martes, 31 de agosto de 2010

Tripulación

No sé dónde está la tripulación... imagino que emborrachándose en un cafetín del puerto... la muerte de los poetas hay que celebrarla... no muere un poeta todos los días... son pocos los poetas, los cuentas con los dedos de una mano y que te corten dedos sobrantes... El hombre recuerda a su ancestro, el animal animal carroñero, y como es hombre, y tiene uso de razón, la carroña es adobada con elegantes menestras... los cocineros saben...
Yo voy a la radio solo... hacía siglos que no sabía lo que era estar solo solo ante el peligro... bueno, solo no, estaba Antonio Curbelo... Puso a Janis Joplin... me recordó una poeta de verdad, mi primera novia... cantaba como Janis Joplin... Nunca amé a una mujer como la amé a ella en una cueva de la Montaña Roja, en el Médano del futuro puerto antisebadales... Y luego la traicioné... "El me abondonó una triste mañana / con los bolsillos llenos de blues / enredado en negocios callejeros /..." Escribió, y luego se retiró de la poesía... es curioso, llevo ya años de vuelta a la isla y aún no la he visto... la han visto amigos y amigas, pero yo no... Algún día leeré algo de ella en la radio, con tripulantes o sin tripulantes... Que se emborrachen en el cafetín del puerto... Siempre tendré algo que decir... con Janis Joplin, y Jimix Hendrix, y el Almuerzo desnudo, los fundamentos de la independencia canaria en eso tiempos... ya no volverán, pues que se queden ahí... Y después de la radio otra vez Cajonera City... Orlando en el Monterrey...
--Era un elitista... ¿sabes cuándo va a ser la misa?
--Sí, hombre... el sábado... Ahora sólo falta que te mueras tú, festín al completo...
Y al lado de Orlando, un tal Víctor (no el mío, el Roncero de la radio, sino otro más falso)... cuenta su amistad con mi hermana, mi cuñado, las vendimias en la Orotava... le sigo la corriente, falso entre el falso... discreto encanto de la hipocresía... oh, dueña del mundo...

lunes, 30 de agosto de 2010

viento a favor

Sádico diario, en primer lugar decirte que X*** me devolvió los 200 euros. Es bueno comprobar que el chiste del padre y el niño tiene su fallos. "Tírate de la silla que yo te cojo", dice el padre. "No, no me vas a coger", dice el niño. "No digas eso que soy tu padre. Y si no confías en tu padre...", dijo el padre. y el niño se tiró, y el padre se apartó y cayó al suelo y se hizo daño, no sé si grave o leve. "Esto, para que no te fíes ni de tu padre". Por ejemplo confiar que estás con una gente, en igualdad de condiciones, haciendo un programa, y luego te enteras que... en fin, confianza restablecida.
Y a perro flaco todo son pulgas, pero cuando un problema se soluciona, todos los demás en cadena también. Ni siquiera me acordaba ya de que una novela mía, El bufón bocacosida --antes llamada El tonto, título que no le gustó a mi entonces amigo Ignacio Gaspar-- estaba en una editorial de esas que llaman fuerte. En un principio recibí una nota de que la novelita estaba en estudio, supongo que en mano de los lectores de la editorial, pero pasó el tiempo y supuse que el examen final fue suspenso. Pero no, al parecer no. No es que la nota sea alta, a juzgar por la fecha de publicación que me proponen (mejor es no decirla). En fin, creía perdida esa novela, que trata sobre aventuras, ciertas pero noveladas, de los poetas realistas de Gijón, con Roger Wolfe como protagonista, llamado Gordon en la novela. Aventuras en las noches de Gijón, con Semana Negra y Festival de Cine incluidos, y algunas actrices y directoras de películas... En fin, tenía buen recuerdo de esa novela pero ya la consideraba perdida: en el disco duro del portatil que cambié a Famara por el ordenador fijo que le compró el padre. Espero que esté todavía en ese disco duro. Porque el portátil ya se murió. Ahora mi sobrina tiene, en La Palma, un apple de 900 euros. Que no les mande una copia por internet, a la editorial, es un handicap pero solucionable. Picarán ellos la novela. Pero antes me van a mandar un propuesta de correcciones y cambios en algunos capítulos. En fin, El bufón no es Bajo el Volcán, una novela de relojería. Seguramente alguno de esos cambios mejorarán el original... La copia que conservo es un primer borrador, de quinientas páginas. La copia que ellos tienen, tendrá unas doscientas páginas.
Ahora, mientras tanto, a golpe de alfiler, corrigo el informe. E ideo otra novela, con cuatro episodios relevantes: la muerte del el Consul Firmin en la barranca, un cádaver sin nombre encontrado recientemente en Santa Cruz, unas bragas en la "nómina" de una concejal del Ayuntamiento, y la muerte de un poeta en La Punta... Una novela ya auténticamente negra. Y en medio, la radio. Sigue la radio, ya no sé con qué tripulantes. Espero que el viento sople de proa.

escritura automática

silencio mental, emocional y social... Entonces comienzan a nacer las alas. Y la grave pesadez humana, la hipocresía de las cacatúas, el llanto acebollado de las caras tristes, etc., va decreciendo, desapareciendo y dejando la página en blanco. Así debe ser. Pero lo que debe ser no es. He aquí la paradoja.

sábado, 28 de agosto de 2010

sin título

Dar tu confianza a quien te traiciona,
prestar tu dinero a quien no te lo devuelve,
invitar a un trago a quien te lo escupe en la cara,
permitir que hablen de ti cuando en realidad
están hablando de ellos mismos,
ser atacado por un cobarde con la lengua
grande y el corazón diminuto...
¿No has hecho tú lo mismo, en el pasado
o en el presente? Aprende la lección
y recuerda tus traiciones, tus deudas,
el borboteo imfame de tu boca,
recuerda y no tires más piedras
sobre el otro pecador, tu semejante.

viernes, 27 de agosto de 2010

días sin más en Cajonera City

--Todos los beneficios los quieren pa ellos --se le escapa a mi padre.
Sí, no cabe duda. Desconocedores de que la avaricia rompe el saco (tal vez no lo rompa) y que el exceso de beneficios precipita a cualquiera por los abismos del maleficio. Tal vez no. Tal vez disfruten de todos los beneficios comiendo perdices todas las noches hasta el final de los tiempos.
En otro orden de sucesos, la oyente de la playa marchó de vacaciones al Sur, y Trini no coge el teléfono, y la cubana insiste en que no hablemos de lo que me importa realmente hasta que no venga a Tenerife o vaya yo a Las Palmas. Una buena incitación para salir un rato de esta isla y desconectar, como bien ha hecho Anghel. A resguardo del ruido del mundo.
Ramón, otro que está ahora desconectado. La última vez que lo vi, en el pueblo, traía unas fotos manipuladas con textos para una exposición de pintores que escriben o escritores que pintan. La madama del burdel no ha tenido a bien invitarme. No se preocupe, no me convertiré en el hada 13 de la belladurmiente, aunque en este caso sería la pendeja durmiente. Con sus escritores que pintan se lo coma, y sardinitas frescas. De cualquier manera, el trabajo de Ramón estaba bastante bien, y junto con las fotos de Quico, la Lunula tendrá buenas imágenes procedentes de esta isla, y también buenos textos. La colaboración canaria en la revista ya es tradición, pero no conviene abusar de la generosidad de Sibisse, que es quien ahora dirige esa cosa.
En fin, ayer primer día de playa. Me sentó bien, y por la noche hubo diálogo en la cumbre, en El Castillo. Escrito en el aire especialmente para el informe, que ahora rescato, la copia en papel, y lo primero que veo es lo que hay que quitar. Celine decía que de cada 600 folios que escribía, sólo salvaba unos 8o.
A falta de inteligentes mujeres con las que tratar, refresco las tardes con el corrector, mi nuevo amigo. No le digo que el cura se escondió bajo las piedras, y que otro cliente dijo que no tenía dinero. Y yo prestándole 200 euros a ... Espero que haya seriedad en la devolución, si no, un digerido cambio de vida, un viaje a Las Palmas que todas las noches medito, va a quedar temblando en las sombras nebulosas.
Anoche soñé con el doctor de la bronca. Hablábamos de ello sin encono, con tranquilidad, y terminamos yendo a comer al Túnel, buena comida, sabrosa, pero mi padre no me dejó ni probar dos bocados. Me despertó para arreglar unas sardinas que había comprado por la mañana. No me fío de los sueños. Hay fases de la luna en los que, en el sueño, domina más el deseo que la parábola clarificadora de la vida en al vigilia. Ya me sucedió enotros tiempos. Soñaba lo contrario de lo que realmente era la determinada situación.

miércoles, 25 de agosto de 2010

el corrector

"La profundidad o dificultad de la corrección de estilo depende, naturalmente, de la forma de escribir del autor o del traductor. Si este es pulcro y conoce bien la herramienta que maneja (el lenguaje), la labor del corrector de estilo se aligera notablemente. Sin embargo, no es este el caso más general, y aun habría que decir meridianamente que sucede lo contrario: los escritores españoles, especialmente los técnicos y científicos, suelen escribir mal (a veces muy mal) y, por consiguiente, sus originales exigen un trabajo profundo para dejarlo en forma de ser leído por su destinatario sin rechazo.
La labor de corrector de estilo debe encomendarse a persona responsable y con experiencia en este tipo de trabajos. Debe tener el corrector una sólida formación literaria y gramatical y conocer los problemas que más a menudo presenta el lenguaje. A él corresponde la tarea nada fácil de unificar criterios en cuanto a grafía, acentos y otros extremos."

Esto en el Manual de estilo de la lengua española, de José Martínez Sousa (Ediciones Trea), que uso ahora con mi "alumno" a quien llamo el corrector, un chico del pueblo que ha decidido aprender el oficio y ya sabe más que yo. La función hace al órgano, y el oficio de corrector ya lo tenía yo arrinconado. Es gratificante cuando en la obra que se tiene entre manos hay sabor y sabiduría. Eso me ocurrió con la editorial Júcar. Más tarde, en el periódico, el trabajo de corrector era tremendamente empobrecedor. En aquel periódico, artículistas que valieran la pena había pocos, y corregir esquelas y anuncios breves, tiene su gracia los primeros días. Más grato era la crítica y reseña de libros. Hacía dos o tres a la semana y firmaba con nombres distintos. Era el modo que empleaba el responsable de las páginas culturales, llegué a enterarme, para hacer ver al director del periódico que disponía de variedad de redactores. Aparte deso, el periódico recibía paquetes de libros de muchas editoriales. Libros que valían la pena. Yo escogía, en cada visita al almacén, tres o cuatro títulos distintos para hacer la crítica de uno. A veces me animan tentaciones de rescatar aquellas críticas, pero eso ya es labor de chino. Siempre he sido poco cuidadoso con mis propias cosas.
Espero que el aprendiz no se quede con los libros de estilo que le estoy prestando. Uno de Ramón Sol lo tengo escondido y no se lo presto. Ese es básico. Una carta clave en la baraja...

