domingo, 30 de diciembre de 2012

campaneos

Hoy día de fiesta de la narrativa canaria. Diario de Avisos. "El Perseguidor". Eduardo García Rojas hace una lista y comentarios de obras editadas en 2012. El crítico no es sino un lector que razona sus preferencias o no. Eduardo es el más necesario que tenemos. Sus conocimientos y afinidades son un lujo. Tenemos otros que indagan en obras concretas y teorías generales. Ramón Herar, por nombrar a los amigos. Aunque éste tiene menos erudición que el hombre de El Escobillón blog, y es menos fino atinando. Y con menos horas de vuelo.
De las obras que comenta Eduardo García Rojas, en un noventa por ciento estoy de acuerdo con él. Así que me fío de lo que dice en cuanto a las que no he leído.
Lo dicho, una fiesta en estos tiempos de no fiesta.

Al final me llamó Clara, que no lee este blog. (Menos mal, porque si no, me veo cerrándolo.)
Ya me había hecho a la idea de elegir un lugar solitario y llevarme una botella y hacer un poema dedicado a Li Po, pero la oportunidad de estar un rato con Clara no la tengo actualmente todos los días, y noches menos. Dejaré la indagaciones sobre el poeta para después de la cuesta de Enero.

Interesante, también en "El Perseguidor", la entrevista a un novelista cuyo libro poético reciente ha sido descalificado en la red. Un pájaro de esta nación me dijo quién era el descalificador. Es curioso, cuando alguien dice el pecado, uno se interesa por el pecador. En fin, suerte a Ignacio Gaspar con su tetralogía novelística. Pienso que cuatro cuentos de altura valen más que cuatro novelas de medianía. (Ojalá me equivoque)  Pero a estos magos del sur, mimosos como doncellas, no hay quien les diga nada. ¿Autores? Dios nos libre.

(Mientras tanto, este mes viene a la isla mi hija Atteneri y Juan Cruz. Tengo que hacer gimnasia y que me vea fuerte. Y seguir predicando las virtudes del agua fría.)
   

sábado, 29 de diciembre de 2012

antes de irme

--El año pasado hicimos un vídeo... Lo vimos en casa de...  --dice Carlos
--¿Cuándo fue eso? --Mera curiosidad.
En ese momento llega Miguelo, con una chica que nos da envidia, pero llegan al mismo tiempo. No están juntos. Un Miguel estupendamente inspirado.
Estamos en la Tasca de Pedro. Mónica, maestra de ceremonias, asigna los asientos. Buen almuerzo con gente grata. Echamos en falta a Martín. Su ausencia no la puede llenar la presencia de otro amigo. Recupérate, Perla. Y que nos veamos no muy tarde.
*
Doy por terminado el trabajo de estos días que me ha tenido desollándome vivo. Tanto desuello que mejor decido pasar la noche vieja en no fiesta, lejos de todo rebumbio. No puedo pagar lo que cuesta el hotel Colón en Las Américas. Aunque me pierdo la compañía de Fernando, el brujo venezolano. Además huelo fatal. No le haré a Fernando la putada de olerme. Me quedo en casa o me voy pal monte como los locos. A celebrar que ya me liberé del trabajo de estos días: una obra en dos novelas de distinto cariz. La primera, diosmediante, se la llevaré a Ángeles a la Mala Vida, y si Baile del Sol la acepta, que la publique cuando quiera. No aporta nada a la literatura universal. La otra sí que aporta. Y perdona si me pongo bravo. Pero en esta segunda novela estuvieron conmigo los espíritus de Boris Vian, Chéjov y del comandante Morgantani. Es genial. Esta segunda novela (se pueden leer independientes) la reservo, si hay suerte, para Zoo.0. Habrá que buscar financiación y aliados. No sé si Baile del Sol o Aguere. Eso da igual. Y si no encontramos aliados, yo pongo el dinero. Lo busco donde sea. Quiero que salga cuando los animales del Zoo.0... bueno, esto no puedo decirlo. Pero allí, en tal lugar y fecha, me gustaría que estuviera presente esa novela. Está dedicada a JRamallo. Amigo y maestro. El más grande de los escritores con que contamos ahora en estas islas.
 *
Que tengan una noche de encanto todos los que leen estas páginas, y el resto también. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

jueves Malavida

1
Porque eres rico y divino
y de guapura sin par,
te las das de muy divo
en el arte intelectual.

La fortuna es una rueda
y el tiempo lo cambia todo.
Cuando estés lleno de lodo
y quien vos quiera no quiera
verte ni en pintura,
entonces, buen caradura,
pon esa linda pose
que me estás poniendo ahora.

***
2
Mañana es la fin del mundo,
se nos acaba el rebumbio,
nos espera la eternidad.

A ver qué hacemos esta noche?
Yo pongo el vino y el pollo
y un cochino de condumio,

cochino de pelo negro.
Ella que ponga el conejo,
el conejo en salmorejo.

No me lo tengan a mal
si yo prefiero las viejas.
Cuando me siento fatal

y todo roto por dentro,
vieja de forma cabal
me lleva a un óbtimo centro
donde gozo el cobijar.

No la tengo como un negro
ni como la de un alemán.
Mi cartera no es de cuero.

Pero eso qué más da.
Mañana es la fin del mundo,
noche de coger rumbo
a un sitio del más allá.




1 y 2 fueron leídos en el recital de la MAC organizado por Anghel Morales.

Hoy también Anghel --con Rubén Díaz a la guitarra-- me invitó otra vez a recitar. Esos de arriba, 1 y 2, ya están caducos. Si encuentro un ejemplar de Proserpina si viene esta primavera, donde está la letra con que Grupo Salvaje revolucionó in illo tempore la Plaza Toros, a lo mejor, entre eso y Evelia y Bea y Alejandro y..., esta noche en la Mala Vida aparezca otra vez, afuera, en la pared, la araña negra de aquella noche con Sita haciendo fotos circulares...  Araña circular y devoradora.

