sábado, 30 de abril de 2022

Sueño: era un lugar abierto, poblado de gente que tenía cosas que no podían vender porque eran sagradas, y gente que podían venderlo todo porque todo lo que tenían era mundano. En el sueño, yo sólo era una mirada. A veces veía con los ojos de uno a los otros, y otras veía con los ojos de los otros a los unos. No había juicios de valor ni emociones. Simplemente el conocimiento de la cohabitación de los contrarios.  

Cuando una idea, por muy atractiva que haya nacido, se vuelve cliché, se anquilosa, es hora de llevarla al contenedor o de considerar la posibilidad de que la idea contraria tenga una validez que habíamos rechazado. Ocurre como con las personas que, por uno u otro motivo, mantenemos a distancia. Ya se está volviendo un tópico decir que es porque reflejan lo peor de uno mismo. Puede ser. Y puede no ser. Si es, es el momento de acercarse e intentar aceptar a quien nos produce odio o desprecio y comprenderlo. Comprendernos. El dicho "dime con quién andas", debe ser corregido o ampliado: Dime a quién tienes como enemigo, y te diré quién eres.  Pero también puede ser que lo que veas en el otro, en el rechazado, no sea lo que tú también tienes sino lo que tú no tienes o has dejado de tener. Lo ilustra la Madrastra narcisista del cuento. Mientras veía en el espejo su belleza, Blancanieves no importaba. Nada más ver la naciente belleza de la hijastra y el deterioro de la suya, Blancanieves se hizo visible. 

Durante una marca política de izquierdas en Madrid, le aplicaron a Agustín de Foxá el borrado de la memoria histórica. Con la siguiente marca política, del aparente lado contrario, se la aplicaron a Miguel Hernández. Creo que en el sueño estaban los dos, el poeta mundano y el poeta sagrado, hablando de pintura con un ciego (como Roger Wolfe) en una tierra de nadie,    

jueves, 28 de abril de 2022

bobadas

 Como no teníamos libro que comentar (nadie leyó la novela del canarión) nos fuimos a tomar algo a unas mesitas en la calle Unamuno. "Otro llorón", anotó Unamuno cuando comenzó a leer, para hacer el prólogo, El lino de los sueños (Alonso Quesada). Eso no lo puso en el prólogo. Se dio cuenta que de llorón nada. Ahora se meten con Vargas Llosa por poner por los suelos a Galdós. ¿Y qué? A Pardo Bazán, al parecer la pone como una salida. No salida de tono sino lujuriosa sexual. ¿Y qué? Si yo dijo que el caviar sabe a piojos, ¿quién me lo puede negar? Quien lo pruebe. Yo he probado manjares de Galdós. Lo que no quita que también haya probado algunos de Vargas Llosa. Como de Nabokov y de su denostado Dostoievski. 

Aquí en Canarias, el presidente Torres, reprochaba que el alumnado no conociera a Agustín Espinosa. No sé qué respuesta hubiera dado si alguien le hubiese dicho que Crimen es la historia de un cruel asesinato con agravante (si fuera hoy) de violencia de género. También El túnel. Pero la novela de Sábato nos queda un poco más lejos. Materia para discusiones bizantinas. Que no falten.

Quien no tengo perdón soy yo. La casa patas arriba y me siento aquí a escribir bobadas. No espabilo. 

lunes, 25 de abril de 2022

día nublado

 Terminamos peleados (la lid la ganó ella) pero aún la recuerdo con cierto afecto. Anoche la soñé. Volvíamos al amor y me pedía fidelidad. "Yo no te pido eso, no me lo pidas tú a mí", creo que le dije. Pero volvía otra vez a las andadas y no me dejaba respirar: "¿quién es esa? ¿con quién hablas? ¿dónde has estado?"... el repertorio que coleccionó la realidad de nuestras disputas cuando vivimos juntos, se repetía en el sueño. En ese sueño, un viejo que apenas se podía mover, lo hacía con mucho esfuerzo, que en principio nos acogió en su casa porque así tenía con quien hablar, terminó rogándome, o exigiéndome, que la echara de la su casa, amplia, con varias alturas enlazadas por escaleras de anchos y poco numerosos peldaños. El viejo se movía hacia su escritorio apoyándose en el vacío.  "Sácala de mi casa, no la soporto, prefiero morir solo", decía. Sueño raro. No me acuerdo bien.

*

Jesús, te veo inestable como el clima. Esta es la entradilla de una de las numerosas cartas de tarotistas que me escriben para que las llame al 806. Tiran barro a la pared y a veces aciertan, pero ya borro los correos de charlatanas (suelen ser mujeres) sin leerlos. Durante un tiempo tuve curiosidad literaria y sociológica por estos ofrecimientos de solucionarme la vida, pero se repiten tanto que ya cansan. Al carajo. Otros correos que recibo es el de una página de contactos que dijeron gratis y me apunté. Gratis entrar, pero hay que pagar las copas. Es decir, si quieres contestar un mensaje o escribirle uno a alguien tienes que pagar créditos. Que esperen sentados. Pero esta página tiene más interés que la del tarot de las charlatanas. Me mandan mensajes, cada vez menos, que no puedo contestar porque no pago créditos, y algunos los he recopilados para darle color local a un cuento de Injertos. Sin desperdicios.