Agosto pasa con más pena que gloria. Dejar pendientes asignaturas para septiembre, jode la despreocupación que pide el verano. Tenía que haber cogido vacaciones, pero no, no las cogí. Lo hecho hecho está. Ninguna forma hay de echarlo. El barco naufragó en la bahía de la Encerrona, y allí no había ningún tesoro. Sólo cangrejos incomestibles. Ayer habrán creído que estaba la tripulación casi al completo, Pues no. Dejé la sala de máquinas con Curbelo y a hablar otra vez, con uno del bar, de los pijos que van a Mali o por mar a la franja de Gaza. Curbelo no estaba de acuerdo con la opinión del otro. Yo no estaba con ninguna opinión. De lo que no se sabe no se puede hablar. Ríos de tinta y a la larga... nada. Dejarlo anotado en el cuaderno de Bitácoras y ya hemos cumplido.
Me despedí de Antonio Curbelo, y crucé el puente, y la plaza militar, y las vías del tranvía, y en la calle ex 18 de Julio, en la desembocadura a la plaza Weyler, vi al poeta Orlando. Portaba el libro Llorad las damas.
--Te estoy corrigiendo el libro... y luego te explico por qué cada corrección...
Más tarde, en el Monterrey, con la Rosa del Líbano y otras compañías, vi las correcciones. Unas eran pijadas de Orlando, ganas de gastar tinta... pero había otra en que la poda de un poema lo elevaba a la altura. Imagínate un pájaro posado, con una pata encadenada a una piedra. Le quitas la cadena y... mmm... da gusto verlo volar. Enseguida, cuando llegué a casa, en el único ejemplar que me queda, anoté las supreciones de mi amigo y sin embargo colega. Es lo que llamo "la cernidera del pueblo". O del ciudadano, si prefieren, del ciudadano Orlando esta vez.

lunes, 23 de agosto de 2010

Mussolini arrepentido

El relato del mussolini arrepentido no tiene desperdicios. Mira que trabajé en un periódico, y sé cómo se manipula una noticia, hasta presentarla como algo que no tiene nada que ver con la realidad. Pero lo del mussolini arrepentido se lleva la palma. En ningún momento dije al godo que se marchara de aquí. Una, porque no me nace, y otra porque por mí que esté donde le dé la gana. Aquí, en Estambul o en las Termópilas. Me da lo mismo. Fue el godo, primero el godo canario, tan asimilado al godismo que pronuncia como ellos, el que me sugirió (sugerir, es el verbo que emplea el mussolini arrepentido) que si yo no era español, que rompiera el DNI y cogiera un barco y me largara. No es la primera vez que me lo dicen. Cuando militaba en las Juventudes Comunistas (españolas), una tarde en el parque García Sanabria se acercó un fascista de Franco y me sugirió que si no me gustaba el régimen, lo que tenía que hacer era largarme de aquí e irme a Rusia. Le sugerí que el régimen estaba moribundo y que tuviera cuidado, no fuera él el que tuviera que largarse de aquí, no sé si a Rusia o a EE.UU. Me dejó tranquilo. Formaba parte de un grupo Fascista donde también militaba uno que no recuerdo su nombre. Era el jefe de todos ellos. Fue uno que tuvo una pelea con Raimundo en el patio del instituto Andrés Bello (el lingüista canario afincado en Venezuela), y yo me metí por medio, y el nota quiso darme una morretada y me libré por poco. Cosa curiosa es que este hombre me tomó una simpatía exagerada, y cada vez que me veía, me advertía de los peligros que corría y que no fuera a tal o cual sitio. A mí me importaba un carajo que fuera fascista o monárquico, me caía bien ese tipo y tomaba cervezas y otras sustancias con él, y nunca me sugirió que rompiera el carnet de las Juventudes. Esas las dejé yo motu propriu. Peor que los fascistas. Estos tenían una sola palabra. Los comunistas de Carrillo tenían varias y todas torcidas, enrevesadas, falseadoras de la realidad. Más tarde, los libros de Gómez Fouz, que fue campeón de Europa de boxeo (del que fui corrector), me convencieron de que Carrillo era un pajarraco. En fin, otra vez que tuve relación con los fascista, fue una noche en Oviedo. Roger Wolfe me llevó a un pub donde todos eran fascistas. Portaban pistolas, y navajas y puñales. Qué buen actor era el poeta discípulo de Bukowski. Esa noche fue más fascista que todos los auténticos fascios. Nos llevaron, invitados, a una casa de uno dellos. El arsenal de armas era tremendo, entre cruces gamadas y fotos de Hitler y de Franco iluminando las paredes, y nos enseñaban las fotografías de depravaciones sexuales que habían organizado allí mismo, daban un poquito de asco, la verdad. El caso es que en un momento dado, no sé por qué, los notas se mosquiaron con Roger. "Este no es trigo limpio", me dijeron cuando el poeta había ido al wáter. "Lo vamos a degollar aquí mismo, ya verás", dijo uno, y sacó una navaja que no sé si era de Albacete. No sé cómo me las compuse, pero los convencí de que sí era trigo limpio, y al final de la noche salimos de allí sanos y salvos.

Bueno, esto porque esta noche, el oyente Marcelino vino por el pueblo. Y la verdad, con su estancia de unas cuantas horas, Cajonera City se animó, y me contó que había visto a Roger ayer en La 2, que lo entrevistaron, y frente a la luna llena nos encontramos con José Rivero Vivas, que volvió a insistir que si mañana martes iba a ver al leguleyo...
--No le parto la boca porque...
--... porque mide un metro más que tú --dijo José, y como ya no bebe guisqui, se fue a dar un paseo por el malecón frente a los petroleros iluminados... y antes, por la tarde, mi hermana (que compró kilo y medio de pescado al Fatigas) y mi cuñado (que cumplió años el pasado sábado) vinieron también al pueblo, y contaron sus aventuras en Napoles, ciudad sin policías, y la historia de San Nicolás de Bari después de muerto... Y... y mañana radio, me temo que solo ante el peligro, y no soy Gary Cooper, ni de lejos.
Pero me acordaré de mi hija Atteneri, que me llamó ayer desde Inglaterra y me recordó que mañana es el cumpleaños de su abuelo, sí, jus sanguinis, su abuelo... Una llamada en el día que hubiese cumplido año mi mujer...
Otra cosa es un barco llamado El Bucanero. Suerte mañana en el Sur, amigo, tanto para comprarlo como no comprarlo....
Homo sum: humani nihil a me alienum puto.

domingo, 22 de agosto de 2010

primer día de la tregua

Eso sí lo podía contar. Le conté a mi amigo el corrector la película en blanco y negro que vi el otro día en la tele del Monterrey.
--Recuerdo que el norte de Francia --es un pesado con el norte de Francia, un tema recurrente, porque estuvo allí unos cuantos años, y cuenta sus experiencias del norte de Francia como antiguamente muchos contaban su belicosa mili, cosa que nunca soporté, y eso que yo mismo tengo en la memoria intrahistórica cuentos sobre la mili, en los que fui protagonista, que no están mal. Uno podría titularse "Ziento Zezenta y Zeih", y Otro "Arbol nevado y soldados durmientes"-- a los podadores de manzana le pagaban una barbaridad. El corrector de contenidos, no sólo de estilo, es lo que hace, y no sólo el trabajo de podar... a veces también tiene que convertirse en reescribidor, que es lo que me ha pasado con el cura...
--¿Qué cura?
--¡Te hablé del cura un montón de veces y ahora preguntas qué cura?
--Ah, sí, ya recuerdo... ¿qué te pasó?
--Se llevó el pendrái, se llevó el trabajo y ahora no me coge el móvil... Trabajo no cobrado, y fue exhaustivo, la segunda parte no sólo podar sino añadir injertos nuevos... Oye, me tienes que explicar otra vez lo de la coma después de la "y"... yo creo que si hay incisio, tiene que haberla...
--Muchos la ponen... si te gusta más déjalas...
De lo menos que tengo ganas es de hablar de correcciones ortotipográficas... La primera parte del libro que tiene en sus manos José Rivero Vivas, la primera parte bien, alguna errata, alguna coma y sólo un párrafo confuso, pero que se entiende... Pero la segunda parte, mi madre la que armaron... en fin, nada que no se pueda solucionar.
Preferí contarle la película en la tele del otro día, la que no existió, al parecer, pero yo la vi.
--Yo estoy de acuerdo con la moraleja --dijo--. Una buena corrección puede elevar a categoría de arte un texto mediocre... Es lo que hizo el editor de Raymond Cárver... ¿Tu amigo Marcelino sabes si pilló ese libro de los cuentos de Carver sin las correcciones del editor...?
--Sí, lo mismo que hizo el profesor Rico con El Quijote... editó la obra tal como había salido de la pluma de Cervantes, sin quitar ni una tilde...
--Los correctores de las editoriales antiguamente sí que tenían poder... y los autores a callar... No tenía que haberle dicho nada del título de su libro al cura... le dije que ese título era una tontería, que tal como yo la dejé, la novelita merecía otro título... Yo creo que eso lo ofendió...
--Sí, es verdad... corrige lo que te dé la gana pero no te metas con el título.
Y eso me recordó que por la tarde había quedado con José, y la mi casa, aparte de los mandados... Y porca miseria, no me había acordado de mirar en qué canal y a qué hora era el partido...
Y Thor esperando, y ya cada vez más cerrado el cerco de San Andrés. El barranco de la Huertas cambió totalmente. Ya no es lo que era. Aún quedaba el parque jurásico, pero ya ni eso. Y luego se quejan los de Cho Vito... Aquí nadie se queja. Como dice el ex candidato a alcade Angel Llanos: la única sumisión son las perras.

sábado, 21 de agosto de 2010

tres tristes textos

1
... los torquemadas ven brujas, luteranos y judíos por todas partes. Óyelos despotricar contra los demonios, sentar cátedra sobre los valores de la Iglesia, reverenciar a un dios de madera o de hieso y pasear por los concurridas plazas con su insignia colgante y con su toga. No son peligrosos, si dejas que te pongan la mano por el hombro, en aptitud paternal; sólo ejercen entonces una autoridad... eso, paternal. Si es un histriónico (de Vaticano Histrión), corres poco peligro. Vienen porque en su capilla sixtina, sin ir más lejos, no pueden ni pedir un café con una palabra más alta que otra. Y menos sugerir a los cardenales vaticanenses ni un párrafo de su importante libro de espiritu de formación ciudadana. En fin, ya está uno con el oído acostumbrado a las idiolécticas fonologías histriónicas. Acentuadas con más libros que los de don Quijote en el clásico prepotente, el torquemada de turno, con sus salidas de tono, sus escupitajos en la cara y su blandir de dedos en tus narices, si te descubre luterano, brujo o judío, como es natural, porque sin salidas de tono no hay restablecimiento de una emocionalidad armónica. Eso nos sucede a todos, también a los espíritus tocados por las dudas. Ellos, los ecuánimes y generosamente comprensivos torquemadas te disculpan las dudas si acatas su voluntad ciudadana. Los torquemadas poseen esa virtudes. Mientras no les toques la toga y la insignia, sus apariencias desprenden ecuanimidad razonable y hermenéutica comprensión. Son los héroes de lugares no peligrosos. Y tú, si eres afín a la brujería, fans de Lutero o frecuentador de la Torat, calla tu triste boca, anatema, y olvídate de los aquelarres y los bebedizos diabólicos, y deja de lado la lectura directa de los libros sagrados, y con la Torat vete al goro detrás de tu casa y, convenientemente tijereteada, échala en la comida de los cochinos. No corren tiempos para andar con tonterías. Ya sabes donde estamos. Aquí los perros ponen huevos y las gallinas ladran. Los torquemadas histriones tienen devoción por sus misales, con estampas iluminadas, y por los nativos acólitos: los convierten en hermanos, y se complacen en hacer que la santa hermandad sea la que escupee y manotee. Son agradecidos, sin embargo. Apartan para la fraterna cofradía el mejor vino de sus santas misas. Y tú, si quieres prosperar, o por lo menos sobrevivir, practica el reniego. Si no lo haces, renegar, y encima eres tan osado que hablas, repetirán como suyas, pero en elevados conceptos, tus palabras y luego... al paredón, don idiota.


