jueves, 30 de agosto de 2012

reflexiones en mitad de la noche

Me acosté temprano y me desperté de madrugada. No me despertó la sed, como en los versos medievales, sino el hambre. Ganas de comer. Abrí una lata de lo que creía fabada asturiana. El recuerdo de las que hacía mi suegra me incitó a abrir esa lata, comprada en un súper al que hoy, o ya ayer, me llevó mi inspectora preferida. No era fabada asturiana sino judías con salsa de tomate. No me hizo ninguna gracia. En fin, me alimenté, le di un poco a la niña, que también despertó y bajó conmigo a la cocina, y la digestión me da por pensar. Pienso en las relaciones humanas. Como unos creen que otros son inferiores, hasta que los inferiores... La dialéctica del sirviente y el señor. Hay una película sobre eso. Recuerdo haberla visto en mi juventud, Hegel por medio. Entre los libros que recogí el otro día en la Hacienda Perdida, había uno que creía pornográfico, género que ya no dice gran cosa (la humanidad se ha vuelto rutinariamente pornográfica) pero que en su día provocó, con la muerte de Franco, la engañosa transición de la dictadura a la democracia. A ese engañabobos que llaman democracia. En lugar de a un dictador, soportamos a unos cuantos, en esto consiste la democracia, por lo menos la que aquí conocemos. En fin, el libro no era pornográfico sino político. Era de una italiana que escribe sobre la mujer vaginal y la mujer clitoriana. Y el primer capítulo se titula, si no recuerdo mal, "Escupamos sobre Hegel", porque interpreta la autora que la dialéctica del sirviente y el señor es masculina y deja aparte a la mujer. Apaga y vámonos. Pero antes de cerrar el libro, me llamó la atención una filípica contra Lenin, ese al que Dalí convierte en judías en uno de sus cuadros. La italiana defiende el amor libre. Bueno, ya se ha visto a lo que conduce el amor libre. Enfermos comidos por el hartazgo o el mono sexual. Lo que me llamó la atención es cómo Lenin respondía a algunas comunistas que en su tiempo alentaban el amor libre entre la juventud. Decía que era como si alguien bebiera del mismo vaso del que antes habían bebido y dejado su baba un montón de gente. El sexo y el vaso, asunto curioso. A meditar.
Y ya no reflexiono más, sino que me pongo al trabajo poético. Mi amiga la inspectora, además de mujer que dan ganas de creer otra vez en el amor devoto, es un as de la informática. En dos segundos me pasó todos los archivos que estoy trabajando, desde el ordenador pequeño que me traje de La Maldad a este, y ya me puse a trabajar. Primero la poesía, influido por la luna llena. Medir versos. Es curioso, pero los poemas con sílabas contadas ganan mucho y quedan más fuertes, más rotundos. Los versos libres son como el amor libre, espejismos baratos que se pudren antes de tiempo.
Otra cosa que estoy trabajando es las notas y comentarios que hice cuando fui a Santo Domingo. Incluido restos, o alrededores, de mi vida en compañía de Pepa Pardo. Me dice Sibi que haga literatura y que cambie los nombres propios. No sé. La batalla de los nombres, reales o inventados, es algo que no tengo resuelto. Lo estoy haciendo en las memorias de las aventuras con Roger en Gijón, y no estoy convencido. La predilección por los nombres reales me ha costado perder amigos. La verdad es que eran amigos que me daban el coñazo con sus escritos. Pero no están los tiempos para perder nada, incluido amigos con el síndrome de la pesadez.
Tengo a la niña, negra senegalesa, una preciosidad, sobre las rodillas. No es bueno que la criatura esté despierta a estas horas. A ver si la acuesto y la duermo. Le contaré un cuento. A lo mejor le doy forma, ya de una santa vez, a El día que me enamoré de Cristina T. Qué bella está la noche.

miércoles, 29 de agosto de 2012

inspectora que parece un hada

Esta mañana me despertó la niña, que se subió a la cama donde duermo y se entretuvo pisándome la espalda. Les puse el desayuno a las dos y fui a dar una vuelta al pueblo cercano. Había dejado la intención de acicalarme para cuando volviera a casa. Y pasa que en la carretera general, me saluda, pelo recogido, pantalón burdeos y camisa azabache, la inspectora. Sorpresa agridulce. Primero temí que me llamase la atención por dejar a esas dos solas, encerradas en la casa. Luego me arrepentí de no haberme aseado como es debido. No me llamó la atención, ni por una cosa ni por otra. Al contrario. Fue la mar de simpática con mi tímido ser, y me invitó a subir a su casa --vive en ese pueblo-- con intención de darme un táper con comida recién hecha. Una casa estupenda, con unas vistas al mar y a las montañas envidiable. Un día de sol diáfano, como la sonrisa y la mirada de mi amiga --creo que ya la puedo llamar así-- la inspectora. Dijo que vendría mañana a visitar a las criaturas, "y a ti", añadió. No digo que regresé saltando de contento a la casa, porque al igual que Kant, la alegría de ser, que a veces me inunda el alma, no permito que me desarbole la sobriedad en los gestos corporales.
A Kant lo tengo todavía en la memoria. La última lectura. Los últimos días de Kant, una versión de De Quincey de lo que escribió un antiguo alumno del filósofo sobre sus últimos días. Ese libro lo dejé en mi casa de La Maldad en la mesa noche, junto con otros títulos: El banquete, de Platón (préstamo de Juan Royo), La madre, de Gorki; El arte de amar y, mejor aún, El arte de desamar, de Ovidio, y un compendio de frases cortas de célebres personajes, en cuyos márgenes he ido añadiendo de propia cosecha. Filosofía para vagos. A mi amiga inspectora le ofrecí algo que tengo en mi casa, que yo no necesito, y quedamos en ir a buscarlo un día próximo. Al parecer, la pequeña y la grande (grande de edad) mujer están acostumbradas a quedarse solas. Respiro aliviado. No cometo ningún pecado por salir un rato por ahi. Cuando vuelvo, las dos criaturas me reciben con alborozo y alegres de verme otra vez. Mi relación con las dos es estupenda. La viejita me dijeron que tenía un poco de celos, pero en estos pocos días que llevo aquí, mis atenciones especiales es posible que le haya curado esa celopatía, pues no le aprecio ningún síntoma. Ni siquiera se ha quejado de mis ronquidos cuando duermo, y eso es decir mucho a mi favor. Creo que estoy hecho para este oficio. Descubro que cuidar a otros es cuidarme a mí mismo. Én la biblioteca de esta casa también hay libros que me colman la curiosidad. Por fin, nunca es tarde, leo la Eneida. O mejor dicho, les leo la Eneida. Los tres en la misma cama. Yo en el centro. Recuerdo viejos tiempos en que trabajaba contándole cuentos (cuentos populares españoles) a niños de edad preescolar. Echo de menos a Carmen. Seguro que está disfrutando de las nobles tierras de Aragón. Dos amigos irán a ver los cuadros de Hopper en septiembre. Qué envidia.

