lunes, 25 de septiembre de 2023

jíbaros y vecinas

 operación jíbara en un poema de Valente:


Cerqué, cercaste,

cercamos la noche.

Alzose la voz que rezaba,

tierra ajena, en lo lejano

oí la voz,

se abrió, almendra de ti.

Subí.

Oí la voz

nacer

del día y de la noche

y tú quedaste

encendida.

*

En horas vacías a veces me entretenía reduciendo poemas ajenos a la mitad o a una cuarta parte. Un alegórico diría que el resultado es un poema parido por otro poema. Puede ser. Ahora, quitando libros de debajo de la escalera, para aligerar el peso de la cultura, encuentro un cuadernillo, dedicado especialmente, de Jordi Doce, del tiempo de las tertulias en el Ateneo Obrero de Gijón.

De ése la reducción jíbara a lo mejor la pongo aquí mañana. Ahora tengo posadas otras coplas.

En la ventana

ya no está Luisa,

en el banco

ya no está Teresa,

ya se han ido

las viejas vecinas,

una me daba manzanas

la otra pastel con guinda.   

Ya no subo a la huerta

ni paso por la cocina,

ya se fueron ellas,

las gratas vecinas,

a Narayama.

sábado, 23 de septiembre de 2023

menor

 --La novela me pareció curiosa. Ya dijo ella que era una obra menor.

No, ella no lo dijo. Lo que dijo es que Jesús (un servidor) dijo que su novela es una obra menor. Se lo dije en la última tertulia La Paz que hemos tenido, cuando se enfadó porque se estaba enrollando como una persiana y Jesús le dijo "abrevia"; le molestó que lo dijese delante de Juan y de Ramiro, dos galanes más alrededor del diván de la diva. Fue luego cuando ella comentó que Pamela había escrito que la protagonista era una adolescente. Fue entonces fue cuando Jesús le dijo que aceptara críticas en contra porque su novela era una obra menor. Tampoco esto le gustó, pero no dio señas de sentirse agraviada.

En fin, menor, mediana o mayor, la novela tiene tres rasgos importantes. "El síndrome de Erea" (mujer que se enamora de hombres comprometidos y pretende que el amante deje a la otra y la convierta a ella en principal y única). "El narcisismo atormentado" y "El síntoma de Zeno" (de la novela La conciencia de Zeno). Este síntoma lo descubrió Sibi y me dijo que no lo dijera, no sé por qué.

Mi parecer antes de darla a la luz fue que todavía a la novela le faltaba horno y algunos ingredientes, pero precipitada la autora en figurar en esta república como novelista, hasta ahí no me hizo caso. La señora le dijo al capataz aparta que esto ya es cosa mía.

Bueno, un capítulo más de la vida, un capítulo menor. 

martes, 19 de septiembre de 2023

cosas

 Qué cosas. Lo llamo a las 22.30 hora canaria. Una hora más en la península. No coge la llamada. Me contesta por escrito, que estaba en una visita médica (¿a medianoche?) y que no cogió la llamada porque pensó que era un error. ¿Un error? De misterio en misterio. Aplico el cuento de cuando Confucio visitó a Lao Tse. Tenía curiosidad por conocerlo. "¿No me ofreces una taza de te y una silla para sentarme", recriminó Confucio. "Yo no te voy a decir lo que tienes que hacer. Si quieres té, ahí está la tetera, y si quieres sentarte, ahí hay una silla". A Confucio le pareció el anfitrión un maleducado y un impertinente, y se marchó rabiando.

Los amores públicos ya no me interesan. Estoy con el poeta musulmán de Córdoba, siglo XIII creo. "Los amores clandestinos tienen algo que no tienen las uniones públicas". Tienen el resguardo. Lo público cae siempre en lenguas, algunas generosas y otras maldicientes y burlonas. No, los amores públicos ¡agua!, azufre.

De eso de las lenguas recuerdo un cuento viejo: Un señor le dijo a su cocinero que tenía invitados a los que quería festejar y que preparara el mejor manjar. El cocinero compró lenguas en el mercado y preparó un guiso exquisito. Otro día el señor le dijo que tenía invitados molestos y que preparara una comida que no les gustase para que no volvieran más. El cocinero fue al mercado, compró lenguas y preparó un guiso casi repugnante. 

La lengua es de lo mejor que tenemos pero también lo peor. De ella, del mal que tiene, habla el escudero Obregón (en la novela que escribió Espinel). Dedica muchas páginas a las lenguas de víbora. Me acuerdo de lo que dijo de algunas mujeres (pongamos personas, en general) honestas. Lo son --dijo-- solo por darse el gusto de señalar los defectos de quienes no lo son.

 En fin, Cosas.


lunes, 11 de septiembre de 2023

Cinabrio

 Clives Barker. Pesco el nombre de este autor en estas redes. Por un cuento que se titula Confesiones de la mortaja de un pornógrafo. Me interesó porque sentí que estaba en sintonía con el libro de Agosta. Agosta escribe. Libro ahora en proceso de desmantelamiento y reconstrucción. Creo que está cobrando, Agosta, más solidez y fluidez aún que en el libro que editó Idea. Recuerdo que lo presentamos en Agapea. El amigo de Juan se empeñó en participar en la presentación y dijo más o menos que a nadie se le ocurriera comprar ese libro, que no valía ni para limpiarse el culo (esta frase es mía, él no la dijo), y que los lectores acudieran a este blog, donde sí había (hablo de años ha) un manantial más apetecible. Juan y su amigo, judaísta entonces, han estado presentes en la corrección exhaustiva que acabo de hacer en Barrio chino. Me costó mucho pero decidí eliminar el epílogo. En las dos correcciones que he hecho, el motor ha sido la crítica de Juan, señalando el tejido caótico. Me disculpó porque eso al parecer está en mi marca de fábrica. Y un carajo. Ahora está más ordenado. No llega aún a la alquímica fabricación que tiene Pedro Páramo. Mundos y tiempos superpuestos pero engarzados como las piezas de un reloj. Una estructura bien organizada. Por ahí ha ido el trabajo en Barrio chino. Ahora tiene más orden, más solidez, y una fluidez encantadora. (Lo de encantadora lo imagino en boca de Ignacio, el escritor hombre hombre de Charco del Pino, en contraste con la escritora mujer mujer de Charco del Pino, la ahora mi ex amiga aunque aún no me ha bloqueado porque quiere seguir oyendo las historias del barrio de La Maldad. Ahora están en barbecho, no cultivo aquí lo que pasa en el barrio).