("¿Por qué soy novelista?... porque la filosofía está en crisis desde los tiempos de Duns Scoto". (Malcolm Lowry, autor de Bajo el volcán, novela con el fascismo en el telón de fondo, etc. etc. )

(continuará (?) )


2
En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira.

(Campoamor. poeta asturiano, enamorado y desengañado...)

Mi amigo superficial se me ha convertido ahora en enemigo profundo. Suerte que me ha caído del cielo.
No es enemigo rotundo, de esos que no tienen ningún rasgo que los haga merecedor de eliminarlos definitivamente, pero menos da una piedra. En fin, yo tampoco soy un combatiente rotundo, y la Fortuna me ha dado la enemistad de alguien a mi medida, superior incluso en algunos aspectos (conoce a Lacan y a Derrida y... y está siendo traducido al inglés).
Cuando era amigo superficial (según él le perdonaba la vida... qué curioso, era yo el que tenía la sensación de que la santa hermandad no acababa con mi vida porque, aunque la vida es frágil, por ahora prefiero el viva la vida al viva la muerte) lo elogiaba como narrador. No me quedará más opción, en la actual contienda, que elogiarlo también como pensador, por la cuenta que me tiene... Ahora recuerdo una polémica entre el fabulista vasco Samaniego y el canario Iriarte. Creo que Iriarte quedó noqueado...

3

No son cristianos pero sí papistas. Cristo no estudió en ninguna Universidad, ni siquiera en la de La Laguna. En cambio el Papa, cum laudem en las más brillantes Universidades de Europa. Sin embargo, en realidad, del resplandeciente brillo no pocas veces salen seres oscuros, peligrosos, malignos y feos... e ignorantes, ilustrados, eso sí es cierto.

No saben ver por detrás del personaje, que también ha sido foráneo en tierra extraña, anti euskera batúa en Bilbao, por decirlo con una metáfora, y pretendidamente despreciado como supuesto moro o viajante de patera... que se cerró puertas por no ceder a componendas políticas, que perdió prebendas por otros motivos, que dejó de lado oficios más rentables por este maldito oficio de escribir (cuyo aprendizaje no son dos días ni tres lecciones, y además nunca termina)... personaje que carga sobre su memoria cosas que ya prefiere olvidar... y que ahora se mueve en su lengua nativa, ya viejo y con una (perdida una parte y robada otra) obra que ha quedado, en lo social, reducida a unos pocos lectores, en una situación de trabajo diario, no siempre o casi nunca agradable (por estética y placer hubiesese dedicado a pintar, la mona seguramente)... De libros leídos, como para llenar unos más que cuantos contenedores... recordados bastante menos, y vitales, algunos todavía, pocos en su poder y varios desaparecidos merced a manos de espías con gafas de sol... y haciendo trabajos que tiene que conformarse con menos de la mitad de lo que valen, porque ¿quién no quiere las sardinas baratas, frescas y de ley?... personaje que no habla, sino entre líneas, de algo que duele convocarlo, algo maligno, como el piii piii de la escabadora, pero por dentro de la propia alma... "Quien pregunta, obliga a mentir", dicen, aforismo entre miles que se oyen en la calle... No, no vale cualquier cosa... Vale Boris Vian (y no todo), vale Kafka, vale Li Po... otros no valen nada, son impostores. Lograr no ser un impostor más, ya es un esfuerzo. Esa es la lección de Cristo. La del Papa es otra, más política, teológica. Pero el personaje redujo el interés por la política a la buena gestión de la cosa pública y a la no excesiva presión fiscal o vigilante del Estado, y dejó de lado las ideologías cuando, principio de los setenta, vaticinó el derrumbe del comunismo y no le publicaron el escrito, los redactores de la revista no sé qué del Partido Comunista Español. (No siempre ha sido tan tonto.) Luego militó en el FLN. Luego, nada, vio los toros desde la barrera y, como cualquier aficionado, opinó, pero sin más. Esto en cuanto a la política. En cuanto a perder los nervios, cuando le escupen en la cara y cosas así... Menudencias, pero nadie es perfecto, y poco perfecto es el personaje. Pero para verlo, hay que sacar los ojos y las orejas del agua turbia, y seguramente también nuestro nombrado personaje tenga que sacar de la misma agua sus también sordas orejas y ojos miopes... ¿quién lo duda?


No está mal una semana de tregua. Hasta dentro de una semana.

viernes, 20 de agosto de 2010

Si mi pistola... (tres: aireen sus mentes, peregrinos")

chito... chito... chito... piii piii piii... chito chito chito...
--Guauuu... guauuu... guauuu...--metió Thor el trombón de varas en la sinfonía de la orquesta.
Al rato, por fin, pude descansar. Me abrí un paréntesis y inicié el camino a la palmera de la playa. Antes pasé por el Castillo, es mi naturaleza... En la barra, X e Y.
--... tu hermano te utiliza como un pelele..., te ríe las gracias, te da la razón de vez en cuando, te incita a pelear, pero también se ríe de ti muy a menudo...
Líos de siempre. Pagué y seguí mi camino. Hacia la sombra de la palmera.
La oyente me había llevado, impreso, el último discurso del doctor Li, basado en el bar de azulejos, espejos... y una camarera generosa con el vertido de la botella. La única frase real en todo el relato del doctor Li era la referida a la camarera. Curioso. Todo lo demás, un lombricero. Ya el primer párrafo era un ejemplo de oximoron político. Retórica en estado puro. Cualquier facción, partido o secta podría usarlo, con algunos retoques, en contra de su adversario. Apropiado para los políticos que cambian de chaqueta. Todo lo demás, un lombricero de hombre fantástico, persuadido hasta la locura de la más fantástica ilusión que imaginarse se pueda, pero de pronto asaltado por algo que amenaza dar al traste con toda su fe y con la incongruencia de su locura.
--Tenías que haber descansado en agosto...
No tenía ni dichosas ganas de palicar sobre las tesis doctorales del doctor Li. Al compás de la brisa, pensé discernir con la oyente acerca de la dicotomía víctima-guerrero, y la paciencia, y la astucia, y el no tener compasión, y...
Pero ni para eso tenía voluntad. El caso insólito acaecido en la muralla abarcaba toda mi capacidad de preocupación. Pero supe que la oyente no podría darme ninguna claridad sobre unos hechos situados fuera de nuestras ondas. Si alguien puede alumbrarme esos misterios, pensé, es Raquel, la cubana.
--Gracias por los papeles... ya le haré un estudio ontológico a este discurso-relato-panfleto de facista arrepentido.
--Mantén la cabeza fría y despejada, para que puedas pensar con claridad. --No cabe duda, esta mujer me aprecia.
Le deseé buen día y caminé por la orilla entre chiquillos que hacían castillos de arena. Antes de llegar a la zona de las casetas, las dos que quedan, sentí que los papeles eran un estorbo, un voyage au fin de la nuit en tono gris, y, antiecológico, los dejé caer al agua, justo donde rompía una insignificante ola de la playa apiscinada.
Y antes de volver a donde actuaba la orquesta, me entretuve un rato con José Rivero Vivas, corrigiendo unas galeradas (pruebas) de un próximo libro de la conjunción editorial Idea Aguere.
Más tarde, no pude contenerme y llamé a Raquel. Primero me animó a viajar a Las Palmas, pero sabía que aún no es el momento.
--... No, eso no lo cuentes. Cuenta todo lo que quieras pero eso no. Si no vienes, ya nos veremos cuando vaya yo por Tenerife...
Chitón... piii piii... y final de "Si mi pistola valiera tu palabra".

Si mi pistola... (dos)

No, no parece que esté muy bien de la cabeza. Ya perdí los nervios el otro día y eso no me gusta. Mala señal. Cuando no estás bien de la cabeza, una mínima provocación enciende la mecha de la leche de pantera, en realidad un brebaje compuesto con leche condensada, ginebra y polvora, y que deja la cabeza, según dicen, con la sensación violenta de que te vas a comer el mundo. Mala cosa.
Pero no soy yo el único. La rubia rabiosa está últimamente aún más violenta. Sin venir a cuento, le cortó la cara a Rayko el otro día. Y se compró un coche, que dicen que conduce sin carnet. No lo creo. Pero sí eso que dicen de que va por el pueblo con el roda a toda pastilla.
Y también a mi amiga M se le fue la bola. Hace días que está ingresada en el siquiátrico. Quien también está ingresado, en el hospital, es Orlando. Unos en la cárcel, otros en el hospital. Poco a poco. Y la Ley de Costas presionando para desmantelar los barcos de pesca que aún siguen faenando.
Y todo el día, en horas laborables, mañana y tarde, el piii, piii, piii de la escabadora que trabaja en donde antes estaba el parque jurásico. Y esta mañana en el periódico leí que el presidente del Cabildo piensa promocionar la energía eólica. Recuerdo una charla de Vázquez Figueroa en una de las ferias del libro en el García Sanabria. Decía que esa energía era deficiente, y que la que generaban no estaba siendo aprovechada... y que, con el asunto de los molinos eólicos, estaban forrándose vendiendo humo. Yo no lo sé. Pero sí sé el grado de locura crepuscular al que pueden conducir a una persona que habite una zona poblada con esos molinos. Durante unos meses viví en el norte de España rodeado de esos gigantes fantasmales. Llegó un momento en que ya no lo soporté ni un día más.
El caso es que cuando salí del Castillo y subía por la muralla, de cara contra el viento, me sucedió algo insólito. Todavía lo estoy digeriendo. Necesito hablarlo con alguien. Supongo que la oyente está ya allí, a la sombra de la palmera.

jueves, 19 de agosto de 2010

Si mi pistola valiera tu palabra (uno)