*

Qué manía la de María Teresa de Vega de que no le hago caso a ella sino a otras, a "mis preferidas". No suelo confundir la literatura con el deseo sexual o amoroso. Aunque lo tenga en algunos casos. En otros no. Puedo admirar la obra de una mujer pero eso no quiere decir que necesariamente esa admiración esté movida por un afán de seductor. De todas maneras importa poco lo que piensen las "no preferidas". Cada cual que piense lo que quiera. En cuanto a obras actuales que han llegado a mis manos, no hay preferida sino preferido. Hablo de La gesta. Me desencantó la crítica que hizo Eduardo. Es como si la hubiera leído en oblicuo. Admiro a Eduardo como crítico de cine y de narrativa, e incluso como narrador en sí, pero no siempre. 

*

Encuentro un borrador, que corregí en su tiempo, eliminé todo lo que me pareció vanidad de vanidades del autor y quedó mucho mejor que el original que el autor me pasó en su día. Aquí lo tengo. En su día no se lo di porque lo impidió uno de tantos enfados que he tenido con él. ¿Qué hago con él, con el nuevo borrador? En fin, lo más caballeroso (aunque en Africa --decía Concho-- no hay caballeros) sería avisar al autor y darle lo que trabajé.  ¿Serviría para algo? Me temo que no.

  

viernes, 22 de abril de 2022

Viernes noche

 No se ve la luna. Espero a Efi para subir a los andurriales. 

--Jésus, ayer vino una por aquí que se les caía la baba a todos, minifalda, una piernas preciosas, un escote de bandera, guapísima, qué piba, qué piba, hasta que abrió la boca; habló, la cagó. Una espantosa voz de macho. No tenía que haber hablado --me cuenta el Cuevas.

--El Gris está en el estadio viendo el partido. Ya le dije que me avisara cuando subiera  --informa Efi. 

Por la escalinata sube la ex de Sierra, guapa, le favorece el pelado al cero, las sombra de sus preciosas canas. Sube, entra. Me levanto. Entro. Meto un euro en la máquina. A la cuarta jugada me da un bono. Juego el bono y parece que no sale nada, pero de una esquina salta un loro y aparecen tres figuras en raya, y la pantalla salta a un juego superior. Animales prehistóricos. Un ciervo 4 euros y salta a un mamut, 80 euros. Tenía que haber parado. El siguiente animal, del que no quiero acordarme, reduce la ganancia a la mitad. Hostia puta, qué amargura.

Mientras tanto el Gris anuncia que ya está subiendo. Se apuntan Rulo y Sábana. Nos subimos. Yo delante, Efi al volante y los otros dos detrás.

--¿Pa que son estas mantas?

--Pa calor.

El Sábana, colocado como un piojo, todo el rato va largando pedos apestosos.

--Mi piba me vio así y me dijo así no, así no quiero estar contigo, porque me vio borracho.

--Más bien sería por los pedos. Mi madre dios, abre la ventana.

Ni abierta la ventana. Cuando llegamos al andurrial, mientras Efi se acerca a la casa del Gris, el Sábana se baja a mear y a tronar por el culo.

--Mañana crece un lirio ahí --le dice el Rulo. 


En la vuelta, a cuenta de un malentedido, bajan discutiendo los tres.

--No sé si enfadarme o cabrearme --dice Efi.

--Culo cagado, tenías que haber hecho lo que te dije.

Al pasar por la esquina del barrio del Rocío, donde en una pared en blanco había hace tiempo escrito FRANCO HA WERTO pusieron encima una mano de pintura y un anuncio bienintencionado. Hay un bar abierto. Nos tomamos una cerveza hasta que el dueño nos aconseja ir a discutir a la calle porque ya va a cerrar.  Nos vamos hasta lo que llamamos el mirador, en la parte arriba del barranco, con la noche cubriendo la montaña de Barrio Nuevo. No vemos la luna.

--He visto a los espíritus más grandes de mi generación histéricos desnudos destruidos por la locura buscando el pico imperioso en la calle de los negros.

--Ñoc, ¿eso qué es? --pregunta el Sábana, entre pedo y pedo. 

--El primer verso de un poema de un judío americano --le informo.

--Poiesía, poiesía... --comenta el Rulo.

Me acuerdo de una copla que me recitaba en la tierna juventud me tía María, para joderme:

Tú que eres poeta

y sabes de poiesía

desabróchame la bragueta

y tócame la folía.  

Tiempos de Venanceo aquellos. El pequeño poeta con corbata arrugada y traje arrugado que se ganaba vasos de vino en la calle Miraflores y que me dictó una vez ese soneto dedicado a los pelos del coño de la hija de Franco. Años 60. Más veces lo encontraba y me dictaba más versos. Los tenía en un cuaderno que, aprovechando mi ausencia de la isla, Wang convenció a Li para que lo tirara, junto con otros, a la basura. Si es que no se los llevó para su casa y los escondió y a lo mejor todavía los tiene escondidos. Wang no se conforma con haberme destruido la cara en la pelea de marras, sino que no pierde ocasión para seguir golpeándome el orgullo. Vino por casa un día, me pidió prestado dos tomos con la obra de Viana (la que le pagó que hiciera un conquistador para ponerlo bien puesto, el mismo conquistador que compró, para prenderle fuego, la edición casi completa del libro de fray Espinosa, el cura que escribió sobre los milagros de la Virgen de Candelaria y sobre los guanches). Cuando fui el sábado a San Andrés, quiso convencerme de que esos dos tomos eran suyos. En fin, don Juan Matus me daría golpes de felicitación por tener un semejante pinche tirano. En realidad un pinchito tirano, Algo es algo.

