martes, 29 de junio de 2021

más sobre la novela...

 La realidad pare ficciones. Lo que no sabemos lo sospechamos, y la sospecha se convierte en un saber en el aire. ¿Por qué sospeché, sin ningún indicio, que la inspiración del escritor nazi en El don de Vorace fue... 

¿Qué más da? ¿qué interés puede tener? 

No lo sé. Morbosa curiosidad seguramente. ¿Se inspiró Félix Francisco en Westerdalh para fabricar su personaje escritor viejo y soporífero, y adorador de Hitlert, en su novela? Improbable, pero no todo lo improbable es imposible. W, que yo sepa, no tenía ninguna simpatía por el fascismo. Ponerlo como fascista hubiera sido una venganza del novelista, y una manera de disimular la fuente de inspiración. En la novela, la amante de Vorace y esposa del nazi es bastante más joven que su marido. Marta es su nombre en la novela. Es el único personaje importante que se salva de la escalada criminal de Vorace. ¿Fue Maud su fuente de inspiración? Eso es mucho decir, eso y lo otro. Pero la fantasía no tiene freno. Admite toda clase de disparates. Veinte años más joven que su marido W era ella. W es casi una M al revés. La M de Minik. El hombre que desplazó el apellido de su madre por este otro. El "inglés" M y el "alemán" W. De la simpatía política de M por el partido laboralista ingles da buena cuenta Juan Cruz en Un gallo al rojo vivo, libro que cobra interés al relacionarlo con la novela de JMG-R El delator, aquel casi una hagiografía sobre Minik y esta, la novela, todo lo contario. En el libro de JC hay sin embargo un episodio oscuro que raro es que no lo haya reflejado la novela de G-R. 

... invité a don Domingo a pasar a los talleres con la intención de presentárselo a Ascanio (tipógrafo stalinista --como lo fue Domingo López Torres según El delator-- que sabía de memoria la oda que Pablo Neruda le dedicó a Stalin). Se encontraron, y el saludo fue de una frialdad tan tensa que di por concluido el encuentro.

--¿Qué le pasa con Ascanio, don Domingo?

--Nada, nada --dijo ... no diría ni una palabra más sobre el asunto.

Ascanio fue igualmente discreto. Supuse más tarde que tuvieron cicatrices comunes derivadas de la Guerra Civil y que el saludo, el encuentro de las miradas, les había hecho revivir, sin remedio, algún episodio cuyo recuerdo les resultaba tan doloroso que era mejor guardarlo en el silencio.

También adquieren importancia especial las fotos donde el Gallo aparece con Domingo López Torres. No son pocas. 

Hay otro episodio en el libro de Juan Cruz, que me ha despertado aún mayor interés, por la relación que tiene con Vertical. Esto lo dejo pendiente. No es todavía momento de sacarlo a flote. 


domingo, 27 de junio de 2021

entretenimiento

Las manos de Orlac. Intento verla en español, pero nada, no hay manera. Tiene que existir. En Bajo el volcán el cartel de la película en un cine hace suponer que tiene versión española. También me interesa otra donde Peter Lorre hace el papel de un asesino de niños. Me interesa como metáfora, cómo vamos matando, porque no hay otro remedio, al niño que llevamos dentro; lo mata el demonio que se instala en nosotros cuando el mundo impone su razón despiadada. El engaño de ese demonio es hacernos ver que somos buenos. Una bondad que hace parecernos que sembramos flores cuando estamos sembrando cizaña. 

El verano en el barrio en lugar de traernos más calor, ha entrado con un tiempo no muy apacible. El vecino Carlos me trae un vaso de ron dominicano. Y una línea imperceptible al temor. Me hace pasar de la realidad a la fantasía. A una fantasía espèsa. La fantasía inocente ha pasado a mejor vida.

Como siempre, inoportuno. Me meto en cuentos de invierno estando en verano.  Como cuando me nombraron bibliotecario del Hogar Católico y lo primero que compré fueron las obras completas de Lutero. Lo primero y lo último. No me dejaron comprar más, me echaron. O cuando un señor cerca del colegio me dio una carta, metida en un sobre, para que se la llevara a una profesora. Me fui a jugar al futbol en vez de subir al colegio y entregar esa carta. Si algún afecto me tenía aquella profesora, el sentimiento fue al lado contrario, cercano al odio. Cuando le entregué la carta era demasiado tarde. Su contenido había caducado. En fin, me pongo a ver una película de Cantinflas. Mitad grandiosa y mitad chabacana. Muy buenos los diálogos. 

--Un diablo que canta como los ángeles, eso sí es un hombre.

--Le estoy juntando pecados para no defraudarlo.

--Estas fiestas son para adúlteros, no para niños que ya se tienen que ir a acostar.

Va de dos hermanos que no se conocen entre sí hasta que se conocen. Uno es un fuera de la ley que roba a los ricos para dárselo a los pobres...