martes, 28 de agosto de 2012

entre sueños

Ramón ya volvió de Suecia, una suecia boliviana, y Sita y Ariadna regresaron del crucero por el Medíterráneo, un crucero con sabor catalán, y tunecinos ofreciendo camellos por su gracia y su belleza. Rebaños de camellos son insuficientes para alcanzar el valor que tiene esta mujer. No es sencilla, no es ingenua, todo lo contrario, pero la claridad de su palabra es un tesoro. Una amiga como Sita es una suerte. Ha cometido el defecto de valorarme demasiado. Por supuesto que tengo valor, pero con tres camellos es suficiente.
Antes de venir al cuidado de las criaturas de esta casa, donde ahora escribo, donde me entretengo hablando, cotilleando con la niña y la señora mayor, hice una visita a La Orotava. Casa de mi hermana y mi cuñado. Me fue grata la tarde que estuve allí. Quien es adicto a este blog sabe que los episodios no fueron siempre épicos, sino en ocasiones tragicómicos. Sin embargo, me alegró que me invitaran. Además de por el excelente vino La Hacienda Perdida de la última cosecha. Algunos libros que ellos no querían me los ofrecieron. Aunque no hay libro que no contenga una línea que valga la pena, algunos, sobre todo poesía, preferí dejarlos para el fuego. Otros eran valiosos. Entre ellos la Fonología Española, de Alarcos Llorach. Cuando estudié Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna (no me hagan méritos, no terminé la carrera), le cogí afición a la fonética y la fonología, gracias al profesor: Antonio de Lorenzo. Qué buen profesor. A Ramón Trujillo, especialista en semántica, me costó más entenderlo. Entendí su constestación a Alarcos Llorach sobre la existencia de la voz pasiva en la lengua española. En contra de la teoría de Alarcos, que no había tal voz pasiva. En Oviedo me dio clase la Pepa (esposa de Alarcos, actualmente viuda) y en el examen final la pregunta clave era sobre la dichosa voz pasiva. Me suspendió. No sé si me entraron deseos de venganza, como al brujo, que lo vi hoy por la mañana en La Laguna y me hablaba del placer de la venganza. Me retiré de los estudios oficiales y nunca más quise volver. A veces soñaba que volvía a la Universidad y no entendía nada de nada. Sueños que me recuerdan el de anoche.

conducía un coche por una calle de San Sebastián de la Gomera, hacia arriba, y otro se me cruzó y le di un estámpido. En la siguiente escena que recuerdo, yo estaba con otro individuo, yo de copiloto, parado el vehículo. Una chica se acercó y se puso a discutir con el chico que estaba al volante. Hasta que descubrió que el destinatario de su diatriba era mi persona. Era quien conducía el coche contra el que choqué. Fui a verlo. Tenía el techo desencajado por el lado izquierdo, coche rojo. Sin ponerme a pensar quién había tenido la culpa, le dije que no se preocupase, que le daría el seguro. Busque en la guantera los papeles del seguro y no estaban. No importa, le dije, te firmo un papel y aviso al seguro. Me llevó al bar de su novio, quien me dio un montón de papeles y un bolígrafo. Ahora estábamos en La Palma. Imposible escribir en ningún papel. El bolígrafo fallaba o el papel estaba húmedo. Otra escena es que seguía intentándolo, buscando un papel que valiera la pena. Apareció mi madre, para ayudarme. Pero su ayuda no me servía. Otra escena. Otro bar, con una cama que supongo utilizaban para negocios sexuales y donde representaban una obra de teatro. Allí estaba Cifo (el que hozo el papel de Breton en la película sobre Oscar Domínguez) y se puso a corregir a los actores. No recuerdo más. Mejor fue el sueño de la primera noche en esta casa. Soñé con una chica que me encantó. Lo misterioso del caso, ya despierto y en mis quehaceres, es que tocaron a la puerta. La viejita me avisó de que estaban tocando la puerta. Era la inspectora que me dijeron que vendría alguna vez por aquí por si necesitaba algo. Era la chica del sueño. Igualita. Me dio rabia no haberme afeitado. No tenía crema de afeitar. Cuando se iba, le dije que me dejara en el primer supermercado, y le pregunté qué raza de vino le gustaba. Compré Aldea, y esa raza de vino y crema de afeitar. Hoy me afeité. Pero no ha venido.    