Efi y los de atrás me invitan a ir a no sé qué sitio que está abierto. Les digo que no, pero si quieren pasar luego por mi casa, que vengan si no es muy tarde. A lo mejor vienen. Metiendo ruido seguramente, como cubas, y el Sábana con el culo cargado. Abriré la ventana.  

jueves, 21 de abril de 2022

 --Las ratas vacían a las gallinas por el culo, meten el rabo y sacan el huevo --dice Miguel.

--Para usted sí --dice Ibrahim.

La plancha llena, los dos televisores encendidos, uno con un partido y otro con otro.

--¿Te paras para almorzar?

--Qué va. Me como un sanwi en la furgoneta, en lo que voy de La Victoria a La Matanza. 

--Mucha entrada al baño veo yo.

 Goles y palabras. Y lá máquina nueva tiene diversos juegos para elegir, a gusto del consumidor. Odio esa máquina nueva. A ver si el odio me ayuda a no alimentarla, a darle la espalda. 

En la limpieza de la casa, encuentro libros escondidos. Cien sonetos de amor, de Pablo Neruda. A la mayoría le hice una tala salvaje. El de la página 75 quedó así:

Te hiere una red de óxido.

La luna cruzar el odio.

No quiero tu sueño corona de cuchillos.

Detrás de mí, copia mi cara la vida

cojeando como un espantapájaros. 


Método dadaísta racional. Saca de las tripas de un texto, siguiendo normas sintácticas, otro texto que no tiene nada que ver con el anterior. Eso poco importa, Lo que importa es saber con lo que tiene que ver ahora. Más entendible parece este otro, extraído de la página 61:

Mañana llegará la luna

a tu piel nocturna.


¿Llegará?


martes, 19 de abril de 2022

y más aún

 --E de Esplendor, L de Luciente, O de Ondina, I de Intensa, S de Sensual, A de Apasionada.

Le interpreto las letras de su nombre en la escalinata, con un cielo nublado. Se pone esplendorosa, luminosa, sensual y apasionada. Hasta que el relato de su vida cae en los males de la vida.

--A los 19 año me dio un ictus telúrico --¿dijo telúrico?

A partir del ictus los males que ha sufrido son interminables, y los males sentimentales también me los cuenta. El Esplendor se apaga, la Luz se hace penumbra, la Ondina se transforma en fantasma que aúlla su mala suerte, la Sensualidad se convierte en soledad cósmica, lo Intenso en inquietante y la pasión en desierto. No tengo compasión. Si la tuviera, no podría ser grato a sus ojos.

No, Eloísa no es el nombre de la mujer con quien hablé esta noche en la escalinata de las conversaciones. No la delataré. Eloísa era el nombre de una mujer de treinta años de la que me enamoré cuando yo tenía quince. Le escribí un poema, se lo di y al día siguiente quiso hablar conmigo a solas.

--No puedes sentir eso por mí, yo estoy casada.

En mi timidez de entonces, le pedí disculpas por el atrevimiento. Sin decir más, me pidió que la acompañase a un sitio, un piso en lo alto de un edificio. Olvidó que estaba casada. Fue el principio de un verano. Un verano sensual y apasionado. ¿Quién dijo que la poesía no sirve para nada? Me acuerdo de Orlando padescanse. Poeta al que le corregí un borrador --Isabel de los bares-- y le sentó como una patada. "Tú no eres poeta, tú no tienes que corregirme a mí", me gritó en el bar Monterrey (San Andrés) cabreado como un burro. Ay, Orlando, amigo, en esta lenta limpieza de primavera acabo de encontrar uno de tus libros. ¿Dónde lo puse? Creo que lo guardé en el armario.

*

Otro libro que encontré es el de la poesía completa de doña Olga. Hoy Marcelino y yo hablamos de ella --viejos tiempos-- en una mesita frente al teatro Guimerá, antes de ir a sentarnos a la espalda de la estatua del prócer a fumar un cigarro de tabaco Manitú.     

--  

lunes, 18 de abril de 2022

guardando libros

Sueño:

 Bajé del tranvía en una parada desconocida. No sabía cómo llegar a mi barrio. Sabía que tenía que estar más arriba y al otro lado del barranco, nada más. Subiendo por una escalera llegué a un edificio donde le pregunté a un viejo por dónde podía llegar a... Llamó un ascensor, pero era tan estrecho el receptáculo que me daba claustrofobia entrar. No entré. Me condujo a otro ascensor, más amplio. Con nosotros subía una mora totalmente vestida de negro, y la cara tapada con una máscara negra, de tela, con una nariz grande, delgada e inclinada hacia abajo. Cuando bajé del ascensor, me llevó con ella una mujer pechugona que me invitó a sentarme a una mesa de trabajo para leerme las cartas del tarot. No le entendía nada y, además, sus pechos generosos me los acercaba,  como sin querer, y me daban ganas de besarlos. Para evitarlo, me levanté y dije que me iba. Había una puerta que daba a un puente colgante de hierro. La mujer se levantó, se acercó y me ofreció unas gafas. Me las puse cuando comencé a cruzar el puente. Me dejó ciego. No veía nada.

*

Eduardo escribe en El Escobillón sobre La gesta. No mucho. Es como si no hubiera querido meterse de lleno en la novela. La mayor parte del escrito lo emplea en hablar de otras novelas sobre el mismo tema y de las anteriores novelas de Juan Royo. Le pone reparos a la novela actual. Nada de acuerdo por mi parte. En mi percepción, no le sobra ni le falta nada. En fin.  