Por supuesto, están invitadas amantes, amigas con derechos adquiridos, amigas de largas conversaciones bajo la luna, amigas ejecutivas, amigas silenciosas, todas todas. Anghel Morales es un poeta con un gran corazón. Incluso cabemos en él los más feos poetas de este momento, Alejandro y un inseguro recitador

(Gracias Pepe --José Rivero Vivas-- por tu enseñanza crucial la otra noche).

miércoles, 26 de diciembre de 2012

horas bajas

--Anoche me despertó la sed. La casa entera se había confabulado para llenarse de una atmósfera que me producía angustia, miedo y tristeza. Las tonterías humanas, esas frivolidades o dudas con que endulzamos o amargamos los días, carecieron de cualquier valor. Nadie juega sucio, ni limpio. Nadie es un timador de sentimientos, ya no hay sentimientos, pasaron de moda. Y por otra parte, nadie en realidad se divierte. Jugamos a hacernos prisioneros unos a otros. Carcelero o prisionero. Un día una cosa, otro día otra. O toda una vida. Pero el juego se acaba. La angustia secó la frivolidad, el miedo borró los temores, y la tristeza acabó con las cotidianas penas que a veces sentimos cuando nos desplazan, nos mienten o se burlan de nosotros. Nada de eso ya existe. Nadie hace daño a nadie, ni bien... Como si un alma en pena hubiese entrado en la habitación donde duermo. Desperté como si esa alma, abatida de hombros, con los ojos apagados, me estuviera diciendo: "Por favor, no puedo más. Quédate con esto, todo esto, por favor". Y todo esto era esta angustia sin motivo, esta tristeza vacía, este miedo opaco.
La noche anterior, el tocayo Jesús, en el bar de Nally, me había contado la historia de uno que se mató en el puente grande. Por la mañana, el hermano pasó por el puente y vio el cuerpo en el fondo del barranco. Llamó a la policía, y esperó, curioso, entretenido... Y Rosa lloró en mi hombro, con la espalda apoyada en la tragaperras del fondo de la barra, la amargura y desolación que la rodea y su nostalgia de Santo Domingo... Y ahora, después de ver la película del Tea, me encuentro con este hombre que me habla de angustia, miedo y tristeza espritual, metafísica. Es un colega. Vimos la peli juntos. Selva amazónica. Fondo de crítica social. La codicia que no piensa en los hijos que heredarán la miseria. Una puta en los últimos grados de la degradación, es salvada del fango por un pastor evangélico, que se casa con la pobre chica. Ella recibe a un antiguo amor, un fotógrafo, que llega al, y recupera el tiempo en que el sexo era pastel de monjas. Quería al predicador pero amaba al fotógrafo. Al final, al marido lo matan por no saber callar la boca. Culpan al fotógrafo y le sacan un ojo con una pedrada. Etc.
Y luego este hombre que da pena mirarlo, pena normal, no metafísica. Quiere que lo acompañe a tomar una copa. Necesita hablar. Voy a tomar esa copa. Evitamos brindar por nada. Y por la noche sueño que estoy en el tranvía, destino intercambiador, y la velocidad sobre los raíles es desmesurada. Pensamos que el conductor está loco. No, no está loco. Está muerto. Le dio un pronto en el estómago, y murio. Algunos paasajeros intentamos hacernos cargo del gusano metálico. Es inútil. No sabemos como frenar la máquina. Tememos un final nada agradable. Pero gracias a la intervención de bomberos y policías, gracias a dos perros policía,no sé como lo hicieron,  el tranvía se detiene junto al teatro Guimerá. Esta vez hubo suerte.
Despierto y salgo a tomar un café al bar de Ibrahim. Eloisa, una vieja mujer, me habla de su vida. Señor, no veo ningún perro cerca. Hay otros animales... 

lunes, 24 de diciembre de 2012

esta noche nace el niño...

Érase una vez unas fiestas de mierda. Felicidades, felicidades, prosperidad, prosperidad. Ni felicidades ni prosperidad ni pollas en vinagre. La chicas de mis cuenstos preferido, ninguna me dice chaval, joven, ven conmigo a bailar esta noche especial.
Empieza en el mundo una nueva era. A ver si los escritores, como me dijo antes mi amigo el hermafrodita, se dedican a escribir como hombres y no como mariconas que buscan tesis en las universidades y se hacen el onanismo cuando ven su libro en el escaparate. Se me revuelven las tripas, dan ganas de vomitar. Y encima, Blanca Nieves seguro que elige a otro enanito la noche de fin de año. Que lo eliga. Seguro que Mudito es el elegido. Siempre él, el más ingrato de todos, el que va a lo suyo, pero siempre es Mudito en las noches especiales. Y en las no especiales, no sé. A mí hace tiempo que no me toca el número de la suerte en la ruleta del medio del bosque. Caperucita tampoco. Está llorando por la muerte del lobo junto al estanque donde el enamorado animal se ahogó por culpa de las piedras, y encima el cazador salió rana, la tiene chica y no aguanta más de uno. La niña llora por el lobo que no se bañaba. que era un hediondo, pero que supo comerse a la abuelita...
--... esto es un honor, la noche en que el autor de El negro escribió su entrada en mi ordenador... esto es más grande que ir esta noche a un cabaret --salta el capitán.
--Quita la caveza de ahí.
--¿Ahora te vas a poner estrecho?
Me vuelve loco la caveza este Marcelino. Se cree que por prestarme la computadora, está permitido comerme la oreja, así como así, bla bla bla...
--... que ese escote se abra más todavía...
Bueno, a lo mejor si llegamos a la puerta del edificio donde está la fiesta, veamos salir a Cenicienta. El chachi que se quede con el zapato. Nosotros, tras ella, al acecho, con prudencia, inteligencia y energía. Hasta que la veamos otra vez como la yegua aquella del cuento de Chinaski --¿tú crees que ya olvidado, Eduardo?--...
--El otro día leí un rollo de Villena contra los poetas que me gustó. Decía el tío...
Me acuerdo de Villena en Oviedo, cuando... sí, un rollista este novísimo, quemado porque su amigo De Cuenca estaba más alto que él...
--¿Qué hora es, Marcelino? A lo mejor ya está Dr R en la calle del clavelito...
Bueno, pos nada, que los reyes dejen mucho chocolate, del bueno, del de antes del euro y la madre que lo parió.