domingo, 26 de agosto de 2012

dignidades

--¿y no lo mandaste a la mierda?... ¿tú no tienes dignidad?
--No, no tengo. No uso ese papel higiénico.
Es más, huyo de la gente que presume de dignidad. No me interesa esa gente. Apesta. Sólo me interesa quien tiene palabra verdadera y cojones. Y las palabras verdaderas no son bonitas. Dejé la discusión, dije adiós y me fui a San Andrés. Allí hay mucho digno que te viras la espalda y cuidado, como en todos los sitios. Prefiero La Maldad. Quizá no conozca ni la mitad de la misa, pero la gente de La Maldad tiene sangre en el cuerpo, y no mariconadas. Sin embargo, algún amigo me queda en San Andrés. Chani. Esta vez acudo de detective de tres al cuarto. Investigo un robo. En realidad, no investigo nada. Sólo los ladrones son robados, solo los chivatos son ajusticiados, sólo... en fin. Me asomo a la ventana frente a la cruz donde una noche de cristo crucificado un trompestista desafinó y se echó a llorar. Pobre. No tenía que haber tocado la trompeta. Pero se hizo el valiente y la cagó.
--¿Qué, no invitas a un café?
--Yo no me levanto del sillón. Entra y te lo haces tú... Joder con la tele, no echan más que basura... Joder, no me digas eso... vamos a ver si va a ser... A Antoñito España también le robaron... tanto presumir de cadenas de oro... ahora ya no presume... ¿Sigues yendo por el brujo?
--Cerró el negocio... lo tenían agobiado... el abogado Felipe Campos lo puso contra las cuerdas... Mejor, no tenía sino multas por todas partes.
--¿Y Marcelino?
Le cuento aventuras de Marcelino.
Y al día siguiente (hoy domingo) dejo recogida mi casa y voy a donde está la niña y la señora mayor que tengo que cuidar. Buena gente. La niña curiosa, la señora también.

martes, 21 de agosto de 2012

casualidades...

casualidad = causalidad, era una de las fórmulas de Ernesto Sábato. Escribir novelas como si las escribiese el destino, sin que ningún detalle sea gratuito, fue el motor de Malcolm Lowry en Bajo el volcán. Dicen que se la dictó el Diablo. Puede ser. Según medievales tradiciones, si no estoy equivocado, el Diablo es el patrón del arte de la ficción narrativa.
De Sábato he leído, y he asumido como novelas de aprendizaje, El túnel (Bioy Casares la calificó de novela menor, poco menos que un folletín con final infeliz. Ojalá pudiera uno escribir folletines como El túnel) e Informe sobre ciegos, que forma parte de Héroes y tumbas. Defiende el narrador protagonista que los ciegos dominan el mundo, y actúa como un ciego. Aparte de intereses universales, el localismo canario, vía Óscar Domínguez, ocupa páginas de Informe sobre ciegos. Creo recordar que el hombre del castillo de Guayonge iba con una modelo a cobijar delante del marido de la modelo, ciego y parálítico. La relación de Sábato con el grupo surrealista, en un autor de formación ciéntifica como él, fue crucial. El mismo caso de Dalí. Ahora estoy interesado vivamente por Dalí, el más grande de los surrealistas. De un modo innoble, sin motivos evidentes, hace tiempo que le tengo manía a Bretón. Ahora, leyendo a Dalí, empienzo a ponerle razones, motivos, a esa manía mía animal contra esto o éste. Dalí también tuvo una formación ciéntifica, conocía mucho la física cuántica y las matemáticas, que aplicó a muchas de sus obras. Su método paranóico crítico me recuerda a la locura controlada de Don Juan, el de Castaneda. Don Genaro, compañero de don Juan, era un maestro de la locura controlada. Dalí también. En lo de casualidad = causalidad, me llama la atención una ilustración del libro sobre Dali que estoy visitando. Es esa ilustración de un cuadro del siglo XVI sobre el martirio de San Cucufato. La casualidad es que este santo, desconocido completamente, hace poco que C... lo encontró, por medio de una amiga, a raíz de una agenda que perdió. Lo de la agenda me dio la idea de incorporar el caso al cuento El día que me enamoré de Cristina T.  ¿Qué político, macho o hembra, no tiene una agenda? Hoy tomar una cerveza con éste, mañana un café con el otro, pasado cenar con el de más allá, etc. Para meterme en eso de lo que puede ser una agenda de mujer, he ido a buscar a Icod La agenda de Verónica.
Otro caso de casualidad = causalidad es que anoche soñé con mi cuñado Raimundo, y hoy me llamó por teléfono. Un asunto positivo. Me recuerda los hombres del pasado que trajo Martín en nuestros encuentros. El primero era mi cuñado. Pues bien, si la teoría de la causalidad funciona, pronto aparecerán otra vez en esta extraña vida de uno Daniel Bencomo y Cándido Hernández, este último espero que con renovadas fuerzas editoriales. Era un placer trabajar con Cándido.
Y Ramón que volvió de Suecia. Ya lo tenemos aquí.
Y otra casualidad. Ayer medía los versos de un poema, y contaba las sílabas que tiene "La Puerta Verde" y en eso que llama Clara, que ha estado leyendo Cucarachas con Chanel, y me comenta un episodio de la novela donde sale La Puerta Verde.
--Cuando vea yo a Ramallo, le voy a decir...