Juan encomia, exageradamente, mis conocimientos cabalísticos. Lo primero para ese menester sería conocer con soltura el hebreo. No es el caso. Sin embargo, él si tiene una intuición cabalística, por lo menos en esa reciente novela. Algún día investigaré un poco, hasta donde Dios me lo permita, empezando por las pocas erratas. Tiempo al tiempo. 

*

Guardo libros en un armario. Donde no se vean. Uno es un tocho que encontré hace tiempo en la basura, de una larga conversación de un sobrino suyo con Franco. ¿Memoria histórica? En absoluto. Según esa ley, este libro debe de haber desaparecido de todas las bibliotecas públicas. 

*

A veces estos días siento que el alma está abandonando el cuerpo. El alma es una entidad que lo mismo te guía que te desorienta. En mi  caso, más esto último. Dejar que se vaya es como aliviarme de un peso, un lastre. ¿A qué llamo yo ALMA? Esto es lo primero que debería saber. Palabra de cuatro letras, como AMOR. El amor es un arma peligrosa. Quizá todas las palabras de cuatro letras son peligrosas. Si las comprendes bien, vas biem. Pero si te equivocas y las comprendes mal, te has metido en arenas movedizas. Todas las predicaciones que se hacen en nombre del amor, degeneran en pantomimas. En fin, conjeturas especulares de significados vaporosos.

*

Quitando libros de la vista y metiéndolos en el armario, encuentro El llano en llamas. Luisa el otro día, cuando estuve en su casa, nombró el libro de cuentos de Juan Rulfo. Y ayer Marcelino, con lo del viento tirándolo al agua. Y hoy tropiezo con él. ¿Dónde lo habré dejado?

domingo, 17 de abril de 2022

--¿Tienes novia? --me pregunta María cuando salimos de comprar en el Komo Komo y nos sentamos afuera. Una mujer mayor que yo pero que se arregla bastante mejor que yo.

--No.

--¿Vives solo?

No me gustan estos interrogatorios pero no tengo el cuerpo, ni el ánimo, para pensar en gustos o en disgustos.

--Sí.

--Y ¿por qué te has dejado esa barba? Vete a la barbería, a que te quiten la barba y te arreglen las cejas, y después podemos dar una vuelta tú y yo. ¿No tienes una mujer a la que querer? Bueno, a mí lo de querer no me gusta, se quiere lo mismo a las personas que a las cosas. Me gusta más la palabra amar.

No le contesto nada. Nos fumamos un cigarro y luego nos despedimos.

Cuando bajo, Nicolás está en la ventana. Me dice que hizo un pollo y me pide un plato.

--¿Qué prefieres? ¿Muslo o pechuga? 

--Lo que quieras. 

Me llama Marcelino. Dice que dejó El llano en llamas en una mesa y el viento se lo llevó hasta el estanque. Lo puso a secar a ver si puede recuperarlo.

--Qué tiempos. Hasta Juan Rulfo se convierte en papel mojado.

No con agua sino con fuego me envía Ramón unas fotos del Judas de Taganana y una página del periódico donde le publican un trabajo sobre esas fiestas en ese pueblo. 

Día vacío. Nada me entusiasma. 


viernes, 15 de abril de 2022

misterios del jardín

Es reflejo del menguante

el creciente de la luna.

Una es bufanda clara,

otra es bufanda oscura.


Repasamos Nicolás y yo las plantas de afuera.

--Cuando tú te mueras quito todo este aloe.

Dale con cuando yo tal y cual.

--Tienes que firmar los cuadros para yo llevármelos cuando te mueras.

--Qué alegre te ves tú pensando que me voy a morir antes que tú. Me voy a reír como te mueras tú antes.

--Si me muero yo antes, te vas a quedar sin tener con quién alegar.

--Alego con Jely. La cortejo y te ponemos los cuernos, y como tú ya estás muerto no puedes protestar.

--Mira lo que tiene esta --se hace el sordo y señala una de las plantas, con dos bolitas blancas relucientes, diminutas, que no parecen suyas. Cosa rara. Luego levantamos una tabla y vemos el tallo blanco de otra.

--Esta es la raíz.

--La raíz  fuera y las ramas dentro, este jardín hoy es un misterio. ¿Cogemos la papaya?

Quiero decir que la coja él. Es como si Hilario el Talento le hubiese testado su arte soltando del racimo papayas maduras con un palo largo y con la otra mano cogiéndolas al vuelo cuando caen. Así es.

Los aloes se llenan de abejas. Buena señal. Un antídoto contra..., copio de Pamela lo que escribió hoy en fb...

Gozo en un pozo. No lo puedo copiar porque lo borró. La telepatía existe, sin nubes. Ese texto me retrataba con acierto total. En fin. Borrado está. 

Lo que no se ha borrado de mi memoria es una poema de Alfonso X el sabio que estaba en un libro de Júcar que corregí y que perdí o me lo perdieron. Hablaba de un sujeto al que le entraron  unas ganas de follar escandalosas y la mujer a la que solicitó el servicio le dijo que no, porque era viernes santo. El hombre hizo un esfuerzo enorme, aceptó lo inevitable y ese día ganó el Cielo.

Y mañana Sábado de gloria. Comida familiar en San Andrés. Para cosas así ha valido el vacunarme, para que me inviten a las reuniones familiares. Ahora sólo espero que no me rechace quien pretendo... Le enseñaré el certificado y le regalaré un ejemplar de La gesta. Y si no me da pie, iré a llorar al barranco, junto a la ermita de la campana rota.

 , 

 



jueves, 14 de abril de 2022

libros y autores

 Juan me deja la novela de un africano togonés traducida por él: 

La fiesta de la máscara, de Sami Tchak ((ed. Baile del Sol).