Iba a contar la película cuando leo otra crítica sobre El delator. La hace un antiguo compañero del programa La Puerta. Lizundia. Estoy de acuerdo en bastante por ciento. La crítica en contra que se le ha hecho a esa novela es pacata, mojigata y policial. No obstante, en un poco por ciento difiero del antiguo compañero de radio Tijuana. La crítica a Robayna tiene malas tintas. Vale corregir errores pero no desautorizar un trabajo que además rescató la obra de un poeta valioso. Luego otra cosa, ¿cuál fue la delación? Lo que escribió López Torres y su tendencia política era conocido por los falangistas. Un ideario y una acción política "más grave" que la que pudo tener Minik. Que al parecer estaba distanciado de López Torres no solo en lo político sino también en lo literario. Tampoco sabemos si la estancia de Minik en Fyffes fue tan miserable como la del poeta. Una estancia que en esas páginas es relatada con un acentuado tono melodramático. 

En fin, la novela es importante, no cabe duda, pero tiene sus imperfecciones, le falta fábrica. Pero pocas obras literarias carecen de imperfecciones. Así y todo la crítica sobria de Eduardo García Rojas y la crítica fervorosa de Lizundia, se compenetran. Frente a la crítica moralista, no me toques a mi santo, de... Bueno... cada loco con su tema.


jueves, 24 de junio de 2021

 Hoy estuve en un club de lectura donde estaba invitada... no, voy a hablar mal y no sé para qué. Dejo el tema. 

Vi un reportaje que relaciona la película El séptimo sello con la mexicana Macario, una de las películas que guardo en la memoria como las velas encendidas que la Muerte le enseña a Macario. Macario se niega a compartir primero con el Diablo y después con Dios la mitad del ave que su mujer le ha preparado, para que la coma él solo, el gran deseo que ha tenido toda su vida, comerse él solo una de esas aves (¿cómo se llamaba?). Me hace pensar en la novela. Ya le he dado de comer mucho al Diablo. Ahora toca darle de comer a Dios. Oscuro como la tumba donde yace mi amigo. Quizá aquí, en esta obra de Lowry, este la voz de Dios en estos tiempos. Hay una escena donde el canario le habla al inglés de esa novela, eco de Bajo el volcán. El inglés no quiere saber nada de oscuras tumbas. 

No me vengas con tu rumba

que estoy cavando mi propia tumba.


Este estribillo no le he puesto aún. Le va como anillo al dedo.  

miércoles, 23 de junio de 2021

invitación al abanico de lady Wndermere (de Oscar Wilde)

 Lo sensato sería leer la obra entera y luego hablar de ella. Aún voy por la mitad. Me agarro al argumento de Clarín cuando le reprochaban, como jurado de un concurso literario, que habiendo solo leído 20 o 30 páginas de tal o cual obra presentada, la rechazara de plano sin terminar de leerla. A este reproche, contestaba el autor de La Regenta: --Si detrás de una valla veo asomar las orejas de un burro y al mismo tiempo oigo un rebuzno, no tengo necesidad de ir a verlo completo para saber que allí hay un burro. Pero lo mismo que puede haber un burro puede haber un ruiseñor. Y esta obrita de Oscar Wilde lo es. 

En un cien por ciento no, pero un noventa por ciento seguro que sí. Hay obras que comienzan echándote para atrás y después de la página 30 cambian de rumbo. Cuánto rechazo ha sufrido el Ulises de Joyce (magnifica obra literaria que mejor no leerla, dijo Borges) por ese pesado y plomizo primer capítulo, sin tener en cuenta que hay otros capítulos que son piezas bailables. En fin.

En el Abanico  hay diálogos que incitan al lector (o al espectador) a creer que eso es una obra cínica y despiadada. Nada más lejos de la realidad. Es un melodrama dirigido al corazón. Al lector (o el espectador) se le va encogiendo el corazón y queda preocupado por la suerte de los personajes principales hasta el acabamiento del drama, que tal como va, imagino feliz. Wilde plantea una dialéctica entre lo que es considerado como mujer mala (de mala reputación) y mujer buena (de buena reputación). Muestra que la que es mala puede ser buena y la que es buena puede ser mala. Me acuerdo de una anécdota que sucedió en el Casino de Santa Cruz hace mucho tiempo. No me acuerdo del nombre del protagonista. Este señor va a entrar en el casino acompañado de dos mujeres malas. El diálogo es mas o menos este:

Portero del Casino y señor X:

--Disculpe, señor X. Usted no puede entrar aquí con esas dos señoras.

--¿Por qué?

--Porque son señoras de mala reputación.

--Disculpe, estas señoras son putas; las que son de mala reputación son las que están dentro.

