sábado, 27 de noviembre de 2010

IDEAS VÓLATILES

La pantalla prehistórica de que dispongo no me permite bloguear (vale la palabra si no me corrige Azena). La importancia del diseño para pantallas borrosas. Leo bien los textos de Ramón, y los de Lizundia cuando escribe en colores, y los de Anghel cuando escribe en coplas. No puedo leer apenas el escobillón, también mal el zoo, etc. Tengo que ir a casa Marcelino si quiero leer blogs a raudales. En un tiempo fui adicto a los culebrones. Allí está la destreza del buen narrar. Y la buena construcción de personajes, y algunos incluso tienen diálogos sabrosos, o como diría el otro: frescos y divertidos/tristes/filosóficos/ ... Cuentan que hay millones de blogs, pero también hay millones de libros. Según eligas, según actúas en esto de la escritura. Esto es ese lugar del que hablaba Dostoievski en El jugador, "ese sitio donde se reÚnen los escritores a copiarse unos a otros". Y no digamos de los agazapados, como nuestro Alberto Linares, digno ejemplo del buen acechador, recogiendo recortes. La literatura blogg es el regreso al siglo XIX. Los siglos son como las generaciones, según el tópico/verdad que corre por esos mundos: "Los hijos matan al padre y resucitan al abuelo". Un siglo rechaza el anterior y aprende y ama al anterior del anterior. Eso incluso está sucediendo en muchas novelas. El bufón de los dioses, sin ir más lejos. Una novela del siglo XIX (en el mejor sentido) con escenarios y personajes del siglo XXI, el de la solidez de las nuevas tecnologías. ¿Mentecateces, dices tú? Sí, vale, pero también el triángulo es una mentecatez inexistente. Como el no ser, como la nada. La novela del siglo XIX es contraria al no ser y a la nada. Los hechos pueden ser bochornosos, heróicos o románticos, pero son, están ahí y no tienen cabos sueltos. La lengua literaria se alimenta del habla. Y el habla se alimenta del conocimiento.
En fin, déjame no seguir pensando. El día uno presentamnos El bufón de los dioses. Una novela de fresca y divertida (como dice Lizundia) lectura.

viernes, 26 de noviembre de 2010

la policía quince...

La policía quince veces con el coche patrulla por la calle La Cruz. No, no están vigilando a José Rivero Vivas. Los escritores han dejado de ser peligrosos. Si alguno levanta la cabeza, le aplican la ley X, y ale. A callar la boca o te quitamos las prebendas. Total, como las cucarachas debajo de un contenedor de vidrios. Lo levantan y un cuadro en movimiento. Todas buscando donde esconderse. Los escritores lo mismo, pero buscando donde brillar más. La destreza se aprende, el estilo se elige y la energía ni se crea ni se destruye. Hay leña pa rato. Pero el fuego está frío.
Y Ferni está triste, meditabundo. No van clientes, no va la marrokí Karima. Una de dos, y el mar se llena de barcos fondeados. Viento. Lluvia. ES una tontería, pero tengo que decirlo. Urgencia funciona bien, el Hospital de paliativos funciona muy bien. ¿Dónde está el problema? Yo sé dónde está. Está en el olor. No en la madre que clama porque le han quitado a su hija y tienen que amarrarla a la camilla. El problema es el olor. El olor a medicina. La policía quince veces...

jueves, 25 de noviembre de 2010

dos poemas de chani, uno del Fatiga y otro de Chani, en bar Castillo

Amigos

Esta no será
la última noche.
¡Será la primera!
Después de tantas noches
siempre será
la primera noche.

*

Verdad desviada

Durmiendo estaba
la niña. Se cayó
de la cama.
¡Vio la realidad!
Contó las ovejas
y volvió a dormir.

*

Jesusote se tocó un pajote
y por eso viene
too rebujao...

*

Gallinero

Cuatro listones
para un gallinero.
¡Quince gallinas
para cuatro listones!
Listones y gallinas:
verdades y medias mentiras.
Gallinas y listones.

--Un día vuelvo por la radio para que que tu amigo Enjundia sepa la voz del pueblo --Chani.
--Lizundia --yo.

--Pos Lizundia... La voz del albañil, y de tal cual y tal cual...

Y mejor no cuento la historia con Marcelino el piloto esta noche, en S/C envidiosa de Las Palmas, y la vieja que contrató a un negro, en Cajonera City, ni los sucesos en el hospital del tórac, ni...

miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿?

