jueves, 28 de noviembre de 2013

Hace cuarenta años me titularon el Baudelaire de San Andrés. Nada que objetar. De Baudelaire, a quien leía en francés, me olbligaba el profesor Vives, aprendí que la poesía es música. 
Ayer me entero que el clan de los polidoros me da el título de Bukosvki canario. Tampoco nada que oponer. De Chinaski aprendí que hay que dejar de lado metáforos cáducos y oximorón que los entiende tu abuela. Poesía podrida. La poesía está ahí, como el cesped en el estadio el domingo (Tenerife-Las Palmas, que gane el mejor), esparcida ya en demasía. No hay tiempo de entretenerse.  La poesía ya no es gran cosa pero es vengativa, te corta la cabeza si no la tratas con seriedad. Esto es lo que supo hacer Bukosvki, no jugar a ser poeta sino serlo.
En fin, espero que pronto me den el nombre el Borges africano. De Borges también leí mucho. Supe que la poesía es conocimiento, cualquier conocimiento.
Pero todo eso es apariencia. Sin embargo, me interesa no deshacer el engaño. A lo mejor gano algo con los tres B. 
Pero si digo la verdad, lo mejor que he fabricado en poemas está bajo el divino mandato de Alonso Quesada. Soy un epígono de Alonso Quesada. Ya lo sabes.
Todo lo demás es prosa, prosa poética como la de Leopoldo Panero (el hijo) en el libro Papá, no me dejes solo que tengo miedo, que me lo regaló Alejandro el otro día en la Radio. Juan Royo se quejaba de que yo quise ser el protagonista el otro día. El germánico director no se dio cuenta que el papel principal lo ejercía Alejandro. 

Al parecer hay posibilidad nacional española de que publiquemos sendas novelas, él y yo. No sé por qué dije esto. Qué ganas de vender el oso antes de casarlo. El caso es que un editor de lujo nos ofrece publicación. Él eligió una novela que se llama Curbelo o algo así. Por mi parte, pensaba en El gigoló.
Pero el otro día, cuando Juan me llamó protagonista, me habló que había estado repasando Vertical blues y se había quedado maravillado, maravillas a las que sus correcciones no son ajenas. Reivindiquemos al corrector, coño. No es cucaracho que se tiene que esconder. También tiene su Chanel. 
Vertical se reparte entre en norte de España y Norte y Sur de Tenerife, capital incluida. Sobre todo la capital. Así que eso lo leerás si hay suerte. Lo ya publicado ha quedado atrás. Lo que me interesa es la siembra y la cosecha presente. Y del gigoló sé su andar de caperucito, pero todavía le falta un trecho para llegar a casa del abuelo.

Y ahora María Teresa de Vega. Hoy habla de sus libros aquí en el Parque la Granja.
Ahul.

