miércoles, 6 de noviembre de 2013

vasos comunicantes, realismo onírico...

Sufro náuseas provocadas por la ausencia de un libro y la presencia de un agua...

Vamos a decir que eso es un verso.
Un empeño me ha dado. Recopilar la "historia ficción" de S/C, comenzando por Cabeza de Perro en la novela de Zamora y en el cuento oral. Santa Cruz gana en suciedad y en buena literatura. De cucarachera a turística de despravados estéticos. Ciudad donde Antonio Cubillo tiene su barrio. El barrio de Debrigode, de Kóliac, de Grupo Salvaje, de Roberto Cabrera, de Antonio Bermejo en sus días tristes, ... y el barrio de juventud del novelista negro criminal Javier Hernández, autor de un periplo de novelas que inicia Factotum y va por Un camino a través del infierno.
Al autor Javier mi leer lo tenía en capilla, con días de permiso. Vendía granos con paja. Novelas que había que partir por la mitad para que tuviesen un valor de uso. 
Factotum fue actriz en un aquelarre cinematográfico de Zo.0 en El Generador, calle El Clavel. La salomonia escénica condenó la cabeza de la novela a los pies de una cruz de libros. 
En lo que concierne a crítica literaria, siempre recuerdo la del Quijote. Sobra la mitad, muchacho. Esto mismo sin embargo le dijeron a Lowry. No sé cómo quedaría Bajo el Volcán con la poda sugerida por los lectores de la editorial. Sí sé cómo Factotum, La identidad fragmentada, En el fondo de los charcos y El sueño de Goslar. Como Un camino a través del infierno. Una buena novela. Aquí la paja se reduce a unos cuantos eruditismos y al inapropiado título. Todo lo demás es grano.
La novela comienza como un colorín. Personajes de papel. Estampas truculentas. Así comienzan algunos sueños. Luego va cogiendo ATMÓSFERA. El colorín cobra vida, el sueño cobra realidad. La primera seña de las transformación la da un personaje tangencial (S, una mujer) que revela quién es realmente Eva Miller, la mala de la novela. La amamos cuando dispara balas y palabras  en la parte colorín. 
Otra señal de la transformación de personajes de papel en personajes de la realidad es un estribillo infantil. Inocula al detective Fernández (no, no está buscando ningún halcón maltés, ¿o sí)) la sangre necesaria. Empezamos a verlo no como machango de un drama inventado, sino como hombre. Empezamos a tenerle respeto.
Otro personaje que se transforma de tigre de papel en gente de poder, gente con sombrero, es Paulino Ri... perdón, Chinea, el presidente del Gobierno canario en la novela.

El sueño cayó en lo profundo y se hizo real. Dos mundos en vasos comunicantes. La política y el hampa. Dinero negro y dinero blanco. ¿Tenemos que reprocharle algo al Capone? Pregúntaselo a Chinea.
Novela de paradojas bien llevadas, bien narradas. 
Fui al Corté Inglés el día que la presentó Eduardo García Rojas. Valió la pena. 

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