--Qué tal tu padre?
--Mal.
--Te llamaba para que me des el número de Curbelo... y el próximo ¿cómo vas a estar? --no sé cómo estoy hoy y me pregunta cómo voy a estar el próximo martes--... ¿podré ir yo?
Pienso que la historia estaba mejor cuando nadie se interesaba por esas tonterías de la radio. No sé si cantar un bolero o colgarle el teléfono.
La conozco de lejos, su egocentrismo atroz, su izquierdismo progre, su aguachirre anímico...
Sí o no no es siempre la posible respuesta.

martes, 23 de noviembre de 2010

equipo entero

"Somos fuertes. tenemos cualidades, somos los mejores, nadie nos puede ganar". Así habla Mourinho, y parece como si estuviera hablando de La Puerta. Somos un équipo sólido, siempre lo hemos sido, y si uno falla, ahí están los otros para cubrir los huecos. En su día lamenté la fuga de Victor and Lizundia. Son los extremos, izquierda y derecha, que aportan la necesaria confrontación. Sin confrontación no hay novela, no hay teatro, no hay película. Metafísca, física, platonica o aristotélica, la confrontación es el alma del juego.
Defensa central, dando respiro al portero, Javier Hernández.
Revoltoso en la media punta, Charlín.
En el medio campo, recogiendo y repartiendo juego, míster Herar /hoy en ausencia forzosa).
Comedido y ojeador en la defensa, ahora lesionado, Juan Royo.
Y por si fuera poco, un suplente de lujo y un consejero deportivo con la sabiduría de la estrategia a seguir: Anghel Morales.
Y yo hago lo que puedo, que ahora no es mucho pero mantengo el tipo. Sé que necesito un descanso. Seguramente después de las visitas de J Ramallo, si puede ser el segundo martes de diciembre, y Marcelino Marichal, el tercer martes.
No pudimos poner el cd que nos bajó Ramón, Rafa no acertó o no lo acepto la máquina. Hubiera estado bien. Mejor que el poema del testamento del burro. Me gustó más cuando lo leí en voz baja.
Y como dijo Víctor, cordero al horno y ver un equipo entero con el regreso de los amigos prófugos.
De los tipos de amistad, hablaré otro día. Similitudes y diferencias entre el amor y la amistad. Salud.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LA VIDA SIGUE, Y MARTES EN RADIO TIJUANA...

--Chito, el viaje a Icod déjalo pal lunes, que viene Juana y va contigo.
--El lunes tienes médico.
--No, llama para cambiar la cita. Diles que me caí y que estoy dolorido.
En fin, ya veremos. La corrección de la obra del amigo político makaronés me tiene la cabeza llena de ozono.
Otro que tal baila, el poeta Orlando.
--Tienes que venir a casa a ver 28 páginas, es urgente, necesito que me las ordeneS.
Tres días con lo mismo, tres días que no, pequeño poeta, que no tengo un minuto de respiro, y el poeta, como un cura, dale que dale. Pienso en el asesinato no como una de las bellas artes, sino simplemente como una necesidad corporal. Y bueno, me decido a ver esas malditas 28 páginas. Lo llamo, está en el Monterrey. No, ahora no que estoy hablando con Deivi. Lo dicho, asesinato sin contemplaciones artísticas, o conseguirle la tapa de la bañera, y obligarlo a cumplir su palabra.

ESTE MARTES en Radio Unión Tenerife, La Puerta prevé celebrar el regreso de los hermanos Víctor y Lizundia, y saludar la nueva visita de Charlín. Así sea. 18.00 horas, etc. etc.

sábado, 20 de noviembre de 2010

partes y recuerdos de un negro corrector

Ayer mi padre se cayó en la azotea de las ratas. Bajo por la escalera de mano a recoger las ratoneras vacías y cuando subía perdió pie. Pero las enfermedades son celosas. No quieren que su víctima se despida de este mundo con un golpe en la cabeza, parece como si hubiesen firmado un convenio con la Muerte. Pero el viejo quedó baldado. Y perdió el apetito y las ganas de hasta ver el partido del Madrid de Mou. 5-1. Los leones quedaron reducidos a gatos.