lunes, 20 de agosto de 2012

aquel sábado en la terraza del ático con vistas a las torres de la ciudad, Dr R desilusionado y desesperanzado del republicano mundillo literario. Mucho tardaba. En este gremio no puedes tener muchos amigos, pocos y escogidos, porque si no, te echas a perder. Pierdes oportunidades del ruinoso negocio, las pocas perras que se rascan, pero ganas en estar fugado de una escuela de todos qué bonitos somos. Más alegría en las botellas y en los platos. La vena árabe de Dr R destacó con un cuscús que lo recuerdo y se me hace la boca agua, y luego los pasteles de Clara y Jessica, que me recordaron, en contrapunto, dos tortillas en una garita de Infantería, al lado de Los Rodeos, en tiempos de vida militar, que eso sí es una escuela y no la del otro día en la película-documental Enseñanza prohibida, en el Aguere, que vi con Marlene y con Carmen. Todo muy bonito, una profe mexicana con sombrero ídem defendiendo que lo principal era el amor, dar amor a los niños y recibir amor de las criaturas. Sín evaluaciones, en libertad, donde los profes se agachan cuando el nene quiere motar al caballito. En contraste la escuela normal, con una directora con cara de poco amada, que no dejaba vivir a los alumnos. Los alumnos vivieron todo el curso dando la lata para leer al final una manifiesto reivindicativo. En esta, pibes de 16 en adelante. En la otra, en la escuela chachi, niños --los que se vieron en la pantalla-- que no llegaban a diez años. No sé qué evaluaciones les van a hacer. Aquello era una guardería. Y la peli, maniqueísmo argentino. Nosotros los mejores y los otros hay que matarlos a todos. Guardería para niños con dinero. Interesante la película. Te imaginas lo que hay detrás de la hipocresía puesta en la escena, y te ríes un rato. Mejor las aventuras lanzaroteñas de Marlene, contadas en el Tocuyo. Pero en contra de mi fama, yo revelo de lo que hablan las mujeres pero no lo que dicen. La conversación de Jessica y Clara aquel sábado fue sobre animales. La de Carmen y Marlene la noche del sábado en el Tocuyo, mejor que nunca el eso gomero... cómo se llama... ah sí, el almogrote, fue sobre Lanzarote fue también sobre animales y... chitón.

Ya cerca del fin de este mes y algunas semanas de septiembre, estaré Dios mediante de retiro espiritual, en una zona amena de Tenerife, al cuidado de una niña y una señora mayor. Hasta entonces, en que estudiaré cómo evoluciona y se eleva mi espíritu, me entreno estos días para aferontar con éxito el quehacer de tres semanas de bondad. Toda la demás gente fuera. Sita de crucero por las islas egeas, Vera por no sé dónde,
Clara a no sé donde, Carmen a Huesca, Cruci en el Sur... Convocaré a las hadas. Empezando por la exposición de Marianella en Librería de Mujeres.

jueves, 16 de agosto de 2012

Wary

El martes pasado, en el bar de Ibrahim, comentaban que murió el Wary. La esquela estaba en el periódico. Al Wary lo conocí en San Andrés. Tuvo la cortesía de invitarme a su casa en La Montaña en unas cuantas ocasiones. Recordé los tiempos, incauta niñez, cuando subía a la casa de mi abueo Ignacio, también en La Montaña. La incomodidad, si la hay, de vivir en esa zona del pueblo la compensa unas vistas que no tienen quienes habitan la parte de abajo. Al Wary le gustaba contarme su vida de preso en Francia. En las cárceles galas hizo alianza con presos sicilianos. La policía lo había atrapado a raíz de haberse metido en un bisne con un judío que tenía una joyería. El resto de sus cuentos los tengo aún en la memoria. Creo que me los contaba para que yo los escribiese. Si Dios quiere, algún día lo haré. No tienen desperdicio. Buen viaje a donde sea, peculiar hamaquero de Las Teresitas. Desde aquí un saludo, un abrazo.

lunes, 13 de agosto de 2012

festejo en Tacoronte (y III)

Creo que antes de abordar la 051 Laguna-El Sauzal, pensé acercarme a una librería donde vi días atrás El hombre menguante. No sé si me será útil para el cuento El día que me enamoré de Cristina T. No está de más poner en el cuento, como contrapunto en sordina, a un filósofo de pacotillas. Estoy hablando de uno que conocemos y que llamaré ahora Nuestro No Henri Bergson (filósofo francés el Bergson real, amigo del instinto, mentor de Buñuel y Dalí) que por miedo o por prudencia ha ido menguando, cayendo desde las alturas del pensamiento a un suelo de album de fotos familiar. Como si hubiese ido por lana y viniese trasquilado. Habrá que darle el zurrón de Martín para que recargue las pilas. Las mías tampoco están muy energéticas. Tantos jeroglíficos alrededor me marean el cerebro. Y encima, en el último baño en Valleseco, me metí con la libreta de notas en el mar y el agua se tragó la tinta de las palabras. Mejor, usar la memoria, como aconsejaba Pimentel, el de Santa Cruz la nuit.

--Si hay alguien más loco que tú, ese es Jesús --contó Martín que le dijo Cándido.
Yo había ido con Tini a un recado a su casa, donde mientras ella resolvía, yo hojee un libro de poesía completa de Quevedo

El caballero reclama lo que cree corresponderle en un negocio y la dama le dice el camino de los buenos negocios

Dame, señora, el bien que merezco
pues tantos rosarios ya he pagado
--pidiendo ser de vos un bien amado--
a las viejas, las que oyen con sus cestos

de mimbres tan llenos de hilos mágicos,
la misa del obispo don Armando,
ese que si le piden dice cuándo
pero en tomar hasta por culo es rápido.

Esas putas viejas se me han llevado
las bolsas de dinero que labré
haciendo sudar a un negro lebrel

en las lejanas minas del Dorado.
Ya las celestinas hacen su hacer
brujero. Seré pobre pero honrado.

*

Mi prenda con gusto os hubiese dado,
caballero idiota y mentecato,
si en vez de pagar vieja, el nuestro trato
hubiese sido más cierto y logrado.