--Si mi pistola valiera tu palabra --dijo el asesino--. hubiese sido escritor.
--Tu oficio es más rentable. Se te ve en la ropa, en el reloj, en el corte de pelo, en el buen aspecto que tienes...
--Sienta bien un jacuzzi una vez a la semana. Con una pelirroja y una rubia. Relaja la conciencia. ¿Tú no tienes problemas de conciencia?
--Sí, pero qué más da... ahora mi problema es convencerte para que me dejes vivo.
--Te voy a robar todos los cuadernos, te voy a vaciar el ordenador... me voy a llevar todo tu trabajo de estos años... y sólo porque alguien paga bien por todo eso, y a cambio, voy a poner en tu disco duro escritos que te van a desprestigiar... ¿Puedo matarte y dejarte con vida?
El escritor titubeó.
--No... ya veo que no... ¿dónde prefieres que te dispare? ¿en el corazón o en la cabeza?
--Buena pregunta. Prefiero que me dispares antes de amanecer... No hace falta que me pongas la mordaza... ya perdí las ganas de gritar... Haz tu trabajo y luego déjame cinco horas corrigiendo lo que me pongas nuevo en el ordenador...
No lo avisó. Al término de aquellas horas, con el primer canto de un gallo perdido en un solar, un disparo a quemarropa acabó con la vida del escritor.
Una semana más tarde, otro escritor, fracasado pero rico y con influencias poderosas, se frotaba las manos. Un mes más tarde, lo gloria del asesinado subía cientos de valores en el mercado bursátil de la literatura. Un año más tarde, el otro había publicado, como suya, por supuesto, la obra robada. Ni los críticos más corruptos quisieron cobrar por elogiar aquellos bodrios.
Chani y yo lo veíamos en la tele...
--Nosotros somos envidiosos y traicioneros, por eso ellos se quedan con todos los negocios... --dijo Chani.
--Mañana pásate por aquí --dijo Fernin.
--Estuvo bien esa serie antigua en blanco y negro --dije yo.
--¿Qué serie antigua, muchacho?... Lo que están echando es Clave de Ja, ¿no lo ves?
Sí, lo vi.
--Pero eso es ahora, ¿no?
--¿Ahora? Llevan dos horas con los putos chistes... ¿Tú estás bien de la cabeza?

miércoles, 18 de agosto de 2010

ý a otra cosa.

Saben darle la vuelta a las cosas. Son listos los recurrentes de la palabra "facista". Los que van de globales. Los que te gritan "rompe el carnet y marchate de aquí" y te hacen caer en la trampa de devolverles el grito. Son ellos las auténticas víctimas. Los que cuentan la historia al revés. Yo soy yo, no soy nadie que vaya diciendo por ahí "godos fuera". Lo dije pero hace tiempo. Ya ni lo creo ni lo digo. Pero que tampaco me digan a mí que me vaya, ¿o no está claro?, ya recibí demasiadas órdenes y no las aguanto, lo siento.
A veces creo que su visión de los demás no existe. Tienen delante un espejo. Gritan y se creen con derecho a todo, pero no les digas nada. Una mierda si el godo es así o asá. Esto no es un cuento de godos. Es un cuento de nunca acabar, si lo dejas. Gloria a deus, victoriosas banderas. Cada cual arrastra su sombra. Se acabó lo que se daba. Fue así como se me ocurrió este poemita:

Oh, Radio Unión,
despedirme no quisiera,
pues buenos ratos pasé
con los sacros hermanos,
aunque el de la reina blanca
no pocas veces me hiciera
toquecillos en la cara.

O el nadador de la piscina,
tan metido hasta las orejas
en el agua,
no oye pero luego cuenta
el cuento a su manera.

Los mártires martirizan,
los habladores hablan
como gallos, ratas y gatos.

Yo como gallo fui poeta,
que fue mi modo de cambiar
el grito en canto.
Como rata, narrador
a veces de basuritas varias
y otras de cosas que quisieron
ser más serias.
Como gato, escaldado
huyo del agua fría.

Oh, Bosque de Tijuana.
Las setas se han vuelto venenosas
y el buen invitado
sabe cuándo es hora de marcharse.

Es buena cosa, dicen,
dejar la política,
la poesía y la ficción.
Todas esas cosas son motivos
de absurdas guerras entre idiotas.
Sólo hay un espejo
donde todos vemos lo que somos
y decimos.

Oh, Radio Unión Tenerife,
llegó el momento
de romper el carnet de tripulante,
salir del barco
y pisar tierra firme.

martes, 17 de agosto de 2010

Fragmentos

"Los nacionalistas, no contentos con la victoria, practicaban y deseaban la aniquilación. Franco buscaba una guerra de exterminio. No perseguía la curación de España, sino su depuración definitiva por lo más sano. Sólo así se explica el bombardeo por la aviación alemana de la estación de Figueras, repleta de refugiados civiles que esperaban tomar los trenes que los conducirían a Francia.

... Fe Gaya llevaba en brazos a su hija de un año. Cuando los aviones se perdieron en el horizonte, quedaron en una cuneta dos cuerpos: uno, el de la madre, destrozado, y otro, el de la niña, a quien la madre preservó de la metralla cubriéndola con el suyo."

Las armas y las letras, Andrés trapiello. Editorial Destino.


"--Sí, Johnni --seguí--. Vivimos en un mundo absurdo, corrompido, y me temo que seguirá siendo así. Te diré por qué. Porque nadie, o casi nadie, tiene nada en contra. No ven que las cosas están corrompidas, y no se sienten preocupados. Los que les fastidia son los chicos como tú. La gente que tiene ganas de beber y bebe. La gente que quiere algo y lo toma sin pedirlo a nadie. La gente que sabe lo que le conviene y no admite que se le convenza de lo contrario... Los chicos como tú no les asustan, y se arrojan sobre vosotros. Y me parece que lo seguirán haciendo más y más al correr del tiempo. Tú me preguntarás por qué sigo yo ahí, sabiendo eso, y sería dificil explicártelo. Creo que vivo con un pie en cada lado, Johnnie. Los planté hace tiempo, y ahora he echado raíces, y no puedo moverme ni saltar. Lo único que puedo hacer es esperar a que me parta en dos. Justo por la mitad. Eso es lo único que puedo hacer... Pero tú, Johnnie... Bueno, quizá hiciste lo que debías. Quizá sea mejor así. porque las cosas van a ir de mal en peor, muchacho, y sé lo mal que han ido hasta ahora.
--No te... entiendo...
--La maté yo, Johnnie. Los maté a los dos. y no digas que es imposible que lo haya hecho y que yo no soy así, porque no lo sabes.
--Yo... --empezó a incorporarse, y se dejó caer otra vez--. Yo estoy seguro de que tenías motivos para hacerlo, Lou. Estoy seguro de que ellos se lo merecían.
--Nadie merece eso --murmuré--. Pero tenía un motivo, sí.
Vagamente, a lo lejos, como el mugido de un fantasma, se oían las sirenas de la refinería que marcaban el cambio de turno. Vi en la imaginación a los obreros que ocupaban su puesto de trabajo y a los que lo dejaban. Metían la cesta de la comida en el coche. Iban a casa y jugaban con sus críos, bebían cerveza, miraban la televisión, engañaban a sus mujeres y... Como si no ocurriese nada. Como si un chico no fuese a morir y un hombre, parte de un hombre, no muriese con él.
--Lou...
--Sí, Johnnie.
Era una afirmación, no una pregunta.
--¿Quieres decir que yo... que yo tendré que pagar por ti? Yo...
--No --dije--. O sí.
--N-no sé... ¿No puedo, Lou! Por Dios... ¡No puedo! No puedo pasar por...
Lo calmé haciendo que se tumbara de nuevo en el jergón. Le pasé la mano por el pelo, le acaricié suavemente la barbilla, empujándola hacia atrás.
Hay un tiempo de paz --recité--, y un tiempo de guerra. Un tiempo de siembra y un tiempo de cosecha. Un tiempo de vivir y un tiempo de morir...
--L-lou...
--A mí me duele más que a ti.
Con un golpe seco descargué el filo de la mano sobre su laringe. Luego me incliné para desabrocharle el cinturón.
Llamé a la puerta y al momento vino el carcelero. Entreabrió la puerta, salí y volví a cerrar.
--¿Algún problema, Lou?
--No. Estaba lo más tranquilo del mundo. Creo que ya tenemos el caso resuelto.
--¿Va a hablar?
--Otros lo han hecho antes --me encogí de hombros".

El asesino dentro de mí. Jim Thompson. Editorial Júcar.



"Víctor me cogió en el Santa Cruz comiendo ajos, así que me picó lo que dijo. Desde que vine a Canarias, para quedarme, porque esta es mi patria y aquí está mi lengua, han querido echarme. Primero los más próximos y ahora los más lejanos. "La casa de mi padre", el poema totemico vasco, aquí sería un poema satírico, en el mejor de los casos. Cuando llegué quisieron echarme de la casa de mi padre. No lo consiguieron. Mi alianza con mi padre es antigua, se remonta a Lanzarote. La isla adonde iré a morir. La última isla.
Y anoche tuve pollo con el Fufa en el Castillo.
--¿Tú qué miras?... No mires si no quieres que te reviente...
--¿A ti no te da vergúenza, un hombre fuerte como tú, meterte con un hombre que ya tiene canas?
--¡A mí no!
--Vale, como quieras, pero no me digas lo que tengo que mirar o no...
--Apunta el diálogo, Jesús --dijo Jonay, de barman esa noche.
Lo apunté, el diálogo. Fufa se concentró en su juego y yo en el mío.
Así somos, divididos, castradores, malos hermanos... no somos catalanes ni vascongados, nos entedemos a nuestra manera, y dejamos que nos caguen encima, pero si seguimos permitiendo que nos echen de la casa del padre, vámonos, y el último en morir que apague la luz.
Y luego vino Tijuana. Me pueden odiar, me pueden escupir, me pueden meter intrusos en el barco, se pueden amotinar, la tripulación, y me mando a mudar, pero que nadie me eche ni de lo que he trabajado ni de mi tierra. Una tarde la defendí con un machete. Luego los años demostraron inútil esa defensa. Hoy está llena otra vez de veneno, como yo.
Hoy no defiendo nada, no tengo nada que defender, pero Víctor me cogió comiendo ajos en el Santa Cruz. Algo me picaba.
Y en el pueblo, Háncor en la cárcel. Violencia de género. La mujer, la rubia peligrosa. La que me armó el pollo una noche sin venir a cuento. La que se... qué mas das. Meten a un hombre en la cárcel, y...
No rompo el carnet españól porque, primero, no tengo nada contra España. El problema de los canarios somos los canarios. Segundo, mi mujer, en paz descanse, y mis hijas son españolas, y por lo tanto yo soy proespañol. Que quiera la indenpendencia de Canarias es cosa mía, al margen de todo lo otro. Y si algún día rompo el carnet de español, no será para coger un barco e irme. Será para quedarme aquí. En Lanzarote".

El lugar donde los escritores se copian unos a otros. Milagros García. Editorial Vete a Buscarla.

lunes, 16 de agosto de 2010

harenes y lecturas

La oyente me está mareando con el maromo, que no es Ramón, es más feo que Ramón. Como siga con ese juego, irá a peregrinar a la palmera todas las mañanas Rito el cantaor. Hoy de todos modos no fui. Llevé a mi padre al especialista. Un médico detrás de otro. La ruina moral. Se ponen en huelga los de la basura, y el riesgo de enfermedades aumenta; se ponen los médicos, y la mortandad disminuye. Debían colgarlos a todos, menos a una. Tengo una amiga médico en el hospital. No sé si ya venció la orden de alejamiento, y por eso no voy al hospital a buscarla y cenar en La Laguna los fines de semana. Paga ella. Y me dice que no le importa porque lo pasa muy bien conmigo. Hay mujeres raras. Después de viejo, gigoló. Hay que ver.