Por la tarde me llamó Julia Gil, que presenta un libro de relatos el lunes en Casa Elder. Me trabajó para ir el martes a radio Tijuana, al programa La Puerta. Lo siento, amiga, los micrófonos el martes próximo están todos ocupados, presuntamente ocupados. Y el próximo del próximo, creo que también. Próximos invitados, si hay suerte y salud, J Ramallo y Marcelino Marichal, uno detrás de otro.



Sigo con los trabajos de negro y de corrector. Uno ya casi lo terminé. El otro, va pa largo, a pesar de las prisas de la parte contratante. Hoy recordé un tiempo en que corregí un libro en que arquitectos célebres explicaban y defendían su arte, Calatrava entre ellos (Aunque yo preferí a Niemeyer, ahora no recuerdo por qué). Me aficioné a la lectura de las ciudades. Leí mucho sobre la cosa, e hice un proyecto que... ya desapereció como el último tango y el último mohicano.



Y nada más por hoy. Iván el flaco sigue reventando a la Tijuana del Castillo y, hoy sábado-domingo, otra vez baile en la plaza. Música, maestro.

jueves, 18 de noviembre de 2010

tres párrafos

El localista Chéjov defendía el localismo, qué cosas. Si quieres ser universal cuenta lo que pasa en tu barrio, decía. De su barrio escribieron los grandes, empezando, es un decir, por el Dublín de Joyce, y qué autor más localista que Juan Rulfo. Por no nombrar a Borges, que después de sus metáfisicas transigió al exotismo de su barrio vecino. Todo lo que no es floklore es pedantería, creo que alguien lo dijo. No sé si con autoridad. Pendantería es admirar a Malcolm Lowry y olvidar a Isaac de Vega. Aunque también es cierto que suicida es no leer a Malcolm Lowry. En fin, no sé por qué me da ahora por repetirme. Me asombra que gente con estilo defienda un español estilográfico. En fin, es mi asombro. Nadie está obligado a compartirlo.

Dos noticias, sin embargo, que animan entre tanto universal despropósito. Dos noticias locales. La inminente llegada del libro de Lizundia sobre José Rivero Vivas, persona por la que siento un gran aprecio y admiración. Como lector prefiero a los narradores J Ramallo o Marcelino Marichal, entre pocos otros autores locales. Gusto plebeyo, seguramente. Nunca pude con el Ulises, y si en otro tiempo y otra dimensión escribí una novela que el amigo asturiano José Luis García Martín comparó con el Ulises, fue para denigrarla. A él tampoco le encantaba esa novela estreñida de abalorios lingüísticos. En fin, en mi caso la novela tal fue más una deficiencia que un proposito calculado. Demasiada pretensión para un mediano carpintero. Gracias a escritores como Thompson, Fonseca y otros encontré un camino con corazón, por lo menos por el que prefiero andar. En fin, críticas aparte, este pueblo necesitaba la reivindicación no sólo de la figura humana sino de la obra de José Rivero.

Por alguien que tiene que ver con la otra buena noticia. El regreso de Lizundia and hermano a radio Tijuana, que milagrosamente se une a la vuelta de Charlín, aunque este nunca se ha profugado. Al zapato le faltaba betún. Ellos lo tienen, ese betún, además de gracia, armonía y saber. Si alguna vez los molesté, que sí los molesté, a los tres, reitero las disculpas y aquí gloria y en la radio buenos programas, charlas, discusiones y enseñanzas, etc.. Bienvenidos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

trazos para seguir palante

Hoy con Anghel, José Rivero y el autor de El Bufón de los dioses en el Monterrey. Espero que Anghel haya disculpado que uno tenga el cerebro como una ensalidilla rusa y convertido en un torbellino sin rumbo. Fernin estaba peor. Karima, la carismática marroquí Karima, no fue hoy a trabajar.
Chani contó lo que le había pasado el otro día en la plaza, cuando el baile del sábado. Un celoso le dio un tortazo. Lo miró de soslayo.
--Lo mejor que hiciste --le dijo el hermano.
Mi hermana y mi sobrino, merodeando las medicinas, hoy por aquí. Mi padre otra vez en casa. La rata de la azotea se comió el queso y no cayó en la trampa. El mundo sigue girando. Lejanas estrellas... etc. Thor aúlla. Ganas de terminar trabajos para otros y ponerme en lo mío. Jim Thompson, Rubem Fonseca, aliados lejanos. Los cercanos no los nombro. Hoy no. Anghel dice que esto decae. Tal vez tenga razón. El mar está en calma y la luna no sé como está. Pienso en Inglaterra, en Bristol. Deivi volvió al pueblo. Cajonera city.