En El Abanico está figurada una personaja hipócrita, malvada y manipuladora que no duda en poner por los suelos y fregarla bien a otra que no debe entrar, por nada del mundo, en ningún salón donde se reúna la sociedad decente. Es un personaje que pone en aviso a Lady W (mujer buena en todos los aspectos) sobre una pelandusca a la que el marido va a visitar con frecuencia, y no sólo eso, sino que le está dando serias sumas de dinero (cosa mucho peor que las simples visitas, pues los maridos, ya se sabe). El final es medianamente feliz. La mala salva a la buena de que se convierta en una desgraciada como ella. El abanico que Lord W regaló a su mujer (que en esta obra hace el mismo papel que hace el paÑuelo en la tragedia de Otelo), al final de la obra se lo queda la mujer mala. La buena, que ya la quiere como si fuese un hada, se lo da a su madre. La madre sabe quién es la hija. La hija nunca supo que su madre era mistress Erlyne. 

--Ciertamente se lo daré con mucho gusto el abanico). Pero tiene puesto mi nombre: Margarita.

--Pero ¡si tenemos el mismo nombre!

sábado, 19 de junio de 2021

 Enfrascado en Vertical. Se está convirtiendo en mierda de burro. Eso está bien. El burro caga oro. Lo malo es que para llevar el trabajo, el hada Melusina me pide bañarme con ella en su bañera. Eso cuesta dinero. Juego en la máquina de Ibrahim a ver si lo multiplico. Junio no es mi mes de suerte. Lo que hago es restarlo. RESTA Y SIGUE. Sigo.

Para descansar del trabajo en Vertical, me despisto con versos volanderos. Pensaba ponerlos en fb, pero no. No tengo ganas de liar madejas con la destinataria de esas lobas. Las pongo aquí, por si a Juan Royo le inspira un acorde propicio en el final de La Gesta.

Con Ayuso te quiero ver,

Cecilia Domínguez Luis,

en la tierra de Canarias

con dos cervezas de aquí.

Ella Pepe Monagas

y tú trasunto de Arniches,

ella abriendo teatros

y tú poniendo el piche.

Tus décimas son veniales

con sus notas ordinarias

pero temo que le faltan

la réplica necesaria.

Si Política no fuera

--quien lo dice es Galdós

que sabe más que yo--

una boyante quimera

de falsones farolitos,

te pondría a lo cubano

un contrapunto sincero.

Pero el verso que yo quiero

está en otro molino.

Y siguen un montón de versos. Pero ya no copio más porque esto no vale nada. Repudio los relatos clichés: yo soy el bueno y tú eres el malo. Mierda podrida. De hiena, no de burro.


viernes, 18 de junio de 2021

 Tú estás sola en compañía

y yo solo acompañado,

yo callo desganado

y tú gritas tu agonía.

Tú bebes nada fría

y yo nada caliente,

los dos somos ausentes

del sueño que nos asalta,

la cumbre está muy alta

y el mar no está presente.


Nos separa la distancia

y nos une un espejismo,

los dos sufrimos lo mismo,

la misma desesperanza.

Esa señora que danza

en la noche más oscura

canta nuestra desventura

en nuestras copas vacías.

Qué más da que venga el día

si su luz no nos alumbra.


Todo lo que ayer hicimos

es de las eras verduras,

nada hay bajo la luna

que nos lleve a lo que fuimos.

De los pasados arrimos

no quedan ya ni los ecos.

Cada uno cava el hueco

de su última morada.

Lo que fuimos será nada

de ese fuimos que es un sueño.


martes, 15 de junio de 2021

esto y lo otro

 Por la curiosidad que ha despertado, veo trozos de reportajes con el cura amarillo de protagonista. Es un paisano presumido que se deleita con las alusiones sexuales. De carácter es un vanidoso que ejerce de humilde, pero sin llegar al histrionismo total. A simple vista parece buena persona, preocupada por los daños que los poderes políticos están ocasionando a la isla redonda. Tiene una huerta que cuida sin venenos y gallinas con dos gallos y una cabra (en el año de la grabación), a los que cuida con afecto y no desperdicia nada. Aprovecha el estiércol que originan los animales para alimentar la tierra. Y además tiene escritos varios libros con algunas biografías y sobre los guanches (por qué llama guanche a los antiguos habitantes de Las Palmas hubiera sido una pregunta oportuna). Dice que los guanches eran cristianos. A simple vista un disparate, como --más grave-- el que lo tiene ahora en el punto de mira. Pensar disparates lo hacemos todos, así que no hay por qué rajarse las vestiduras. Hacer más caso que el que tiene sólo demuestra no la presunta idiotez de quien lo dijo, sino la idiotez de quien le da una importancia extrema. En un artículo en Diario de Avisos, un columnista, que lo pone verde, lo compara con Pepe Monagas. Eso si que no. Hasta ahí podíamos llegar. Monagas tiene la raíz de un genio. El padre Báez es buen hombre, currante, respetuoso con la naturaleza, buen cultivador y buen cuidador de gallinas y una cabra, y que dice tonterías entre otros dichos que no lo son. Entre col y col, lechuga. Pero no tiene el inmenso saber, y saber estar, del personaje Pepe Monagas y de quien lo hizo suyo. El cura amarillo no me despierta devoción pero me merece respeto. Estar en desacuerdo en eso de que los guanches eran cristianos o con sus últimas declaraciones, no impide que vaya un día a su casa y hojee los libros que ha escrito. Tiene uno sobre un panadero, dictado por el panadero, que quería dejar testimonio de su vida antes de irse, pero un sobrino de Valerón, el panadero, no quiere que ese libro sea conocido.