domingo, 24 de noviembre de 2013

MARTES INFIERNO A TRAVIESA

Este martes 26 de noviembre, en Radio Unión Tenerife, La Puerta, con Javier Hernández. Autor de Una travesía a través del infierno, su última novela publicada, a la espera de la lluvia y la nada, con Antonio Bermejo de personaje central. No su obra, dijo el autor en el Corte Inglés, cuando Eduardo García Rojas le presentó la novela. Javier se refugió en que El sueño de Goslar no entra en el arte de Moore. En esta, dijo, lo que le importa es la vida de Bermejo, no su obra. Le preguntaré: ¿Se puede aislar la vida de Bermejo de su obra, del sonido de la verdad que impuso a su obra y donde no hizo otra cosa que contar su vida. a su manera? Creo que no le preguntaré esto.
 Ahora me atrae más la política que el romanticismo. A Bermejo lo conocí por primera vez sentado en el chaplón de enfrente de, entonces, mi casa en Santa Pus, casa del guardián del colegio José Antonio, por debajo del Manicomio, donde Antonio Bermejo fundó una revista de locos. ¿Dónde está esa revista?
En aquel tiempo estaba sentado, en amigable charla con otro Antonio, una bella persona que un dia yo viendo en su casa La sexta dimensión me enseñó una fotos pornos la mar de atractivas. Desde entonces, y con la influencia de Venanceo, lo más que me interesa es el porno, el arte verdadero. No sé por qué me entretengo en cuestiones más profundas. No sé. Ni siquiera El gigoló es suficientemente pornográfico, por lo menos hasta ese punto donde se sumergio James Joyce. Escenas más obcenas y guarras no he visto en otra parte que no sea el Ulises. (Sade no es obsceno, es científico y místico, nada que ver con Joyce, pero sí con Agosta escribe (Eduardo Montelongo, mientras te doy y no te doy El negro, novela de círculo vicioso, puedes pillar en Idea, zona Bulevar, Agosta escribe, romanticismo de izquierdas con cientifismo sadiano. Yo sigo con tu diario de un viajero por las siete islas, frente a frente con El cafetín, de Isaac de Vega. Pero me estoy entreteniendo con Recuerdos de Tenerife, enamorándome de la prosa de doña Elizabeth, años cincuenta del XIX siglo, sin desperdicio (bueno, menos el capítuloo de La Orotava, donde la recibieron muy bien, no como en Santa Úrsula... mujer que lo mismo cuenta la batalla de Nelson que la de Bencomo. Sospecho que tuvo un amante, o varios. Pero no me voy a poner a investigar. No tengo dónde.
Y eso, este martes, con Javier Hernández, este autor de Tacoronte, donde la Barroso le pone el bozal al León, y Chinea: presidente corrupto del Gobierno de Canarias.
No se lo pierda.
Disfruten como yo hoy con una mujer que merece algo mejor que yo pero yo merezco ya algo como ella. Un percance de fe en el camino.
Ahul.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Bienvenida, Elizabeth

Ok, Eduardo.
***
Naranjas del Sur, y batatas. Vino de la venta Mi Amor. Estanterías made  in Dani & Christian. Mesa cuadrada donde reposa ahora un rancho de papeles viejos. Nada. Asuntos laborales. Entres ellos una foto de Mingo, un hombre que murió limpiando por dentro un tanque de Cepsa. Foto antigua. De cuando yo tuve una cámara de fotos. Blanco y negro. Mingo está con mi prima Mary. Esas fotos y las estampitas de santos se salvan, y un reglamento a los guardianes funcionarios y empleados del Ayuntamiento de Santa Cruz. Cuando quite todo esos papeles históricos sobrantes. allí pondré los libros del trabajo de hércules HISTORIA FICCIóN DE SANTA CRUZ, cuyo inicio es... Ramón Herar, cada día más valorado como hacedor de portadas, lo sabe. Consultar sus incursiones en el libro de Zamora es imprescindible.
Otro libro recién incorporado, lo comenté con Juan Royo el otro día, es Recuerdos de Tenerife, de Elizabeth Murray. Quiero investigar a esta mujer en google. 
Hay que leerla. 
Un excelente libro que tenemos olvidado. Uno más. 
Ésta es la basura que sufrimos. Premiar la chatarra oxidada y enterrar lo valioso. La misma basura de la que habla doña Elizabeth. Una clase política de avariciosos mentecatos. Pueblo miserable ordeñado por los hediondos de dentro y un Gobierno que, en un lugar de aliviar las necesidades de la población, la ahoga hasta lo infinito.

Me voy a buscar a esta mujer en google, a ver si la conquisto. Si le elogió los cuadros --los pintores son muy sensibles al elogio--, seguro que sí.  