Tiene otra música, pero la sordidez sexual, depravada (sadiana), de los primeros capítulos (los que he leído hasta hoy) me recuerda la que hay en Agosta escribe. El amigo Miguel Ángel Palarea padescanse me dijo que Agosta era una novela que daría mucho que hablar. Poco ha dado hasta el momento. Yace escondida, no sé si esperando un príncipe azul que salte las murallas del olvido  y la devuelva a la vida. No lo merece. Agosta es atroz. Sólo es festiva para ella misma. En la novela de Sami Tchak no hay fiesta ninguna. Una mujer de la vida le dice al cliente que no le pague pues no ha sentido nada. El cliente se lo toma como un insulto, una alusión descarada a que la tiene pequeña. La rabia le entra y la mata. Y la mujer muerta lo excita y esta vez el polvo tiene catarsis. Luego permanece en el chozo junto al cadáver, de quien liba todas sus excreciones, esperando al hijo de la mujer. No cuento más, por ahora.

A Topín le dije que mejor escribiera cosas suyas en su muro de fb. Me hizo caso. Copio lo que escribió ayer:

A veces nos preocupamos de todos los órganos importantes del cuerpo, del corazón, los pulmones, etc... de lo q comemos que nos puede perjudicar nuestra vida sana. Un estudio por mí por lo más raro que parezca, y muchos no entenderán o lo verán poco importante. Los órganos de nuestro cuerpo ya mencionados se creen que mandan en nuestro interior, sin darse cuenta que hay otro que sin él nuestro cuerpo no sería nada. Quiero llegar a decir que el órgano más importante es el culo, sí, el culo. Tiene una función tan importante que es la ITV de nuestro cuerpo. No avisa en nuestro cuerpo con los gases, o sea, llamados peos... es una combustión que origina todo nuestro cuerpo que se acumula en el llamado portapeos, haciendo una explosión de escape ruidoso, que puede ser simpático el sonido, escandalosos y con olores y dque son buenos pa las colas en los bancos y demás. El peo nos avisa y asimismo es transportado por el llamado porta peos recto del culo, nos está avisando q llega la mascada q a veces nos apura y viene improvisado... además te da alegría... porque del apuro siempre decimos guau q alivio. Son cosas que no les damos importancia pero el culo es muy importante. Ahi queda la frase "no hay nada como clavar un buen pino".

Podría corregir un poco el texto, dejarlo más aceptable a la luz de la normativa, pero mejor por ahora dejar el testimonio tal cual está escrito. Tentado estoy de darle un ejemplar que tengo en casa de Gracias y desgracias del ojo del culo, de Quevedo, para que lo complete y lo traslade a su manera. No estaría mal. Hoy se lo dije cuando lo vi en la escalinata. Quiso redondear lo que había querido decir pero yo necesitaba más un café en la barra y no le di pábulo. En otro momento.

*

Haciendo limpieza de primavera (qué lenta va) encuentro una novela de Lizundia que este autor ha borrado de sus libros publicados. Ojos de miel. Leo las primeras páginas y me entran ganas de hacer una versión jíbara. Tantas cosas tiene uno ganas de hacer. Mejor lo dejo para otra ocasión, si cuadra, y sigo con la limpieza de primavera. 


miércoles, 13 de abril de 2022

un día tranquilo

 No todos los días los pobres diablos comemos como es debido. Comemos y bebemos. Culpables: Juan y Luisa. Viandas japonesas en un edificio neoclásico de Santa Cruz, invicta ciudad. Y después, en la casa de los amigos sobremesa y conversación política. Juan me enseña un cuadro mío del que ya no me acordaba y Luisa me dice que otros dos le gustaron a una familiar suya y se los llevó a Lanzarote. No hay mejor crítica favorable. No soy Botticelli pero no soy desechable como pintor, aficionado pero insistente. Con cierta frecuencia suena la flauta y el cuadrito se ve con cierto agrado. El que no vi fue Los tres trileros. Aquí estaban el jefe de Podemos entonces, el jefe de Ciudadanos entonces y el jefe entonces y hoy del PSOE. Este último es el que falta por caer del pedestal parlamentario. Todo a su tiempo. La bandera al revés en Rabat no es ninguna broma. Marruecos cada vez más fuerte y España cada vez más débil. Recuerdo que Cubillo era anti Polisario y pro marroquí. Que el día menos pensado pasemos a la órbita de Marruecos no se descarta. Seguramente tú y yo no lo veremos. Los tiempos de la historia son más pacientes y más largos que los del animal humano. Luisa me sugirió visitar un día Lanzarote. Me acordé de una vieja sospecha; que moriré en Lanzarote, isla que nunca he visitado. De allí era mi abuelo Juan. Su madre quedó embarazada de un señor importante, y el caballero le dio un dinero para que se fuese de la isla y no tener que cargar con la criatura. Cosas que pasan. Y ahora me acuerdo que en Lanzarote una mujer también tiene un cuadro mío. Un desnudo de mujer que le vendí a un amigo y el amigo regaló a su entonces novia.