(última noticia: al Papa le vieron las pezuñas de Diablo... buena señal)
Y este Jueves Alta Poesía en La Vida Mala... Venga todas, las necesito a todas. Tengo un hambre de todas que...

miércoles, 19 de diciembre de 2012

décima con estrambote, y coplas con amigos

A Iván, por La Puerta de ayer


Belladurmiente, que ronco
y despierto soy un tronco.
Blancanieves, que no vuelo
--no saben vuelar los ogros--.
Caperúz me dice lerdo
que no atino cazar lobos.
Ay mis bellas de los cuentos,
ni una me lava camisa,
porque ya no tengo risas
en mis labios que están viejos.

En sus liñas las princesas
tiendan lo que les parezca.
Yo ya no estoy para eso.

***

Juan Royo se va a Lanzarote
a acabar camino largo
donde La Laguna es algo
y el lagunero un algote.

Don Cuervo filosofal,
pasapalabra y pisar,
no sé adónde se va
sus fatigas a cabar.

JRamallo no sé
si esta noche acudirá
a Musidora escuchar
en la calle del Clavel.

Mi crítico ya lo saben:
de Santa Cruz es pasar
sin leer a no sé cuál,
que lo lea quien lo trague.

Marcelino Marichal
hace del Barco una gruta,
no sé si derrota o ruta,
¿qué será del Capitán?

Qué linda es la navidad
si don Alberto Linares
a componer sus cantares
a La Gomera se va.

Detrás de la fin del mundo
me veré con Hosmán
y los otros animales
sin mujeres que contar.

Que cuenten a las mujeres
los que bien sepan contar.
No cuenten con los quereres,
que los amores se van.

Se van como las aguas
de los barrancos al mar,
la mar que es el morir,
morir que es el soñar.

A mi buen amigo don Anghel
dedico estos pocos versos.
Si se enfadó un converso
es porque tiene fiambre.

Fiambre de literatura,
que son letras bien rimadas.
No me venga un caradura
a pedirme ya más nada.

Judío, hijo de moro,
ni poco le puedo dar:
español con amazig,
que es español medieval,
español que lo escribí
veces bastante mal.

A no nombrados les digo:
si le gustó este juglar,
que me pueden invitar
a una copa de buen vino.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Agustín Pacheco

En casa de mi amada hablé de la Ninfa de las aguas mágicas. Como mi amigo José Antonio, también ella es una escritora escondida.
Bueno, como saben, la otra noche me metí en el Bosque Quemado donde la bruja de Andersen me dijo que encontraría a los tres perros, uno de ojos como monedas de 20 céntimos, otros del tamaño del culo de un vaso ancho y el otro como de balones de reglamento. Como saben los que leyeron el cuento, la bruja me dio el modo de amansar a los perros rabiosos. El primero guardaba las monedas de euro y dos euros, el segundo los billetes de cinco y diez euros y el tercero los de cincuenta y cien. El modo cómo pasó ya lo contó Andersen. Y cómo me olvidé del mechero mágico y tuve que volver al Bosque, ya lo saben los que leyeron el cuento. En eso estoy, esperando que abran la puerta del Bosque y entrar a buscar el dichoso mechero.
Mientras tanto leí anoche un cuento del último libro de Iván. Lo tendremos mañana en la radio. Le falta color a ese libro. Me dieron ganas de tener creyones y colorear las estampas de Marianella. Mañana, diosmediante, Juan Royo, el Cuervo y la Serpiente estaremos con el hombre que habló con E. T. Y esta noche, con Agustín Pacheco en el Ateneo lagunense. Curiosamente, estaba antes corrigiendo una cosa que me urge, y en la corrección tuve --porque lo exigía el guión-- que quitar a Agustín Pacheco cuando allí se mencionaba un hotel de trece habitaciones a las que nuestro autor les puso nombres en uno de sus cuentos, publicado en Lunula, en un número dedicado a Gijón. Agustín fue el autor elegido para que escribiese sobre una ciudad que no conocía. Mi amigo conoció algo Avilés, donde hoy llora un niemeyer que ya lo quisiéramos aquí (se lo poedemos cambiar por el calatrava), pero no conoció Gijón. Cumplió como un maestro.
Agustín Pacheco no es un autor fácil. Digo cuando narra, cuando hace cuento y novela. En los artículos que publica los sábados en La Opinión sí es fácil, y a veces hasta no pasa nada si no lo lees. Pero con la narrativa de Agustín Díaz Pacheco sí pasa algo si no la lees, te has perdido algo importante. Es un pecado que la narrativa de los nuevos autores pase por alto a este viejo que prefirió narrar y no vivir de la política. Kafka y Chéjov también están en este autor, no lo olviden. Las noches de Praga y los días de Moscú. Un viaje que esta noche toca un nuevo puerto. En el Ateneo de La Laguna.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Nación de pájaros...

Nación de pájaros o desesperación de amanecer.