lunes, 11 de noviembre de 2013

Ahora sí, ahora se puso el cursor en la pantalla. Este mausoleo suburbial, pero la línea se esconde a la izquierda. Estoy yo bueno. Juan Royo asiente que me ve en la MAC, en la presentación del libro G21 de Eduardo Delgado Montelongo. Se quedó haciendo la compra en el supermercado. Me enteré porque lo llamé y me dijo que estaba haciendo la compra en el supermercado. Añoranza de la amistad canaria liberal masónica mausoleo de ególatras de tergal? No sé, no sé lo que está pasando. En fin, aquí cerca del Ayuntamiento de S/C (ojalá se le congelen las ideas al vicealcalde Martín, las ideas y los cataplines) parece que esto funciona. No bien del todo, pero me las puedo arreglar.
¿De qué quería escribir? De los cruces de onda entre la novela de Eduardo en formato o género diario y la novela formato novela de Isaac de Vega El cafetín.
La novela de Isaac en un periplo onírico, en estilo realista, por unas callejas de una ciudad innominada. La ambientación parece la antesala de la muerte. Lo que sucede en un lado, en El cafetín, podría suceder en el otro, en Cuaderno afortunado, obra realista sin sueños. Sueños hay, las malas noches que pasa el rufián --también David, de la novela de Isaac es un rufián que roba, roba pero no folla. El rufián de Eduardo Montelongo si folla. Cobijeos decrépitos, en los que acaba más triste que otra cosa. La sexualidad de la novela la anuncia una parlamentaria y tiene su primer acto siete días con una alemana en una playa y el marido mirando. David busca a una mujer que lo acoja. Al final se le va, como se le va al rufián de Eduardo una en La Palma. David no sabe si es viejo o joven. Si ha muerto viejo o joven. El protagonista narrador de Eduardo Montelongo es joven, como el autor. No necesita mirarse en ningún espejo para saberlo. En las dos obras, los personajes respectivos se hacen las mismas preguntas. ¿Qué hago yo aquí? ¿quién soy? La obra de Isaac es densa y triste. Ya lo decía Antonio Bermejo: "Isaac no tiene humor, no conoce el humor.
Eduardo si lo conoce, y lo maneja muy bien. Nos hace falta. La ficción narrativa de humor en Tenerife escasea, por lo menos a un nivel importante de construcción. La´Palmas nos lleva ventaja. Cuenta con República bananera y (mierda, no hay manera de quitar la cursiva)  los cuentos de Pancho Guerra.
En (ya la quité) el plan (logia La Maldad de Zo.0) sobre Santa Cruz Ficción: el inicio está en la novela de Zamora "Milagros de Cuba" (pongo comillas, al carajo la cursiva). Ahora sí que Ramón Herar está buzeando a fondo en esa novela. Encontrará tesoros, estoy seguro. El personaje central es Cabeza de Perro (también lo nombra "Cuaderno afortunado"). La novela de Zamora es trasunto del planeta Saturno en la constelación Historia Ficción de S/C. ("¿puta tu hermana, puta tu abuela o tu puta madre": esto es otra cosa, un chiste que me contó antes Marcelino, estoy en su casa, crca del Ayuntamiento, donde Ignacio González manda jardineros a La Maldad, bien hecho, si no les da por los fitosanitarios, que creo que sí, La Maldad está infestada de mosquitos).
Obras de Juan Royo, Roberto Cabrera, Marcelino Marichal y otros autores más viejos y más jóvenes ocupan otros planetas y satélites. El lugar del Sol lo tiene "Cucarachas con Chanel" y el de la Tierra "Ensalada de canónigos". El de la Luna, "Crimen".
En la construcción de HF.S/C. llegan recientemente "La casa de las flores rotas" y "Un camino a través del infierno",
Por supuesto, el libro viaje de Eduardo Montelongo. Vale la pena. Me he ido metiendo en él y me olvido de mí mismo. Me convierto en ese pequeño rufián que hace un viaje por las siete islas.
"El cafetín" es otro viaje. Hay que contarlo con más calma.

No puedo ver sino una parte del texto. si hay erratas, al carajo. Aplica el conocimiento cabalístico.
Marcelino tiene Aldea. El doctor me lo prohibió, pero todavía no he bebido nada. Nada de nada. La cerveza la corté radical. Joder, la vejez. La sabiduría de los ciejos (errata por viejos).

déjame entrar... no, no me deja entrar. Y la granja con aire acondicionado. Bajé a escribir de "El cafetín" y de "Cuaderno afortunado", dos obras que se cruzan. Otro día quizá esto funcione.

domingo, 10 de noviembre de 2013

a las manos de mi amigo

Genialidad Andrés Chaves, escribe como Los Ángeles. Leer a diario escritor así es un lujo. Personajes que uno no conoce se convierten en personajes de postín. Como un tal Corralito con mando en plaza en el Ayuntamiento de Santa Pus.
Chaves prometió hablar del caso Ayuntamiento de Tacoronte. No lo ha hecho. Una pena. Me interesa esa álgebra política. Ese romance en contrapunto PP - PSOE (la expulsión de los militantes de PSOE suena a cuento chino, ¿para proteger la inacción de Paulino Rivero?

