lunes, 28 de febrero de 2011

segundo episodio



este martes segundo episodio de LA nueva Puerta, en RADIO UNIÓN TENERIFE

EL NUEVO ORGANIGRAMA YA ESTÁ TOMANDO CUERPO CORPORATIVO

DON VÍCTOR TEJIENDO EL ARMIÑO DE JOVEN MONARCA

EL HERMANO LIZUNDIA EJERCIENDO SOBERANAMENTE SU FUNCIÓN DE RICHELIEU

MISTER HERAR LLAMANDO A LOS ANIMALES DEL BOSQUE QUEMADO Y ORGANIZANDO LA ESTRATEGIA DE LAS REVUELTAS, COMO UN MODERNO ROBIN HOOD

UN SERVIDOR, AUTOGOLPEADO EN EL COSTADO, POR ESTRIBOR, DESPOSEIDO DE MANDO Y CONVERTIDO EN POLIZONTE, A MERCED DE LOS VIGÍAS DEL PUERTO PARA SUBIR O NO AL BARCO.

(por si no me es posible embarcar este martes, que don Antonio Curbelo disculpe mi mala cabeza y mi descortesía formal. Intentaré reparar los errores EN RELACIÓN CON EL MANUAL DE LAS EXIGIDAS MANERAS.)

RADIO UNIÓN TENERIFE, Y ANTES, A PRIMERA HORA DE LA TARDE, LA VOZ DEPORTIVA SIN MORDAZAS EN LAS PALABRAS, CON ANGHEL MORALES AL FRENTE.

domingo, 27 de febrero de 2011

la carta del Emperador

Animado está el Castillo en la noche de luna menguante. Ravelo de bronca con XXX.
--Me dices otra vez que llamas a la Policía, y te reviento la cabeza.
XXX usa muleta, su piernas apenas lo sostienen, y uno de sus brazos está momio.
--Sal pa fuera, donde no nos vean las cámaras.
XXX se mueve, como un muñeco cuando las pilas están a punto de fenecer, hacia la calle. Mi primo David lo ataja y lo obliga a ir al cuarto de don José.
--A ese lo cojo yo ahí de afuera, donde no están las cámaras y...
--Pero hay testigos. Yo soy testigo --dice Quico, el último pescador.
--Y yo también, gilipollas --dice otro, éste ex pescador--. Vergúenza debía darte el retar a un minusválido.
El minusválido no está conforme en el cuarto de don José, donde las pantallas captan todo lo que sucede en el espacio de la barra.
El pollo me sirve un ron.
--Pollo, no seas rácano, pon un poco más.
--Jesús, yo por mí te ponía el doble, pero están las cámaras...
Dos lesbianas, una fornida, que si te da un piñazo te deja sin dientes, y otra gorda, pero una gorda con mala leche. Las recuerdo de un encontronazo de madrugada, hace meses, con el Chicharro. Esa vez fui yo quien avisó a la Policía. Dos mujeres, haciendo valer su sexo, metiéndose como walkirias con el pobre Chicharro. Y declaré a los polis, de la Nacional, lo que estaba sucediendo en aquella parte de la muralla. Y cuando me retiraba para esta casa de la Plazoleta, la brisa fresca y reconfortante de la mañana, las dos valientes me insultaron: "Hijoputa, ya te tenemos fichado", dijeron.
Pero esta vez en el Castillo como si no hubiera pasado nada. Máximo respeto. Pasaban por mi lado y decían, "perdón, señor". Así debe ser.
Supongo que Ramón, que estuvo hoy en el pueblo y el martes estará en Tijuana, solucionó por fin el antivirus con Orlando. Ya lo contará él.
Mientras tanto espero noticias de nuestro Anghel.
Y lo que no saben los jacobinos es que el poder del Emperador es superior al del Rey, no más que pura buena vida pero poder desvaído. Ahora me ofrecen el imperio, pero antes debo redimir la silla donde se sentaron Juan Royo, Charlín, Javier Hernández y Marcelino Marichal, si es que los viles vasallos no me impiden ir a ocupar mi puesto redentor en la batalla.
--Chito --llama mi padre--. Caliéntame el caldo, pero el de aquí --quiere decir que no el de Julita.

poema de Alberto Linares (aquí gracias a R. Herar)

Nombres para la epopeya de una generación que se fue al carajo


La noche en que Sonia Muñoz se fue a San Cristóbal del Táchira
el mar no era el mar
El mar tuvo entonces el azul terrible de las epopeyas

Yo estuve presente y lo vi
Y apenas atiné a decir cobalto y fuego
Dos signos a los que no les busqué ninguna explicación

Oí voces, no de pescadores
Y un fragor
Y vi hombres llorando
en la baranda que separa todo de nada
Y supe enseguida que estaba
ante lo que los poetas tunantes
suelen llamar un paisaje de batalla

Por eso dicen que poeta puede ser cualquiera

Pero un perro no se confunde
y yo no me confundí

Lánguido y presto a quitarme de pamplinas
me sacudí de todo palabreo disfrazado de ciencia

le volví la espalda
al que lava las penas de los hombres
y regresé a mi casa
convencido de que se habían terminado todas las solemnidades

Atrás dejé lo que vi

Vi el lastre de una época flotando entre los amigos que el mar se llevó
Vi a Leocadio Ortega tocando en las puertas que se abren y se cierran
Y a Eugenio Millet en un contenedor que él pintó con saliva

Palabras y tonadas que los demás no escuchaban, oía yo, como de lejos
inocente, salvado, al margen
Versos y canciones
fijaban el momento, aceleraban su instante y lo precipitaban al bajío
donde encallan los animales mitológicos
Allí estaba Dulce Díaz Marrero reclamando el fin de la ley
y todos, no los demás, sino nosotros
enamorados de ella
antes, durante, después
de que descubrieran
a Carlos Montesinos comido por los cangrejos en la rivera del Sáhara

El mar no era mar sino la noche
y nadie notaba el terror
Solo yo, o eso parecía
tenía en cuenta ese verso hostil
que termina por devolver a uno
al lugar donde te llaman por tu nombre
y ves lo que otros no ven

El mar no era el mar sino el recuerdo de Miguelón
al lado de un revolver bien engrasado
mientras Ernesto D. Baudet me decía hola y adiós
tocaba la flauta, tendía la mano
y perdía la oportunidad de dejar de ser invisible

A todos vi,
A todos amaba, a todos detestaba

Todas las banderas negras de nuestra ilusión
Amortajando a los que dijeron hay que salvarse
Aparecían

Todo estaba
Y nada permanecía

Y cuando ya no me quedaba nada por ver
vi también el cadáver de Aquiles
y pensé inmediatamente en Chito Castellano
y luego en Virgilio Piñera
Las tres oscuras cabezas negadoras
que cada vez me visitan con menos frecuencia

Solo un mar inquietante
un mar enfermo de hermosura
enfermo en la seguridad de que su decir nunca se desgasta
como dicen los poetas tunantes
estaba y permanecía

Sonia Muñoz se había ido a San Cristóbal del Táchira
y yo quería recordar lo que ellos decían y el mar me lo borraba
Yo intentaba escribir sus nombres y el mar me los borraba
Yo era un perro malgastando la imagen
del que lame sus propias llagas y el mar me borraba
Yo miraba
y solo veía muertos