Entre las preciosas ridículas que alternaban con los poetas simbolistas, y la criptografía posmoderna, no sé qué elegir. Ignacio Gaspar tiene en su leyenda meritorias hazañas. Relatos que no serán olvido, y esa marca imborrable que fue 485 años después del año de la nana, obra que marcó nuestras lecturas de juventud. Por un lado, Ídolos de bruma (de Roberto Cabrera), literatura urbana, y esta obra de Ignacio Gaspar, abrigada en una lengua campesina, de hombre rodeado por la naturaleza en una civilización sin dioses, animada por vibraciones telúricas donde cada acción y cada gesto humano no son pasajeros episodios, sino que forman parte de un ritual animista. Los elementos de la naturaleza son conscientes de ser y dañan y penetran las almas de los actores, los habitantes humanos, siempre presentados con un nombre y un apellido. Provocaba la sensación de que quien escribió esas páginas no es un autor sino la tierra misma que lo habita.
Mucho de todo aquello pierde bastante Nación de pájaros. Aquí, aquella manera de oír las palabras como si hablasen la niebla, la tierra... incluso la casa donde vive el hombre era en 485 un ser vivo que marcaba la existencia y el ser de sus habitantes.
En Nación de pájaros, de todo aquello que mi memoria recuerda de tal modo, no queda sino, en una lectura respetuosa, un mantra --me lo descubrió Dr R ayer en una desierta Malavida--, una función lúdica del lenguaje (función que se le olvidó decir a Víctor Roncero cuando habló en La Puerta de las funciones del lenguaje), donde las palabras se despojan del significado y hacen valer el sonido que provoca el encadenamiento de unas con otras. Lo nuevo, lo que Ignacio quiere incorporar, es --a mi entender-- posmodernidad vacua que se disipa en preciosismo verbal. Sin aventuras, o con aventuras diluidas. Sin embargo, quedan gotas de la antigua lejía (elegía) en estas aguas.
El ejemplar que tengo no se lo he devuelto a Ramón. Cargo de un lado a otro el libro, porque me niego a creer que Ignacio Gaspar nos haya querido tomar el pelo con una machangada. Sospecho que el libro Nación de pájaros o desesperación de amanecer me está planteando un inevitable enigma.  Ignacio y uno tenemos algo común que resolver todavía. Creo que una copia de su novela, una copia que él no tiene, que yo sepa, está ahora dormida en el disco duro de un ordenador apagado. Es suya. En sus manos la pondré cuando arregle el ordenador si Dios quiere.

Olvidé citar un libro, este sí de poesía auténtica: Arbol de fuego..

sábado, 15 de diciembre de 2012

sábado 15

Ayer en la Laguna, en la presentación del libro Nación de pájaros ..., de Ignacio Gaspar, saludé a Luisa Reyes (poco se deja ver) y a Antonio de Lorenzo, mi antiguo y buen recordado profesor de Fonética y Fonología. Lástima que Luisa y Juan no nos acompañase a tomar algo con los otros amigos en la Casa Azul, no muy azul esta vez, donde se me alegró más la noche platicando con José Marrero... Luego nos fuimos serpiente, cuervo y garza del sur a por ahí a picar y ver una casa por dentro con libros tirados. Me recordó una de Asturias, del conde no sé qué, donde un día entramos Roxana Popelka, Pepa Pardo, otro y yo. Roxana había encontrado allí dentro un montón de rollos de película 8 mm (o algo parecido) y un proyector... Bueno, todo esto lo tengo escrito en otro lado. Ganas me dieron de apuntarme en el viaje al Sur. No fue así. Me dejaron en La Maldad. En el sueño de la noche, alguien que tenía mi pinta me visitó y recitó:



Era un diez de Diciembre,
se fue Antonio Cubillo.
No lo mató el exilio
ni el puñal del godo.
Nos lo mató la vida
como nos mata a todos.

Aquí dejó su banot
en el desierto del pueblo,
que lo empuñe noble mano
o que más nunca haya cuento.

En las horas de su entierro
oigo verdad y sentimiento
en el autor Andrés Chaves
(de los Estudios Canarios
este mago sí que sabe).

Entre tanto desvarío
que nos regalan los días,
veo verdad y valentía
en la Cristina Tavío.

Que Alejandro, poeta
ajeno a todos estos
ileterarios pensares,
atine a escribir el verso,
el verso del canto viejo
de las nuevas soledades.


Esta mañana recordé los versos y los anoté, y ahora los copio aquí, sin más premeditaciones. Esta noche nos esperan de nuevo los poetas lunáticos: en El Generador...

viernes, 14 de diciembre de 2012

caballo blanco

Juan sembrador de nubes sobre las cumbres norteñas de Venezuela, Juan rompiendo con su concha el cielo para dibujar en fuego la Mitra gloriosa, el encando divino, el supremo atributo que señala a los peregrinos el lugar exacto del Palacio Encantado,
 (Tristeza sobre un caballo blanco, de Alfonso García-Ramos, Idea)

Sueño con un cuñado que esta vez, en lugar de perros, llena de gatos una casa, todos negros... Así me desperté hoy, con ganas de contar el día de ayer, Jueves 13, entierro del cuerpo de Antonio Cubillo.
La mente se me ha ido llenado de héroes a lo largo de la vida. No sé, puedo ahora nombrar a unos pocos, el Capitán Trueno, el castigado Fideo (al que siempre Goliat lo amarraba a un árbol para que no tocara la lira), Carpanta, Gustavo Adolfo el poeta de vendrán las oscuras golondrinas, Isaac de Vega, Antonio Bermejo... No sé si héroes lacayos de esta ciudad lunar o simples machangos en un país de machangos...
--Cubillo fue un machango --me dice mi amiga mientras cenamos en el chino de..., con otro amigo invitado de piedra que hace que come y no come, hace que bebe y no bebe...
Mi amiga, como diría Antonio Bermejo, habla con el sonido de la verdad. Además en su vida, tuvo que sufrir a alguien machango y abusador, que se envolvía en la bandera de las siete estrellas (no, en el funeral no cantaron bandera tricolor) para tapar con gracias patrióticas sus barrabasadas.
Bueno, como diría Rubem Fonseca, estoy poniendo el carro por delante de los bueyes. Empiezo por el principio.