Con una de las mujeres que pretendo como amante soñé anoche. Le dije que podíamos ir a su casa (a la mía no puedo invitar a una mujer ni soñando) y en medio del camino paramos a comer y, surgiendo de la nada, se apuntaron a la mesa Siao Ling y Wang. Ver a Ling no me importó. Ver a Wang me revolvió las tripas. Se puso bobo y nos liamos a trompadas. Gané yo. Si una pelea de marras que me marcó la vida la hubiese ganado yo, no hubiese arrastrado años y años esa derrota. El sueño reparó lo que la realidad dañó. No está mal. Wang se fue con el rabo entre las patas y Siao Ling detrás, a consolarlo. Obligación de esposa. Y ya sin molestias y en la casa de la pretendida amante, ella se quejó de que le quemaba una parte del rostro, cubierta con un parche. Se lo quitó y su rostro era una llaga muy desagradable. No importa, dije, te besaré por el otro lado. Y nos fuimos a la cama.

Hace un rato que regresé de Ibrahim, En la escalinata, un niño que ayer lloraba (--Se puso bobo y le pegué un estampido en toda la boca --explicó su madre) hoy reía. Luego, ya en casa, llamé al Petaco, hombre que si yo fuera un cacique agrícola pondría de medianero sin pensármelo dos veces. Es desenvuelto, decidido, valiente, inteligente y su humor transmite energía y salud. La suerte de uno no pocas veces viene del prójimo, cuando el prójimo congenia contigo. 

Y ya es de noche. 

martes, 12 de abril de 2022

notas sin páginas

 en la danza del cosmos o en los fríos océanos


Perfecto alejandrino encontrado hoy en un escrito en prosa. ¿Será plagio (apropiación indebida) coger una frase de un libro, como quien coge una hierba en un descampado? Sería como decirle al inglés que escribió "mi reino por un plato de lentejas" que plagió al judío que escribió cómo un hermano le vende la primogenitura a otro a cambio de un plato de comida. En realidad, todo es plagio. Todo lo que decimos o escribimos ya está dicho. Casi comprendo ahora el cuento de aquel que escribió el Quijote, un Quijote igualito al de Cervantes.

--La potencia sin control no vale para nada --dijo F hoy en Ibrahim, viendo el partido.

 En fin, mejor me hago un romance salga bien o mal:


dale voz al asesino

que con cuchillo degüella,

dale voz al ladrón

que te roba la cartera.

lo que te crees no eres,

eres no más lo que niegas,

a lo blanco ponle raya

con la tinta más negra   

y a lo negro ponle blanco

con la tiza de la escuela,

preocúpate cuando ganes

y confía cuando pierdas,

la noche le sigue al día

y el café a la siesta.

aléjate de quien te ama

y a quien te odia te acercas,

no sabes de dónde vienes

ni sabes a dónde llegas,

si quieres tener calmas

encontrarás las tormentas,

si das llamada a las paces

hallarás dura contienda,

no preguntando nada

solo sabrás la respuesta,

domingo, 10 de abril de 2022

madejas mentales y noticias menores

 Uno nombra esto o lo otro, pero lo que se sabe de esto o lo otro es mínimo, y lo que uno sabe, más mínimo aún. Para conocer esto o lo otro hay que sentirlo, vivir dentro de lo que se quiere conocer. Pero lo mínimo no es despreciable. Se aprende a leer palabras conociendo primero las letras, el sonido que tienen y cómo se relacionan unas con otras. Cada letra es un mundo, pero los prófanos nos conformamos con que nos sean útiles para lo que queremos, saber pronunciarlas y saber relacionarlas. 

Tonterías. A veces le da a uno por pensar tonterías por si llevan a algo imprevisto, pero pocas veces ocurre. Quizá por falta de insistencia. Manejar lo mejor que se pueda las tres herramientas del conocimiento, la sensorial, la sentimental y la intelectual. Por lo sensorial, descubres que las vocales no tienen punto de articulación sino más o menos abertura de los labios. De la A, la más abierta, se puede decir que lo abarca todo. Y la U lo cierra todo. Lo abierto es claro y lo cerrado es oscuro. La A te invita a saltar al exterior y la U a recogerte dentro. La A te lleva a generosidad y la U a la usura. Creo que voy a mirar el poema que sobre las vocales escribió Rimbaud, publicado en año de la Cabra y en un día marcado por el arcano de El Emperador.

En el poema la A es negra y zumba en torno a atroces pestilencias, y la U son ciclos, vibraciones divinas, verdes mares, paz de pasto sembrados de animales, de surcos que la alquimia ha grabado en las frentes que estudian. 

Nada que ver (casi lo contrario) con lo que yo dije. En fin, sigo metiéndome en camisas de once varas. No tengo cura. Pero sigo tirando barro a la pared. Pienso en las palabras que comparten la U y la A como únicas vocales. Cura. Pura. Dura. Muda. Dejo estas cuatro como muestras. Cada una comparte varios campos  semánticos distintos, ajenos entre sí. ¿Y qué? Pues no sé.  

*

Sole lee La gesta de Juan. Está embebida y ya ella también enamorada de la bestia que surgió del mar. 

Hoy sale la entrevista de Estela a Belén en El Persegudor (Diario de Avisos). 


viernes, 8 de abril de 2022

 Cogí la chaqueta

regalo de Tino

con dos cremalleras

bolsillos vacíos

pa ir a la calle

de Ramón Trujillo.


¿No tendrás en casa

algo de cena

que alivie la pena

de mi pobre panza?


Con los pantalones

que me dio Dolores

bajo a Las flores

no se arrancan.

Van sin calzoncillos,

no tenía limpios

 en toda la casa.

Y desparejados

los calcetines

en los mocasines

que me dio Tinguaro.

 Camisa animal

pongo en el pecho,

para abrigar

lo que está desecho.

Subo la calle

hasta Valentina,

compro cigarros

y una revista.

