domingo, 20 de febrero de 2011

día tranquilo en el pueblo ciudadano

tocan a la puerta. Es julita, la hermana de Francisca. Ya es de noche. Pronto cerrará la venta, de donde fluye la única luz en la oscuridad del entorno por fuera de la casa. Esta vez no baja Pepe por la calle San José hacia La Torre, por donde dobla hacia la calle La Cruz, donde vive y desde donde todas las mañanas, como un campeón, con frío o calor, acude a la playa y se da un baño de diez minutos, y luego regresa y entra en el pueblo, por la parte del castillo, con un bañador más grande que él. Más grande en tamaño. En espíritu no creo que haya quien lo supere en este pueblo. Ayer se contentaba con el comentario de Agustín Enrique en La Opinión sobre el libro a su obra dedicado, y se quejaba de que no hubiese salido nada en El Perseguidor. En fin, Julita preguntó si yo había recogido el calderito con el caldo que de vez en cuando le hace a mi padre. Si, lo había recogido, a las cuatro de la tarde de ayer. Ella lo había dejado en el chaplón de la puerta, por fuera.
--Ya no te lo dejo más aquí, porque Domitila está enamorada de ese caldero... y ayer cuando bajé y no lo ví, me entraron unos nervios, unos nervios...
Más abajo la casa de la Ratita. A oscuras. Hace tiempo que está desaparecida. El Fatiga y otro montan una bicicleta y hacen el ganso.
--¡Alpargata! --me llama.
--Ya no te lo dejo más aquí sino en la venta, y vas tú a buscarlo. No va el otro día y me pregunta si le puedo vender el calderito... que dónde lo compré, pregunt`´o. Vete a Caracas, le dije. Allí lo compré, junto con otro que tengo en casa...
--Vale, mañana te lo doy.
Mi padre durmiendo toda la tarde. No quiero pensar cómo será la noche.
Otro que se acerca a indagar es el tío de Juanito. Está como un ciclón.
--Ese golfo lleva dos días sin aparecer por casa. En cuanto lo coja lo reviento. Usted sabe algo, don Chito.
--Ni idea --miento.
Y este martes debuta Victor con la batuta. Vaya o no vaya, eso no me lo pierdo. Y Juanito, lo sé, recibirá el castigo con el honor del que ha cumplido con éxito. Si los prismáticos hablaran...

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