--Y dile a tu padre que no tiene que comer sólo lentejas. Que coma también arvejas, almendras, nueces, carne de ternera, pavo... que contienen bastante hierro.

Sin embargo mi harén es menos nutrido que el de maese Lizundia, donde sólo desentona una tal De la Vega, una peter pan metida a gobernanta en el corral de Zapatero. Así que entre encuentro y encuentro, puedo dedicarme a leer. Dos obritas esta semana. Una novela de Javier Hernández, que el amigo me pasa para que le dé la opinión. Poca opinión le doy, este autor es uno de los que están en la cumbre de la escritura en Canarias. Sus novelas trascenderían si esto no fuese una triste colonia y nos tuvieran relegados, en todos los aspectos. Hasta que nos espabilemos y encontremos la aguja del cuento gomero de Anghel.

Otra cosa leída es Las armas y las letras, préstamo de Lizundia. Lector esquizofrénico. Lo mismo puede tener un gusto desacertado, admirador de engoladas y soporíferas gramáticas, como dar en el clavo. De todos modos tiene la virtud de tranformar sus lecturas soporíferas es aguaviva, en medusas llena de vivos colores, y no las toques porque ya sabes lo que pasa. También es un autor cumbre en nuestras letras. Si se hubiese quedado en su país vasco, hubiese sido sólo un escritor de mérito. Aquí, entre nosotros, se ha forjado como un narrador genial, y no es broma.

El libro de Trapiello está muy bien. A veces el autor se adelanta a los hechos y se convierte en juez. La mayoría y cada uno de nosotros merece el repudio de sus semejantes, pero alguno de nosotros se ha ganado el derecho a repudiar a algunos de sus semejantes. No sé si Trapiello está en esta gracia, pero se le perdonan sus juicios de valor, sobre todo porque coincide conmigo. Admiro a Miguel Hernández, Foxá, Unamuno... respeto a Lorca, Buero Vallejo... vade retro perro maldito, a Alberti, Neruda... (De Ortega o Azaña poco puedo decir, porque hasta ahora no conocía nada de sus obras y sus vidas, y un biográfo no es de fiar, es un sospechoso, y un autor metido a crítico literario, menos aún)... Menos de acuerdo con su visión de Pío Baroja o Ramón J. Sender, dos de los más grandes novelistas, que yo sepa, que ha dado la literatura en español. El libro, además, deja casi en blanco las armas y las letras durante la guerra civil en Canarias, y despierta el deseo de investigar lo que pasó aquí con los hombres de letras entres tantas armas y atropellos. Algo cuenta Javier Hernández en su novela inédita El fondo de los charcos, que tuvo la ingenuidad de presentar al Premio Benito Peréz Armas (mi presunto tío bisabuelo), ignorante de cómo se ganan hoy la mayoría de los concursos literarios.

Hay varios episodios en el libro, pero uno especialmente que hubiera podido escribirlo Ignacio Aldecoa. Lo diré, Dios mediante, en una próxima entrega.

Marte 18 horas. La Puerta. Seguimos conectados. Agosto sin Tanger ni nada parecido. Amarrados al duro banco del Bosque de Tijuana.

sábado, 14 de agosto de 2010

lagarto, tortuga, mirlo...

Llamé a Ramón, mi amigo el aristócrata del Sur, el hombre de los mangos. Le pregunté si sabía si Quico ya preparó las fotos. Por lo pronto tengo un cuento de Juan Royo. El cuento no está exento de magia, y como toda magia verdadera, con un animal totémico.
No quiero llorar, olas del mar, los desaparecidos lagartos de Icod. Todavía los hay, pero ya no me hablan, saben que no supe defenderlos. Son rencorosos los lagartos. Años para curar la tierra y... "¡¿Canaria Libre?!"... No sé. "Canarias condenada", por los propios naturales. Esta es la realidad.
El conocer a la cubana me ha puesto sobreaviso: estilo mexicano. perdonar pero no olvidar. Tremenda contradicción: quien no olvida, no perdona. Sólo que renuncia a la venganza.
El caso es que el cuento de Juan convocó a un lagarto, y en los días sucesivos fueron apareciendo , a lo largo ancho de la semana, otros animales de poder. La cubana me presentó a una tortuga. Fue después --coincidencias, Juan, extrañas coincidencias-- fue después de invitarme a un bebedizo en su habitación del hotel, amargo pero nutritivo.
Dos bragas, una negra y otra roja, como en la novela de Sthendal, me acordé de esa novela, del título al menos, colgaban, secándose, de una pequeña percha. El armario lo tenía abarrotado, los vestidos se desbordaban, como si fuesen a ser vomitados, entre prendas íntimas y cajas de zapatos. Sobre un minúsculo tocador, una mortecina luz amarillenta de una única bombilla sumía en destellos fantasmales la silueta de la cubana en el espejo. Sobre una de las mesanoches, una cocinilla eléctrica, pequeña, de un solo quemador, hacía hervir en un pequeño caldero un agua verde. La dejó reposar. Fue en esa noche de calor, en que el aire se convirtió en fuego. La desnudez era el mejor estado para tomar aquella agua caliente, con hierbajos, bebí no sin temor.
Lo que pasó después no sucedió en esta realidad, pero fue real.
Estábamos en el pueblo. La zona de mi casa era como una barriada con todas las casas seguidas, edificadas sólo en un lado de la calle, unas detrás de otras en fila india a lo largo de la calle, sin pavimentar, donde había trozos con bastante barro, otros con tierra seca y bastantes desniveles, pero reconocí que aquello era la plaza de Las Adelfas. La plazoleta. Y también reconocí la casa de mi padre, aunque ahora era distinta. Enfrente de la casa había sólo tierra, ni un campo, ni herba, ni la venta de Francisca, nada de nada, como terreno preparado para futuras construcciones.
Yo era un vagabundo solitario, a la mirada de los vecinos, caminando al lado de una mujer guapa. Cuando entramos en casa y nos metimos en la habitación, era otro el paisaje que se veía por la ventana. Habia ahora un lago y, de pronto, ví cómo desde la última casa de arriba asomaba una tortuga gigante, como del tamaño de un coche, y pasaba nadando por delante de nuestras narices, y desapareció a lo lejos. Y cuando desapareció la tortuga, la calle volvió a ser de tierra, ya no había agua.
Sin embargo, por la mañana abrimos los ojos y nos encontramos frente a frente en la cama del hotel, desnudos, y yo le quise preguntar si ella también...
--Sh --me tapó la boca con un dedo--. Hay veces que mejor el silencio --dijo, y me recordó a una juez...--. Luego me dijo que iba de viaje a Las Palmas. Y la acompañé al muelle. Luego fui a la playa. Hacía días que no la veía. Allí estaba la oyente, como parte del paisaje de la palmera y su sombra. Su carne más morena y a su lado un maromo joven, de unos treinta años, que cuando vio que me acercaba, como obedeciendo una orden, se levantó de la toalla y corrió y se lanzó al agua y se alejó nadando hacia la escollera.
--Quién es? --le pregunte--. ¿Un conocido, un hermano, un amante?...
Sonrió y preguntó si yo limpiaba mi habitación. Le dije que no. Dijo da igual. No se puede ser muy exigente en estos tiempos. Recogimos y nos fuimos, y al conocido, al hermano o al amante lo dejamos cogiendo lapas en la escollera, supongo.
Cuando llegamos a la puerta del patio de afuera de la casa de mi padre, vimos un mirlo con una cucaracha en el pico. La soltó, y la cucaracha quiso escapar, pero el pájaro le dio alcance una y otra vez, y en medio de la cacería, un millero, un pájaro pequeño, se posó cerca, y en una que el mirlo soltó el bocado, lo atrapó el millero y salió volando, con la cucaracha en el pico, y el mirlo con cara de tonto.
--Chito, ¿sabes si vino el de las potas? --abrió mi padre la puerta de la casa--. Como dijo Cantinflas, como siga comiendo lentejas, me voy a convertir en una ferretería.

Pepito

Un discurso resentido, mentiroso y guerracivilista no ayuda en nada a la independencia. Al contrario, es preferible la oratoria del español que se obstina en demostrar que estas islas son España. En la España real nadie se molesta en demostrar la españolidad de su gente.
No quería hablar más de Pepito (el don le sobra, que le quiten el "don"), pero la obstinación del amigo Anghel me lo recuerda de nuevo. Ni la guerra de los liliputienses contra la isla vecina, por la manera de cascar el huevo duro (creo que era por eso) es tan ridícula como la guerra de Pepito queriendo cambiar el nombre de la isla redonda. Y si fuera él, pero son todos los que se arriman a él y callan esa inconveniencia. Además miente como un bellaco. La cartografía antigua y los historiadores alternan "Gran Canaria" y "Canaria", y en cuanto a los que ayudaron a los españoles... Mierda, ya me estoy dejando arrastrar otra vez.
Independencia sí. Pepito no. (Y como el mismo dice, me refiero al personaje político mediático. A la persona no la conozco, ni ganas).

jueves, 12 de agosto de 2010

Los tripulantes del Bosque de Tijuana (para Atteneri, que le gusta esta rama de la presunta poesía de su padre)

Qué de finísimas perlas,
hombre de muchas agallas
y de filosofar, lírico,
devoto de buena España,
y pelión contra patrañas
de tópicos pensamientos.
Vasco español en el mundo
es Lizundia, no les miento.
Discutidor con su hermano,
quien es un pucelo tierno,
amador de reina blanca
en el ajedrez tablero:
el tripulante Roncero,
don Víctor pa los amigos,
ánima y ánimus recios
con hablar sabor de trigo.
Con quien juega su baraka
el oponente Juan Royo,
Estrella en la Baraja
que no se hunde en el hoyo
del Tarot de la Marsella.
Serena y sobria lucierna
para el sufrido Jesús,
atrapado de condute
en la luz de los hermanos.
Y mientras mujer buscamos,
con permiso de Curbelo,
capitán del estraperlo,
de Ramón nos acordamos,
el saliente y el entrante
tripulante de Tijuana,
donde si abrimos la boca
se vuelve la lengua loca:
diz lo que le da la gana.