De mi amor perdido

siento la magua,

los sueños venidos

todos me engañan.

Subo en la guagua

904,

en cuarta parada

es la bajada.

Veo en un bar

a Erea mirando

el techo del cielo

reflejo del mar

quitando los hielos

de los espejismos... 

jueves, 7 de abril de 2022

 En El Escobillón de hoy, Eduardo hace una reseña sobre un crimen en Santa Cruz. Esta ciudad tiene materia para la literatura criminal de no ficción. Aunque en algunos casos habría que imaginar, con cierta lógica, lo que no se sabe. Difícil no recordar dos crímenes que tienen un simbolismo atroz. El de la pensión Padrón, donde encontraron el cadáver entre dos colchones, y el del chofer de la guagua que hizo la tumba de su víctima en una fosa séptica. Hay libros sobre esos dos casos, pero no los conozco. Supongo que Truman Capote no hubiera desaprovechado estos sucesos. Entre las funciones de la literatura, está la de soltar el lastre que, como individuos y como sociedad, nos enferma. Aunque no pocas veces usemos ese lastre, no para liberarnos de él, sino para convertirlo en alimento, en vómito morboso con que darle de comer a las alimañas y ganar dinero. Vender mierda también tiene su arte.

Pero el lastre que ahora me preocupa, aparentemente más inocente, es el que tengo en casa, acumulado en estos años. Este trabajo va tan lento que me preocupa. Me he acostumbrado tanto a un meridiano desorden y a vivir entre objetos inservibles, que no sé por dónde empezar a ordenar y limpiar.  Ahí tengo dos candelabros que un día a Hilario el Talento le dio por darme. No sé si guardarlos, ponerles vela a cada uno y encenderlas sin más ritual que oír la voz de las llamas, o dejarlos por donde los vecinos de mi zona suelen dejar trastos destinados a viajar a un punto limpio. Lo que más me cuesta, sin embargo, es tirar estorbos que no despiertan ningún recuerdo de amigos que ya están al otro lado del mundo. ¿Herencia de la rama familiar campesina? Campesino que no tira nada porque cualquier cosa puede hacer falta el día menos pensado. Así era mi padre, hasta que mi madre le ordenaba que tirara toda esa basura.

(Del loco que protagoniza un cuento de Injertos, no sé aún cómo pasa su mente del caos al orden, de lo sensorial a lo intelectual. De la borrachera de Baco a la sobriedad de Cronos, del reburujón a la geometría. En La gesta  la transformación del furriel la ocasiona la ingesta de opio, el néctar de las amapolas blancas; la transformación en el humor de la joven viuda, el amor de la bestia. En el cuento, la mujer protagonista es la causante de la transformación del loco. Ella es una mujer con el coño caliente y la cabeza fría. A él quizá debo pintarlo como un hombre con la cabeza caliente y los cojones fríos. Tendría ahora que ver conexiones entre el sexo y el seso. Pero sería meterme en camisa de once varas. Quien mucho abarca, poco aprieta.)



 

miércoles, 6 de abril de 2022


Por tres tristes euros

Juan conseguía

la vieja novela

del negro Elías.

No es saltona,

no es folía,

ser tajaraste

eso quería.

Que ya estaba loco

Juan me decía,

de cuerdo poco

ya lo sabía.

y en todavía

con la locura

ladro como perro

al salir la luna.

A veces está llena,

a veces vacía,

a veces es Hildegard

con visiones divinas,

a veces Satanás

que nunca olvida,

Misma palabra se posa

en lengua de culebra

y en alas de mariposa,


Juan me dice que El negro empieza bien. Empieza con uno que destroza un bien cultural, lo contrario de lo que hizo Juan cuando era gerente de Cultura del Ayuntamiento. Lo que hizo fue mandar quitar los deterioros del Guerrero de bronce  que está en la rambla. Ya no defiendo nada pero hasta hace poco yo defendía la intervención pública en el arte público. La obra está ahí para quien quiera siga haciéndola o deshaciéndola. Como hace el viento, la lluvia y el sol en las vallas publicitarias. Es como leer un libro y tachar lo que te parece que sobra, 

El escudo del Guerrero fue dañado con anónimas inscripciones. Esa acción transformadora lo mantenía vivo, activo. Juan ordenó a los operarios que lo volvieran a dejar impoluto. Dañó la transformación que estaba viviendo. ¿Hizo bien? ¿Hizo mal? Nunca lo sabremos.

En el ejemplar que compró, hay unas líneas que escribí a mano. Sobre la noche de Walburga, la novela de Gustav Meyrink. Da la casualidad de que esa noche está también reflejada en un cuento de Injertos: una mujer acartonada ve una película, basada en esa noche de vampiros, en la tele del salón de su casa mientras su hijo y un amigo, en el sofá, se entregan a un párrafo del marqués de Sade. De Juliette. 

También hay en Injertos el cuento de un loco. Tantas señales aturden. 

Sospecho que el viernes, la presentación del libro de Belén va a ser importante. ¿Estaré en lo cierto? Qué ganas de oír el mar; esto sí que es cierto.

martes, 5 de abril de 2022

asuntos varios

 Hablé con Marcelino. Asuntos médicos aparte, ya Balada sin poesía está en manos de Anghel. No será un libro más, otro libro de poesía de más de lo mismo. Va a remover cimientos y derribar edificios carcomidos. Entre tanta inflación de monederos falsos, de vez en cuando surge uno verdadero, con valor. En poesía, en prosa y en lo demás. Cuando parece que todo se acaba, surge algo que vale la pena.