--Si vas a hacer lo que te diga, te curo el pie; si no, no me hagas perder el tiempo --dijo el hombre en cuyas manos puse el pie.
Lo que usted diga y más si es necesario. 
No me prohibió caminar.
--Camina, pero con moderación. 
Así que bajé al Kalypso. Dejé el patio de lectura. Aparqué la pintura hasta que Christian pille azul cobalto y azul carmesí y me llame pa terminar el cuadro de Barrio Nuevo. En ese barrio se esconden imágenes cruciales de la adolescencia. Algún día tengo que visitarlo, subir de nuevo a Cueva Roja por la escalera de los cien escalones.
Visitarlo como Eduardo Delgado Montelongo visitó las siete islas. (¿Siete veces repite siete?) Hablo de Cuaderno afortunado. Eduardo o su personaje narrador. No me imagino yo al autor tan mal bicho, de robar y timar como quien lava. Aún le falta vestir con chorizo perro Los puercos de Circe y cambiar de antología de poetas. Sí, en La Gomera, en la Villa, en iniciando el viaje tuvo el momento poético de silencio amordazado, pero en La Palma, la poesía y el amor sexual por Beatriz de Bobadilla o el amor romántico por Gara, se esfunan. Aquí el narrador se tira a una cuantas, y cuando se abalanza, machote, con el machete a una cuarta, esta lo rechaza y sale corriendo. Él se lo perdió. Quería dormir con mujer esa noche.
Pero a lo que iba. La poesía canaria. Cito la página 101 --el libro merecía 1001 páginas--. La crítica no admite réplica:

Volví a tumbarme en el colchón y no duré despierto ni medio poema de Padorno.

El libro merece otro viaje por los mismos sitios. Contar el cuento de la pelmaza que empezó con la historia de su boda. No sabemos cómo fue vestida, qué llevaba debajo, qué le pasó con el esposo luego. A veces el rufián de la mochila se aleja demasiado deprisa de sus personajes, aliados pero que él no se da cuenta que son aliados. Los deja a medio hablar. 
Me llama también este libro de Eduardo Montelongo por sus coincidencias mágicas (sí, mágicas, sin cursivas) con El gigoló. 
De este misterio, a ver si puedo decir algo en otra entrega. Ahora recuerdo que bajé al Kalypso a contar la presentación el otro día en la MAC. (Casa Élder si quieres escribir una historia de fantasmas.)

Anghel no me sugirió dirigir una colección de poesía canaria actual. Ni loco le iba a decir que sí. Hay que ser ávaro en eso de enemigos, multiplicarlos es malo e innecesario. 

Cualquier delito es meritorio si no te lo descumbren. Hay quienes defienden la teoría política de que si no eres ladrón, mentiroso y asesino, no saldrás nunca de pobre diablo. Esta tesis es explícita en la novela Un camino a través del infierno (Javier Hernández) e implícita en La casa de las flores rotas (Juan Andrés Herrera). 
Bueno, me voy que aquí el tiempo vale dinero (desde que se inventó el dinero, el tiempo es dinero) con un sugerencia al enigma del invitado

Argelia tenía
el perfume puesto
y encendidos
los labios.
Y el invitado no llega.
¿Dónde
se ha escondido
y como a sierva herida
me ha dejado?
Y habla Eduardo
en la mesa puesta
de la MAC.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

vasos comunicantes, realismo onírico...

Sufro náuseas provocadas por la ausencia de un libro y la presencia de un agua...