Págame cuando quieras un buen polvo,
cariñosa soy si hay buen dinero,
si no, por el amor yo no me muevo
porque amar a un pobre es un estorbo.

Vuelve con tu negro a ese El Deorado,
donde si mete la mano en los lodos
el oro se le queda bien pegado.

Cuando regreses, oh mi dulce amado
yo te diré en los idiomas todos,
si sabes dónde invertir lo ganado.

y cuando volvimos ya estaba Martín en escena. Carmen la mía (mis ganas) me dio la noticia. Ninguna sorpresa. Ya sabe que estoy loco. Luego laboró en la cocina, y Pepa me sugirió un comienzo en el arte de beber. Depende de dónde y cómo voy. No soy guapo ni ingenioso. San Martín de Porres me puede hacer más bueno pero no más bello. Por lo que pienso hacerme también devoto de San Cucufato, el de los huevos amarrados. En las juglarías medievales (Europa) peleaban caballeros y monjes, lidiando quién era mejor en el Amor. Como los monjes eran quienes escribían las batallas, salían ganando ellos. Hoy, que ya los soldados sabemos escribir y somos poetas, llegó la hora de corregir ese error. En mi caso, la cosa en que a menudo dudo si echar mano de la escoba o de la soga.
En fin, rodeado de mujeres que me despiertan la musulmanía de Las mil y una noche, haciéndome y deshaciéndome las alas del corazón. Aunque vano es tocar la gaita a persona que quiere lira. Pobre de mí. Pero estamos de festejo. También estoy con hombres. Con Andrea, suizo, que en la noche nos habló a Miguel y a mí de los cantones. Y recordé al Cuervo, que por aquellas tierras está ahora. Y con Carlos, que gracias a Martín hizo una paella que me recuerda a las que hacía Meme en Guayongue, otros tiempos. Nos la comemos con gusto, y Tini aparta lo más granado del arroz en un platito para llevárselo a su hija Paula. No sé qué oigo de un tal Tonete el de San Ginés, uno que tenía pata de plástico y después de hierro. Y Martín que huye del abejorreo de las mujeres en el patio sur.
--A mi me echaron del casino de Estoril --dice Martín--. Me faltaban dos y dijeron 23, y yo grité ¡cuajo!... Se quedó todo el mundo mirando... "Le invito amablemente a irse pa la puta calle"...
--¿Cuajo?
--Terno es cuando te faltaban dos. Cuajo, uno.
--Hasta en ... tengo gafas --Conchita.
--... para salir bien en la foto --Miguel.
--Yo no soy de nadie --Carmen la de Martín.
--¡Pepa!
--A un etiqueta negra no se le perpetra ese atentado --Martín, recordando cuando era Martín el Perla y metía goles contra el viento--... "O te levantas o te echo a la calle"...

El individuo que soy se disuelve en lo colectivo, y sólo cuando Pepa reina en la guitarra (no tan afinada como la suya propia) vuelvo en mí y creo ser todos los príncipes.

Y ahora contaría la cena del sábado en el ático de Dr R y Jessica, esta vez fui con Clara, pero ya me queda sólo un minuto de uso de ordenador en el Tea. Otro día, si la memoria no me traiciona. 

viernes, 10 de agosto de 2012

festejo II

--¿Cómo te va con R...?
--No te comento pa que no te pongas celoso... Ahora está de viaje.
--Lo hombres ricos son así, viajean para cuando vuelvan a estar con los isleños pobres, pasarles las aventuras del viaje por las narices... ¿cómo va el blog?
--Bien, metiendo personajes para ganar lectores, porque aquí los únicos que leen son los personajes,y si te descuidas ni esos. Un día de estos te vuelvo a nombrar, para que no te olvides de la flor y la mierda.
--Lo que tienes que hacer es llamr maricón a Paulino Rivero; te denuncia y gana el pleito, pero te declaras insolvente y encima le das las gracias por hacerte famoso.

Eso me sugiere que el político de mi cuento sea maricón, para darle valor social, personaje con enjundia; Sin embargo, aunque en el mundo exterior la homosexualidad tenga glamour, aquí en la isla todavía muchos se avergüenzan si los descubren. He oído historias de jueces, seguramente leyendas urbanas, que absuelven a fulano, porque fulano tiene pruebas contra el juez de algo que ya es legal pero que el juez prefiere dejar en vicio privado, escondido.

*

festejo del sábado

Desperté cuando el Sol ya se había levantado sobre la Maldad.

San Balelé se ha caído,
tiene la pierna quebrada.
Pisa, pisa, pisa, mulata,
pisa el pañuelo de seda...

Recuerdo este canto de Ariadna cuando pido el primimer café, en el bar de Ibrahim. Esta vez paso de leer los periódicos.
Salgo del bar y bajo a la parada del tranvía. Cruz del Señor. Smoking prohibited. Una radio emite

me iré a la hora que
tú me digas que me vaya...

Parece sábado de canciones. En la estación de guaguas de La Laguna, un viejo con copas, apariencia de amanecida, farfulla algo así como quiero los besos de tus labios, exonerada aparición... Llega la guagua, dos minutos más esperando y entra la gente. La guagua se llena.
--Venga, hombre --al chófer--, arranca ya que tengo ganas de comer.
--... tranquilo de momento, porque ahora la cosa tampoco está muy clara.
--Ten cuidado que por aquí tiene que haber un micro pequeño.
Carretera general a Tacoronte y el Sauzal. Pasada La Hucha Supermercado, una furgoneta grande aborda desde la izquierda la vía principal. El chófer de la guagua, para evitar el choque, da un volantazo y se aparta al arcén.
--Un despiste.
--Un despiste que si la coges, mira tú cómo queda el despiste.