vuelven los viejos tiempos

Me entiendo mejor con las mujeres que con los machos, ya sean conejos, cabritos, gatos, ratones, garañones o hierofantes. En cambio con las mujeres me entiendo mejor. Y esto no quiere decir que haya fornicación o como se diga en inglés, que seguramente suena más rotundo y menos pedante. Y basta que se ponga uno a recordar, para que asomen de nuevo voces del pasado imperfecto. Ahora es una antigua amiga catalana. Ya había perdido su pista. Fue una época de cartas por este medio con damas de varios países. Mi intención era literaria, aunque la escritura implique otras facultades, es decir, no es ajena a las emociones, los sentimientos y el pensar, pero más que nada, no es ajena a la acción. Me acuerdo de una rusa que vivía en Valencia, de una venezolana antichavista, de una italiana, de una alemana, de una marroquí... Y ahora asoma de esos tiempos, años ha, una catalana. Ya no estoy en fase de cartas sino las meramente comerciales, que son muy pocas. Mis negocios se reducen a dos líneas. Pues bien, la antigua amiga catalana me escribe porque encontró una editorial interesada en publicar nuestra correspondencia, y me la vuelve a mandar toda en un archivo adjunto. En fin, ya lo miraré. Es una mujer disléxica, como yo, pero muy inteligente, también como yo. Seguro que valdrá la pena convertir todo eso en un pequeño libro... espero. Ver venir, como dice Campanilla.

miércoles, 11 de agosto de 2010

recuerdos

Vaya por Dios. Lees algo, pasa algo y recuerda uno cosas. Todos los animales recuerdan cosas, es nuestra naturaleza. Thor recuerda tiempos mejores, cuando era joven y soñaba con que lo dejaran acercarse a una perra. Ahora es viejo y se conforma con que lo saque a excrecionar por lo menos una vez al día. Barranco y parque jurásico se jodieron, esos fueron otros tiempos, viejo perro, y los tiempos cambian. Y la cucaracha rayada de la cocina seguramente recuerda el sabroso limón en que metía las antenas la otra noche. Ya no hay limón cortado sobre la mesa. Que se vaya pa otro lado a buscarlo. Y la vecina Mimosa recordaba con su hermana críticas de otra que se las dijo el vecino Carmelo.
--A ver si vamos a ser nosotras las que paguemos ahora el patio...
Y yo, o el no yo que soy, recordó, a raíz del libro estrella ahora del lector nanualt de Tijuana, a Ian Gibson. El Ateneo Obrero de Gijón lo invitó a un homenaje a Lorca y a mí me cogieron de choni pa ir a buscarlo al aeropuerto. El nota todo el rato del viaje se lo pasó haciendo fiesta con una actriz que había conocido. No lo bajé del coche y le machaqué la cabeza con el gato porque yo entonces también era educado y cobarde. Era la mejor actriz que he conocido en el cine español, junto con Lola Gaos. Odié a tal Gibson y, por su culpa, hasta Lorca me desencantó. Hoy, gracias al libro de Trapiello, vuelvo a solidarizarme con el poeta de Granada. Y además, el buen escritor leonés, confirma con datos mi inculto desprecio a Neruda o Alberti, a cuya obra ya les llegó la fecha de caducidad, y por favor, esto no se lo digan a Orlando. Su máscara comunista se disolvería como libro en el fuego, y como dice el Niche, el hombre sin máscara no es nada.
Otras cosas que recordé, ya que la memoria la tenía en Gijón, fue el tiempo que trabajé de escritor y corrector en Júcar. Lástima que a Silverio Cañada, el editor, en paz descanse, le diese por meterse a constructor. Metió el dinero de la editorial en la empresa constructora y ambas se fueron a la ruina. Recuerdo que allí me pagaban 10.ooo pelas por cada reseña de nuevos autores para la Enciclopedia Asturiana. Busqué autores hasta debajo de las piedras, buenos y malos, y ellos mismos elaboraban su reseña y yo las cobraba. Eso sí que fue una buena manera de ganar pasta. Menos digna la que recibí por los libros que escribí. Libros juego. Guías de marcos incomparables y libros juego. Sólamente me dejó, Zatón, director de la colección juvenil, escribir libros juego. Ni un solo libro sin juego. En fin, uno, Samurai, lo quise reeditar en Idea, quitándole los tontos juegos, pero allí sólo se fijaron en los juegos y no entraba en ninguna colección. Que espere. Ya vendrán tiempos mejores. Y otro dinero bien ganado era con las correcciones. Raro es que hubiese un libro que no fuese una maravilla. No digamos ya novelas, como las de Jim Thompson, sino incluso colecciones científicas. Las de antropología, por ejemplo. Recuerdo algunas obras pero no el nombre de los autores. Sólo Malinowski, un diario de cuando estuvo en Tenerife. Y otro diario de otro antropólogo, de su estancia en Marruecos. En un pueblo de Marruecos. Le hacía un favor a un moro, y lo tomaban por el pito del sereno. Ya tenía que hacerle ese favor el resto de sus días. El hombre creo que enloqueció. Por eso me hacía gracia el poeta Orlando el otro día, cuando me decía:
--Me tomó como un sirviente...
Sí, y encima... no sé, nó sé... voy a callarme.
La pagoda de los poetas errantes sigue su curso. El poeta Lizundia también. Poeta de hemistiquios hegemónicos. Como cualquier vecino. Me ven entrar con una mujer en una habitación y no hace falta decir lo que piensan. Ya contaré yo la verdad de la razón dialéctica, a su tiempo, para que no sean mulos con anteojeras. Y bueno, el filósofo Victor con su reina blanca, ¿o era la negra?, sobre el tablero... También recuerdo a veces a los desparecidos, Ramón y el oyente. A veces los echo de menos. Sentimentalismo de olas del mar. Con playa con palmeras. Etcétera.

martes, 10 de agosto de 2010

popurrí

--¿Qué tal, pa? --pregunté después de dejar a victor, alejandro el argentino, el nahualt lizundia y juan...
--¿¿Qué tal? ¡Trabajando, limpiando los quemadores de la cocinilla! ¿Tú no viste cómo estaban, llenos de grasa?
En fin, día controvertido, con sus gracias narrativas.
El Rabia en el Castillo por la mañana contando sus aventuras de la cárcel, sin el dramatismo de Oscar Wilde ni la loa de no sé quien... equilabrada narración, como debe ser.
--¿Quienes son los peores? ¿los polacos? --preguntó Jonay.
--No. Yo con los polacos siempre me llevé bien, me entendí con ellos. Lo peor los moros, traicioneros y chivatos. Siempre llevan una cuchilla entre los dedos, y cuidado si tienes un problema con ellos... te descuidas y te cortan la cara... mala gente, los moros.
No le pregunté por los judíos. No creo que hubiera ninguno en Tenerife II. Lo que sí había eran dos etarras.
--Normal. Se hacían respetar y respetaban.
El Rabia salió de la cárcel hace unos días. La verdad es que tiene cara de santo. No sé por qué lo llaman el Rabia. Es la estampa de la tranquilidad.
Luego llegó Chani. Otra vez dando la lata con la oración con Dios de la otra noche.
--Te cres que soy bobo... --le dije.
Ni una mención más a la otra noche.
Beba contenta porque el hijo no era el dueño de la droga, sino un amigo. Ay, señor, qué ingenuidad.
Ingenuidad la de Víctor, por la tarde en Tijuana, con un tal Ricardo de la Cierva, que yo, ignorante, creía que fue el inventor del submarino. No, mano, ese fue Isaac Peral.
Buen programa. Lo conduje con manos de hierro. Y fue Juan el hombre clave, que puso algunos puntos sobre algunas ies. Luego fueron todos a San Andrés. Allí Orlando y, luego, José Rivero. Este pidiendo que... No, mano, eso si quieres lo haces tú. Ya conozco a estos moros de San Andrés. A quién no conozco bien todavía es a la cubana. Tonto de mí, le dí el número del móvil. Acaba de llamarme. Me espera en el Hotel Príncipe. Habitación 315. Le dije que iba pallá, en la guagua. Qué débil soy. Esto no puede ser. Me invitó a cenar. Le dije que ya había cenado. Nos invitó a geldes y sardinas Juan en el Monterrey. En fin. A S/C me obligan a ir... Ya les contaré, malditos lectores.

lunes, 9 de agosto de 2010

ni copla ni romance

Vida que vas matando,
muerte que vas viviendo,
suerte que vas errando,
yerros en los que acierto
ciertamente equivocando
pasos que voy contando
en un caminar incierto.
Vida en muerto, tan muerto
en grieta de una herida
donde días entierro,
cenizas blancas de un tiempo.
Ya las noches no sueñan,
ya las horas son horas
secas que lleva el viento.

*

Incertidumbre, luz
en el mirar de un ciego.
Sueña que está sediento,
sueña que está despierto.
¿A dónde va el reloj
sin agujas, sin cuerda?
¿a dónde quién recuerda
lo que nunca vivió?
¿a dónde triste luz,
hija de oscuridad,
nieta de la penumbra?
¿a dónde quien alumbra
con linterna fundida?
¿a dónde el ciego que
no ve el libro que hunde
páginas en la mar?
¿a dónde va la bondad?
¿a dónde el hombre cruel
con una canción tierna?
¿a dónde Amor se fue
con la verdad que miente,
fría de alma, corazón
y pensamiento?

*

No busques en la tierra
al hombre que se ha ido
y ya es nada tal vez
o tal vez ya es olvido.
Despierto fue en la noche,
y en el día, dormido.
Ya no bebe el agua,
ya no come el trigo
convertido en pan,
ni la sangre de Cristo
convertida en vino.
Fue humo, y fue sombra,
y eco del silencio
después de tanto ruido.

sábado, 7 de agosto de 2010

Hotel Príncipe

--Lo que escribo en el blog es mi trabajo de presunto escritor. Y no me gusta hablar de lo que estoy haciendo, ni de estilos ni de personajes, ni nada...
--Mira que eres bobo... ¿por qué no quieres decirme quién es esa Campanilla?... Es alguien muy cercana a ti, esa goda --añade, con rintintín--. A ninguna mujer nos gusta que nos pisen el terreno.
No sé bien qué quiere decir la oyente de la playa con esa frase, pero empiezo a comprender por qué deploro tener novia estable. Una, porque soy un solitario, y otra, porque aún no lo son y ya están martirizando con un interrogatorio policial. (Espero que no sea ahora Campanilla la que interroge).
Días, meses, en dique seco y de pronto, como avispas, me rodean las hembras. Ya podían venir una hoy y otra mañana. No todas a la vez.
--Dile al de las hamacas que te ponga la crema en la espalda --corto su ruego y me voy. No sé si mañana volveré a la sombra de la palmera.
Paso por el Castillo y Jose me informa de que anoche estuvo allí la cubana.
--Preguntó por tí... preguntó dónde vivías.
Vaya por Dios, ahora la del servicio secreto. Lo sabe todo sobre mí y no sabe dónde vivo. Me moskeo. Para mal del Fatiga, que entra en el bar y le da por bromear con un intento de patada. En malhora. Sin intención, instintivamente, lo apreso por la pantorrilla, se la alzo hacia arriba y el Fati cae para atrás. Menos mal que se dio con la cabeza contra el mosaico de la barra y no contra el filo. Sólo un chichón.
--Sana, sana, esto se cura...
--Jesús, tengo un chocolate culero... --dice X***, recién llegado, y se mete la mano en los huevos y me enseña el chocolate. Tiene buen color.
Color para seguir leyendo el libro de las armas, del prestamista judío. Voy por Pío Baroja, que grita: "¡Un político es un retórico, y el Gobierno que no haga nada es el mejor!".
Por la noche bajo al Monterrey. Tropiezo con José Rivero Vivas, frente a la ventana de Chani, y me habla de su fobia a los anglicismos, a pesar de dominar el inglés. Y yo con una novela de Javier Hernández en la mano, semillero de anglicismos. Abrí la cortina de la ventana y le pregunté a Chani si tenía fuego. Mientras enciendo el cigarro pasa el Fati, con la cabeza vendada. Al rato me despido de Pepe, que estaba esperando hoy a Anghel pero no vino.
Más tarde, ayudo a Fernin a tirar la basura. Mientras la llevamos a los containers, me habla de su novia reciente, que quedó en el bar barriendo.
--Es marrokí, se llama Karima... ¿no te parece que es un nombre bonito?... Me gusta más que la rubia aquella... ésta tiene algo que me cautiva... y si la vieras bailar la danza del vientre... --cuenta.
Sí, preciosa mujer; sí, tiene algo, un enigma encantador... qué ojos luminosos, qué labios, qué cuello de garza...
Me despido de Fernin y me voy al Castillo. Cristo a punto de liarse a puñetazos con la máquina de la vikinga. Se ha gastado 60 euros y no le ha dado ni un céntimo. Mi primo me pide un cigarro. Ayer me hizo un corte de mangas a mis espalda y hoy... en fin, raza de castellanos... Ya estaba a punto de irme a acostar cuando, hay días que mueve el diablo, aparece la cubana.
--He estado buscándote todo el día... ven conmigo --y me lleva a su coche, un Opel Corsa--. Me alojo en el hotel de la plaza del Príncipe.
En la parte abajo del hotel hay un ordenador, donde me he quedado escribiendo. Hoy no he cenado y tengo hambre. Me pregunto si tendrá algo de comer en su habitación. Ya veremos. La 315.