El cinabrio, dicen, es una materia sin valor, no sirve para nada. Sin embargo, si no me acuerdo mal, leí en un libro que sin cinabrio en la mezcla, los alquimistas no lograban hacer oro. Algo así como decir sin perejil no hay mojo, salvo que el perejil sí es importante materia. 

Bueno, la cosa marcha. Todo lo que he escrito --narrativa-- es un experimento del que aún no he logrado sacar oro de 24 quilates. Los componentes de la mezcla han sido siempre los mismos. Pero nunca tuve el cuenta el cinabrio. Ahora escasea, pero sé dónde está. Salgo a su encuentro. 

sábado, 9 de septiembre de 2023

hombre tranquilo

 Se apaciguan los ánimos. Ya el barrio chino seriamente en marcha. Eso parece, y espero que sea plata. Se me desinfla la paranoia. Mejor. La paranoia canaria me aleja del taoísmo canario. Lo que no puedo, no me deja la feminista, es desarrollar mis criterios patriarcales. Bueno, no todo marcha sobre ruedas. 

Para poder ser patriarca de verdad, hay que tener poder político, dominar territorios y mucho dinero. 

A la ex amiga le molesta que un hombre de edad se solace bailando, que es cuando único no siente dolores, y tenga a la mujer en casa. ¿Ayudaría ese hombre a su mujer si se quedase en casa? A lo mejor la ayuda mejor después de ir a bailar. Qué difícil es ponerse en el lugar del otro. Qué fácil es juzgar, tirar la piedra a quien no cumple con lo que consideramos bien. El árbol de la ciencia del bien y del mal. Nos hartamos con sus frutos todos los días. No alejamos del árbol de la vida.  

Sigo corrigiendo. La novela de Chi. Otro frutero de ese árbol. El comentario de Juan me ha servido para intentar aclarar el laberinto, la trama, los continuos saltos en el tiempo. El recurso de la poda ha sido efectivo. Aún necesita algunas más. Mañana es otro día.

domingo, 3 de septiembre de 2023

quita pallá...

 --Me dijo que tú y ... son unos indigentes, y que tú eres bipolar, que tú mismo lo dijiste en tu blog.

Al Holmes del Charco no se le escapa una. Ojo clínico. Pero se equivoca en lo de bipolar. Si hubiese leído Telarañas, hubiese sabido de sobra que soy cinco-polar. Salgo de un laberinto personal y entro en otro, y luego en otro y luego... hasta que regreso al primero que dije y vuelta a empezar. No deja de ser una peculiar versión del mito de Sísifo.

--Ese no se entera que la novia le está poniendo cuernos --cambia de persona aludida el informante.

--¿Compraste ya mi libro? Ya te dije que está en Agapea... Hace una semana que no cago, pero porque no tengo materia fecal.

Qué bien. Alguien por fin libre de materia fecal.

Por arriba de los aloes el que recoge colillas hace su menester cantando, primero lo de la luna brilla y se respira mejor y luego una variante de la copla

Quítate pallá, María,

quítate pallá, José,

que las papas que tenía

se las comió el perenquén.

Mi hija Sibi está leyendo Lluvia horizontal. Señala algunos deficiencias, como el estorbo de los sueños en el grueso de la narración, pero también valiosos aciertos. El que he llamado síndrome de Erea nunca hasta ahora, que nosotros sepamos, ha sido tocado por la literatura universal. No es poco lo que ha logrado la autora, que ahora me tiene en capilla porque no soporta mi tercera personalidad. No la soporta. 

Y la vida sigue. A trompicones, para no variar.


viernes, 1 de septiembre de 2023

macutiando

 Juan me dice que soy demasiado susceptible. Le contesto que fue necesidad de la ficción, que si la realidad es flaca, la ficción tiene que engordarla; hacer de un grano una piedra. Eso hacen los periodistas para vender una noticia. La verdad es que sí soy susceptible, incluso paranoico. ¿Me justifico? Ya he contado aquí la causa de esos efectos. Han sido pedradas unas detrás de otras. Me han quitado la tranquilidad que me permite disfrazarme con atuendos taoístas. No somos nada, así que vive y deja vivir y despreocúpate de las fantasmagorías de este mundo. Incluso me desposee de la chamarra del indio yaki: nadie perjudica a nadie, es uno el que se perjudica a sí mismo; ¿por qué? Por darle importancia a lo que no lo tiene, empezando por la importancia que se da uno a sí mismo, y por no hacer por lo menos el intento de ser impecable en sus actos, empezando por el acto de la palabra. Hablar de más es  hacer de más, propasarse; y hablar de menos es como no hacer, no concluir lo que se hace, dejarlo a medias. El no hacer sin embargo es preferible,  era una de las disciplinas del indio yaki, el no hacer. El no hacer es en realidad un hacer, un hacer a la inversa. El no hacer de comer es comer sin nada en el plato. Mejor hago el no hacer de explicarme  y hasta otra.