El que no quiere saber nada del cura canarión, de Telde (buenos chorizos), es Nicolás.

--No me enseñes más nada de ese tipo. A ese tenían que pegarle una paliza, mandarlo al hospital y cuando saliera otra paliza, para que aprenda.

Me pregunta que cuándo seguimos la novela del emigrante que se fue sin saber que dejaba preñada a la novia. 

--Vete pensando cómo vestía, si tenía sombrero, cómo dejó embarazada a la novia...

--Eso es lo que a ti te interesa.

--No tienes que contarlo con pelos y señales pero hay que contarlo, lo mismo que el parto...

No sé si regalarle lo que mi abuelo me contó de sus tiempos en Cuba (en un marco redondo, de bolsillo, tenía la foto de la novia que dejó allí). Historias de cartas también tengo en mi familia, pero no tienen que ver con la del personaje de Nicolás. Entre ellas hay una de un tío, hermano de mi padre, que le escribió a su mujer, con quien tenía una niña, el deseo de volver y conocer a su hija. La mujer le respondió que no se diera prisa, que siguiera ganando y mandando dinero. Mi tío Juan no le escribió más. Desapareció. Dicen que en Venezuela se casó con una mulata y formó nueva familia.

Su mujer, Esperanza, quedó desesperanzada, sin recibir en lo sucesivo ni un bolívar, Medio desesperanzado estoy yo con la cuestión editorial. No sé por qué, me da que me están haciendo el vacío. En fin, habrá que asimilarlo y reunir perras y ser yo mi propio editor. Lo de mandar el borrador a otras editoriales, me da más pereza que reunir yo el dinero y resolverlo aunque sea de un modo doméstico. La obra no es una maravilla pero ningunas ganas tengo de irme dejándola ahí, pudriéndose.

Momentos de introspección. Todos los errores del pasado, como a perro flaco las pulgas, se me arraciman en el cuello, como una soga. Una soga que aprieta pero aún no ahoga. Espero que esta introspección no dure mucho. 


domingo, 13 de junio de 2021

rodando voy...

 Desplazo de lugar un cuadro de Maribel Nazco que me regaló Belén. Me reprimo para no tunearlo. Es un cuadro triste, no figurativo, donde contrasta una franja oscura y un marco oscuro con un azul claro en otra franja que contiene aire, lo suficiente para decidir no repintar ni el marco. Lo quité de al lado de la Virgen del almanaque, como si presintiese que estuviese molestándola ahí al lado. La puse con un poema infantil escrito en la pared entre la ventana y un cuadro también pintado en la pared que copié (más o menos) de una foto donde están ... ... ... ... y ...

Bajo a la calle de los bares. Tiempo en que la ira se desboca. Por lo menos ya sé que la que me despierta ... es la que oculto en mi mismo, porque si lo sé me muero del susto. Verse a sí mismo puede a veces ser lo peor. Pero desgastar energía con una ira que no tiene sentido, porque el otro no merece tu odio, o tú no mereces tenerle ese odio, es desgastar salud. Preferible recuperar el Judas de San Juan. Y quemar en él nuestra larga miseria. No se me había ocurrido. Es el momento quizá de quemar el muñeco blanco y el muñeco negro. Los dos ejes de la rueda del mundo. El dinero y el sexo. El negocio y la fiesta. Van juntos. 

Interrumpo por culpa, buena culpa, de la amiga invisible. 

qué regalo le haré?

le pondré dos bufandas

una en cada pie

y dos besos

después.

Por una mención a los sombreros. Me acuerdo de ... cuando dijo "Chito, tú compra dos litros de vino y yo esta noche te hago el cuento de mi vida". El cuento de su vida empezaba con la intención de algún día tener un sombrero y ser persona. Entonces yo estaba escribiendo parte de mi vida y evité que me interrumpiera contándome la suya. El aliado me salió al paso y no supe verlo. La importancia que yo me daba a mí mismo no me dejó ver. El hombre murió. Yo sigo aquí. ¿Quién sabe si me espera para contarme la historia de su vida? Cuando lo conocí aún no tenía sombrero.

También me hizo recordar Pamela a una militante comunista que en secreto se deleitaba viendo corridas de toros. Hubiese sufrido una crítica sin piedad que en el partido lo supiesen. Me pidió secreto de sumario. La historia, como ejemplo  consciente de lo que escondemos (porque no conviene que se sepa), debe de ser sólo lo que se ve y que debajo hay un cúmulo enorme de hechos que no queremos que se sepa. Vana proposición. Al final todo se sabe. No está descaminado ese dicho de aquí todos nos conocemos. 

