jueves, 3 de junio de 2021

 Lo que ocurre es lo que tiene que ocurrir.  No sé hora dónde leí esto; creo que lo escribió Jung, el psicoanalista adicto a la magia. Yo no lo aseguro pero empiezo a pensar que en el caso de Vertical blues es cierto. La dificultad para publicar esa novela, o no haberlo hecho cuando tenía esa facilidad, la ha fortalecido. Mucho ha mejorado de un tiempo a esta parte. La Descargué de lastre. Y tejí los rotos de la red. Con aguja de palo. Con la destreza que Pamela, vecina de Charco del Pino, tejió las dos bufandas que guardo en un armario. 

De todos modos hoy vi que, así y todo, la novela era medianía. Nada del otro mundo. Pero ya a la tarde noche, con el borrador, di con un pequeño detalle que puede darle un poco más altura a esa obra, por la parte del techo. En eso estoy. Ahora sí es trabajo la puta literatura. La diosa literatura. Sólo el número es superior a la letra. La letra es un número impuro. Quitarle impureza es la obligación de un escritor (rico o pobre, malo o bueno, petudo o desdentado, todos y todas, supongo). Me pregunto cómo llevará Juan Royo La gesta. A veces me pregunto qué están haciendo los amigos. Los que están al alcance y los que están dezalcanzados. Con zeta, no sé por qué.

Este año comenzó con Panza de Burro, la novela impecable de una muchacha de la patria que perdí. Dejadme llorar, olas del mar. Y con Lágrimas de vidrio... no, lágrimas no. El paredón de Alejandría, de Ignacio Gaspar, con un mundo que fusionado con Panza de burro está en La gesta. La novela inédita de Juan Royo. No sé. Ya veremos.

Por arte de no sé de qué, la casa se ha convertido en guarida. Es un logro. En una cueva donde uno puede estar y hacer. Trabajar por las dos cosas que dijo Aristóteles: buscar mantenencia y hacer ayuntamiento con hembra placentera. Dos personajes son el eje de Vertical. Uno desordenado (es decir, sucio) y el otro un ordenado absoluto (un absoluto inmoral adicto al orden y la limpieza). Dos hermanos. El desordenado mata al ordenado, el sucio mata al limpio. Y por arte de birlibirloque, el asesino se convierte en su hermano. Me acuerdo cuando le di una parte a leer a Juan. Hay dos mujeres que casi cumplen el mismo papel. La mujer fatal en el mundo del arte. Me dijo que tenía que hacer un mismo personaje de las dos. No lo hice. Era como matar a una para que viviera la otra. Lo que hice, no sé por qué, fue que el hombre sucio matase a la mujer fatal, y se la comiese. Y así se diferenciaron las dos. Y así se diferenciaron la dos como luz y sombra. Una se hizo Mesalina y la otra Ana Ozores. Comiéndose el hermano bueno a la mujer mala se arregló la cosa y los dos personajes permanecen intactos. De algún modo tengo que mostrar el cherne hablador de Puerto Santo. Novela que ahora que la pienso la veo reflejada en Vertical. No en la trama novelesca, en el movimiento de los personajes, los hilos son otros, sino en la estructura. Los contrastes matemáticos. Y el episodio del cherne y el pescador en esa novela es la clave de todo lo demás. Además otro personaje, el godo que llega a Puerto Santo y dice yo mando aquí, está en consonancia con el hermano godo (el limpio) que llega a la isla y desplaza al otro y manda él.  Por algún lado tengo Puerto Santo. Mi desorden es suciedad, la suciedad es estiércol. A ver si lo uso y no vivo en el desorden. A veces pienso en Hacienda, en la vacuna (mi cuñado no me deja olvidarla) y en pedir hora para renovar la receta implacable. Sí, es hora de hacer limpieza de primavera. A ver si así encuentro una rata de agua, como el topo del maravilloso cuento El viento entre los sauces.    

  

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