. Otro día. Lo dejo aquí. Ahora toca oír los vídeos que le mandaron a Nicolás al móvil. Y al rato

--venga, tú --y se va a su casa. Y yo a comprar cigarros a Ibrahim. Fumo más de la cuenta. Esto no puede ser.