martes, 16 de noviembre de 2010

un cuento corto

Para no pensar ni en la Urgencia del hospital de madrugada, ni en la sangre sobre la alfombra, ni en la rata que es la primera en meter el hocico y luego desentenderse, ni en nada, escribí, sin que nada especial signifique:

Olvidar y ser olvidado
Morir sin ser morido
Ni perseguidor ni perseguido
Ni mentiroso ni mentido
Ni noble ni villano
Ni poseedor ni poseído
Ni creer ni ser creído
Ni perdonar ni perdonado
Devolver lo que te han dado
Ni recibir ni recibido

Tierra en la tierra
Mar en el mar
Aire en el Aire
Fuego en el fuego

Dejar ya este juego

Ni cantar ni ser cantado

Noche en la noche
Día en el día
Adiós en el adiós
Nadie en la nada.

Y luego sali al patio a cargar la carretilla y... Césareo en el suelo, víctima de un repentido ataque de corazón, en la venta de Francisca. Las noveleras rodeándolo, quitándole el aire, y más tarde, la vieja Julita:
--Y de repente yo estaba fregando los vasos...
Un purista hubiesen dicho: Yo estaba fregando y de repente...
Esta tarde radio y luego presentación en la Casa Elder... y después la noche, y después... Hoy llevaré Ensalada de canónigos. Si voy. Un cuento corto.

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Hasta dónde?

Infinito asco ya esos editoriales. Vomitivos. Váyanse a la mierda ya, hijos de mala madre. Ni pa limpiarse lo que da el cuerpo. Aleluya, pescadores de ganancias en mares deprimentes. Ciudad sin puertas.

sábado, 13 de noviembre de 2010

preocupaciones

No ensalzo ni denigro a nadie en esta comedia humana, ni a mí mismo. Los supersticiosos creemos que cada vida está escrita de antemano. A unos les toca destacar en el guíon, para bien o para mal, y a otros agrandar el bulto sin que casi nadie se fije en sus caras, en sus alegrías o sufrimientos. Al final, como en los danzas medievales de la muerte, a todos nos toca bailar con esa fea. Santa Muerte es venerada en México, temida en otros lugares. Se piensa que nos ayuda a tocar las teclas que nos han dado. Lo demás son abogacías. Defender a quien nos paga, nos alegra o nos empatiza, y denigrar al contrario. Vitorear al arbitro cuando se equivoca a nuestro favor y apabullarlo cuando lo hace en contra. Nada que, en buena ley, merezca condena ni desprecio. Sin embargo, hay hechos y cosas que molestan. A mí, que haya gente que se lleve a escondidas mis libros o cuadernos, y algunos ni siquiera para leerlos. También que me vigilen, que se metan en mi vida y mis asuntos con identidades falsas para descubrir en uno sus propios errores y deficiencias. Como cualquiera, uno tiene muchas. Algunas puedo corregirlas. Otras, por falta de voluntad o destreza, no. De todos modos esta noche me preocupan otras cosas, nada que tenga que ver con una condición humana torpe o retorcida. Me preocupa...