Me levanté, me bañé... pasé por el bar de Ibrahim. Leí en El Día un artículo de un independentista que mostraba no sé qué desacuerdos con Antonio Cubillo. En los desacuerdos importantes, ya no me caben en la memoria más que los de González Jérez y Anghel Morales. (Y casi secretamente de acuerdo con él pero no lo digo en voz alta, lo que Eduardo ha escrito en El Escobillón). Ya no me caben más. Y entre el afecto al hombre, me quedo con las palabras de Andrés Chaves y la valentía de Cristina Tavío. Casi todo lo demás es literatura, literatura sin el sonido de la verdad.
De los detalles del dia de ayer recuerdo ahora, en una calle de amplias aceras, con jacarandas,  una caja con pinchos morunos, en la acera frente al cerrado Centro Municipal de la Mujer, palacio de Coviella (esta información se la debo a Juan Royo), donde se sebaba un embadurne de moscas verdes.
(--Calle Francisco Aguilar.
--Fue un pintor --me dijo Juan.)
Más allá subo por Simón Bolívar, hasta que que llego a su parte sin salida.
Ya por buen camino, me llama Ramón. No, no estoy en La Maldad. Lástima, empezar el día con Ramón es señal de buen rumbo. Me paro en una zumería llamada Galápago y pido uno de naranjas. Espanto a una de las moscas, que abandonó los pinchos morunos y decidió acompañarme. Paso por Chamberí, subiendo por la acera donde está un puesto de perritos calientes donde una vez estuve Llego al puente del autopista...
--Venga, mi niña, cuando llegues me llamas --se despide una mujer de una amiga.
En este lado de las fronteras de Santa Cruz, el bullicio de coches se nota visiblemente. Pienso en el nuevo cuadro de la tópica vista de las montañas de Anaga y el puerto, con el tramo de autopista, triangulo negro con el vértice superior en una zona áurea. Tonterías. No me quedan ganas de ir con un lienzo a ese puente y ponerme a hacer el toti.
Entro en la zona del cementerio. Paso por el kiosco bar (no sabía que había un bar en el tanatorio, donde hubiera visto a Candido Hernández, Agustín Pacheco y otros viejos amigos). En la música enlatada suena

dejaré mi tierra por ti...
me voy pero te juro
que mañana volveré...

Aprovecho que queda tiempo y busco la tumba de Estanislada Díaz y Díaz, tía de mi padre. Me fijo en la tumba ORAMAS TOLOSA, porque una mujer joven de buen ver parece susurrar una oración, de pie frente a la tumba, con una botella de Fonteide en la mano izquierda. Más arriba otra tumba, con hierros de artesanía, dice que ya nadie la visita. Un teniente coronel de caballería que murió el once de marzo de 1917.
Llego al nicho 767 del barrio de San Jorge.
Pregunto a dos mujeres que están limpiando una lápida dónde está el tanatorio. No hacía falta preguntar. Estaba oyendo su conversación y quise hablar con ellas.
--Ay, de allí vengo yo ahora y casi me da un yuyo... parecía que estaba dormido, con su corbatita, bien arreglado, yo lo conocí en la tele, que iba en silla de ruedas...

En el funeral a quien primero vi fui a Servando. Hacía tiempo. Él estaba a la guitarra la noche de Grupo Salvaje en la Plaza Toros (El Pota a la batería, Toño en el bajo, Ramón con la flauta y Roberto cantando arriba a arriba, arriba iremos, con la misma música que ayer despidió los restos mortales de Antonio Cubillo), el mismo recinto donde años antes Sombrita ganó a Lopopolo.
Demasiados recuerdos en un presente que no admite moviolas.
 --El siguiente paso, como decía Juan Matus, es lanzarse al abismo --dijo Servando.

*
En la Malavida, juré no ajercer más de noticiero. Koliac está previsto más tarde, en enero, me dijo Rubén.
Al final del recital, las tres poetas cantan

al partir, un beso y una flor
una sonrisa y un adiós...

--Qué te parece la canción? --pregunto a mi amigo...
--Una buena manera de salvar un recital.

Lo de la cena en el chino fue después, y después a dormir, tal vez soñar...


 
  

jueves, 13 de diciembre de 2012

"el día que yo me muera / quiero que tú me recuerdes"

No todos los días tenemos oportunidad de despedir los restos mortales de un héroe. Los espirituales --y políticos- comenzarán ahora a reverdecer, como las estrellas de la bandera y también las moscas de la bandera alternativa que inventó La Zurda o quien hizo el diseño de su libro Islas Canallas, vaticino aunque nadie es profeta en su tierra. Y me da lo mismo equivocarme. Quiero creer que la muerte física de Antonio Cubillo marca un imprevisto en nuestros sucesivos días. Se acabó el amaneramiento lírico y comienza la epopeya. Vendrán nuevos héroes, y ojalá nuevos bardos para cantar sus hazañas. Los enamorados que vayan a servir al amor. Otra música sonó en el patio del Tanatorio. Música ausente de todo lirismo. Y Cristina Tavío estuvo allí. Por algo la escogí como heroína en el cuento sobre Santa Cruz que me encargó Zoo Punto Cero. El militante (del PP) Camacho tiene fama de hombre honesto, y yo me lo creo. Es de los pocos políticos, dicen, que muestran que no están en la política como negocio. Pero perdió el oficio de poeta. Una pena. No sé los rumbos de Cristina Tavío, pero el que estuviese allí a despedir a un amigo --a quien le tenía afecto y a quien admiraba como hombre-- la eleva aún más a mis ojos.
Menos elevado que ayer, a mi ojos, está el alcalde Bermúdez. La página que se escribió hoy en el cementerio de Santa Cruz tiene palabras acertadas, de ellas nace la literatura. Letras de Santa Cruz en las que nuestro alcaldeso no estuvo.
Ví a Servando --a la guitarra en otro día memorable, cuando Grupo Salvaje tocó en la Plaza Toros. Vi a L, de Tacoronte, que me habló de los desahucios y que ya tienen calado al que se apunta al protagonismo. Lata del gofio bien vigilada. Me habla de Christian, el hombre fuerte en el caso del deshaucio. Recuerdo una memorable --en la intrahistoria-- partida de envite en la casa de Christian en Tacoronte. Allí estábamos, además de Christian: Pedro, Marcelino, Mauricio... y Koliac. Koliac dijo a uno de nosotros: "Lo que tú hiciste no es bonito ni ético". Y regresó caminando a Santa Cruz.
La última vez que hablé con Kóliac, me dijo que pensó matarme, pero con lentitud, para que supiera lo que es una mala muerte, pero cuando...
De aquellos tiempos de la Voz de Canarias Libre, recuerdo que Kóliac me salvó de que me diesen una segunda cuerada (B. del FLC) y me libró de me atropellase un coche... Como poeta no me dijo gran cosa.
Ojalá encuentre buenos poemas esta noche en el Malavida, con Ruben Díaz a la guitarra.