Trámites hoy en el ambulatorio. Salí y decidí caminar hacia el molino del gofio. Oí que me llamaban y era Nguyen. Vuelve a estar presa, con permiso de salida varias horas al día. La consecuencia de la agresión del poli que la detuvo hace unos meses, requiere una operación seria. Nada de bromas. La alegría de verla fue, sin embargo, enorme. He amado con un delirio especial a tres mujeres en esta vida. Ella entre ellas. Coincidencias, Las tres del mismo signo zodiacal, occidental y chino. ¿Bromas del destino o del azar?  A las dos anteriores las abandoné. A una una triste mañana en la zona de la casa cuna en Santa Cruz. A la otra, un mucho más triste mediodía en un pueblo de Madrid. Cargo con eso desde hace mucho tiempo. Es mi marca de Caín. El olvido es imposible. Logré que me amase quien amaba y pagué con la traición. Dios me perdone, porque a mí mismo no puedo. Carga pesada. 

Erea cuenta: --Me dice Jesús que cambie la mirada, que comience a observar las cosas con distancia como si fuera la palmera más alta de la ciudad. Que me aleje un rato del sentimiento y vea la realidad tal cual es.

Y añade: --Es difícil. Aquí dentro suele rebujarse todo y suelo estar confusa muchas veces, incluso en el mismo día. Me entristezco cuando pienso que es culpa mía. Eso de hacerme sufrir adrede y enredarme en una madera llena de nudos.

No, no le digo que no sufra cuando sufre (¿quién puede evitarlo?) o que esté alegre cuando tiene esa suerte. Le hablaba de su escritura, no de ella en sí. Su obra es valiosa, aunque sus quejas deban en ciertos tramos eliminarlas del relato. Si yo digo "Alcancé una pedrada en el tobillo", no hace falta que me extienda en explicaciones. Sobre todo si son explicaciones comunes, ya sabidas. Si escribo por ejemplo: "La mujer que amo no me hace caso", no hace falta que explicite el desagrado que eso me produce. Va implícito. Pero lo que le propuse va más lejos. Que ella desaparezca (un tramo de veinte páginas) como personaje central de la acción y actúe como testigo de su mundo, Sin más. Cuando pueda verla de nuevo, creo que le llevaré un libro de obras completas de Chejov. Fue el autor  que propuse leer a Jordi cuando me trajo hace mucho tiempo un engendro de novela. No es el caso de Erea. Su novela es una criatura bien formada y que necesita atención y cuidados no compasivos. 

Hoy fui a vacunarme. A la fuerza ahorcan. El viaje de mi nieto a Tenerife exigió ese trámite. 

--Después de todo lo que te has metido en el cuerpo, vienes a decirme... --me riñó Sibi.

Qué podía contestarle. Nada. Usted manda y yo obedezco.

El Topín vino por casa hace un rato. Buena visita. Es un hombre valioso. Y buen conversador. 

Las margaritas que me regaló Jely están mejor que nunca, y los aloes han florecido en cantidad. Nicolás y yo observamos por si vienen las abejas. Todavía no. 



viernes, 1 de abril de 2022

 Nada. La gesta me persigue. Hoy (comenzando una limpieza de primavera) encuentro un libro que recoge el primer premio de poesía General Gutiérrez, editado por el Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias en 1999. La primera estrofa de un largo poema (de don Juan C. Monteverde García), dice:

Raya el alba en los azules / con destellos de victoria, / mientras naves enemigas / a la Isla dan su popa. / En sus maltrechas cubiertas / el invasor duele y llora / la pérdida de los suyos / tras la impensable derrota.

El poema es un alto panegírico al general Gutiérrez, nada que ver con la novela de Juan Royo. 

Como estoy en limpieza de primavera, como el topo del viento entre los sauces, encontraré el libro de la inglesa donde habla de la gesta y el libro de un inglés donde habla de la gesta. Estaría bien que coincidiera con el  carnaval. La gesta es una novela dionisiaca con música de Apolo. El delirio guarda un compás que no pierde el paso. El transito de cada personaje es un camino de agujas. Salvo para Iñaki. El contrapunto del cura su tío, que a pesar de todo tiene razón: el instinto es superior a la inteligencia, la vida salvaje es superior a la vida civilizada, la inocencia es superior a la hipocresía. La descripción del infierno que hay en la novela, es en la que están el general Gutiérrez, su mujer, el furriel e incluso, y más que ninguno, el almirante Nelson. Los otros personajes muy visibles --Lupe la bella, Rosario la mujer del carpintero, los soldados que se esconden en los ataúdes y Ramón y Chito-- no van al infierno. Un trocito de mero fresco --no como el que comimos en Olegario-- es un anuncio del cielo. Se olvidó Juan de la Viña del Loro. Seguramente ese lugar vino después, en la historia de Santa Cruz. Ciudad doliente.

No está esta novela en la linéa de Fetasa. Fetasa en un vals. La gesta es un tango. Está más en la poesía de Agustina González y Romero, más conocida, a su pesar, por La Perejila. De esta poeta de Las Palmas, esta copla:

Un erizo ratonero,

ya enviudado,

a una rata calentona

se la llevó al excusado.

--Ya dentro, la rata piensa

y le pregunta: ¿Señor,

es cierto que púas tiene

su afilado tenedor?

--Puta bastarda, ¿quién dijo

semejante desatino?

Si te pica y te rasguña

alguna púa al moler

échate vinagre y agua

y no lo vuelvas a hacer:

cállate y levanta el rabo;

atiende a tu menester.