Y aún de espaldas al mar
solo vi
muertos, muertos, muertos

escrituras

--¿Tú eres escritor? Me han dicho que eres escritor --preguntó Ana la del kiosco de la plazoleta.
Supongo que sí, que me puedo decir que soy escritor y cargar con ese lastre. Oficio (entretener, divertir), acción política (defensa de las ideas y alienaciones con las que comulgo) y, menos, profeta: oír la voz de Dios y hacerla visible. Nada que indique una virtud especial. Ser escritor hace un siglo, o medio siglo, si quieres, era un mérito, una forma heroica de tejer la trama de los días. Hoy ya no. Abundan los escritores, más que las cuccarachas en un sumidero en las noches de verano. Los que importan, los que quedan, son bastantes menos. A ese estadio aspiran todos, pero tarde o temprano la meta es el olvido. Por ahí teníamos que haber empezado, por el olvido, por el silencio. Un artista del silencio, en un mundo en que la palabra es como la comida en el cuento sobre el artista del hambre, de Kafka.
Y sin embargo, creer en una cosa y hacer otra. Supongo que forma parte de la paradoja humana. Estar abajo en el patio, con los cinco sentidos, intentando algo que no sea el común tópico, el gorgojo manido, que entretenga de verdad, politice con vigor y, de algún modo, se oiga la voz de Dios. Y luego aquí arriba, en este cuarto al que conjuro para que no lo avasallen los enemigos malos, descansar de la tensión del patio, sin que importe si la flauta suena o chirría. Literatura de blog.
--Te dejé el caldito por dentro de la puerta --me dice Julia--. Para que no lo vea Domitila.
Domitila, me enteré, trabajo decenas de años de limpiadora en el Casino.
Veo el caldero con el caldo al abrir la puerta. No es el que la vieja Julita compró en sus buenos años en Caracas. Es otro, también de aluminio pero más normalito, menos vistozo.
Thor me sale al encuentro, sacudiendo el rabo para que lo saque a la calle. Pobre amigo, qué paciencia, qué santidad...

sábado, 26 de febrero de 2011

amor e incertidumbre en Canary island

Tiempo de muerte de escritores, o de cagatintas, como diría alguien menos piadoso. Primero fue un "poeta" mediocre, hueleculo, de la escuela de los comemieldas, perjuro cobarde, de quien no vale la pena ya decir su nombre, y bien muerto está, que se joda, allí nos veremos. Otra cosa es Ezequiel Pérez Plasencia. Ha recibido ya elogios de huelefritos y de, los menos, gente que vale la pena. Hoy hablamos de él mi hermano amigo Alberto Linares y yo. Berto sabe de una novela de Dostoievski, que Ezequiel, como el héroe literario de Manuel Suárez Suárez (ver el libro Togas y Letras), reescribió --dijo Berto-- para engañar a un editor asesino. Merecería la pena que se publicara esa novela del ruso, coautor Ezquiel Pérez Plasencia. "El enano", lo llamaba otro amigo colega --yA EX-- con el que anoche soñé, que no le llega ni a los tobillos al autor de Cartagena, que nació y que murió en esa ciudad desconocida.
--Oí el programa --dijo Chani--. Oye, ese tío está zumbado.
--Supongo que tan zumbado como tú. Pero es un oasis de conocimiento.
--Eso es verdad, se nota.
No sé si el próximo 18 de marzo podré estar en La Laguna, en Al Faro. Merecerá la pena.

viernes, 25 de febrero de 2011

Esto no lo cuentes

--Jesús, esto no lo cuentes en el blog --dijo Víctor, habiendo ya masticado medio solomillo, su plato preferido.
El Casino es un lugar de arquitectura interior habitable, amena, racionalista. Si le añades los corazones humanos con que este día el mago tuvo la felicidad de compartir comida, conversación y buen vino, el espacio se puebla con el aroma de lo maravilloso.
Sin embargo el mago no da puntada sin hilo, siempre aprovecha la situación, la coyuntura. El ambiente humano alrededor también era distendido y habitable, ningún detalle en la burguesía criolla que no favoreciese el sentirte cómodo allí dentro, en un territorio amigo, a pesar de lo que le dijo Anghel cuando hablaron por el móvil en la tarde, antes de coger la guagua a Santa Cruz, en un día de brisa que hacía danzar a las palmeras de la avenida y un sol que invitaba a dialogar de amor el color del cielo y el de las aguas del mar.
Ya tenía la tarjeta preparada. "Tienes una historia que contar. Escritor a tu servicio", a lo que añadía el número del móvil. Mientras José Antonio Manzano, Lizundia, Víctor y él, entre bocados exquisitos, repasaban el mundo literario de las islas, con referencia a los autores amados (Marcelino, Ramallo, Ramón Herar, Agustín Enrique, Pepe Rivero, Ezequiel Plasencia, Anghel Morales y pocos más)el mago acechaba a las damas que circundaban la mesa de los eruditos. Hasta que descubrió a aquella cuyo semblante y compostura delataban una interesante historia que contar. Esperó pacientemente, mientras Lizundia narraba cómo conoció a su hermano, y Manzano, machadiano, recordaba un patio de Sevilla, a que la señora, con cierta desgana, signo de un vivir sin emociones, se levantase de la mesa y fuese al baño. También él se levantó, y dejó en el espacío común de los servicios su tarjeta de demanda laboral. Discreta pero suficientemente visible. Ya, a la señales favorables de un día espléndido, se había añadido, en el viaje en guagua,una belleza que, sirviéndose de un pequeño espejo, se arreglaba la sombra de los ojos, el carmín de los labios y cambiaba, con maestría, la forma de su peinado.
Regresó a la mesa. Los contertulios hablaban de mí. Me sentí halagado, añadido a los escritores merecedores de comentarios. Lizundia reducía mis méritos a este blog. El mago intercedió por mis novelas "El negro", "El pintor" (se olvidó de "Agosta") y la inédita "El cuervo de papel" (hoy en manos piadosas de Anghel, en su papel de editor), una novela que, incluso yo, pienso como impecable, ya sin los desperdicios o desechos que encontramos en las anteriores. Y Víctor hacía un canto al esplendor de mi humanidad. Si hubiese estado allí, me hubiese ruborizado y sentido, la verdad, un poco de vergüenza.
Después de la comida, Manzano, excelente anfitrión, mostró todas las estancias del Casino. En una el mago descubrió, en un cuadro, a la misteriosa señora, pintada en el albor de sus fragancias,a la que sutilmente había dejado su tarjeta de demanda laboral. Otra nueva señal favorable. Como lo comprobó después cuando usaron el ascensor de la fábrica racionalista del Casino. Coincidieron en la ascensión con la dama. Su vaga dejadez rutinaria había desaparecido. Su mirada brillaba con la esperanza de algo nuevo y su semblante había recuperado la frangancia y luminosidad de la juventud, regresado al tiempo en que el buen pintor inmortalizó su belleza en este mundo. Supo que había encontrado la tarjeta, y que pronto lo llamará, y él responderá...
Hay lugares, cuando hay buena compañía, que se adhieren al espíritu del visitante. La ciudad de Santa Cruz parecía, al salir del Casino, haberse impregnado de la atmósfera de aquella amable estancia.
Tuvo que dejarlos, en una terraza de la calle Noria, junto a la iglesia de la Concepción, porque su padre ya lo reclamaba. El viaje de regreso al pueblo, añadió giros favorables a la rueda de la fortuna. Corrió a abordar la guagua pero no llegó a tiempo. Y gracias. Un alemán, con la lengua fuera, corría detrás suya y lo llamó (Victor, ¿cómo se dice "señor" en alemán?). En la mano extranjera el móvil del mago, que había caído al suelo en su carrera en pos de la guagua que perdió. En la siguiente, viajaba la señora parienta de Pepe, la autora del libro "El valle de los bandidos" (también ahora en las manos del buen y valiente Anghel Morales.
--Chito, qué gran corazón tiene Chani.
--Yo sé elegir a mis amigos, padre.
Perdonemos al mago sus frases sentenciosas. Buen rato pasamos con él Chani y yo, mientras nos narraba su visita hoy a un Santa Cruz renovado, lo que he contado y más cosas. Aunque no pudo recordar lo que victor dijo que no contara en este blog. Visítabamos con cierta regularidad la portada más visitada de San Andrés.
--Esta muy bien esa revista, Togas y Letras... Leí el cuento del autor de "Las cucas", que por cierto, Ramón aún no me ha devuelto.
No le dije que ese libro lo tengo yo ahora en mis manos. En fin, Ramón ahora puede soportar una crítica más, hasta el martes que viene.