En casa de Carmen, ya la mitad de los invitados. Buburjea la paella en el patio norte. Carlos, cocinero ocasional, revuelve el arroz en la paellera. Ni una mancha salpica su camisa blanca, de hilo grueso...
--A mí la mano.
--Por lo pronto.
Así empiezo a conocer a Tomás. Hombre tranquilo y cordial, de modales sobrios. Mientras hay fuego en el patio, la mujeres danzan y preparan las mesas.
Como dije en la entrada anterior, Martín entró en escena con un zurrón... un zurrón especial, mágico... donde el gofio tiene un valor inaudito, al estilo del dicho de JRamallo ni el Teide es mi padre ni la Virgen de Candelaria es mi madre, y si con ese zurrón nos viene alguien cantando el que quiera gofio me lo pida a mí, le molemos la cabeza a palos.
En los ratos que he visto a Martín, el hombre me ha traído amigos del pasado. Mi cuñado Raimundo la tarde en el ático de Pepa, y este sábado en casa de Carmen a quien fue mi editor Cándido Hernández (Cándido editó El pintor asesino) y Daniel Bencomo. Es la segunda persona que me nombra en poco tiempo al psicólogo del Hermano Pedro. En un tiempo fue amigo especial. No recuerdo qué nos alejó. Sí sé lo que nos unía. El equipo Zameira, el Hogar Católico, el monte, las piraguas en la dársena y las conversaciones filosóficas. Recordar gente como Cándido o Daniel es alejarme del síndrome de un personaje de Hosmán Amin Torres (Paréntesis, cuento "Dolor y placer"), alejarme de un estado de pesadilla aún más intensa que la anterior. Y más, cómo los cuenta Martín. Ves hablar a Cándido con el zurrón de marras y caminar a Daniel con su bigotito, al parecer.
--Señores, a la mesa.

(continuará)

lunes, 6 de agosto de 2012

el festejo I

Ay Carmen. Si no me hubiese enamorado, ya la tendría conquistada. Enamorarse es un obstáculo en el arte de la seducción. Estás perdido. A merced. Lo mismo me pasa con Clara. Pero esta otra mujer, de pensamiento florido, que parece conectada a un gps, tiene la poca virtud de ser celosa. A Carmen le puedo hablar de Clara, sin pasarme. Pero a Clara ni se me ocurra hablarle de Carmen. Las indagaciones serían peor que la gota china. Si sospecha lo que hay, me diría hasta luego lucas, a freir espárragos.
El sábado del festejo en Tacoronte tuve la mala suerte de que coincidió, invitación posterior,  con la propuesta culinaria de Zoo punto cero. Por un momento estuve pesando si no ir a Tacoronte y avisar a Clara para la cena con los animales del Zoo. Hay que saber hacer boleros cuando se ama a dos mujeres a la vez. Cosa que se puede, pero no estar en dos sitios a la vez. Hay que elegir, estamos condenados a elegir. Clara me libró de esa condena. Ese mismo sábado ella estaba comprometida a reunión de trabajo en una discoteca del Puerto. Pero tuve que anular la invitación del Zoo, con pena en el alma. A Jose no le sentó bien, sospecho. A ver cómo me redimo yo del tranque inevitable que le di a mi amigo. Espero que no haya tenido ganas de escupir sobre mi tumba.

Como estamos en una sociedad de servicios mutuos --dicen-- es natural que el amor no esté exento de interés (no como en el chiste del amigo que pregunta a un marido: "¿Tú estás con tu mujer por amor o por interés?". "Debe ser por amor, porque interés no tengo ninguno"). Mi interés con Carmen es que me ejerce de secretaria, y de maestra de modales y de urbanidad. Y con Clara, de cocinera de vez en cuando y de vez en cuando me pone en su lavadora algunas prendas de ropa. Carmen tiene también la interesante ventaja de que me ha puesto en contacto con su mundo, empezando por Pepa. Ya Pepa me lo dijo cuando la noche de Boca Cangrejo: "Nosotras somos lo mejor que tú has encontrado". Y en gran medida es verdad. No me enamoro de Pepa porque estoy enamorado de la hermana. Pero que me permita su amistad es cosa grande. Gracias a Pepa, ya un par de veces he enderazado mi natural inclinación a rumbos equívocos.
Y ahora debería empezar la crónica del sábado, con el amable arroz que cocinaba Carlos y el zurrón de gofio con que Martín entró en escena. Pero antes hubo preludios cuando viajaba en el tranvía destino la Trinidad y después en la O51 destino Tacoronte.
(continuará).
 *
Luna Negra, si no me pones velas ídem, descuida. Hay poeta pa rato, supongo.    

domingo, 5 de agosto de 2012

Sueño que mi padre le da a mi hermana un anillo que me pertenece. Mis sueños últimamente carecen de calor. Están congelados, bajo cero. Vacíos como un vaso sin licor, lo que hay dentro no son sino formas sin sustancia, apariencias. Los sentimientos que provocan también están vacíos. No me nutren, ni para bien ni para mal. Despierto con ganas de que me llame la muerte. Caminar y los baños en Valleseco, me restablece del frío anímico que me persigue. Esta vez escojo para bajar a S/C el puente nuevo y el puente Zurita... Pensaba pasar por la sede del partido político del cuento El día... Y ojear las portadas de los libros en los escaparates de la librería El Cabildo, enfrente del local del partido político. Quizá algún título me dé una nueva pista que pueda conducirme a encender un fuego en el infierno, que es lo que Lowry pretendió, y consiguió, con su Bajo el volcán. En mi caso, toda mi ambición es encender un fósforo, pero estoy como si hubiese olvidado la caja de cerillos en un pantalón que puse a remojo. Lo dejo para otro momento. Marcelino me avisa por el móvil que está tomando una caña...
*

--Carmen es tu bolsa anímica. Estás con Carmen, sube la bolsa. No estás, baja la bolsa --dice Marcelino cuando lo veo a mediodía en kiosco Grijalba. Ya no nos molestamos en recordar la vieja Rambla de espirales, donde Roberto Cabrera generó Idolos de bruma. De esta novela recuerdo sobre todo la pasión que me despertó la lectura, como si viese el mundo que me rodeaba en una bola de cristal. Esa pasión ya no existe.
--También me pasa con Clara. Pero me temo que ya no estoy hecho para ninguna mujer.