Lo que ocurre en un pequeño recinto humano es lo que ocurre en el resto del mundo. Hay muchos detalles diferenciadores, pero lo esencial es lo mismo, esos dos ejes de la rueda que nos mueve. 

miércoles, 9 de junio de 2021

otoño en primavera

 Sabía que eran fantasías imposibles, viajes a voluntad en el espacio y en el tiempo, sin más vehículo que la imaginación, a veces tan intensa que por un momento parecía estar viviendo lo imaginado. Esa facultad infantil ya se me fue a pique. Sólo el opio me ayudaría a levantar los pies del suelo. Pero ya no hay cambullón y no hay opio. Se fue con la juventud, divino tesoro. También se fue el LSD, droga de efectos más engañosos pero no carente de rasgos extraordinarios. ¿Qué queda? La coca cortada, el hachís degradado, el criminal boliche, el caballo y las diseñadas substancias de laboratorios exquisitos. Mantengo el hachís, pero da sentimiento que ya no se parezca en casi nada al libanés doble cero de la desaparecida juventud. A veces, como Villon, no puedo evitar la vana quejumbre, lamentar no haber sido más aplicado cuando fue necesario serlo en lugar de preferir las cigarreras y ebrias farras de la noche. Sin embargo, no todo lo desecha ahora mi memoria. Me acuerdo de la agradable y bella Sara, de cuando recorríamos el barranco, volando sobre las piedras y deteniéndonos bajo los puentes. Nunca me pidió dinero. Todo lo hacía por deseos de estar conmigo. Se enamoró más de mí que yo de ella. Siempre he cometido el error de no amar bien a las mujeres que me amaron.  Cuando estuvimos lejos, me escribía largas cartas contándome episodios de su oficio, el más viejo del mundo. ¿Qué será de esa mujer? ¿Habrá vuelto a Uruguay, su país?

También amé a la muchacha que estuvo huida conmigo quince días en Montaña Roja. La abandoné una triste mañana

con los bolsillos llenos de blues,

enredado en negocios callejeros.

Se va la primavera, y los sentimientos que va dejando atrás parecen de otoño. ¿Por qué será?


martes, 8 de junio de 2021

reflexiones de madrugada

 "Arte es quitar lo que sobra" (Juan Ramón Jiménez), leo en fb en la página de Karmelo. En la obra y en la vida, supongo. A mí me sobran horas de pantalla. La alienación de la pantalla es distinta a la alienación de los libros, lo que le pasó a Alonso Quijano y a Emma Bovary. A uno con las novelas de caballería y a otra con las novelas de amor. Una alienación, una locura, que dio ánimo y valor a sus vidas. Cierto que el dragón de la realidad acabó por devorar a Emma y tirar del caballo (no para recibir la luz del cielo, como en Pablo de Tarso, sino en el significado vulgar "bajarse del burro") al hidalgo de lanza en astillero. En el caso de la pantalla, la continua visita te va embrumando la mente, una bruma pesada y ajena a cualquier fantasía heroica o sentimental. Vale mirar el móvil y el ordenador de vez en cuando (la frugalidad es salud) pero estar con el ojo pegado todo el día, te convierte en máquina. ¿Acaso no forma parte de uno la herramienta que suele usar a diario? El pescador es su red, el albañil su cuchara, el agricultor su fesoria  y el ladrón su ganzúa. Sí además el ordenador ya es obligado (en mi caso) en el oficio o la vanidad de escribir, échame guindas si todavía añado el estar todos los días mirando y leyendo muros. 

También el beso de la princesa para despertar y animarme es un veneno. Ese continuo beso te mata. Sí, el doctor Freud lo tuvo en uso diario, pero la suya era una princesa azul, no entullada de cortes. Con el cigarro es lo mismo. Uno no fuma solamente tabaco.

Los quehaceres alienantes, en el mal sentido, sólo se enmiendan aplicando la voluntad. Esa corriente voluntad con la que uno se obliga a sí mismo a disciplinarse y no hacer esto y hacer lo otro. Quitar lo que sobra y añadir lo que falta. En los quehaceres y en las obsesiones. No es fácil. No es coser y cantar. Sólo esa primaria voluntad puede hacer que lo sea. Con el tiempo. Un milagro sería que fuese inmediato. Decido esto y ya está, aquí lo tengo. Me temo que los milagros, como la brujería, es un fenómeno del pasado. Este presente ingrato no admite milagros. 

Cuando pierdo en el juego, me pongo filosófico. Supongo que reflexionar, aunque sea de vez en cuando, no es perjudicial. 

