sábado, 22 de agosto de 2020

La mujer del marido me invitó a ir mañana a su tierra a comer y pasar el día. El marido le arma bulla a la mujer si a media tarde me pongo a dormitar. Le dije que si dormía bien, iría; si no, no iría. Para mí dormir bien son ocho horas y con sueños tranquilos. Hoy dormí profundo por la tarde, un sueño tranquilo, donde aparecía Martín. Iba a escribir sobre el sueño después de despertar pero lo dejé ir. Me puse a hacer otras cosas y ya se disipó la trama. Fue una frustración no encontrar el libro que ya he ido a la librería a buscarlo por tres veces. El sueño fue profundo y me costó despertar. Ahora estoy descansado y no creo que me acueste pronto. Un fastidio por una parte. Viajar un poco me sienta bien, salgo de aquí y respiro otros aires, y veo otros paisajes, ya conocidos algunos pero que a veces guardan un descubrimiento inesperado. Además me agrada hablar con la mujer del marido, pero si estoy con sueño prefiero dormir, y entonces es preferible no ir allí  y así no provocar conflicto en el matrimonio.

La verdad es que el marido es un personaje. Como personaje tiene valor incalculable si lo pones en un segundo plano. Es un tipo que siempre quiere estar en primer plano. Lo malo es que ese primer plano suyo es turbio y castrador. Hablando es de una pesadez insoportable. Y no es de su gusto --se disgusta en extremo-- que el mundo a su alrededor no  gire como él quiere. Toca los huevos a un santo. Su pasatiempo favorito es tocar los huevos, si el género sexual es masculino. Si es femenino le gusta tocar otra cosa pero con la misma grosería que dios le dio y la civilización perfeccionó. Digo que es un personaje porque durante mucho tiempo, demasiado, fue el pinche tirano que me tocó en suerte. Si no podía atacarme de frente, me atacaba por detrás. Bueno, por detrás veo que me sigue atacando. Si voy mañana a su casa y duermo un rato, cuando me vaya le come a dentelladas las orejas a su mujer. Si la mujer quiere conservar a su marido --porque conservar a un marido es un valor social en ciertos estamentos, o por interés añadido, porque a cambio de aguantarlo, él la satisface por otras partes, físicas y económicas-- que lo conserve, pero que el sueño ajeno no intervenga en ese matrimonio. Cuando menos intervenga uno en las pleitos ajenos, mejor.


*

Hoy puse algo que escribí a la autora de Mujeres malditas a mitad de la lectura  de su libro. Lo escribí en fb. Lo borré. Lo borré porque en lugar de su nombre y sus apellidos, puse Astro Bello / de oriental zafiro, con la cita de la Divina Comedia del canto donde están el astro bello y el oriental zafiro. Esos versos deben ir con su nombre verdadero, no esconderlo en ninguna metáfora, por muy lograda que esté.

Voy a tu cuerpo
Astro Bello o--
riental zafiro,
voy a tu cuerpo
como un niño 
que  tiene un sueño
y está despierto
y está escondido
en tus zalcillos.

*

He logrado llevar la conversación de Nicolás hacia algo que le ha despertado tremendo interés.

--Ya lo comprobé --le dije cuando salí antes a la puerta a fumar y él estaba arriba fumando en su ventana de fumador.

--Mañana lo hablamos --dijo, porque a esa hora de la noche podía oír Jely la historia. Jely es la que revuelve todo. Él sólo tiene que atajar que ella no oiga ciertas conversaciones.

En fin, al buen callar lo llaman Chito. Espero. Aunque Dante, en la parte final de su libro haya dicho que sería conocido en la posteridad, y el motivo principal que dio es que dijo la verdad, y la verdad perdura. Eso escribió.










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