viernes, 12 de noviembre de 2010

Sueños

Anoche tuve un sueño. En realidad todas las noches tengo un sueño. Sueños orbitados por herarcianos agujeros negros. Sucedía en esta casa donde vivo. Esta habitación donde escribo me servía para dormir o descansar, en un camastro con patas largas, maderas sin pulir, tablones oblicuos clavados a las patas de madera, para mantener el equilibrio del camastro. Construido por alguien con remotas nociones de carpintería. Arriba un delgado colchón. Ese sitio donde acostarse funcionaba como alargado peldaño de una escalera que subía a no sé dónde, pero que no auguraba nada que atrayese la curiosidad. De abajo del pueblo, subía una chica joven, por la escalera de la casa que realmente existe, y cuando pasó por aquí se tendió a mi lado. Era un alivio estar con esa chica, como un premio a una vida de incomprenciones humanas, incompresiones como las que poco antes había sufrido afuera en la plazoleta, con una hermana de Gara, vecina que fue en la realidad y ahora vive en Suculum, que me hablaba de una excursión que organizaba la Fiesta del pueblo. Ni ella me entendía a mí, ni yo a ella. Y un folleto que hablaba de esa excursión estaba escrito en dos idiomas, en persa y en chino. Gara, que desde el balcón veía mis apuros por enterarme de algo, bajó a la calle con intención de explicar en cristiano todas las dudas, pero la familia la llamó para ir a la plaza de la iglesia, y se fue. Así que dejé de lado enterarme de la excursión (como el mono que decidió que la nuez estaba verde) y subí a lo que en el sueño era este cuarto, más grande y --además del camastro-- lleno de cachivaches inútiles. Lo único útil que recuerdo eran dos masas de hierro, con un mango de buena y pulida madera, aunque livianas, fáciles de manejar. Cuando estaba con la chica sobre el colchón, vi que mi padre subía las escaleras. Le dije que no entrara en el cuarto, pero como si nada. Entró, quién es ésta, todo eso, y que había ido a buscar no sé si clavos, y les dijo a Domitila que estaba afuera que entrara, y luego a otra vecina más, de las antiguas, hasta que la chica se cansó, se levantó y se fue. Tenía ternura y bondad, pero no era tonta, sino al contrario. Comprendí que se alejara. Ya sin espectáculo, mi padre se fue, con los clavos en una mano y las dos masas de hierro en la otra, y Domitila y la otra se quedaron, con la absurda y maleducada intención de que yo les contara como me había ido con... dijeron el nombre de la chica. Las mandé salir y levanté, por la cabecera, el pequeño colchón, y debajo trozos de metales, y trozos de madera, todo inservible. Como yo, supongo. Así son los sueños.

Abajo, otra vez en la calle, en la puerta de la venta de Francisca estaba el cura actual del pueblo. Me confesó que mi padre había escrito una novela que se titulaba El gato que se va del perro mundo... (algo parecido). Me dio la mano. Un apretón fofo, una mano grasienta. Tengo que hacerte unas preguntas, dijo. ¿Unas preguntas? Esperando, esperando, y el tío hablando con este y con el otro y el de más allá. Lo dejé en banda. Y luego llegaron a la casa, al patio de afuera, dos mujeres a las que llameré Rosaura y Elvira... y esta parte no la cuento, demasiada comedia que no hace reír, túneles que desembocan en una realidad abyecta.... una realidad que me hizo vajar al muellito, hoy en ruinas, y tirarme al mar, con ropa y todo, el mar del muelle, y nadé entre aguas cálidas y acogedoras, nadé hasta que regresé otra vez a tierra, otra vez a los laberintos absurdos y a las escaleras sin sentido.

Bueno, algo sí contaré, porque recuerdo ahora otro sueño anterior que puede que tenga que ver con Elvira. La mujer se ponía molestamente melosa conmigo, como la del personaje femenino del cuento "Perros sueltos", en Ensalada de canónigo (autor J. Ramallo, muy bueno), y yo la apartaba y le decía, a qué viene ahora esto cuando ayer me trataste como si a mi me hubiese parido la boca de una alcantarilla.

Una boca de alcantirilla, redonda, sin tapa, vertical, es lo que vi en ese otro sueño, debajo de una gran pantalla de cine, al aire libre, sobre la que proyectaban una película en color. Y debajo de la tapa se abría un ancho barranco, y a los lados del barranco un prado abierto al cielo donde un numeroso público veía la película, yo incluido. Vi por allí botada una tapa de alcantarilla, y con la fuerza de un hércules la alcé sobre mi cabeza y la lancé a lo lejos, contra el boquete redondo bajo la pantalla. Cayó debajo, en el piso del barranco. Siguió la tranquilidad y el solaz de la cinematografía. Sin embargo, aquel boquete (agujero negro) pareció tener imán y atrajo la tapa de hierro, que no encajó sino que vibraba y hacía ruido y no dejaba oír la película y la gente, como es natural, se enfadó y armó bulla. En fin, que me detuvieron y un polícía de paisano me llevó a la cárcel. El camino a la cárcel, pintoresco. Un tramo era un alambre retorcido, y él y yo gusanos reptando en el alambre... más tramos que no recuerdo, y al final llegamos a la cárcel. Era el mismo sitio de donde habíamos salido. La misma pantalla, pero sin cine, en blanco. Éra de día.