jueves, 24 de febrero de 2011

mientras Juanito no regresa

--Yago es el auténtico héroe moderno. Hay que reivindicar a Yago. Frente a Otelo, que abusa de su poder, Yago ejerce el suyo: la inteligencia, y enreda la trama para buscar la perdición de quien lo ha ofendido. Un héroe antiguo hubiese blandido una daga y le hubiese cortado el cuello al moro. Pero esos héroes ya no existen, o como dijo el poeta de Las Palmas, están en cualquier parte. Lo mismo sucede con los santos y con los sabios. Están en cualquier parte. En Terefife II también están. Allí me veré si no tengo la cordura de cometer un crimen con la inteligencia de una mujer. Espero dejar preparadas mis cosas, todo en orden. Lo demás no es nada, ni oído ni sospechado.
Así hablaba el mago a los pájaros de la muralla al amanecer. Pararon un minujto el canto y luego siguieron cantando. Quien quiera cometer otro crimen, que lo cometa. Nada nuevo bajo el sol. Amor y muerte se dan la mano en la comedia del mundanal ruido. Los pájaros lo saben. Ellos también han sido víctimas de deplorables crímenes.
En fin, lo mío es prepararme para mañana. Comida en el Casino. Tal vez encuentre una clienta que me saque de aquí, a cualquier lugar lejos de aquí. En Tenerife también hay señoras con capacidad.
Leo Togas y letras. Interesantes los comentarios de sendos libros por parte de Manzano y Lizundia. Uno ilumina lo que es "el progre" y otro lo que significó el judío en Alemania antes del nazismo. A tener en cuenta. Y especialmente recomendable la colaboración de Manuel Suárez Suárez, sobre un héroe literario que hubiera podido haber nacido del ingenio de Rubem Fonseca. Seguiré leyendo. Después de betunar los zapatos. El alto Santa Cruz nos espera.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Ramón, y Lowry

Ramón Herar está triste la mar y el viento. ¿Qué tendrá Ramón? Tiene que el otro día, hace una semana, le robaron el carro. El deportivo con asientos de cuero, anti amor a los animales. "Lo compré así", se justifica. El automóvil se lo dejaron más o menos sin deterioros en otro lugar, pero los cacos se llevaron el aparato de música, último grito, y los billetes de 500 hierros que tenía escondidos en la guantera. A lo que se añade la burocracia y las otras incomodidades de un post robo. Por eso no pudo ir a Tijuana. Así que nuestras malas lenguas en el post programa volaron más altas que la realidad. Nada que ver con una protesta solapada al renovado organigrama del Bosque de Tijuana, al que, contrariamente a nuestras malas ideas, Ramón no tiene ningún deseo en que sea quemado, sino al contrario, incorporarse con su método dialéctico y hacerlo valer con astucia, inteligencia y fe en que pronto saldrá vencedor, y necesitado de un esclavo que lo acompañe en la auriga triunfadora con su discurso de pepito grillo: "acuérdate de que eres mortal".
Un párrafo que me acaba de saltar al azar, de una de las cartas de Lowry, me anima a copiarlo aquí, para animar el vuelo del Cuervo:

"La tesis de Ortega es, para simplificar, que Goethe hubiera debido hacer todo lo posible para mantenerse únicamente como poeta, en vez de falsear su vocación al considerar que debía llegar a ser presidente de la república de Weimar, dirigir un teatro, crear teorías sobre el color, convertirse en patriota profesional, etc. Esa versatilidad se considera generalmente una gran virtud, de modo que resulta interesante encontrar a alguien que opine lo contrario. Al parecer, lo importante es que, a partir de todo ese conjunto de cosas, Goethe hubiese podido adquirir conocimientos imaginativos, y hubiese podido usar esos conocimientos para construir la infraestructura de su obra --del mismo modo que Strindberg se convirtió prácticamente en historiador para escribir sus dramas históricos--, pero al convertirse en el exponente profesional de todas ellas, Goethe dejó de ser Goethe, y eso, filosóficamente hablando, podría considerarse una pérdida irremediable, no sólo para él, sino también para el mundo".

martes, 22 de febrero de 2011

escrito con jaqueca mental

Debe de ser la falta de ejercicio físico y el exceso de sal en la comida, aparte de las emanaciones humanas en la casa Usher. Hasta hace poco tiempo pensaba que el dolor de cabeza era un mal femenino. No sé.
Hoy apareció un libro sobre la mesa del patio. "Mis memorias", de Porfirio Rubirosa. El tigre dominicano, artista del amor, que comenzó a ejercer públicamente con la hija del dictador Trujillo, me despierta recuerdos de la estancia en la isla de La Española. El contraste entre las zonas turísticas y las nativas, y el contraste entre el humor y la desesperanza, el verdor y la miseria. A veces hay que recordar oscuras estampas, aunque sea por egoísmo. Nos evita caer facilmente en la pringosa autocomplacencia y autocompasión del melodrama doméstico.
El Escobillón apunta hoy la total ausencia de humor en los intentos de cine que se hace en Canarias. Otro motivo de reflexiones, cuando me entre un poco de aire fresco en la cabeza y pueda pensar. Ahora no puedo ni leer. Ni lo de Rubirosa ni el libro Togas y Letras, edición de Isla Varia. Editor depurado Pepe Varos. Lástima que ya no esté entre nosotros.
Entre los amigos que colobaran en la formación del libro, uno nuevo, reciente: José Antonio Manzano Obeso. Esperaré la llegada de ese aire a la mente para leer sus páginas, y la de los otros. Hoy fue invitado especial, en un programa especial: el debut de Víctor en la silla dirigente. Un poema en alemán. Lo que tiene buen sonido, tiene buena filosofía. El sonido de la verdad, lo llamaba Antonio Bermejo. Y luego, en la despedida, traducido al español, una página de otro alemán, hablando del sentido trágico de la vida. Tragedia fue que no nos dejaran entrar en Atlanty city. No pudimos alternar con las azafatas griegas. No estuvo mal la alternativa: El Rincón Andaluz. Me agradó cómo Manzano habló de lo árabe. Me evocó las mil y una noche y el collar de la paloma...
Y nos invitó a comer el viernes en El Casino de Santa Cruz. Nos convenció hablando del cocinero, por lo menos a Víctor y a mí. Lizundia se hizo más de rogar.
En fin, pillar a Chani (si no está tumbado en la UVI) para que se quede aquí de cuidador, elegir un ropaje acorde con la burguesía y...

réplica a las vecinas coplas de "nación canaria"

Esta tarde un buen marino
ejercerá de capitán,
entre coplas sevillanas,
¿qué dirá Ramón Herar?