(También, en el funeral, estuve con José Rivero Vivas, y con su mujer Carmen: con Raimundo Hernández y con su mujer mi hermana, etc.)

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Se fue la sombra,
se fue el cuerpo.
No se fue el hombre.
El hombre es el recuerdo.

Estos versos a Antonio Cubillo, con la seguridad --como dijo su amigo Andrés Chaves-- de que se va a conservar, y bien, entre nosotros. He leído lo que ha escrito Chaves --totalmente en sintonía con el escritor al que no dejan entrar en la Academia Canaria de la Lengua, organismo que ya no sé si existe--, y lo que escribió el tibio Juan Manuel García Ramos y lo que escribió el más combatiente y buen analista político González Jérez. Eso lo leí ayer. Hoy, en Nación Canaria blog lo que escribió Anghel Morales. La muerte del mencey Cubillo, con sus luces y sombras --no era un santo, sí fue un héroe--, hace importante todo lo que ocurre hoy a nuestro alrededor, público o privado. Anghel dice que se alió con Gadafi en ese tiempo. Yo mismo me alié con Gadafi en ese tiempo. Agustín Pacheco me hizo quitar de Telarañas a Gadafi y tuve que poner a un fantástico Rey de África, y se desvirtuó el personaje. Eso ya de igual. esa novela el día de mañana la coge otro escritor, le aplica la alquimia del arte tuneador y seguro hace algo bueno por la humanidad. La estructura es inmejorable. Pero la fastidió el estilo. Hoy sus páginas son escombros. Las que no serán escombros, supongo, son las que mi alcalde ha puesto en distintos lugares de Santa Cruz. De Carbajal y Alemany, dos buenos escritores a lo que por mala suerte aún no he leído. La idea de aglutinar la narrativa sobre Santa Cruz nació, para los que tengan memoria, en este blog. No me doy méritos. Hay ideas que no nos pertenecen. Están en el aire y lo mismo pueden posarse en el techo de mi casa que en el despacho del alcalde Bermúdez. Mi propuesta se inciaba con las novelas Idolos de Bruma (de Roberto Cabrera), Puerto Santo (Juan Royo Iranzo) y Cucarachas con Chanel - realismo punto cero (JRamallo). Lástima que aún no haya leído a Alemany y Carbajal, seguro que los hubiera incluido. (Los puercos de Circe ya son literatura canóniga.) Son los que están. El periódico da noticias de doce lugares donde están esa páginas, y nombra la calle La Noria.
Idolos de Bruma es la más signada en los tiempos de lucha independentista. Ojo, no es una novela pólitica. Es una novela mundo. Quien quiera ver y respirar el Santa Cruz de aquellos tiempos, visite Ídolos de bruma. Tiempos también de Koliac, que mañana recitará en el Malavida. Donde la viuda negra vaticinó unas buenas noches, con Rubén Díaz a la guitarra.
*
Ah, el final de la anterior entrada es el principio de un cuento de Anderson. Ya te lo contaré, pequeño lector.

martes, 11 de diciembre de 2012

Un libro que llevo de un lado a otro tenía que haberselo cambiado a Marlene el otro día cuando fuimos a ver La historia de Pi, película para niñas, en la sala una mujer a mi izquierda alisando un celofán y a la derecha Marlene con dos gafas puestas. La película era cartón piedra con mensaje humano. Me recordó Historia de un naufrago, sólo que esta sí que auténtica, la que le contó el propio náufrago a Gracía Márquez. Este, el naufrago, sin camara al otro lado y equipo de belleza cuidando escena por escena. Regaló la película, pero no la compañía de mis amigas de Laguna y Norte sucesivamente. En el trayecto de vuelta pidió que le alcanzara de su bolso la carátula. Un bolso muy bonito, de cuero negro. Detuve la vista descubriendo lo que una mujer lleva en su bolso. Entre otras maravillas, un libro, Cucarachas con Chanel. Tentaciones me dieron de quitarle la novela de JRamallo y dejarle dentro, como venganza, el llibro de poesía que llevo de un lado a otro como una penitencia. Un libro de poesía de qué bonitas son las mariposas y qué bella la puesta de sol desde mi balcón. A lo mejor, hasta le gustaba el cambio. No creo, pero nunca se sabe. Sin embargo, ya no le guardo rencor por la tarde que me llevó a ver Abubukaka y esa noche no me llevó al baile. Fiestas pasadas donde yo no fui invitado. No puedo estar toda la vida como el hada número 13 del cuento de la Belladurmiente. Prefiero ser el enanito no recuerdo cómo se llamaba de Blancanieves. O el cazador de Caperucita. Ya no me sienta bien el papel de lobo.
Dejé a Marlene la salida del garaje, ella rumbo a su casa y yo a la parada del tranvía. En Las Mantecas subió una vieja muy fea, le colgaba el labio inferior sobre unos pechos que le caían hasta las rodillas. Se sentó a mi lado. Yo llevaba el dichoso libro, arrepentido de no haber cometido el cambio en el bolso de Marlene, y un bolígrafo tachando verso tras verso.
--Veo que eres un buen escritor --otra que me llama buen escritor, prefiero buen hombre, pero en fin, como si me llamaba pinga pelada, no pensé llevarle la contraria--. Pero un escritor tiene que ser rico --dijo--, y yo sé cómo hacerte rico.
Nos bajamos en Cruz del Señor. Ya me había dicho cómo hacerme rico, a cambio de algo. Lo que me pedía a cambio era una ridiculez al lado de tener la cartera llena y vender la vergüenza y comprar voluntades.
--Sí, por supuesto. Haré lo que me pides.
La cosa era sencilla pero complicada. Pero ya llega la hora de permiso en el ordenador y de bajar a la radio...