Es curioso. Los sueños no tienen olores.

jueves, 11 de noviembre de 2010

"El bufón de los dioses"

Cuando Anghel Morales me pasó la novela El bufón de los dioses, casi me caigo al suelo del susto. Seiscientas páginas y pico. Señor dios jesucristo, pensé. Y esta tarde, cansado del trabajo en el portatil del patio de abajo (cada día la política me interesa menos, lo mismo de lo mismo de lo mismo, casi siempre los mismos memos, a los que ya no sé si vale la pena decirles nada, como intenta Jaime), abrí la novela, recién editada, ediciones Aguere/Idea, autor Fernando Pérez Rodríguez, y mi temor, infundado. Se deja leer como una corriente de agua fresca. El tiempo se detuvo. Sin darme cuenta, llegué a la página noventa, y no seguí porque tenía que hacer el agua de tamarindo, y la de llantén, etc. etc. Fernando Pérez Rodríguez --cuenta una de las solapas--nació en S/C de esta isla en 1962. Arquitecto Técnico. En 1992 se traslada a Berlín, y actualmente colabora en proyectos de arquitectura en Alemania y en Tenerife. En Berlín hizo trabajos de traducción y guiones cinematográficos. En 2006 comenzó a escribir El bufón de los dioses. Diría, si me dejan, que es un autor de los que mojan la pluma en aire fresco, como Silver Kane pero en su caso sin tiros en el oeste americano, aunque la cosa comienza con una pelea en la calle Robayna. No sé si humor inglés, alemán o canario, pero bastante saludable. Personajes de clase pudiente de Santa Cruz, y un terapeuta argentino, sin desperdicios, que está a punto de gozar el carnaval con una beldad isleña, después de una sesión de curación oriental a la madre de la belleza, que también se le insinúa... El día uno creo que se presenta, en la Casa Elder. Por lo pronto, a ver qué pasa en ese carnaval, que no sé aún si fue el amargo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

y bienvenido el libro sobre José...

Ayer fue aniversario de la muerte de mi mujer. Lo hablé con Sibi por teléfono. Prefiero no escribir sobre mis hijas. Mi ascendencia judía teme nombrar lo que me es sagrado en esta vida. Por eso no hablo de ellas, porque es casi lo único sagrado que tengo. Y si soy cauto en esta obra, que no deja de ser también escritura más o menos pretenciosa, es porque sé que ellas me leen, por lo menos Atteneri, la mayor.
Y de mi mujer tampoco hablo. También la siento como algo sagrado, cuyo consejo oigo en las situaciones complicadas de los extraños rincones por los que pasamos en los laberintos de esto que llamamos vida. Cuando no la oigo, meto la pata y me arrepiento, Aunque no pido perdón. No tengo ningún perdón que pedir ni nada que perder. Ese no tener nada que perder es mi as en la manga. Y lo que gano, lo agradezco sin más. Mi sobrina Famara trajo el otro día el disco duro del portátil que yo le había dejado. Me pasó todos los archivos a uno que compré la semana pasada, y con el que trabajo abajo en la mesa del patio de dentro. Por fortuna, de pronto aparecen trabajos por doquier. Políticos, literarios y otros que no conviene decir. Entre lo que había en ese disco duro, tres novelas que escribí en Asturias. Una ya en manos de una editorial que me promete años de espera. Las otras dos para mi editor y amigo, si aún sigue palante, que creo que sí, y que está editando ahora a los mejores, aunque aún le falta algunos, incluido este autor. Poesía dice que no. Tengo ahí abajo en el patio la mejor poesía que se puede encotrar hoy en estas tierras (aunque no tanto como la de Alonso Quesada o Emeterio Gutiérrez Albelo, pero seguro que estos poetas, si aún vivieran, no me negarían un prólogo). La poesía se vende, pero a largo plazo. Menos la de los enchufados, como uno del PSOE, que me enteré, por el periódico, que vendió tres sonetos por más de 400 euros a una cosa cultural que se llama Septenio (ver el escobillón, blog del canario Eduardo Rojas, que también habla de esa cosa llamada Septenio, impulsada, según contó Anghel Morales, por mi admirada Dulce Xerach).