Cuenta nuestro Anghel la historia
de los tiros en Tijuana,
cuando ciertos forajidos
se enfrentaron en la aduana.

Ramallo se defendió
como gato panza arriba,
a quien vale lo que pesa
ni los grandes lo sorriban.

Otra materia fue Gil,
la dama se autoinvitó
y llegó media hora tarde
y en el saloom no bailó.

Y Charlín que se defienda,
pues así es nuestro gallego,
cuando no va con las meigas
se porta como un mariego.

A quien echamos de menos,
y no es adulación,
es a don Anghel Morales,
novelero y editor,

y poeta de airosas rimas
que cuando toca La Puerta
con su verso volador,
parecemos cosa cierta
en medio del gran ciclón.

lunes, 21 de febrero de 2011

preludios

Gadafi se llena de gloria. Si alguna simpatía despertó en otros tiempos, hoy merece lo que da. Muerte. Aquí en islas canallas, la espiral de la historia no es menos gloriosa. En clave de comedia. Los carroñeros de la política picotean los cadáveres. Aún siguen vivos Isaac de Vega, Luis Alemany y José Rivero Vivas. Lectores y escritores, malos, buenos y mediocres, se lamentan de la crisis. Yo también. Habrá que hacer algo para ganar al lector y no al politico (macho o hembra) de turno. El saloom de la vieja Miraflores nos espera. Allí Fefa nos guiña un ojo, y un berrión de la pasma toca el acordeón. Otros tiempos. Franco vivo. Menos carroñeros. Y ya es decir.
Y mañana martes, Victor Hernández Roncero en La Puerta de Tijuana. Contrariamente a lo que teme su hermano, apuesto que va a hacer crecer esa radio nuestra, con la venia de Antonio Curbelo, preludio del Atlantyc city, donde alguna de estas noches llegarán las azafatas griegas... Y Thor esperando que lo saque. No sé yo. Horizontal Plus sigue creciendo. Ojalá no me salga al paso ningun Bukowsky con eso del tedio y el arte de la escritura. Si conquisto al jurado del premio de mi tío bisabuelo Benito Perez Armas, el premio --lo siento Javier-- será para mí. El año que viene. Si llegamos.

domingo, 20 de febrero de 2011

día tranquilo en el pueblo ciudadano

tocan a la puerta. Es julita, la hermana de Francisca. Ya es de noche. Pronto cerrará la venta, de donde fluye la única luz en la oscuridad del entorno por fuera de la casa. Esta vez no baja Pepe por la calle San José hacia La Torre, por donde dobla hacia la calle La Cruz, donde vive y desde donde todas las mañanas, como un campeón, con frío o calor, acude a la playa y se da un baño de diez minutos, y luego regresa y entra en el pueblo, por la parte del castillo, con un bañador más grande que él. Más grande en tamaño. En espíritu no creo que haya quien lo supere en este pueblo. Ayer se contentaba con el comentario de Agustín Enrique en La Opinión sobre el libro a su obra dedicado, y se quejaba de que no hubiese salido nada en El Perseguidor. En fin, Julita preguntó si yo había recogido el calderito con el caldo que de vez en cuando le hace a mi padre. Si, lo había recogido, a las cuatro de la tarde de ayer. Ella lo había dejado en el chaplón de la puerta, por fuera.
--Ya no te lo dejo más aquí, porque Domitila está enamorada de ese caldero... y ayer cuando bajé y no lo ví, me entraron unos nervios, unos nervios...
Más abajo la casa de la Ratita. A oscuras. Hace tiempo que está desaparecida. El Fatiga y otro montan una bicicleta y hacen el ganso.
--¡Alpargata! --me llama.
--Ya no te lo dejo más aquí sino en la venta, y vas tú a buscarlo. No va el otro día y me pregunta si le puedo vender el calderito... que dónde lo compré, pregunt`´o. Vete a Caracas, le dije. Allí lo compré, junto con otro que tengo en casa...
--Vale, mañana te lo doy.
Mi padre durmiendo toda la tarde. No quiero pensar cómo será la noche.
Otro que se acerca a indagar es el tío de Juanito. Está como un ciclón.
--Ese golfo lleva dos días sin aparecer por casa. En cuanto lo coja lo reviento. Usted sabe algo, don Chito.
--Ni idea --miento.
Y este martes debuta Victor con la batuta. Vaya o no vaya, eso no me lo pierdo. Y Juanito, lo sé, recibirá el castigo con el honor del que ha cumplido con éxito. Si los prismáticos hablaran...

sábado, 19 de febrero de 2011

de par de mañana

--Vengo con Tony al Castillo, porque se nos acabó el foferno, y tengo que aguantarle las peroratas a Orlando... ¡Comunismo, comunismo! Que les den a los comunistas...
--Si cuando el golpe de Tejero, fueron todos a la montaña a quemar los papeles para que no supieran que eran comunistas.
--El más inteligente es Jesús, que se pone a leer el periódico y no le hace caso.
Seis de la mañana en El Castillo. El Fatiga con cara de pocos amigos. El relevo no llega.
Isla maravillosa. La luna ilumina una franja de nube que recorre el cielo de sur a norte. Los pájaros wagnerianos inundan con su orquesta la muralla. Hoy día con Chani en Icod. El Teide espléndido. Somos felices. Y buenas damas de todas las partes del mundo llaman al móvil. Meses en dique seco y ahora todas las mareas a la vez reclaman la quilla del barco. Hoy día 20. ¿Celebración del día de las letras? Hay que preguntárselo a nuestro Alberto Linares.
--Yo voto a un alcalde que arregle la alcantarilla, no a uno que me venga con cuentos.
Y en la última página del periódico local, no sale la isla Canaria. Algo está cambiando en las islas del oeste. ¿o será sólo un espejismo?

jueves, 17 de febrero de 2011

del diario del mago

inevitable diario, recuerdo ahora que mi hija pequeña decía que el hombre ideal para mi hermana era Ramón Herar Cuervo. No lo dudo, aunque me cueste imaginarlo como cuñado. El mejor pariente es un buen amigo, y pasar de amigo a cuñado no sé yo. Quizá hubiese mantenido y acrecentado el espíritu loable que una vez hace mucho tiempo ardió en esa mujer, hasta que el marido actual la apagó y la convirtió en una alfombra, nada mágica. O mejor dicho, en un felpudo. Sé que con Ramón el Cuervo no hubiese habido ningún añadido ominoso a los tiempos que corren. Lo más, rones en el Castillo, intentando tu escribidor quitarle a Ramón el aceite progre y flotillero que lo desmerece y penumbra sus méritos imitables. En fin, pudo haber sido. No fue.
Recuerdo también cuando elaboré un libro para los presuntos anarquistas de Gijón, del Aula Rúa. Le pedí a De Blas, un novelista negro artesano pero con su cosa,que hiciera algo sobre la película esa de las canciones que mantuvieron el ánimo de la posguerra. El tipo, famoso por su frase "no es difícil tener debajo a una mujer, lo complicado es quitártela de encima", lo cual explica que ahora no se le nombre ni en letra pequeña, me dijo que sí, pero luego se echó atrás. Su comunismo leninista no casaba con el anarquismo pretencioso de aquellos burguese metidos a revolucinarios de cartón piedra. Así que elaboré yo el trabajo. Fue un cuento en que defendí a mi padre frente a la célula de las Juventudes Comunista de la que formaba parte entonces, y que nos reuníamos en el Colegio José Antonio, de Santa Cruz. El único ejemplar que yo tenía se lo quedó la maltratadita. ¿Lo conservará?
¿Pondrá un día de estos mi otro amigo Anghel Morales "El cuervo de papel" en circulación? En fin, bastante tiene con lo suyo.
Hoy hablé con Javier Hernández. Eso te lo cuento otro día. Ahora me bajo al patio a seguir con "Horizontal Plus". Va caminando. (Tengo que recurrir a Orlando para aprender, ya de una vez, a usar el pendrái).