Vamos a decir que eso es un verso.
Un empeño me ha dado. Recopilar la "historia ficción" de S/C, comenzando por Cabeza de Perro en la novela de Zamora y en el cuento oral. Santa Cruz gana en suciedad y en buena literatura. De cucarachera a turística de despravados estéticos. Ciudad donde Antonio Cubillo tiene su barrio. El barrio de Debrigode, de Kóliac, de Grupo Salvaje, de Roberto Cabrera, de Antonio Bermejo en sus días tristes, ... y el barrio de juventud del novelista negro criminal Javier Hernández, autor de un periplo de novelas que inicia Factotum y va por Un camino a través del infierno.
Al autor Javier mi leer lo tenía en capilla, con días de permiso. Vendía granos con paja. Novelas que había que partir por la mitad para que tuviesen un valor de uso. 
Factotum fue actriz en un aquelarre cinematográfico de Zo.0 en El Generador, calle El Clavel. La salomonia escénica condenó la cabeza de la novela a los pies de una cruz de libros. 
En lo que concierne a crítica literaria, siempre recuerdo la del Quijote. Sobra la mitad, muchacho. Esto mismo sin embargo le dijeron a Lowry. No sé cómo quedaría Bajo el Volcán con la poda sugerida por los lectores de la editorial. Sí sé cómo Factotum, La identidad fragmentada, En el fondo de los charcos y El sueño de Goslar. Como Un camino a través del infierno. Una buena novela. Aquí la paja se reduce a unos cuantos eruditismos y al inapropiado título. Todo lo demás es grano.
La novela comienza como un colorín. Personajes de papel. Estampas truculentas. Así comienzan algunos sueños. Luego va cogiendo ATMÓSFERA. El colorín cobra vida, el sueño cobra realidad. La primera seña de las transformación la da un personaje tangencial (S, una mujer) que revela quién es realmente Eva Miller, la mala de la novela. La amamos cuando dispara balas y palabras  en la parte colorín. 
Otra señal de la transformación de personajes de papel en personajes de la realidad es un estribillo infantil. Inocula al detective Fernández (no, no está buscando ningún halcón maltés, ¿o sí)) la sangre necesaria. Empezamos a verlo no como machango de un drama inventado, sino como hombre. Empezamos a tenerle respeto.
Otro personaje que se transforma de tigre de papel en gente de poder, gente con sombrero, es Paulino Ri... perdón, Chinea, el presidente del Gobierno canario en la novela.

El sueño cayó en lo profundo y se hizo real. Dos mundos en vasos comunicantes. La política y el hampa. Dinero negro y dinero blanco. ¿Tenemos que reprocharle algo al Capone? Pregúntaselo a Chinea.
Novela de paradojas bien llevadas, bien narradas. 
Fui al Corté Inglés el día que la presentó Eduardo García Rojas. Valió la pena. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

... hay una carta en la que Groddeck hace una alegoría del arado y el arriero. No hace falta ser muy listo, la estructura superficial esconde un serio reproche. El discípulo le está diciendo al maestro que ya está bien de que le esté dando por saco. Seguramente le prestó un libro, Milagros de Cuba (edicción inencontrable de editorial Benchomo), con la promesa de que el médico brujo de Viena se lo devolviera al mes siguiente. Que asesinase al sabio racionalista no ocurrió en la realidad. Que prestes un libro a alguien, un libro especial, muy querido, y no hagan nada por devolvértelo es peor que la gota de agua del vecino, una absoluta falta de respeto, y la única respuesta --si uno estuviera al margen de la ley-- a la falta de respeto es el asesinato. Pudo haber ocurrido, el asesinato, si la imagen de Groddeck a la película sobre Jung es fidedigna.
 Escribe Groddeck que "la filosofía aristotélica está enraizada en el complejo de impotencia. ... Un narcisismo que se siente a sí mismo culpable, tras cuyos deseos onanistas se alberga el miedo se alberga el miedo a la castracción y que se defiende con palabras".
Mejor no recordar la época tijuana en el programa La Puerta. Recuerdo que se me acentúa con otras líneas de otra carta de Groddeck a Freud: "Consideramos en común acuerdo que Kant descubrió la `cosa en sí´, que según él es incognocible, en razón a un complejo de castración en el que el miedo al onanismo y los complejos hermafroditas desempeñan cierto papel". Por lo visto, todos los filósofos modernos, según Groddeck, son homosexuales patológicos. Que me lo diga a mí, que una vez trabajé para un psiquiatra rastaurándole textos sobre Lacan y Foutcolt (corrija la ortografía del nombre propio). Los originales eran un galimatías. No he leído ni a Lacan ni al otro, no puedo presumir de esa desgracia, pero ya tenía bastante experiencia en convertir textos jeroglíficos en escritura burguesa, racional y comprensible. Al psiquiatra le dieron un cum laudem por ese trabajo. Él a mí me invitó a comer en su mansión. Era un sibarita. Dueño de una casa envidiable. Jardín interior con mesa de billar. En fin, en otra ocasión hago el cuento del psiquiatra lacaniano. 