musas y poetas

El nahualt ensalza (por una vez acorde con él al cien por ciento) la belleza de una negra estadounidense. Si cambia el color de la piel, casi se podrían decir las mismas palabras de la oyente de la playa, que religiosamente acude todos los días a la sombra de una palmera que ya tiene su nombre. Y tanta confianza me ha regalado, que hoy comenzó a leerme unos borradores que escribe en sus noches del barrio... Al principio temí que su escritura eclipsara su hermosura, pero no, al contrario, la ilumina aún más. Y como Sherezade, pero diurna, cuando llega la hora del ángelus interrumpe la lectura y me dice mañana más. Armas de mujer. No le digo que la amo porque estropearía el hechizo, y me atrinchero en mi actual papel de poeta que ya no cree en las musas. Pero le plagio las palabras al amigo enamorado de Michelle, la mujer de ébano, y se siente halagada, pero luego la desengaño: no confíes nunca en un poeta...

jueves, 5 de agosto de 2010

un cigarro

Ya ni se acuerda uno del barranco, puerta por donde ayer salía del mundanal ruido en largos paseos con Thor. No se puede vivir en un estado prenatal de continua nostalgia. Si no bienvenido, por lo menos indiferente aceptación, ataraxia, de los vaivenes de la política, la economía y el cambio climático. Lo que sigue molestando, sin embargo, es el piii piii piii constante, de bajo tono, lentamente enloquecedor, de la excavadora que arrasó con el parque jurásico. Allí siguen trabajando, y está bien, vale, nada que oponer, pero esa antimúsica, todas las horas de trabajo, cayendo como una posma de ruido sobre los oídos... Si no me supiese paranoico, pensaría que se trata de un complot para enloquecernos. Primero nos arriconan poco a poco, vallando los accesos al espacio exterior, y luego ese ruido de grillo mecánico...
La tarde llega y los obreros descansan y no todos los pájaros han muerto o emigraron. El Castillo está tranquilo, sin policías que asedian y cachean, cuando no son los nacionales son los locales, y cuando no, la Unipol. Ya forman parte del color local de la parte baja de la muralla, y a veces alguien recuerda a los que ya no están, los que se fueron, unos a un tiempo en la cárcel y otros no se sabe. Hassen y Orlando entretienen la barra con viejas adivinanzas.
--Un bidón de 200 kilos, ¿con qué lo llenas tú para que pese menos?
Por la noche los cristales están mas caldeados. Cristo resuelve un sudoku, David en su posición estatuaria apoyado en la máquina de cigarros, y J., moreno, curtido, mediana estatura, con camisilla roja y bañadores calzoncillo, descalzo, cuenta aventuras con otro junto a la ventana. Cerca de la puerta, con los codos apoyados en las vitrinas de los envases de plástico, un godo flaco y alto, con camisilla blanca y pantalón corto, ejerce su papel de godo. Todo lo sabe y tiene todas las soluciones. Nadie le dice nada, está en su derecho.
Pero no le agrada el hablar de J. y le llama la atención. Lo llama maleducado, que hay personas allí con hijos. Voy a decir algo cuando J. pasa como una exhalación al patio de los waters, y en el regreso nos enseña una faca que no es broma.
--Mira, aquí está mi prima...
Poco después ha arrastrado al godo a la calle. El hombre se queda rígido y paralizado, primero por el asombro.
--Es cuestión de cultura--dice el godo.
--Tu cultura no la conozco pero la respeto... respeta tú también la nuestra.
La discusión sube de tono. La faca asoma en el aire como en un verso de Lorca. Ahora el otro está rígido y paralizado por el espanto.
--Y mejor me dejas tranquilo, que yo a ti no te he molestado...
La cosa parece que viene de atrás. Se conocen y ya tuvieron tiempo atrás un pleito. Sin embargo, más tarde, J. no ha llenado de agujeros el cuerpo del otro, sino que ya parecen camaradas en una noche que promete.
Me acordé de Venanceo, en paz descanse, durante los años sesenta en la calle Miraflores. Poeta callejero, de porte elegante a pesar de su aparente desamparo, de menuda estatura. Solía dictarme sus poemas, que yo anotaba en un cuaderno del colegio. Ay, si hubiese sido cuidadoso y hubiese guardado bien ese cuaderno, estoy seguro de que hoy sus versos harían justicia a aquel santo bebedor.
Me acuesto temprano y vuelvo a despertar de madrugada. El pueblo está vacío, casi vacío. Veo a Narcisa en la plaza, en la cabina de teléfono. Asoma la cabeza y me pregunta si tengo un cigarro.

letras, letrados y amazonas

José Luis García Martín era un aburrido profesor, un respetado crítico literario, un ilustrado poeta (de la escuela ovetense de la experiencia) y excelente narrador. Nos llevábamos bien pero no llegamos a congeniar del todo porque yo navegaba por otra corriente poética, enemiga a muerte de aquellos falsificadores y fingidores de Oviedo. De todos modos, me caía bien, y ahora compruebo, en su blog, que su narrativa ha ganado esmeraldas. Los enemigos, a la postre, son los mejores maestros. De él, eran célebres sus diarios, mordaces, sin pelos en la lengua. Los comenzó en Lunula, y en aquella ocasión relataba un viaje que hizo a Tenerife, invitado por el Ateneo de La Laguna. Ponía a caer de un burro a una serie de presuntos poetas de aquí que le hicieron la adulación y lo llevaron de turismo por las carreteras de Anaga. Como buen godo, denostó no sólo a sus adulones isleños sino también las pintadas independentistas que leyó a lo largo del trayecto. Creo que los calificaba de llorones y pedigüeños, lo que Víctor Ramírez llamaría mimosos y castrados.
Últimamente me acuerdo de este antiguo amigo, porque los sábados sale su crítica literaria en las páginas tales de La Opinión, las que antes ocupaban sus aquellos anfitriones de marras. Y por el fervor del hermano mayor de Tijuana por el Andrés Trapiello de Las armas y las letras. Martín y este Trapiello erán amigos entonces. No sé si lo seguirán siendo.
De Las armas y las letras quisimos hablar el pasado martes, pero "las categorías, los enunciados, los apotegmas, las premisas y las conclusiones", según Lizundia, llevaron a Víctor a disparar sus flechas por otros montes. De aquel martes recuerdo dos banderas en miniatura en sendos mástiles sostenidos por un jarro de Bohemia. Era en la casa del nahualt de Tijuana, donde fuimos bien recibidos y alimentados. Y recuerdo la pequeña fábrica donde nuestro amigo construye su blog, y sus brumosos misteriosos cuadros donde dominan los colores fríos, y en su biblioteca, la obra completa de Alonso Quesada. Las banderas me retro hicieron ver de nuevo la de las 7 Estrellas durante la presentación del Credo guanche en la Casa Elder. Las 7 estrellas tenían un tamaño stándar, y nada relevante a reseñar si su mástil no hubiese brotado de una papelera. Una imagen puede generar símbolos. Es inevitable.
Ayer, la oyente de la playa, me habló de su deseo de convertirse en amazona y perseguir a los enemigos y cortarles la cabellera. No quisiera ser yo uno de esos enemigos. A montones los hay en aquella guerra civil de la que irremediablemente me vi obligado a ilustrarme en otros tiempos y que luego, con la lectura de El fulgor del barranco, empecé a ver con más seriedad y curiosidad. El martes que viene, seguramente seguiremos disertando y discutiendo, y si Víctor se va a otros cerros, esperemos que sea breve, porque lo bueno si...

miércoles, 4 de agosto de 2010

una oyente

--Ayer no los escuché, pero el otro día sí, y no me gustó nada la manera de tratar a Anghel los dos hermanos, parecían que se burlaban de él, y eso que Anghel estuvo muy correcto en todo momento y los dejó hablar sin interrumpirlos... en fin, vaya personajes --me comentó una oyente, de La Puerta y también del programa deportivo de las 14.30 de lunes a viernes.
La encontré, en un paseo por la playa. Me llamó desde la zona de las palmeras próxima a cuartelillo de la Cruz Roja. Y me pidió que le pusiese crema en la espalda, trabajo que hice sin padecimientos.
Quise explicarle que Anghel es un boxeador diatríbico, y que lo mismo es diestro en dar como zurdo en encajar, y que en todo caso, la programática de Tijuana a las seis de la tarde los martes se convierté en una función teatral, a veces trágica, a veces cómica, y las más tragicomíca, y por mucho que se representen a sí mismos, los personajes son personajes, por lo menos mientras el escenario tiene los micrófonos abiertos. También quise pedantear y decirle a la linda y casi desnuda oyente una de la enseñanzas del yaqui don Juan. Ganar poder implica perder la autoimportancia personal. Todo eso se me pasó por la cabeza decirle, pero la cabeza, a pesar del paseo curativo, la tenía aún aplastada por la combinación explosiva de bebidas espirituales. Arehuca en el S/C, Guajiro en Tijuana, Pampero de lujo en la grata velada que hubo en casa de Lizundia, Aldea en el Monterrey, Brugal en el Castillo... buf, no quise que una mujer que me aprecia se enterase de de mi perder control, poder e importancia de la noche anterior.
Tres horas más tarde, en lugar de una mujer, tenía al lado un libro prestado. Las armas y las letras, de Andrés Trapiello, con el que continuaremos seguramente el próximo martes, puesto que Victor en el martes pasado no sufrió inelegantes interrupciones y disertó una media hora sobre la opinión de que el régimen del esposo de Carmen Polo fue fue autoritarismo y no tiranía, dilema interesante pero que apartó hasta más ver a autores como Foxa, Giménez Caballero, Ramón Gómez de la Serna...
A este Trapiello lo conocí de pasada en Asturias merced a su amigo el pope de la poesía de la experiencia ovetense. También recuerdo haber conocido, también de pasada, a Manuel de la Prada y a Juaristi. Con los dos primeros, indeferencia axiólogica; en cambio, Juaristi me despertó una grata simpatía, aparte de la que ya le ofertaba como lector de sus desenfadados versos satíricos. Pero bueno, ahora me voy otra vez a la playa. La oyente me aseguró que estaría a la sombra de la palmera hasta que se hiciese de noche, y aún falta un poquito.

lunes, 2 de agosto de 2010

ron

--¿A ti te encontraron en un barranco? --dijo la maltratadita.
El individuo se quedó pensando. Pensar perjudica la salud. No ver peleas de gallos perjudica la salud. Los años pasaron. No teman, pensó el individuo, no pienso hacerle daño a los asnos mitocóndricos que encuentro en el camino. Pero no hacen sino arrojarme al fango. Eso pensó, hasta que dejó de pensar. Sobraba cualquier otro pensamiento. Sabía que había regresado al villorio para matar y convertirse en un proscrito de la ley.