miércoles, 16 de febrero de 2011

otro sueño del mago

Como colofón de un rosario retorcido de acontecimiento inferno-fmiliares, su padre abandonaba la cama, se vestía de lagarterana y, con paso indeciso pero decidida voluntad, abría la puerta de la calle y se disponía a abandonar la casa. "YO ME VOY DE AQUÍ, YO ME VOY DE AQUÍ", clamaba y gemía. El Cuña, el desaparecedor de libros, se frotaba las manos. Ya se veía a menos distancia de apoderarse de la casa Usher. En una habitación, la Dama Limpiadora trocaba su codicia en amargura. Su llanto llovía sobre el cuerpo frío de su críanza.

--Chito, chito, llévame al wáter.
Eran las cuatro de la madrugada. Esta vez el mago se alegró de que su padre lo despertara.
Y ya no pudo dormir más. Su mediocre existencia --cuidar a su padre, lavar los platos, tender la ropa, barrer el patio y la cocina, regar las plantas... y escribir basuritas en el patio o en este blog-- no podía seguir adelante, frente a la tribu, si no cristianizaba su espíritu. Ya don Juan el indio yaqui no era suficiente.
Bajó al Castillo cuando dieron las seis y ya estaba abierto el bar, con Deivi junto a su primera ginebra y Orlando pidiéndole que le corrigiera las comas y las erratas de un nuevo poemario --ya iban ocho--, pero no estaba Juanito. Juanito no estaba. Se había escapado de la vigilancia de su tío y se encontraba en Santa Cruz, en la carretera de Los Campitos, a la altura de Las Llavitas, vigilando con unos prísmáticos, apuntando hacia abajo, uno de los chalés de los alemanes, sin querer saber que a esa hora la niñas chicas duermen y sueñan con amores lejanos. Quienes llegaron fueron El Fatiga, Iván y otros, que habían estado por Santa Cruz buscando otras niñas. Lástima, pensó. Hubiera querido contarle a Juanito cómo el Día de las Letras se había convertido, por obra y gracia de un burro del gremio político, en algo más que una componenda entre otras. Lástima, pensó. Y pidió a Pedro un café.

martes, 15 de febrero de 2011

una de la madrugada

Viento a favor en la navegación del Bosque de Tijuana, con los hermanos empuñando briosos los remos, uno a babor y otro a estribor.
Con el consejo y beneplácito entusiasta de Anghel, paso la gorra de Capitán a Víctor. Hará los reajustes convenientes y las derrotas serán aún más brillantes, estoy seguro. Más tarde, la presentación del Libro de Lizundia sobre José Rivero Vivas. Cinco minutos de oscuridad. Debían institucionalizar esos cinco minutos. Brillante oscuridad. Al pueblo volví con Pepe, y después de una penúltima en el Monterrey, a seguir trabajando, reescribiendo, "Horizontal Plus" (ahora se llama así). La novela "El cuervo de papel", con futuro prólogo o epílogo de Lizundia, en manos de Anghel, no admite arreglos. Es una novela sin mácula, sincera, con fuerza y arcano. Sé que Lizundia hará un prólogo (o epílogo) favorable, con viento a favor de la corriente.
Bueno, me voy al patio de abajo. Me espera la reescritura de la obra perdida. La crítica de mi amigo ya fue miel de palma en la reelaboración que perdí. Sigue siendo las velas arriadas del trabajo actual. Esa es mi virtud, saber rodearme de gente valiosa, cada cual a su manera.

lunes, 14 de febrero de 2011

otra página del diario del mago

Una vez un "alumno" me preguntó, cuando mi limitado númem conducía un curso de ficción narrativa, cómo se podía convertir una tragedia en una comedia. "Tu escribes la tragedia sobre esta mesa --le dije-- y cuando la termines, te pones debajo de la mesa (me puse debajo de la mesa) y la reescribes". No se puede estar de continuo debajo de la mesa, convirtiendo el drama --"tragedia" es palabra más seria-- en comedia, colocando una máscara liviana sobre una realidad adversa, supongo que para enfrentarla sin ponerse a llorar. La mezquindad de la tribu --en un incansable acoso y derribo, con el fin de no perder un territorio que no deseo defender, a pesar de consejos aliados-- obliga a ponerse serio. La dama de la limpieza justifica su esporádica colaboración en la historia agotándose con un compulsivo quehacer, enfermizo, donde el oprobio daría lugar a un gramo de piedad si no añadiera comentarios descalificadores cada vez que vuelvo la espalda. Añadiría un gramo de piedad, porque la veo convertida en la voluntad de su amo, sin alma que la sustente. El amo, por su parte, ser abyecto al que no le puedes sin peligro tampoco dar la espalda, con un desprecio hacia el oficio de uno que lo lleva, incluso celebrando sus logros, a robarme valiosas herramientas que mi economía, por ahora, no me permite reponer. El resto de la tribu es el guapo en la película de aquellos pobres seres de los que se permite burlarse. "La parada de los montruos", creo que se titulaba. Y el etalle definitivo del drama, el que pone la guinda de hiel, el que realmente obliga a sentarse otra vez en la silla y salir de debajo de la mesa, prudencia es no contarlo por ahora.
Y hoy, día de San Valentín. Otro templo más ocupado por los mercaderes. Mejor mañana, martes. primero en Tijuana, con José María el Rubio, seguramente, y más tarde en el Ateneo de La Laguna, con "José Rivero Vivas, un mundo literario rotundo". Por mi parte, creo que esta vez no hablaré de aceite de ricino ni de zanahorias estofadas. Dos episodios, uno ficticio y otro real, me evocan los primeros compases de este libro de José María Lizundia, como menos una obra magistral en teoría literaria.

sábado, 12 de febrero de 2011

Día de las Letras Canarias es una disculpa como otra cualquiera para montar tiendas de surtidos varios, tirar cohetes y poner en el púlpito a una gorda o gordo a quien tirar flores, aunque a veces merezcan tomates, si no huevos podridos. Hasta ahora, a lo poco que alcanza mi entendimiento, han homenajeado a dinosaurios dignos de sacrificados estudiosos que acuden a investigar sus huesos junto al arpa de Bécquer, o pomposas mediocridades con brillos que se apagan después de caer el telón de la fiesta. La propuesta de ahora de hacer brillar la obra de un científico, me parece si no genial, sí saludable. La ciencia, dijo Sábato, aporta una riqueza incalculable a las letras. Quizá, intuyo, eso no es lo que va a ocurrir si los necios literatos de ahora --casi todos los que se han puesto a cacarear en contra-- se salen con la suya. Por lo general, si yo fuese un tirano, a los parlamentarios los ponía a todos en la cola del paro, y si alguno merece calabozo a pan y agua, olvidemos sus debilidades y que sigan viviendo sin que estén esperando una avecilla que les cante al albor. Pero esta vez, estoy con la propuesta parlamentaria. Un científico, un físico... suena a agua fresca después de llover. Que se callen los necios, que no lo harán.