Antes pasé por La Pandorga. Le dije a Jose que Campanilla viene ahora a final de mes, y que si quería que le trajese lotería de Navarra. Me dijo que sí. Otra mujer, cuyo ordenador no le deja poner los acentos, quería también venir a final de mes. Pero mejor una a una, cada una a su tiempo. De Trini no sé nada, y a la dama del TEA no la he llamado. A Beba no la he visto desde hace unas semanas. A quien si vi fue a Montse, en La Pandorga. Estaba con Orlando. Hace poco que salió del psiquiátrico, ella. Orlando le daba consejos para afrontar el valle de lágrimas. El poeta ya se olvidó de buscar ún tapón para la bañera, único utensilio que le faltaba para llevar a cabo un ritual suicida.

El otro día hablaba con Ramón en la radio del género cibernético. Con Campanilla inicié una novela que iba de eso, de las trampas virtuales, que son reales. En un episodio, Ramón, un personaje de esa novela, antropólogo, llegaba al Monterrey, aquí en San Andrés, con un paquete que le dio a Rayko, otro personaje. Aún no he descubierto lo que hay en ese paquete, y la obrita permanece estancada.

La que no está estancada es la que escribió José María Lizundia Zamalloa sobre José Rivero Vivas, sobre la obra de mi amigo Pepe. No sé si Lizundia tuvo tiempo de borrarme, como lo ha hecho en otros campos; si no, tengo la alegría de estar con unas líneas en ese libro que hace justicia al trabajo de José Rivero Vivas. Lo demás son políticas.

--Chito, cuando puedas le enciendes una vela a tu madre.
--Ahora bajo...
Y después saco al gándul ególatra y viejo perro Thor, sin apellidos que yo sepa.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Antes del cine

--Cuando leyó el primero, amenazó con denunciarme, por machista, y ahora, nada más abrir el libro me puso como un zapato.

--Eso porque se lo regalaste. Tenías que habérselo vendido.

--¡Tú estás loco! Si se lo vendo, no me invita más a comer. ¡Con lo bien que hace de comer!

En fin, después de una birra en un lugar llamado Dulcería Scorpio, regresamos a su casa y me presta Ensalada de canónigos, de J. Ramallo (Editorial Idea).

--Es muy bueno, ya verás.

Me lo creo.

--Y pone su número de teléfono en los créditos.

--Eso facilita las cosas.

--En el mío no está.

--Sí, sí está, pero no en los créditos...

--Ay Dios mío, cuando ... lea ese cuento y vea el número.

Abandono al amigo, sumergido en la zozobra, dubitativo, temeroso, rezando para que ella lo siga invitando a comer, y regreso en el clío a Cajonera city. Un lugar donde seguramente el viejo Lowry hubiera podido también escribir su insuperable novela del oeste.

Dejo aparcada la lectura de La dama y el recuerdo, de Silver Kane, también impresionante novela, y abro la Ensalada. Ojalá su autor quiera y pueda navegar por las ondas con los bosqueros de Tijuana. A otro que también hay que invitar al baile, aunque no le guste, es Marcelino Marichal, otro escritor de la factoría de Anghel Morales.

Dice Anghel que muchas veces te gusta una obra, pero cuando conoces al autor se te cae el alma a los pies. En mi caso no es así. Si la obra es buena, la persona aunque sea mala es de mi agrado. De hecho, sólo procuro tener amigos (en este gremio medieval) cuya obra sea vívida y representativa, como quería Henry James y sus vueltas de tuerca. Lo contrario, masoquismo y desdicha.

(Otro asunto es el género cibernético. Si les parece, además de recordar Los días prometidos a la muerte en TEA el otro día, hablaremos de ese género este martes en Radio Unión Tenerife, 18.00 horas, etc.)