Así comienzo el cuento para la antología de Juan Royo sobre el oeste canario, en una isla que sólo tiene norte y sur, y que el norte no es totalmente el norte ni el sur es totalmente el sur, sino que parte del sur es el norte y parte del norte bla bla bla. Ahora bien, por muy buenas que sean las intenciones, hay un millón de probabilidades contra una sola de que mi amigo Juan decida dañar a la literatura isleña con una antología que, sin duda, perdería el sombrero y se partiría el cráneo contra el sentido común y la coherencia. Dos virtudes que mi antiguo amigo asturiano José Luis García Martín exigía a toda fenomonología literaria, haciendo oídos sordos a Orcar Wilde, que defendía todo lo contrario. Pero bueno, vayamos por partes. Estoy poniendo el carro delante de los bueyes, sin recordar que el carro lo tiene ahora mi sobrino y que su abuelo, afín al nieto, está obligadamente enclaustrado en el villorio, ajeno ahora a la recova y otras malandanzas.
El día empezó con Orlando y mi primo susurrando en el Castillo. Por una parte me alegré. Mi primo se ha convertido en una figura estatuaria en el bar. Daba cosa verlo como un alma en pena vigilando el mundo desde la ventana del Castillo. No le guardo rencor, lo estimo y me alegra que airee el tiempo conversando con un amigo. Por otra parte me da envidia. El hablar de mi primo David se acerca al oro de 25 kilates. Dinamita pura en los oídos de Orlando, gasolina y proteína para el depósito de un poeta. Envidia, no hay otra palabra. Y encima los cabrones hablan tan bajito que no me entero lo que dicen.
Así que termino con Heraclito, con un modo de morir que es un poema, y salto a Parménides. Fue el primero en manifestar que la Tierra es esférica, pero añadió que está en el centro del universo. Su filosofía la escribió en versos, como estos pero en griego antiguo:

te es preciso enterarte de todo,
ya sea del corazón intrépido de la rotunda verdad,
ya de las opiniones de los mortales,
en las que no reside convicción verdadera.

Está acorde con mi amigo Lizundia en cuanto al valor de la razón:

Que no te presione la costumbre repetida
hacia ese camino de entregarte a la mirada
invidente y al rumoroso oído y a la lengua,
sino que juzga con la razón la ardua controversia.

Inevitable acordarme de Alberto Linares. De un cuento que hicimos in illo tempore con Parménides y no sé qué otro filósofo griego como personajes elevados. En el caso actual, Parménides me convenció para ir a buscar un ron a la venta de Francisca. Una cubana preguntó por mi padre, otra cubana, ésta una que estuvo en el pueblo, se fue para su tierra natal, y ahora está de nuevo aquí enredando.
--No lo he visto... Dale un beso grande de mi parte.
--El tiempo va a cambiar, Jesús, porque a mí me duele el cuadril y el hueso de la mano derecha --dijo la vieja Julita, hermana de Francisca, mientra volteaba la botella sobre el vaso--. ¿Te pongo más?
"¿Con que te animas tú para escribir?", me preguntó una tarde del tiempo mi maestro Isaac de Vega. En ese tiempo, con LSD, opio, hachís... Ahora sólo me queda el ron. Pero no conviene abusar. El caso es que el vaso me animó a leer la novela que me dejó el otro día Javier Hernández. Va de la estatua del guerrero que está en la rambla de S/C. Ayer un símbolo, hoy un grafiti más en el paisaje urbano. La novela recupera, rescata, el valor de esa escultura. Caliente y seca.
Meliso, discípulo de Parménides, dijo que "la naturaleza de todas las cosas se produce a partir de lo caliente y lo frío y lo seco y lo húmedo". Esto me recuerda lo que leí de un médico renacentista para quien la salud dependía de la armonía entre lo caliente, , lo frío, lo seco y lo húmedo. Aunque en cada persona predominan dos de esos estados, y por eso hay cuatro clases de personas: caliente seca / caliente húmeda / fría seca / y fría húmeda, y que a esta última clase pertenecen las brujas malolientes y malvadas; a las anteriores --añade mi atrevimiento-- los políticos que saben justificar gastos sin aportar facturas de bragas (fría seca); a los caliente humedo, los dotados de membresía poética, como mis amigos Lizundia y Anghel, y a los primeros los aficionados a los toros y a las peleas de gallo, condenados hoy a la tiranía de los frío seco, que prefieren que los animales sean torturados en la intimidad del laboratorio, de la granga o del matadero.
Y es ahora cuando entraba en este cuento José Luis García Martín, pero creo que ya es la hora en que está abierto el Castillo. Si hay suerte, dejo a tal personaje pro-Pessoa para otra entrada.

RAE

En las paredes de la RAE mearon no pocas veces poetas hoy celebrados, algunos tan celebrados que mataron su poesía antes del tiempo que ponían en su fecha de caducidad. Ahora el directorio de mi editorial anda devoto con la RAE y las nuevas normas ortotipográficas, normas que se saltan cuando les conviene o les ripia la norma. Y los correctores están tan pendientes de las sacrosantas normas que se olvidan de las erratas normales, esas que no quieren ni la editorial ni el autor. Supongo que nunca publicarán textos de Rubem Fonseca o Celyne o Bukowski, y no digamos Joyce, a no ser que la traductora añada traición sobre la normal traición que son las traducciones. Y en español, no publicarían a Agustín García Calvo, ni a Juan Ramón Jiménez, ni a Juan Rulfo, ni a Pancho Guerra, ni --bajando el listón-- a Saramago. Está bien que un autor que se precie conozca las normas de la RAE o las propuestas por otros lingüistas y escritores que difieren de las anteriores, y si eres periodista, inevitable conocer el libro de estilo de tu periódico, pero una editorial debería respetar al autor, sobre todo si este es consciente y su texto lo ha trabajado con todas las de la ley, incluso no cumpliéndola. Un poeta ingles, Childis, disléxico, asumió su dislexia como parte de la escritura de su poesía. Otro al que deben cerrar las puertas. En fin, entretanto sigan publicando libros aburridos, infumables, infantiloides, mientras cumplan las normas de la RAE...



Este martes en La Puerta, Radio Unión Tenerife.

sobre Las armas y las letras, de Andrés Trapiello, libro leído por nuestro tripulante José María Lizundia Zamalloa.

domingo, 1 de agosto de 2010

filosofía

Curioso el Heráclito ("Heraclito", escribía Agustín García). Dijo que "la erudición no enseña a tener entendimiento. Pues en ese caso, se lo habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras". Dijo que la sabiduría consiste en una sola cosa: "conocer el designio que lo gobierna todo a través del todo". Y comentaba que Homero merecía ser expulsado de los cértámenes y apaleado. Sospecho que Anghel Morales se ha bañado en las aguas de este filósofo. "Sería justo que todos los efesios adultos se ahorcaran y dejaran la ciudad a los impúberes". Y más cosas que cuenta, en formato periodístico, Diógenes Laercio en sus Vidas de los filósofos ilustres, que me regaló Marcelino un día de temblor de dientes. Hoy el oyente tiembla por miedo a los tiburones, y por eso hace lustros que no viene por San Andrés. Ni a bucar la comida de papas, y a que mi padre lo ajeite para ir a Icod y llevar un laurel y un aguacate que hay en el patio de afuera. Tal vez, en el próximo oscuro florezcan por fin en la mar las potas, y la pesca lo atraiga de nuevo al villorio.



El episodio de la otra noche, el caso Fabiola, me hizo pensar que es una hazaña aguantarle un puñetazo a un orangután (siendo uno un chimpacé) que es capaz de enfrentarse a un gorila; y en el caso contrario, una afrenta. Rastreo las consecuencias de aquel episodio. La sensación es pena. Es como haber perdido indignamente la batalla. Empiezo a comprender a Anghel cuando dice que él es independentista por dignidad. Lo tomaba como una broma. "Dignidad" me parecía hasta ahora una palabra vacía, sin contenido real, y además, visto lo que hay, la dignidad está próxima a dejar de ser independentista. Anghel, Antonio Cubillo, Víctor Rámirez, y algunos más, sólo tienen un grano de trigo frente a los que avasallan todos los días con su poderío de sandeces. Me hace regresar al actual libro de Lizundia. Mira que está equivocado y desvariado el nahualt de Tijuana, pero la realidad le está dando en esencia la razón. Menos mal que la razón sólo ha podido subir hasta la mitad de la pirámide del conocimiento (esto es una metáfora, bastante torpe por cierto), porque si no, ya es la hora de bajar el labio y decir adiós, adiós islas de los otros.

También me extraña que Cubillo, en el artículo suyo del sábado, haya denostado al curita (frayle) Espinosa, porque, ségún él, se inventó la batalla de la victoria de Asentejo para darle lustre al aparato guerrero peninsular. Dice que esa batalla no existió. De todos modos, el denostado curita (por Lizundia y por Cubillo) fue el primero que dijo, en español, que los europeos no tenían ningún derecho ni razón para venir aquí a avasallar a los naturales, unos 20 mil, según las investigaciones de Víctor Roncero. La verdad, prefiero volver a Heraclito.

"No fue discípulo de nadie; sino que dijo que se había buscado a sí mismo y de sí mismo lo había aprendido todo". Lástima no haber sabido esto ayer por la mañana en el Monterrey, para responder a Javier Hernández. De todos modos tiene su razón el señor abogado, no tarambana que escribe novelas. El sí mismo es un peligro. El ego, de lo que abusa Juan Cruz en su libro Egos revueltos. El libro se deja leer. El ex editor de Alfaguara tiene una prosa algo molesta, poetizante, de ritmo salmódico, pero soportable. Lástima que no haya sido editor de Anagrama. Sus egos hubiesen ganado bastante mayor interés.