viernes, 11 de febrero de 2011

el marino que perdió la gracia de la música

--Ramón.La línea de sombra es una novela de Conrad, y como ahora estás marinero... Esa novela es la antípoda de Los viajes de Simbad, o sea, el estallido, el fuego de artillería literario (Simbad) frente al numen, el arcano, como decía Lizundia esta tarde en radio Tijuana, con José Rivero Vivas, y Anghel en la silla de proa. Lo que dijo Pepe de que el ser humano carece de importancia y juega a ser importante a los ojos de los demás, fue lo más auténtico esta tarde en Voces Isleñas. En cuanto a lo literario, Lizundia es una nahualt, un escritor al que hay que seguir los pasos, tragarse uno el orgullo y convertirse en discípulo. Dicen que es un facha, eso dicen algunos. Un facha es un progre, un facha descafeinado y vanidoso. Lizundia es un escritor, un hombre que ve más allá de la máscara, o va más allá de la máscara. Me ha hecho reflexionar sobre mis gustos, que se apartaban de Joyce, Thomas Man o José Rivero Vivas. Páginas brillantes que para llegar a ellas tienes que atravesar tortuosos y farragosos y latosos vericuetos lingüisticos musicales. Antes pensaba que no tenía oído para la música. Ahora pienso que no tengo oído porque huyo de la música. Son pocas las músicas que me han atraído, en las que he visto a Dios, pero cada vez son menos. Ni los Rolling ni Bob Marley ni Carlos Gardel ni Wagner. Bueno, con Wagner me está pasando lo mismo que con José Rivero Vivas. La obra de José Rivero Vivas me está despertando el interés porque Lizundia no engaña. En lo único que está equivocado: en apesadumbrarse cuando su memoria transita el bar de la ignominia. Fruto de ese episodio es un cuento suyo de los mejores, junto con uno de Berto, viarios de Marcelino y varios de Ramallo, que he leído en los últimos tiempos, cuentos auténticos... Y el interés por Wagner me lo ha despertado Victor Roncero (Víctor Hernández Roncero). Víctor también es un sabio, un hombre de conocimiento; aunque no es nahualt, su palabra hay que oírla. Ilumina... Bueno, viejo, que estoy gastando yo. Una pena que no juegue Kitoko. Si gana es un milagro. Cúrate del Virus y nos vemos...
--Me quiere decir ya lo que sabe dr Griselda? --se desesperó Juanito.
--¿Griselda!... ah sí, suspira por ti todas las mañanas y todos los mediosdías y todas las noches... y se baña, se friega los dientes y se viste pensando en ti...
--¿Y dónde está?
--Bueno, eso te lo diré si me dejas que te cuente lo que me pasó hoy...
--Buf... --supiró Juanito.

jueves, 10 de febrero de 2011

noche blanca

--De Lizundia no te digo nada porque me cae bien... pero el otro, ¿qué pasa con él? ¿se le escapan las eses? --dijo Chani a José Rivero Vivas, cuando salimos él, Marcelino y yo de la casa maldita a la calle San José, después de haber cantado "blanca y radiante va la novia", canción que interpretaron un par de actores (él de novio y ella de novia) en un circo ambulante aquí mismo, en la plazoleta, in illo tempore, cuando yo era niño y este era mi pueblo y esta era mi casa.
Los dejé a los tres. A mi padre le sentó bien la sardina, de las que le compré al Pollo esta mañana en la plaza de la iglesia.
Y mañana, me entero, a las seis de la tarde, en el programa de Anghel, Lizundia y Pepe. Eso no me lo pierdo, mientras Ramón navega por las líneas de sombra.
--Menos mal que Ramón defendió a los pibes --dijo Chani.
--El martes que lleven la guitarra, mejor en vivo --dije.
--Qué buena está esta sardina --dijo mi padre.
El moribundo goza de buena salud. No puedo decir que lo siento por mi hermana and cuñado. Que les den.

plagios (o segundas manos)

hablar puede matar

A tal hermana, tal marido

Se va el cuñado y llega el sobrino.

Si el león no ruge, llama a la zorra

quien ejerce de ladrón
se alumbra con carbón

Lengua de mujer falsa,
ya sé con quién cobija.

Quien va a Gaza a fardar
puede salir con pesar

La prima hermosa y la hermana asquerosa

A la que avaricia todo,
amásala con agua y no con harina

Ni mío es el trigo,
ni mía la cibera,
ni la moza adivina
ni la vieja ladina.

Primero fui yo puto que ella rufiana

Crítica la criticona
su falta en los demás

Cuando llega la persona ruin
pon tierra por medio,
aunque el programa sólo dure
menos de quince minutos.

miércoles, 9 de febrero de 2011

y 4

--¿Dónde estuviste?
--En casa Marcelino... está haciendo un palomar en la azotea, convirtiendo un cuarto allá arriba en refugio de palomas perdidas...
--¿Traíste los plátanos?
--No, pero todavía están verdes.
--Tú tráelos que aquí están más seguros.
La señora limpiadora ya está más tranquila. La tensión de la posesión se le ha aflojado, y de la cabeza se le ha bajado a no sé qué parte. Mejor, pero tú limpia (Victor, ¿cómo se dice ese parentesco en alemán, en femenino?)y no te molestes en sonreírme. Las cartas están sobre la mesa. El oprobio canario, como esa mentecata política de don Pepito y otros, arruinando lo que pudo haber sido y ya no será, porque hay panfletos y panfletos. Unos mueven a la acción y otros a la retirada. Los tuyos, Pepito, ya no mueven a nada. Esto me lo recordó la reciente entrada en el blog El Escobillón. Acertada reflexión, según mi materia sensitiva. En fin, conclutyo con esto de los autoinvitados. Ya se está alargado más de la cuenta. Olvidé mencionar a Javier, que pasó por la radio y luego se fue. Lo que me significó su etapa ya lo comenté más abajo. El que tenga interés que relea. Mi amigo Javier es un autor que ya cuenta en el reverdecer de las letras isleñas de ahora, donde lo bueno, poco a poco, está desplazando y haciendo estiércol de las batatas podridas. Su enemigo es la juventud. Su primera novela es la mejor de todas, y su riesgo es repetir fórmulas. En el libro de cuentos gira las turbinas y promete una renovación, a menos que los hallazgos los convierta en molde artesanal. Sufre, mamón. Es lo que hay que decirle a cualquier autor. Escribir es sufrir, decía Antonio Bermejo. Y Rubem Fonseca. ¿Hay que explicarlo? Esto lo digo porque Javier es un amigo, y el pensar de las canas es "no te duermas en los laureles, chaval". La táctica con el enemigo es otra. Adularlo hasta que se pudra o mate a Desdémona. Yago sabía estrategia. Y así le fue a Otelo.
--Cómo se puso aquel con los pobres pibes... ellos lo que quieren es presentar su disco y buscar apoyos --dice Chani--. Les voy a decir qu no vayan.
--Ya les advertí lo que había...
Demasiado jóvenes para entender que en estos tiempos la crítica en contra es más fructífera que la horripilante palmadita en la espalda. En fin, los chubascos ya están advertidos. Quien se mete en el Bosque se arriega a caer en la trampa de los astutos cazadores. Si no, que se lo pregunten al lobo. A Caperucita no se lo pregunten. Está ocupada limpiando al casa de la abuelita.

martes, 8 de febrero de 2011

autoinvitado (3)