lunes, 10 de diciembre de 2012

Viva Antonio Cubillo

Lo acabo de leer en el blog El Escobillón. Cubillo murió hoy lunes. Y lloré. De política sé tan poco, que no sé ni para que sirve la política. Cuando niño en la escuela de García Ezcámez fui franquista no sé si porque el maestro me dio el papel del Cid Campeador en una obra de teatro. De los recuerdos de la escuela, los más acádemicos son este y que aprendí a contar con los dedos. ¿4 x 5? Yo contaba con los dedos, cuatro dedos cinco veces. No sé cómo me las arreglaba. No sabía la tabla pero sabía el mecanismo de la operación. Si no hubiese sido por un posterior profesor del instituto que me convirtió las matemáticas en latín, hoy estaría en ciencias exactas y me hubiese dejado de políticas. En el instituto milité con un grupo que dependía de las Juventudes Comunistas (de Carrillo). Cuando apareció la voz de Canarias Libre, nunca Santa Cruz estuvo más habitado y la gente más animada, en pleno movimiento y discusiones. La voz de Antonio Cubillo nos hizo creer en nosotros. En nuestra historia, en nuestra geografía, en nuestros alimentos. Me hice independentista. Lo sigo siendo, independentista fracasado. No compartí el pensamiento de Antonio Cubillo hasta donde pude alcanzar. Como no comparto ahora que se quiera edulcorar la historia y vender guanches de pasarela Cibeles. Joder. Cubillo nos convenció (a unos cuantos, yo entre ellos) de que dejáramos de ser vasallos y recuperásemos el señorío. Esto en lo político, si me permiten decir algo de un conocimiento que no poseo. Sólo me siento, en cualquier caso, capacitado para la política narrativa, hacerse eco de lo que se dice en la calle y ponerlo como verosimilitud dramática. Es decir, Antonio Cubillo me convenció en lo emocional. En lo intelectual, ya procuro convencerme yo mismo, o ver si me convencen, con acertadas palabras y afectuosas maneras. Bueno, todo esto para dejar de llorar. AntonioCubillo, una herencia me dejas. Una voz en mi memoria y haber estrechado tu mano, que cuando llegaste a Santa Cruz recogió de otras un ramo de flores. Ya sabemos por qué llovió tanto estos días atrás. Ciudadano, compadre, Amigo Antonio...

sábado, 8 de diciembre de 2012

jueves malavida

--Deja de perseguir el amor guiado por la polla de un don juan con díndrome de abstinencia.
--Hombre, lo que busco es un amor sin tanta polla, y qué va. No hay manera. Por eso muero por dentro.

Empezó a interesarme la conversación de esos dos tipos en la barra del Malavida. "Muero por dentro" es un libro que me prestó Sita ya hace unos seis meses. El autor es Robert Silverberg. La portada es deprimente. No hay piedad en esa portada. Me recuerda la posición fetal de Tito el otro día cuando perdió el combate.

"Vieja máquina de escribir, vieja embustera, ampárame ahora y siempre".

Me fue tan difícil entonces consolar a Tito como me es ahora la lectura de este libro. Lo abro de nuevo al azar.

"Asqueroso judío sabihondo con la cabeza llena de mierda... durante toda tu vida te has dedicado a espiar a la gente".

Dios, hay libros que merecen la hoguera. Muero por dentro es uno. No sé si otro es Nación de pájaros. Literatura densamente triste, despiadadamente inhumana, críptica. Hace tiempo leí casi todos los libros de Samuel Beckett (¿se escribe así?). Terminé saturado. Llegó un momento en que odié su obra y no volví a leerlo más nunca. Ya lo único que recuerdo, no sé en qué título, es el episodio de un hombre que llevaba varias piedras en los bolsillos y hacía ajedrecísticas operaciones en el uso de las piedras para limpiarse el culo. Calculaba las que ya había usado y las que no. Recuerdo cuando yo era niño en San Andrés que íbamos los chiquillos a cagar al barranco y usábamos piedras para limpiarnos el culo. Pero este recuerdo tiene poco que ver con el del irlandés de Esperando a Godot. Más bien tiene que ver con Las mil y una noche. Un cuento de las mil noches y una donde... Apunto en mi agenda:

Devolver a Sita el libro de Robert y pedirle el cuento de la princesa prisionera.

Recuerdo a Sita la noche que evitó el asesinato de una viuda. Estoy en el Malavida, enfrente a la pared donde la viuda nos cautivó con una danza Zen, asomada a la calle y un tipo desde una ventana diciendo que la matáramos, que era una viuda negra. Y era verdad, pero gracias a Sita nadie la mató.

Malavida. Noche de los jueves. Cada vez la hace más grande Rubén Díaz. Sabe elegir la música y tocarla, y a los poetas y a los cantantes. Esta vez un cantante, muy bueno, y recitando, una chica llamada Imma (si no recuerdo mal), con tres libros en Baile del Sol y yo sin enterarme. Me gustaron mucho sus poemas. Encontrar un buen poema es más dificil que un camello entrando por el ojo de la cerradura. Y también Fernado Senante recitó buenos poemas, e hizo que el local se llenase de gente que no estaba allí (José Luis Piquero, Orlando Cova y Ernesto Delgado Baudet entre los autores que he conocido).

Salgo con Anghel y Bea del local, conminado para un recital el día 20, donde seguramente estaré, si nadie se molesta, junto con Alejandro, Evelia, Marrero... y para la próxima presentación de Nación de pájaros. Estos poemas de Ignacio Gaspar los he leído en todas las estancias de la casa. Al tiempo, encontré un ejemplar de la primera edición de Ídolos de bruma, narrativa impecable de Roberto Cabrera. Por un extraño azar o destino, Ignacio Gaspar y Roberto Cabrera viajan juntos en mi imaginario de letras en este país.

Termina la hora. Hasta otra diosmediante.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿solución?

