domingo, 6 de junio de 2021

 Es una condena. Sigo durmiendo de día y despierto de noche. Como Drácula. Pero sin sangre, Poca sangre. Baja forma.

A veces cuando me voy durmiendo aparecen décimas, malas y buenas, y algunas las recuerdo después. Si recuerdo el primer verso, los demás aparecen solos.

Es la señora más guapa

que habita por nuestro barrio,

conocida por Sagrario

la mujer del Garrapata.

Yo mucho le di la lata

con mil zalemas y cobas

pero no vino a mi alcoba

y siempre me dio rechazos.

No le pude echar el lazo

ni comprándole una escoba.

*

Porque te crees divina

no quieres mirar mi sombra,

mi nombre nunca lo nombras

y me niegas tu cocina,

y me niegas la corvina

con salsa de salmorejo

y no me das el conejo

del grato monte de Venus,

ese locus tan amenus

que de mí lo tienes lejos.

*

Bote que está en dique seco

sueña volver a bogar,

llévalo tú a la mar

y pon en tolete el remo,

por las olas naveguemos

y la vela tus enaguas,

alivia la larga magua

que se sufre ahí tan quieto

anhelando el viento fresco

y el baile de las aguas.

*

Y así entro en el sueño. Esta vez soñé que Wang visitaba mi casa, y nada de llevarse los alicates o la cinta métrica o darme la tabarra con la vacuna. Al contrario de la vida real, ayudándome a ordenar la casa, sin prisas y de buenas maneras. Yo salí a comprar una botella de vino y cuando volví oí a mi madre hablando con Wang y al mismo tiempo la vi salir de la casa de una vecina. O sea, que me encontré con un duplicado de mi madre, y entonces me di cuenta que estaba soñando. Despertaba por unos segundos y veía la claridad en la ventana, y volvía a dormirme. En otro sueño, mi sobrina mayor me reprochaba que de niña no la enseñé a leer. Extraña cosa. Otra vez el sol en la ventana y regreso al sueño. De lo demás solo me acuerdo vagamente de fragmentados episodios. La de la tienda de vino me dijo que la botella que cogí no era el vino que me recomendó sino zotal negro. En fin. Empieza la noche. 

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