Sobre el mundo que se nos viene encima, sí puede ser perjudicial reflexionar demasiado. Una cosa es verle las patas a la fiera y otra es que conozcas la fuerza de sus dientes. 

domingo, 6 de junio de 2021

 Es una condena. Sigo durmiendo de día y despierto de noche. Como Drácula. Pero sin sangre, Poca sangre. Baja forma.

A veces cuando me voy durmiendo aparecen décimas, malas y buenas, y algunas las recuerdo después. Si recuerdo el primer verso, los demás aparecen solos.

Es la señora más guapa

que habita por nuestro barrio,

conocida por Sagrario

la mujer del Garrapata.

Yo mucho le di la lata

con mil zalemas y cobas

pero no vino a mi alcoba

y siempre me dio rechazos.

No le pude echar el lazo

ni comprándole una escoba.

*

Porque te crees divina

no quieres mirar mi sombra,

mi nombre nunca lo nombras

y me niegas tu cocina,

y me niegas la corvina

con salsa de salmorejo

y no me das el conejo

del grato monte de Venus,

ese locus tan amenus

que de mí lo tienes lejos.

*

Bote que está en dique seco

sueña volver a bogar,

llévalo tú a la mar

y pon en tolete el remo,

por las olas naveguemos

y la vela tus enaguas,

alivia la larga magua

que se sufre ahí tan quieto

anhelando el viento fresco

y el baile de las aguas.

*

Y así entro en el sueño. Esta vez soñé que Wang visitaba mi casa, y nada de llevarse los alicates o la cinta métrica o darme la tabarra con la vacuna. Al contrario de la vida real, ayudándome a ordenar la casa, sin prisas y de buenas maneras. Yo salí a comprar una botella de vino y cuando volví oí a mi madre hablando con Wang y al mismo tiempo la vi salir de la casa de una vecina. O sea, que me encontré con un duplicado de mi madre, y entonces me di cuenta que estaba soñando. Despertaba por unos segundos y veía la claridad en la ventana, y volvía a dormirme. En otro sueño, mi sobrina mayor me reprochaba que de niña no la enseñé a leer. Extraña cosa. Otra vez el sol en la ventana y regreso al sueño. De lo demás solo me acuerdo vagamente de fragmentados episodios. La de la tienda de vino me dijo que la botella que cogí no era el vino que me recomendó sino zotal negro. En fin. Empieza la noche. 

viernes, 4 de junio de 2021

 Hoy sufrí (creo) el mito de la estampita en versión posmoderna. Antes quiero contar lo que recuerdo de un sueño. Me senté con Siao Ling en una butaca en primera fila frente a un escenario donde iba a ver una actuación musical. Siao Ling le compró a un ambulante una pulsera que recuerdo como si fuese un rosario. 10 euros. Le dijo al vendedor ambulante que me diera otra a mí. Yo solo tenía diez euros en el bolsillo. Le dije que me los prestara y se los devolvía otro día. Me dijo que fuera al banco a sacar dinero. El banco no quedaba cerca y le reproché su petición y me levanté para irme. Al lado del escenario otras amigas. Como Siao Ling le había dicho a una de ellas que yo estaba trabajando una novela, me preguntó si era una novela que podía leer delante del marido. Me descolocó la pregunta. En otro escenario del sueño, Siao Ling me preguntó si los personajes estaban calcados de la realidad. Le dije que nuestro padre y su marido sí, pero que ella estaba transformada, no era del todo real. Me preguntó, no sé a cuento de qué, en qué parte del campo juega el medio volante. Mi idea es que juega entre la defensa y el ataque, pero por allí estaba Matías, amigo del bar de Ibrahim, que fue entrenador de fútbol, que en el sueño estaba apoyado, junto con numerosa gente, en una valla que separaba la acera de una profunda zanja de obras (Siao Ling y yo estábamos en la parte de arriba de la zanja) en la calle de los bares, la que corre paralela por la parte de abajo del campo de fútbol del barrio. 

Ya despierto, con no buen cuerpo (trabajar de noche y dormir de día no me está sentando bien) fui a Ibrahim y allí estaba Matías, con camiseta azul de cuello, y el Topín, con camiseta naranja de cuello. En la escalinata estaba el Cacharrito con un patín diminuto, de niño chico, "todo de aluminio", que había encontrado en la basura y le había puesto la ruedita de alante, azul. La de atrás, la que tenía, era naranja. No son sólo los sueños los que hay que interpretar, leer su verdadero significado, sino también la realidad, como mundo de símbolos y señales. Dentro hablaban de uno al que llamaban el Gorgojo. El nombrete me interesó, me trajo recuerdo de la antigua cocina del colegio infantil José Antonio Primo de Rivera (ya le han cambiado el nombre), en el barrio de Salamanca. En la barra, Rut compraba dos bolsas de latas de cerveza. "Mucho vas a beber esta noche", le dije. Me dijo que no era para ella sola, sino para una pequeña fiesta esta noche. Me invitó al vino que pedí a Mary Cruz, la mujer de Ibrahim. Es la tercera vez que me invita, y yo a ella todavía ninguna. Brindamos y bebimos, ella cerveza rubia y yo vino blanco, y se sumaron al brindis el Tocayo, que le enseñó a Mary Luz a sacar el corcho de la botella ("Yo de esto sé más que de informática", dijo; él es informático), y el Cacharrito.