Yo voy a hacer un programa
con Javier y con Charlín
y traeré de invitada
sin pensarlo a Julia Gil

canta nuestro Anghel, que a veces es celestial y a veces infernal... un anunciado programa que será un hito en la historia de la radio. Si mi hermana no le calienta las orejas a mi padre ese día, con su mezquindad y falsedad, no me perderé esa emisión. Con ron Matusalén, o con Marcelino bebiendo Carlos I.
La copla me recuerda que tengo que hablar de Javier, que es un capítulo importante, no ya en la literatura canalla de nuestras islas y parte del extranjero, sino en nustra Tijuana, que hoy sonó con la música mal grabada de Chubasco en el Ghetto y la resaca del penúltimo de los quince minutos.
Mi hermana, comiéndole las orejas a mi padre:
--Ese lo que tiene que hacer es ir a beber ron con los amigos.
Me encorajinó y le canté las cuarenta. No le dije lo que diría del hijo o del marido si los tuviera entre ceja y ceja como me tiene a mí. En fin, hermana se dice de la que salió por el mismo agujero que uno, pero hermandad es otra cosa, y cada cual tendrá lo que merece, como los pueblos con sus gobernantes.
A pesar de que no quedamos contentos con el repertorio de hoy, una oyente especial me manda un sms al móvil:
"Aupa, buen programa".
Bueno, creo que así como el odio crea bebedores de ron, el amor ve jardines donde hay sólo matorrales. Ya me enteraré de la crítica, más objetiva, de los oyentes Marcelino y Chani, mientras Antonio Curbelo recibe los mensajes de medio mundo hablando de nosotros. Ya nos dirá también. Y lo dicho, me falta para terminar este cuento, hablar de Javier Hernández, y de camino de otros que se embarcaron y ya no están. Mientras, el Faro nos ilumina. Chica guapa la farera.

los autoinvitados (cáp. 2)

En la etapa de soledad, ídeé el programa como una obra de teatro hablado, con un guión esquemático y abierto a la improvisación. El personaje inventado lo retrató bien Antonio Curbelo: un individuo que vive encerrado en una cueva, aullando contra el mundo, que no se comunica con nadie durante el resto de la semana, y sólo los martes sale de la cueva para acudir a la emisora. Un actor que se repite, no es raro que termine comiéndose a su propio machango y lo que fue valioso (si lo fue) acabe en una pantomima indecente. Fue así como ideé renovar la cita de los martes, pasando mi voz a un segundo o tercer plano y rodeandome de gente valiosa, a mi entender con inteligencia, vitalidad y sensiblemente apreciada. Fue así como llegaron Ramón Herar, Jose María Lizundia, Victor Roncero y Juan Royo. Charlín, aunque es persona que aprecio, se autoinvitó, y por lo que veo, para insistir en lo mismo una y otra vez en que se autoinvitaba. Un decir de lo mismo que no iba más allá de son mis gustos y punto. No dados a componendas, Victor y Lizundia le sacaban juego a esa actuación estrechamente circular. Los hermanos eran la pasión. El otro cruce de líneas (Ramón-Juan) la moderada templanza. Cuando Juan se fue, por razones tristes, su silla, en juego con la de Ramón, quedó ocupada a veces por gente que merecía sustuirlo y otras que no. (Marcelino ocupó con autoridad la silla de Juan, pero el oyente prefirió seguir en el otro lado de la onda.) Ultimamente sufrimos la llegada de una autoinvitada, que apareció a la media hora de comenzar y quiso monopolizar el diálogo, cosa que los tripulantes apasionados no permitieron. Como tampoco a Charlín, esta vez de una manera más tajante. A mí el suceso del último programa no me ha molestado lo más mínimo. La obra puede durar una hora o quince minutos. Pero el toque de atención de Anghel, amigo a quien aprecio y admiro, no puede caer en saco roto. La voz de Anghel no es la voz de cualquiera. A él le debo mucho, más de lo que él cree. Si seguir haciendo La Puerta, supone la incomodidad de Anghel, lo más prudente será decirle a Neruda que no, que ya no puede pasar porque ya no hay puerta por la que entrar. Supongo que esta tarde aclararemos lo que hay. Lo martes han sido para mí un relax, un descanso de guerras que valen la pena y otras que no se las regalo ni a un enemigo. Ha sido un encontrarme con amigos con los que me siento bien y animicamente colmado, a pesar de alguna que otra disputa. Creo que no tengo más que decir. Hasta la tarde a las 18.00 horas en Radio Unión Tenerife.

lunes, 7 de febrero de 2011

los autoinvitados, cáp. 1

La fama, buena y mala, que está adquiriendo ahora la puerta (de dos millones de oyentes hemos pasado a diez mil millones), me hace reflexionar sobre Tijuana (Radio Unión Tenerife y la radio en general). En la infancia, oía los cuentos de la una en casa de las Chamelonas. Me encantaba la voz del que leía. Te metía en el cuento y al día siguiente te tenía clavado otra vez a la una en aquella cocina, con moscas, de la calle... Recuerdo, ya en la juventud, otros cuentos, estos de terror. especialmente "la mano del mono". Más tarde la llegada de la televisión me despertó el ingenio, e hice creer a mi madre que apagaba el televisor de la sala (casa del barrio de Salamanca) cuando en realidad lo dejaba encendido. Una Thompson con una llave que permitía o impedía el encendido de la pantalla. Gracias a mi ingenio (siempre lo he tenido elevado para las cosas prohibidas) pude ver La sexta dimensión, Historias para no dormir, El fugitivo, ¿Es usted el asesino?, Silencio, se rueda... Otras series (Reina por un día, Escala en Hi-Fi, Dibujos animados...) las echaban por las tardes, y esas sí podía verlas sin ponerme debajo de la mesa y el televisor en voz baja. En fin, de nuevo recuperé el gusto por la radio ya hecho un hombre, aunque más cambado que derecho, en Asturias. Recuerdo especialmente, con devoción, un programa de Agustín García Calvo en Radio 3. Y luego El loco de la colina. Nunca imaginé que hiciera yo mismo un programa de radio. Candido Hernández y Antonio Curbelo me dieron esa oportunidad. La aproveché. La Puerta ha tenido varias etapas. La primera con Cándido, en la que él ejercía de hermano serio de los Calatrava y yo del otro. Una segunda etapa yo solo, despotricando contra las leyes y los grupos de mamones poéticos y las editoriales que publican subvencionadas o autopagadas mediocridades... y contra mí mismo.

domingo, 6 de febrero de 2011

noticias locales (a Campanilla)

Echando de menos coplas
del herreño mojigato
en este año del Gato
el que no suspira sopla

y trato con quien me trato
si ayuda a fregar la losa.
Tú mereces una rosa
y San Andrés un buen trato.

Que lejos esté el pajarraco
que no considera y respeta
como Charlín con sus tretas
enfrentado con el Gato

que o maúlla o araña
pues fue Fuego su año
y con fuego de tal tamaño
Lizundia no aguanta sañas.

Javier Hernández Velásquez
cogióle miedo, y andana
llamóse y huyó con su badana
de la city de Tijuana.

Marichal en cambio dijo
que realmente es nahualt.
Y si lo dice Marichal,
que vivan las niñas del Toscal.

De Griselda contaría
si bien supiese este rapsoda
qué de sus cabellos poda
una niña en Amoría.