Carmen y Clara son como la noche y el día, pero ambas son valiosas. Merecen un paisano y no un papafrita que escribe. A ninguna hace falta que se lo diga, me lo dicen ellas a mí, cada una por su lado. Pepa dice que lo tengo complicado con Carmen. Lo mejor, ni intentarlo. No hay tiempo. Me entretengo con el cuento El día... Todo lo demás es trabajo que resuelvo como puedo. Una persona soñó que yo preparaba mi muerte. No, no preparo mi muerte. Pero no sé si el sueño de esa persona es el que ha congelado los míos. Don Juan, el hombre de conocimiento, el indio yaqui, enseñó a Castaneda que la Muerte viaja a un metro de nosotros´y que es la mejor consejera, la mejor maestra de la vida. Cuando la Muerte decide tocar el hombro izquierdo, la única opción es bailar por última vez y decir adiós. Marcharse uno sin dejar detrás ninguna huella. No dejar dolor en aquellos que nos quieren ni cosas que sean ninguna carga. Esto me recuerda que tengo que arreglar lo del testamento. Y en cuanto a las obras editadas, entre otras cosas recomponer El negro. La técnica de relatar los episodios de un escritor intercalando los textos que escribe, no funciona en El negro. La novela que escribe debe ser sacada del libro y que se mueva por sí sola, o borrarla. Entorpece la narración principal. En cuanto a lo inédito, dejar listo los poemas. No dejar ninguno que tenga una fecha de caducidad demasiado cercana. A veces es difícil saberlo. Pero soy un buen poeta. Por lo menos sé lo que tengo que eliminar. Y de la obra narrativa inédita, dejo parado por lo pronto lo que está en el ordenador grande (El gigoló, El hombre del agujero, etc.) y trabajo ahora Señora de todos los caballeros y Con JP (incluye crónica de un viaje a República Dominicana). 
La semana pasada subí a Fotocopias Mateo a imprimir Señora. Recordamos a Cándido Hernández, tristemente desaparecido como editor. Editorial Benchomo tiene en su catálogo obras valiosas que merecen seguir circulando, y no sólo merecen sino que es necesario. Lo que podemos llamar literatura canaria está deprimida sin el conocimiento de muchas de las obras que editó Cándido Hernández. Curiosamente, en el festejo del sábado en Tacoronte, Martín me dio la primera sorpresa hablándome de Cándido, con quien tiene una relación de amistad fuerte. La segunda, que también tiene amistad con alguien que fue amigo mío en el pasado. El festejo en casa de Carmen (con Pepa, Tini, Mónica y Andrea, Mercedes, Julia y Tomás, Conchita,  Carlos, Miguel, Martín y Carmen) sin desperdicios. Empezando por el arroz de Carlos, con ayuda de Martín, el gran inspirador de El día... Nada de fósforos mojados. Martín es una tea ardiente. En otro momento, en una siguiente entrada, haré Dios mediante la crónica.

viernes, 3 de agosto de 2012

Benito Codina, portavoz federal del CCN, adquiere un relieve que no me esperaba. Me parece una figura más interesante e inteligente que su presidente. Más apropiado para hacer el papel de padre putativo. Me intriga cómo resolver el enigma. No sé si en el trascurso de la historia Benito y Martín hacen migas, o se enfrentan en guerra sin cuartel. Otra intriga es el valor de Cristina Tavío como mujer-hija. No la veo en ese papel. Su blog es deprimente. Sé que Martín, con la disculpa de ser su nuevo negro para espiarla mejor,  hará que su ideario político se pueble de brisa y salpicaduras de olas. El estilo de Martín (expansivo, bien humorado, incisivo y clarividente) conecta bien con el pueblo, esta entidad que lo mismo hace maravillas que barrabasadas pero a la que hay que tener en cuenta. El pueblo de mi cuento está en San Andrés y está en el barrio de La Maldad. De San Andrés, valor tiene una foto de Cristina T caminando, sin descalzarse, con los pies metidos en el agua, y portando una papelera pública en una mano, cuando el mar de San Andrés dio el primer aviso de que quería recuperar sus pertenencias. La Maldad juega un papel menos lúdico, más subterráneo.
También importan dos pintores. Tamara de Lempicka (concretamente Retrato de Ira D) y el pintor tinerfeño DeMiguel (ningún cuadro en concreto). El cuadro de Tamara entona las pasiones sexuales y políticas (aristocracia política); el DeMiguel, las ambiciones económicas. Curiosamente, en la realidad Tamara, aparte de la pasión sexual desbordante, marcada por el cuello de la mujer del cuadro, es también más rentable económicamente que veinte cuadros del pintor canario. Tiene la ventaja de que está muerta. Pero no creo que DeMiguel, aunque se muera hoy, alcance una cotización más allá de un aceptable valor en alza, o un penoso olvido y una caída en bolsa de su obra marina. Detrás de tiempos vienen tiempos.

