martes, 11 de agosto de 2020

Que te cojan como personaje, vale. Uno no puede evitar convertirse en un personaje a los ojos de los demás. Nos hacemos una idea del otro y lo configuramos como nos da la gana. Incluso a mí mismo --cosa que he evitado, he procurado narrar sin entrometerme en lo que cuento o lo menos posible. Cansa el narrador que lo teje todo en torno a sí mismo, sus juicios de valor, su moral, su sentimentalismo, su métome en todo. Cae pesado. A menos que decida confesar verdades que por lo general evita incluso decirse a si mismo. Entonces si vale la pena oírte por dentro. Si no, no fastidies con el yo. Yo esto y yo lo otro.
El personaje propio que he mostrado aquí es el de un hombre que vive solo y pasa largas temporadas de abstinencia, a su pesar. La casa no es un hogar. La familia isleña no es una alianza clave. ¿Qué vas a hacer? ¿Darme consejos a cada momento, por ejemplo sobre la comida, sin saber lo que tengo en la cocina --qué fácil es hablar-- o meterte a barato si hablo de un sentimiento que me puede surgir hacia otra persona, en lugar de mantenerte en un lugar discreto? Para eso es mejor evitar otro desencuentro y cada cual por su camino. Y si algo te interesa de lo que escribo, pues muy bien, y si no te interesa, también muy bien.

Aunque Pepe me llama Joven, ya no soy joven ni mucho menos. No estoy para cortejos. Estoy para negocios, y no los hay. Lo que se avista en el horizonte no es muy alentador, ni en el plano político ni en el social.

Hoy bajé dos veces a la ciudad. La primera para llevar El negro a la Librería de Mujeres. Fue una frustración que no hubiera llegado todavía el libro que yo iba a buscar. Fue como si el resto del día se hubiese quedado vacío. Pero así son muchos días. Un cero a la izquierda. La calle vacía a estas horas, y lo único que no está vacío en mí, de eso prefiero no hablar, aquí ahora.

Hago memoria de los amigos que han quedado lejos. Que ya ni siquiera sé, de algunos, ni por dónde andan ni cómo están. Algunas separaciones están marcadas por una historia, o mejor dicho, por una viñeta, una caricatura. Otras lejanías se han producido casi sin darse uno cuenta. Miro atrás, y hablo sólo de amigos. El amor son otras historias, más dolorosas y por tanto más serias.

La noche callada y vacía. Melancolía.

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