En saliendo yo de la plaza, salía el Loco con su coche.

--Chas, mano, eso sí es tener frío --me dijo, viéndome con bufanda.

--Y tú en manga camisa, cacho cabrón --le dije.

--Es la grasa que tengo, que me quita el frío, yo no necesito bufanda --y soltó una de sus torrenciales carcajadas. Una día, si se tercia, le digo que me cuente su tiempo en la cárcel. Eso, sospecho, es una buena novela, una fusión de Puerto Santo con una versión cómica de La casa de las bellas durmientes, de Kawabata. (La historia de un viejo que es cliente de un burdel de niñas dormidas) Depurado el lenguaje hablado pero no traicionado, contada por el Loco, gran tipo, con sus palabras.  

Contento económicamente volvía a casa. Puse cuatro monedas de veinte céntimos en la máquina, y me dio veintiún euros. 2 + 1 = 3. Falta uno para cuatro, pero teniendo en cuenta que volví a meter un euro, quedan 20 = 4x5. IIII en el Tarot es el Emperador, que controla la acción del Loco (la carta sin número), del Mago (I), de la Papisa (II) y de la Emperatriz (III); del Trilero (como acertadamente lo llamó Dani in illo tempore en el antiguo Para, en la calle del Clavel), de la mujer del libro y de la mujer del huevo. Lo primero que aprende el instinto del loco es la intuición del mago y luego la inteligencia de la papisa. Con la emperatriz el aprendizaje es sensorial, la deja preñada. 

En fin, me queda una noche de trabajo. Lástima que Pamela no pueda acceder a la zona de comentarios y que ella cuente cómo Chito rechazó el ofrecimiento de una mujer moribunda que le daba 500 mil euros a cambio de nada. Dice que me quedé como un pavo real. Yo diría que me quedé como Valentín, rimando el cuento. Pero la realidad tiene muchos ángulos, muchos puntos de vista. Lo que sí es verdad es que pavo real y gallo son aves que no vuelan. 

Me queda una noche de trabajo. Ordenar en limpio las correcciones. Ya un poco más estable el cuerpo. Y la mente no sé. Tranquila pero melancólica. Nguyen traduce una letra de Marta Sánchez. En Vertical hay un momento donde un loco, este un loco negativo, ve pasar por el paseo de Begoña, Gijón, a Marta Sánchez y comenta: "Marta Sánchez es una muñeca inflable que canta". La letra que tradujo Thuy, qué misterio, le va a la trabajosa novela como anillo en el dedo de la muerta en la película El novio de la Muerte. Creo que se titula así.

Noche de larga jornada laboral. Hay que arreglar la calle. Tapar la zanja y que se restablezca la circulación.  

jueves, 3 de junio de 2021

 Lo que ocurre es lo que tiene que ocurrir.  No sé hora dónde leí esto; creo que lo escribió Jung, el psicoanalista adicto a la magia. Yo no lo aseguro pero empiezo a pensar que en el caso de Vertical blues es cierto. La dificultad para publicar esa novela, o no haberlo hecho cuando tenía esa facilidad, la ha fortalecido. Mucho ha mejorado de un tiempo a esta parte. La Descargué de lastre. Y tejí los rotos de la red. Con aguja de palo. Con la destreza que Pamela, vecina de Charco del Pino, tejió las dos bufandas que guardo en un armario. 

De todos modos hoy vi que, así y todo, la novela era medianía. Nada del otro mundo. Pero ya a la tarde noche, con el borrador, di con un pequeño detalle que puede darle un poco más altura a esa obra, por la parte del techo. En eso estoy. Ahora sí es trabajo la puta literatura. La diosa literatura. Sólo el número es superior a la letra. La letra es un número impuro. Quitarle impureza es la obligación de un escritor (rico o pobre, malo o bueno, petudo o desdentado, todos y todas, supongo). Me pregunto cómo llevará Juan Royo La gesta. A veces me pregunto qué están haciendo los amigos. Los que están al alcance y los que están dezalcanzados. Con zeta, no sé por qué.

Este año comenzó con Panza de Burro, la novela impecable de una muchacha de la patria que perdí. Dejadme llorar, olas del mar. Y con Lágrimas de vidrio... no, lágrimas no. El paredón de Alejandría, de Ignacio Gaspar, con un mundo que fusionado con Panza de burro está en La gesta. La novela inédita de Juan Royo. No sé. Ya veremos.

