miércoles, 2 de junio de 2021

 Cuando nombré a Orfeo en los anteriores versos olvidé señalar que me refería a Orfeo negro. Preciosa película brasileña. Inolvidable. El mito de Orfeo ha dado lugar a religiones para iniciados. No comprenderás la vida sin antes haber descendido al mundo de los muertos. Fetasa en cierto modo es una novela órfica. Aunque Ramón (el de la novela de Isaac, no mi amigo Ramón Herar) no es ni mucho menos un encantador de mujeres ni sabe de música. Las hadas del bosque lo desprecian porque no tiene piernas de sátiro. En cierto modo es un pobre diablo sin maldad al que las Parcas han mandado al otro mundo por equivocación.

Me hace gracia Jordi Solsona cuando, en comentario de lo que escribí sobre Fetasa en fb, dice que soy el puto amo. Puede que tenga algo de razón. El puto amo de mí mismo. No del todo pero vamos a decir que del todo. Bastante me ha costado. He descendido a varios infiernos y he vuelto a la vida, Pero no he encontrado a Eurídice. En mi caso fui yo quien la condené a ese mundo de oscuridades. Literariamente, esto no está mal. Es una vuelta de tuerca al antiguo mito. Así y todo en cierto modo he logrado ser (entre comillas) el puto amo de mí mismo. 

La medievalista Victoria Cirlot (me he enamorado de esta mujer) distingue entre los mundos grises y lo mundos importantes de la edad media. Importantes son el castillo, el monasterio, el palacio, el burdel y las peregrinaciones. El burdel es la tierra donde germina la narrativa poderosa (esto ya es cuenta mía, mis conjeturas), el monasterio donde se depura esta narrativa y la peregrinación la que la lleva a la conquista de los castillos. 

Vuelvo a Fetasa y sigo en la edad media. La novela de Isaac es un reflejo de la de Chrétién de Troyes El cuento del grial (siglo XII). ¿Dónde habré puesto yo esa aventura de Perceval? San Juan se acerca. Tengo que ir deshaciéndome de estorbos. El desorden tiene su gracia hasta que se vuelve un desgraciado.  

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