jueves, 2 de agosto de 2012

sigue la fábrica de un cuento

... está sacada de la Academia del karateca Baena, que tenía el chalet privado como complemento del tatami público. Otra vez lo público y lo privado. Lástima que Agosta no haya pasado por la escuela DE KARATE. Hubiese animado un poco más la escasez de llaves. De todos modos, como El día que me enamoré de Cristina T no es una historia porno ni erótica... En fin, que pensaba esto y lo otro, hasta que llegó Marcelino. Me hizo el cuento, real, de uno que fue contratado por I. G. para que le diese clase particular a su hija, pero sobre todo, para que ejerciese de padre, porque él, el padre biológico, estaba tan ocupado que no tenía tiempo para hacer de padre.
Sobre los dos sujetos públicos del cuento, he investigado algo, por encima. Cristina Tavío tiene un blog. Dicen que se lo escribe un negro. Me deprimió leer ese blog (nada apropiado para una heroina), ramplón y plano. Debería cambiar de negro. Yo no me ofrezco porque estoy planeando ir a Lanzarote y ofrecerme a Zapatero, que quiere ahora escribir un libro.
De Ignacio González, lo más notable que recopilo es que un día un tal Manuel Fajardo (del Psoe) lo llamó, según el propio Ignacio: "excelentísimo estúpido". Otra cosa que me llamó la atención fue otro hombre a bordo del CCN, un tal Benito Codina. Interesante elemento. La B es una fuente de conflictos en nuestro cuento. Bankia, Baena, Barcelona, Balayo... Benito habla bien, se defiende en los discursos, es bien parecido Benito pero no tanto como el alcalde Clavijo.
En fin, que el relato de Marcelino me acerca aún más al cuento de La Bella y la Bestia. Aquí la hija se ofrece a servir de compañía a la Bestia para salvar al padre. En el nuestro, el padre es quien facilita a la Bestia el acceso a la hija. Lo tendré en cuenta.
Los personajes, según el sabio Aristóteles, deben tener pocos rasgos distintivos. Y si son psicológicos, menos. En el político I. G. su andar de la perrita estriba en acusar a otros de los propios defases. Es un maestro, si te roba, te acusará de ladrón. Si te mata, tú eres el asesino. En el poeta I. G. (ninguna relación personal entre el poeta y el político, salvo la coincidencia en las iniciales de sus nombres) el rasgo psicológico (entendiendo psicología como modo de actuar inteligente, solar) es cero. Domina el rasgo emocional. Es pura luna amontillada. La emoción de su palabra abarca todo el universo. El dílema es donde pone las comas. Este dilema me lo resolvió el otro día José Marrero.
--Las comas de I. G. no son gramaticales, sino emocionales --dijo, y yo recordé El rejo de la máscara, donde las comas sí son gramaticales.
El político I. G. no tiene ese dilema de las comas. La diferencia entre el poeta y el político de mi cuento, reside en que uno es místico canario --de la tierra del guanche Hermano Pedro-- y el otro es un rico canario, no invistigué aún de qué tierra. Estoy informado de que está entre los ricos de la política. Ahora con Clavijo, ese buen mozo alcalde lagunero, al frente. Y Cristina Tavío, abajo en Santa Cruz, supongo que esperando órdenes. En medio (lo pondremos en Vistabella) I. G. Le supongo poseedor de una virtud política rentable. Nada que ver con el detective Edipo, que buscó al asesino de su padre y el asesino era él.
La obra Edipo puede estar muy bien en el cuento. Por ejemplo, representada en el Guimera, a la que acude I. G. por compromiso. Ya tiene bastante teatro alrededor. Estudia un viejo papel, el de demonio que quiere vestirse de santo. Doble moral. Lo clásico en política. Hacer ver que el Emperador está vestido. La vieja figura de predicador de la castidad en el púlpito público y maestro promiscuo en la sacristía privada. Mentiroso cuando habla en serio y verdadero cuando habla en broma. Todo esto son conjeturas ficticias. La misma ficción que me hace ver a mi personaje con la mano derecha tendida públicamente al esperanza guanche Clavijo, y la mano izquierda, haciendo política en la sombra, tendida a la guanche con síndrome de Dácil a quien el alcalde Bermúdez le está quitando el reino de San Andrés, la patria de José Rivero Vivas, Orlando Cova, Chani...
En el cuento, interesa el papel de padre que adopta I. G. para conquistar el favor político de Cristina. No quiero entorpecer el cuento con una paralela historia de amor, o amores cruzados. No es un cuento de amor. Más bien pienso en Yago, el personaje de Otelo , a quien Otelo cree su amigo y es en realidad su más mortal enemigo. De todas formas, ahora caigo que Yago no es un político puro, impecable. No hunde a Otelo por deseos de poder sino porque el moro, antes de conocer a Desdémona, pasó por la piedra a la mujer de Yago. No, el I. G. de El día que me enamoré de Cristina T no es Yago. Tampoco es Otelo.
Hasta que llegó Marcelino a La Maldad (no tengo muchas visitas) pensaba poner a Martín como jefe de la Academia Chitoski. Que en la realidad del cuento es una falacia. Una pantalla que oculta un negocio de espías. Soldados de fortuna. Martín el prosista y Jose el poeta. I. G., interesado en conocer aflojaduras y desconches en el entorno político, contrata los servicios de la Academia. (La idea de que la Academia sea una tapadera, viene del

--Jefe, le quedan tres minutitos nada más...
--¿Media hora me puede dar?
--No, media hora no puedo, porque están todos estos no funcionando y... quince minutitos nada más...
Hora de cerrar el kiosco. Me espera, diosmediante, Valleseco playa. Que sea para bien. El baño y la continuaación, otro día, de cómo se fabrica el cuento El día que me enamoré...
próximo capítulo: COMO LA VISITA DE MARCELINO ACLARA LA TRAMA DEL CUENTO, AHORA MÁS PARECIDO QUE NUNCA A "LA BELLA Y LA BESTIA".