martes, 8 de junio de 2021

reflexiones de madrugada

 "Arte es quitar lo que sobra" (Juan Ramón Jiménez), leo en fb en la página de Karmelo. En la obra y en la vida, supongo. A mí me sobran horas de pantalla. La alienación de la pantalla es distinta a la alienación de los libros, lo que le pasó a Alonso Quijano y a Emma Bovary. A uno con las novelas de caballería y a otra con las novelas de amor. Una alienación, una locura, que dio ánimo y valor a sus vidas. Cierto que el dragón de la realidad acabó por devorar a Emma y tirar del caballo (no para recibir la luz del cielo, como en Pablo de Tarso, sino en el significado vulgar "bajarse del burro") al hidalgo de lanza en astillero. En el caso de la pantalla, la continua visita te va embrumando la mente, una bruma pesada y ajena a cualquier fantasía heroica o sentimental. Vale mirar el móvil y el ordenador de vez en cuando (la frugalidad es salud) pero estar con el ojo pegado todo el día, te convierte en máquina. ¿Acaso no forma parte de uno la herramienta que suele usar a diario? El pescador es su red, el albañil su cuchara, el agricultor su fesoria  y el ladrón su ganzúa. Sí además el ordenador ya es obligado (en mi caso) en el oficio o la vanidad de escribir, échame guindas si todavía añado el estar todos los días mirando y leyendo muros. 

También el beso de la princesa para despertar y animarme es un veneno. Ese continuo beso te mata. Sí, el doctor Freud lo tuvo en uso diario, pero la suya era una princesa azul, no entullada de cortes. Con el cigarro es lo mismo. Uno no fuma solamente tabaco.

Los quehaceres alienantes, en el mal sentido, sólo se enmiendan aplicando la voluntad. Esa corriente voluntad con la que uno se obliga a sí mismo a disciplinarse y no hacer esto y hacer lo otro. Quitar lo que sobra y añadir lo que falta. En los quehaceres y en las obsesiones. No es fácil. No es coser y cantar. Sólo esa primaria voluntad puede hacer que lo sea. Con el tiempo. Un milagro sería que fuese inmediato. Decido esto y ya está, aquí lo tengo. Me temo que los milagros, como la brujería, es un fenómeno del pasado. Este presente ingrato no admite milagros. 

Cuando pierdo en el juego, me pongo filosófico. Supongo que reflexionar, aunque sea de vez en cuando, no es perjudicial. 

Sobre el mundo que se nos viene encima, sí puede ser perjudicial reflexionar demasiado. Una cosa es verle las patas a la fiera y otra es que conozcas la fuerza de sus dientes. 

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