Y Mañana si Dios quiere,
con la venia de Anghel y Curbelo,
con Rafa tras misteriosos velos,
en Tijuana tú nos tienes.

sábado, 5 de febrero de 2011

sueño del mago

--Cuando yo muera, quitas las plantas de la azotea --dijo su madre.
--Cuando ustedes mueran --su padre también estaba presente-- lo que harán es echarme de aquí.
--Tú eres mi hijo. No pueden hacerte eso --sollozó la madre.
Recordó que la maltratadita, oyendo in illo tempore a la tribu, dedujo que al mago lo habían encontrado en un barranco.
El sueño continuó con unos del pueblo que le pidieron ayuda para hacer unas obras en las montañas del Cercado. Les prestó unas herramientas y volvió a esta casa, donde está este ordenador de complicada historia.
Su hermana estaba llenando la sala de muebles y otros enseres con los que repoblar la casa.
--Vete quitando lo tuyo para hacer sitio a lo mío --dijo.
--Mamá sigue viva --afirmó el mago, mientras la hermana estaba metiendo ropa sucia en la lavadora.
--Tú capacidad mental está aún más deteriorada. No tengo tiempo para tonterías. Vete recogiendo tus cosas.
--No me empujes. Esta todavía no es tu casa.
Recordó que había dejado la bolsa con herramientas en la furgoneta de los paisanos que iban a la montaña. Con más de lo que necesitaban. Corrió, viendo que la furgoneta aún estaba parada en la calle San José punta arriba, con el motor en ralentí.
--Ven con nosotros. Pasaremos un día estupendo.
--¡Chito! --oyó que lo llamaba su padre.
--Lo siento. Mi padre me llama.

Y realmente lo estaba llamando, para calentar un caldo. Le costó despertar. El padre sí estaba bien despierto, y tenía hambre.
--Son las seis de la tarde --dijo el viejo, mirando el despertador--. Mucho hemos dormido.
No era esa hora, sino las 11.00 de la mañana. El despertador se había detenido.
Juanito tocó a la puerta. El mago le contó la noche en torno a El camarote de la memoria: Anghel preocupado por el programa de los quince minutos. "Perjudica la publicidad", decía. Esta vez no oía a su admirado Marcelino, quien defendía que programas así mantienen viva la radio. En fin, el sancho Anghel se había convertido en el quijote Morales, viendo dulcineas donde había viejas putas y gigantes donde molinos de viento. El mago le contó a Juanito el discurso de Pacheco, la dedicatoria de Marcelino a la dama del clavel, el encuentro con Rafa en la Casa Azul, y etc. A Juanito no le gustó que el mago le dijese a Lizundia que él era un invento literario.
--Yo existo. Soy de carne y hueso.
--Lo hice por ti, por tu futuro. A un secreta le conviene hacer creer que no existe.
--Mucha lengua tienes tú. Lo que me falta ahora es que me llamen Juanito el Inventado.
--Griselda.
--No cambies de conversación. Ya conozco tus trucos.
--Se llama Griselda.
--¿Quién se llama Griselda?
--Tu amada.
Su cara cambió cuando oyó nombrar a la amada.

Y la tribu haciendo cábalas. Si supiera la tribu. Algún día sabrá dónde está el auténtico beneficio. Por lo pronto, coger la puerta y salir pitando, desbandada lizundiana. El bar de la ignominia es hormiga al lado de la casa de la ignominia: un señor buitre.

--Mereces que tu cuñado se quede con todo --había dicho Anghel, pero esto no se lo contó a Juanito, ansioso pa que le hablara de Griselda.
--Espera. Tengo que calentar el caldo.

viernes, 4 de febrero de 2011

el encanto de la hipocresía

El padre le pidió un gran favor al mago: que no le tirase una piedra al villano del pueblo si lo veía entrar, ni le diese un machetazo en medio del pasillo, ni --más mujeril, es decir, más inteligente-- le pusiese veneno en el vino, sino al contrario, que le diese chance, conversación y buenos modales. Para evitar tentaciones, el mago esnifó el veneno --está bacunado, y vacunado--, la piedra la convirtió en escultura en un rincón de la sala y la tituló... bueno, todavía está buscando el título. El machete lo puso en una pared, con marco alrededor, y tituló a la obra maestra "Esto no es un machete". Fue así cómo descubrió las ventajas y los encantos del elevado arte de la hipocresía, frente a los contratiempos e indeseables consecuencias de la baja artesanía criminal. Por lo pronto, parece que podrá acudir esta noche al Ateneo a reencontrarse con El camarote de la memoria. Pero debe estar de vuelta en San Andrés ante de la doce de la noche. Los motivos ya los conoces, Juanito.

miércoles, 2 de febrero de 2011

quince minutos

--¿Cómo vas a arreglar la puerta? --preguntó Anghel.
--¿Qué puerta?
El mago tiene llave de cuatro puertas y un candado. Todas tienen problemas interiores pero pueden seguir viviendo y existiendo como están.
--¿La Puerta? ¡El programa! O es que no te acuerdas cómo se llama el programa.
-- Ah sí --dijo el mago--. Eso se arregla solo.
El mago estaba maravillado con Iván, el hijo de Anghel. En quince segundos arregló este ordenador, en quince segundos deshizo el desaguisado que armó en este aparato el cuñado. Hubiera sido un milagro que también hubiese arreglado mi error en el portatil, uno que compré en Saturno por menos de tres billetes de cien euros. Quince días trabajando la novela del antiprólogo de Lizundia. Quince días oyendo en mi cabeza la crítica de mi amigo, acertada, y convocando el espíritu de Malcolm Lowry para que la novelita tuviera una solidez, una fuerza, un flexibilidad, un brillo, que la hiciera digna de imprenta y obligara a Lizundia a replantear el prólogo. Quince días dejando aquello con más atmósfera (ozono, oxigeno y vapor de agua, sobre todo) quince días elevándola, trabajándola, describiendo Gijón con el arte descriptivo que estoy aprediendo de Ramón Herar, con la afinidad electiva del idioma de Víctor en Tijuana, con la ironía aparentemente despreocupada de Anghel... Quince días y aprieta el puto mago una tecla y el archivo se queda en blanco, vacío. Y esta vez el cuñado no tiene la culpa. En fin, lo trabajado está en su cabeza. Procuraré que me lo cuente y recomponer lo perdido.
Sobre los quince minutos de la última Puerta, la reciente balacera en Tijuana, ya he tenido noticias. No pude oírla pero me la contaron. Mis intuiciones quedaron reafirmadas. Tomo partido. Charlín se comportó como un resentido. La literatura es todo. Y Lizundia es un nagualt literario. Eso lo descubrí hace tiempo. Lo más que lamenté del episodio del bar de la ignominia, aunque dio lugar a un cuento del oeste en Canary hoy, fue que los hermanos desertaran de Tijuana. El barco quedó a merced de un chuparse la polla ingrato y navegando por una calma aceitosa. Por fortuna los hermanos Víctor and Lizundia regresaron. La nave va. No le cierro la puerta al marino gallego, pero lo que lamento ahora es la filosofía del oyente Marcelino, cuya idea es pensar que es preferible ser marino en tierra. Marino en tierra era aquel de El marinero que perdió la gracia en el mar, y ya sabes cómo terminó.
--Bonita casa va a tener tu cuñado --dijo Anghel.
Juanito tuvo que sujetar la mano del mago. Juanito con la oreja puesta oía a los contertulios bajando por las calles de un nostágico San Andrés: Pepe, Anghel, Iván y el mago, y Juanito detrás, rumbo Plazoleta-Monterrey.