domingo, 7 de noviembre de 2010

notas de sociedad

Esta mañana vi a Jaime en el Monterrey, un hombre de carácter exultante y con un apreciable historial de lucha revolucionaria leninista, desde que tenía nueve años de edad, según me contó. Su obra, aún inédita, que defiende la unión política de la zona makaronésica, me ha puesto en contacto con un pensamiento sólido y vitalizante, al margen de que esté uno de acuerdo o no con sus ideas. Ahora se propone fabricar un libro sobre el vacío, un tema que hoy me es aún más atractivo (la reciente entrada del Bosque Quemado donde Ramón habla de los agujeros negros le sugiero que podría ser un texto a tener en cuenta). En otros tiempos, Jaime, qué coincidencias, hizo un extenso trabajo antropólogico cuya única copia se la quedó, según su testimonio, uno de los escritores que adornaron la sala de TEA el otro día, cuando la presentación de Los días prometidos a la muerte.
Entre el atento y elegante público, numerosas amapolas, rojas y blancas, de la aristocracia de las letras (si tal aristocracia se mide por la calidad de las obras), entre ellos un antólogo a quien Javier (el autor de Los días ...) hizo oír, aunque se hizo el sordo, que se permitió la gracia de censurar traidora y ostensiblemente un cuento... Acompañamos a Javier en la mesa Anghel Morales y este donjuán a su pesar. Una vez llegado el refrigerio (con imaginadas copas de vino y pinchos morunos aromatizando el espacio de las artes), me abordó una dama, exquisitamente perfumada, bellamente vestida, atractiva y buena habladora y que me regaló una tarjeta con su dirrección postal y número de móvil. Poco más tarde, estuve con ella y con mis envidiosos amigos Ramón, Marcelino y Orlando en la terraza frente al Guimerá. El poeta desplegó su mejor voz de soprano y su más ágil ingenio con el fin de cambiar de rumbo la afinidad electiva de la dama, quien me escogió como oyente de su historia personal, a pesar de los trinos y los versos que el poeta regalaba a la noche. No la acompañé a un salón de baile, donde hay danza los sábados hasta altas horas del domingo, porque a mi historia personal le queda aún un lastre de importancia personal, y por lo menos estando sobrio, no me agrada hacer el ridículo e intentar lo que no sé.
--Chito --llama mi padre--, ve a comprar El Día.
--No te da igual el Diario de Avisos --le sugiero.
--Que coño Diario de Avisos... tú compra El Día.
En fin, espero que no esté Domitila en un banco de la plazoleta y me encargue otro mandado. Le hice uno el otro día, y ya queda pòco para que se adicte y me haga tomarlo como obligación.
Pues eso,

sábado, 6 de noviembre de 2010

silencio, se rueda

Cuando no se puede hablar con autenticidad y autoridad, necesario es callar la boca. Agujeros negros, de los que habla Ramón en su bosque quemado. Marinero que perdió la gracia del mar: novela negra de Mishima.

viernes, 5 de noviembre de 2010

lo peor

Lo peor no es que censuren. Censores ha habido siempre. Hipócritas que niegan lo que desean. Lo peor es que nos censuremos a nosotros mismos. Pueblo baldado, ciudadanos castrados. Otra cosa fue la presentación hoy del libro de Javier, aunque sin la gracia de un vino que le diera sabor a las palabras. Si tengo tiempo, mañana contaré algo. Hoy ya no estoy para nada. Ahul.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Y fumar...

Eso, mañana libro de Javier en el TEa, Los días prometidos a la muerte, día de cumpleaños de Trini, que no podrá ir, tiene jazz, entrada comprada, y el libro de Marcelino hoy llegó a San andrés. Y fumar puede matar. Claro que sí.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

TEA el viernes

Podría escribir los versos más tristes esta noche, pero desisto. Sólo escribir que el próximo viernes en el TEA, presentamos Los días prometidos a la muerte, de nuestro contertulio en La Puerta Javier Hernández, un libro de cuentos en que el autor se supera a sí mismo. Parece mentira que esté escrito por Javier. Es muy bueno. Los políticos del Sur, que quieren cazarlo, tendrán que contratar a un profesional, un asesino a sueldo, pero eso más tarde, cuando Ramón Herar presente este libro, sicodélico, en el sur. Allí estaremos, pero antes en el TEA. Canarias está viva, a pesar de don Pepito, el impropio moribundo.

martes, 2 de noviembre de 2010

noche de pérdidas

Dios mío, qué cosas. No sólo se me perdió del bolsillo media gaviota voladora, sino todo un discurso que hice sobra Ana Rosa.

--Oye; Jesús, qué dijiste de mi abuela en la radio hoy¿?

Dije que era una buena cocinera, algo que es mejor que un buen filósofo, que sólo sabe que no sabe nada.

Y Marcelino, del que perdí la media gaviota, acaba de sacar el libro Y fumar pùede matar, de la mano del maestro Anghel Morales. No sé si buen cocinero, pero sí buen editor.

Y el día 5, en el TEA, otro libro imprescindible, en la historia de nuestra literatura, Los días prometidos a la muerte. Llamaré a Trini, para que vaya, y luego lo celebramos en la calle de La Noria. Márcel, viejo, escápate del curso de máquinas, y llega a tiempo, ¿vale? y Tú también, Jaime.