sábado, 15 de agosto de 2020

Fin de semana de conferencias literarias. Esta vez fue de Vargas Llosa sobre Víctor Hugo. Escritor de respiración larga. Kafka sería su contrapunto. Esto no lo dijo el autor de La muerte del Chivo. Lo que si dijo es la sugestión de Hugo por los subsuelos. Cierto. Y más que nada sobre la admiración y a la vez rechazo por los bajos fondos. Aquí, en los bajos fondos, aparece la degeneración moral, monstruosa en no poca ocasiones, pero paradójicamente su lengua, su habla, tiene más energía y belleza (incluso belleza obscena) que el habla normal o el habla llamada exquisita. La sospecha de que Los miserables le debe mucho al escritor libertino de Noches revolucionarias regresa a posarse en mi cabeza. Una influencia con la que Victor Hugo va a la contra (como hizo Cervantes en el Quijote; lo influyen las novelas de caballería pero Cervantes le da la vuelta a esa influencia). La novela de Hugo es pudorosa, no es nada libertina; ni siquiera sugiere siniestras relaciones entre el canalla Ternadier (cito de memoria) y la niña que Jean Valjean (el santo laico) rescata de la miserable taberna de los Ternadier. La niña se hace jovencita y los amores que tiene con Mario están relatados sin más atrevimiento que una vez que Mario la sujeta contra una pared y... no, creo que no la besa, reprime el beso. Donde Hugo más llega al límite del atrevimiento sexual pero sin mostrarlo claramente, es en la parte donde Jean siente unos horribles celos porque Mario le va a quitar a su hija adoptiva.
No me acordé la noche en San Andrés de preguntarle a Marcelino sobre el novelista libertino. Él lo está leyendo. Se acuerda uno tarde de ciertas cosas.
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