Por arte de no sé de qué, la casa se ha convertido en guarida. Es un logro. En una cueva donde uno puede estar y hacer. Trabajar por las dos cosas que dijo Aristóteles: buscar mantenencia y hacer ayuntamiento con hembra placentera. Dos personajes son el eje de Vertical. Uno desordenado (es decir, sucio) y el otro un ordenado absoluto (un absoluto inmoral adicto al orden y la limpieza). Dos hermanos. El desordenado mata al ordenado, el sucio mata al limpio. Y por arte de birlibirloque, el asesino se convierte en su hermano. Me acuerdo cuando le di una parte a leer a Juan. Hay dos mujeres que casi cumplen el mismo papel. La mujer fatal en el mundo del arte. Me dijo que tenía que hacer un mismo personaje de las dos. No lo hice. Era como matar a una para que viviera la otra. Lo que hice, no sé por qué, fue que el hombre sucio matase a la mujer fatal, y se la comiese. Y así se diferenciaron las dos. Y así se diferenciaron la dos como luz y sombra. Una se hizo Mesalina y la otra Ana Ozores. Comiéndose el hermano bueno a la mujer mala se arregló la cosa y los dos personajes permanecen intactos. De algún modo tengo que mostrar el cherne hablador de Puerto Santo. Novela que ahora que la pienso la veo reflejada en Vertical. No en la trama novelesca, en el movimiento de los personajes, los hilos son otros, sino en la estructura. Los contrastes matemáticos. Y el episodio del cherne y el pescador en esa novela es la clave de todo lo demás. Además otro personaje, el godo que llega a Puerto Santo y dice yo mando aquí, está en consonancia con el hermano godo (el limpio) que llega a la isla y desplaza al otro y manda él.  Por algún lado tengo Puerto Santo. Mi desorden es suciedad, la suciedad es estiércol. A ver si lo uso y no vivo en el desorden. A veces pienso en Hacienda, en la vacuna (mi cuñado no me deja olvidarla) y en pedir hora para renovar la receta implacable. Sí, es hora de hacer limpieza de primavera. A ver si así encuentro una rata de agua, como el topo del maravilloso cuento El viento entre los sauces.    

  

miércoles, 2 de junio de 2021

 Cuando nombré a Orfeo en los anteriores versos olvidé señalar que me refería a Orfeo negro. Preciosa película brasileña. Inolvidable. El mito de Orfeo ha dado lugar a religiones para iniciados. No comprenderás la vida sin antes haber descendido al mundo de los muertos. Fetasa en cierto modo es una novela órfica. Aunque Ramón (el de la novela de Isaac, no mi amigo Ramón Herar) no es ni mucho menos un encantador de mujeres ni sabe de música. Las hadas del bosque lo desprecian porque no tiene piernas de sátiro. En cierto modo es un pobre diablo sin maldad al que las Parcas han mandado al otro mundo por equivocación.

Me hace gracia Jordi Solsona cuando, en comentario de lo que escribí sobre Fetasa en fb, dice que soy el puto amo. Puede que tenga algo de razón. El puto amo de mí mismo. No del todo pero vamos a decir que del todo. Bastante me ha costado. He descendido a varios infiernos y he vuelto a la vida, Pero no he encontrado a Eurídice. En mi caso fui yo quien la condené a ese mundo de oscuridades. Literariamente, esto no está mal. Es una vuelta de tuerca al antiguo mito. Así y todo en cierto modo he logrado ser (entre comillas) el puto amo de mí mismo. 

La medievalista Victoria Cirlot (me he enamorado de esta mujer) distingue entre los mundos grises y lo mundos importantes de la edad media. Importantes son el castillo, el monasterio, el palacio, el burdel y las peregrinaciones. El burdel es la tierra donde germina la narrativa poderosa (esto ya es cuenta mía, mis conjeturas), el monasterio donde se depura esta narrativa y la peregrinación la que la lleva a la conquista de los castillos. 

Vuelvo a Fetasa y sigo en la edad media. La novela de Isaac es un reflejo de la de Chrétién de Troyes El cuento del grial (siglo XII). ¿Dónde habré puesto yo esa aventura de Perceval? San Juan se acerca. Tengo que ir deshaciéndome de estorbos. El desorden tiene su gracia hasta que se vuelve un desgraciado.  

martes, 1 de junio de 2021

 Triste es jugar  a la ruleta rusa

y que no te salga la bala

Triste es dejar la puerta abierta

y que no entre ni una rata

Triste es saludar a la vecina

asomada a la ventana

y no te diga entra que te tengo para ti

una manzana

Triste es que crezca la luna

y no te diga nada

Triste es saber que no existes

y sentir el picor de la tristeza

Triste es saber que no supiste

resolver la ecuación en el examen

Azul es la mañana, la mañana es azul

cantaba Orfeo en la barriada

Triste es saber que Dios

está helado en el fondo del infierno

Triste es ver tantas llamas

y no tener condumio ni caldero

Triste es recordar que cualquier mal tiempo pasado

fue mejor