Berto dándome la lata, que si leí el artículo de Víctor Alamo. Lo leo. Habla de Cuba. Hablar de Cuba planeamos un día de marras los del programa de radio, partiendo de la novela de Zamora. Ramón quedó en pasársela a Juan Royo y a Sergio. Esto a modo de recordatorio, ya estoy harto de despertarme por la mañana con la falta de respeto. Me da por saco el respeto. Pero que devuelva el libro, porque ya se me está calentando el baifo. Y ahora sigo con Geor Groddeck y Sigmund Freud.
A Freud lo leí en la juventud. Los chistes, los sueños, el psicoanalisis. Quizá de ahí la idea, hoy ya convertida en idea cliché, de que en los chistes y en la crítica se delata el emisor a sí mismo. El chistoso se esconde en la gracia, cobardemente, para decir lo que piensa, y la criticona lo que envidia en la criticada (lo que la otra hace y ella no ha podido hacer, ¿o sí?; las peores son las que cometen a escondidas el mismo desatino).
En fin, el libro del que hablo, una correspondencia entre dos sabios que se aman mientras las verdades aleatorias esconden la verdad neurálgica. Eso ocurre también en las novelas no logradas. Las logradas muestran todo. Las no logradas esconden algo, carecen de claridad.
Dicen que no hay que contar el final. Hay novelas que hay que empezarlas a contar por el final. En el de La casa de las flores rotas (de Juan Andrés Herrera) el narrador por fin escribe en primera persona. El truco de la tercera persona no le ha valido. Su tercera persona no escondía su extraña cobardía. Escondía su imbecilidad.
Antonio Gómez Charlín no esconde su imbecilidad. Recurre a la estrategia asturgalaica de "me lo digo para que no me lo digan". Soy feo y soy tonto. Una mujer no amará nunca a un hombre como yo. Fui un corredor de fondo con victorias importantes, y actualmente construyo y deconstruyo a Borges, a Murakami, a Chinaski, a Chitoski, etc. Como Penélope en su telar, mientras esperaba a Odiseo. Yo espero la Gloria. Entonces la mujer que amo, que no le importa mi soledad de corredor de fondo, ni mi genio literario que se me despertó cuando vi funcionar una concretera en mi pueblo... Esta mujer que amo y a la que compro el amor pagándole la peluquería y comprándole pérfume, faldas, blusas, pañuelos y zapatos, y un bolso de piel, entonces, cuando venga mi Gloria, le diré: --Ya estoy con mi amada verdadera, chica. Regresa con tu novio. "Quien manda ahora es mi cabeza, que se mantiene tan fría como un trozo de hielo".
Todo eso es más o menos uno de los argumentos recurrentes de Antonio Gómez Charlín.
Le rsulta imposible dotar de fuerza su narrativa sin renunciar al peso abrumador que lo apena. El peso de la vida y el sexo. No me lo creo. La parte porno del libro suena a murga de verano: Ella lo montó primero, sintiendo el pene de él hundido en su interior, al sentir el sexo suficientemente mojado se puso a cuatro patas, y se dejó poseer hasta que se corrió, notando a su vez como él eyaculaba con violencia. 
Todo parece posible, pero
--¿qué piensa usted, doctor Groddeck?
--Hasta tal punto me he convertido en bufón de mis ideas que considero que no existen enfermedades incurables.

Tenía veinte euros. Pasé por el bar de Nally a tomar un trago y cambiar. 
--¿Qué tal, Jesús?
--Bah, sin una mujer con quien dormir de noche.
--Bah, yo tampoco tengo un hombre con quien dormir.
--¿Y cómo lo llevas?
--Con un pegado.
Dejé el libro allí arriba. El prólogo lo leí por masoquismo. Un filósofo catalán que no sabe por dónde caen las piedras. Lo leí. El prólogo lo regalo. El libro no. Y menos el de Zamora. Milagros de cuba.