Amigos que mean fuera de la pota. Enemigos que aburren a las piedras. Pesadillas por la noche. Sueño que ya todo está despoblado --o lo que es peor, poblado de gente extraña-- y estoy más solo que la una. Y que es mejor estarlo. La Academia Chitoski, vacía como la nevera. No tenía gas, no funciona. Puede servir de zapatarero. Nevera de enfriar zapatos para pies fríos. Yo mismo vivo en una nevera, pero no tengo frío. Enciendo las palabras como si fuese leña y cocino las historias. Ayer, después de la radio, con Ramón y Sita viendo escaparates. No me apunté al viaje a Icod. Tengo que ir a Icod. Icod lo tengo clavado en los sueños como una azada en tierra fría, dura y seca. No tengo más calor que las palabras. Cuando me faltan, me abajo al bar de Nalli, a oír a Jesús y hablar con Nalli y con Rosa. Santos todavía no ha traído el Aldea. Vale Arehúcas. No es traicionero como otros de su clase. Y además, no me puedo quejar, con regalos de cumpleaño a cual más práctico. Camisa y pantalón, bolso, almanaque con cuadros de Klee, y Las Sietes Islas convertidas en estampas. Gente amiga se acordó de mí. Pero anoche no tuve sino pesadillas. La casa era una nevera. No tenía frío pero vivía dentro de la nevera. Solo, sin nadie, sin palabras, sin colores ni formas que quisiesen arder. Alberto Linares tiene un cuento donde la casa es un ser vivo. Desperté como si mi casa fuese un ser vivo hostil. Frío y húmedo. Me vestí de cualquier manera y escapé al bar de Ibrahim. El primer café del día, las noticias, el periódico. Después de leer a Chaves y a Peitaví, a casa a darle al estropajo. Mi casa está como mi narrativa, con escombros, escombros que intentan ser un conjunto, un conjunto a veces malogrado. No sé dónde pillar una máquina de quitar escombros, hasta ahora lo único que hago es añadir. Sé cómo construir la máquina, pero no la construyo. Todo a su tiempo. Ahora es tiempo de toda la mañana esperando pillar una llave de mi casa. Menos mal que tenía un trabajo entre manos. Palabras palabras palabras.

La vi bajar a la hora en que el sol alumbra los jardines.
--¿Trajiste las llaves?
--Sí, y el libro --dijo la repartidora del Círculo de Lectores.
Sonrió.
El libro: La llave de los enigmas.
--Firma aquí.

"Un ciudadano se reía del tonto del pueblo.
--A ese le das a escoger entre una moneda de dos euros y otra de cincuenta céntimos, y siempre se queda todo contento con la de cincuenta céntimos.
--El tonto es usted --dijo el detective.

solución en la página 185".

lunes, 3 de diciembre de 2012

de un adulterio a otro

Si fuese hombre con compañera en la vida y no sólo en sus agendas, empezaría a preocuparme. Como ahora no soy dueño de ninguna, alla ellas. Me gusta la que sabe contar, la que no me cuenta milongas. Y a veces prefiero a la más fea. Es la que tiene la lengua con más penetrante sabor. Pero todas vienen y van. Algunas me reservan días y otras me esperan por la noche. Pero duermo solo, y ya me acostumbré. Si me da una fatiga, la paso, y si no me muero, Dios ayuda a quien madruga. Pero a lo que iba. El tema del adulterio lo estaba tratando en una de las novelitas banales con las que me entretengo cuando no tengo nada que decir. Esta quedó en el ordenador al que hace tiempo no es posible encenderlo. Por mi, que espere apagada. No es tiempo de novelas rosas o pornográficas con sus correspondientes engaños. Lo había sido, y ya tenía una lista escogida que me dieran ganas de un paso palante en ese asunto del adulterio o el engaño pueril. Madame Bovary, El túnel, Otelo, Ulisses, un cuento de Nabokov, etc. Me parecía suficiente. Pero el caso es que úlyimamente no me asoma nada a la vista o al oído que no tenga que ver con esas precariedades de otros tiempos. Rojo y negro (la señora de Renal), El corsario de Lanzarote (la bella Bernardina), una que hay por aquí, en la biblioteca de este sitio donde escribo ahora, que va de un tipo que se aburre, y su entretenimiento es vigilar los continuos tapadillos de su mujer. A otros les da por tirar piedras. El caso es que las detalles de la vida son como los de los sueños. Hay que interpretarlos. Que los interprete Rita la cantadora. El interés de hoy se me va yendo para otros lados. Menos escribir y más caminar.

Y mañana martes, si el disparate que nos envuelve no hace de las suyas, estaremos en La Puerta, Radio Unión Tenerife, a las seis de la tarde Ramón y un servidor (Juan se fuga) con Ignacio Gaspar, de quien Editorial Aguere/Idea acaba de publicar el libro de poemas Nación de pájaros.

domingo, 2 de diciembre de 2012

de paseo por Santa Cruz

Arriba en La Maldad dejo una hoja escrita con más reflexiones sobre El corsaario de Lanzarote. Mañana será papel mojado. La novela me dejó la intriga de Mariana, la segunda mujer del ya marqués don AGUSTÍN DE HERRERA. Un joven bueno hasta que se murió su abuela consejera y maestra de su porvenir. Si la encuentro, la contrato para la Academia Chistoski, donde todo es posible menos ganar dinero. La fecha clave en que don Agustín dejó de ser buen hombre y se hizo político, también puede ser el día de la boda con su primera esposa, doña Inés. En medio de esta y de la última, Bernardina, la señora adúltera, a la que le importó poco que se burlaran de su marido, un tímido comerciante genovés, y que este se muriera, con una muerte que me recuerda la película de Torrente donde el investigador Segura le explica al víctima el tamaño de sus cuernos. Los cuernos mal llevados hacen un daño irreparable. Esto le pasó al comerciante genovés. El autor no entra en la pobre alma de este hombre. Algo sí entra en la del morisco que servía de lengua a don Agustín con una fidelidad de hijo. Lengua en el sentido de traductor simultáneo, no de correveidile de un lado a otro llevando cuentos. Yo el cuento que ahora puedo llevar es que escribo en un cíber de General Mola (no sé si ahora avenida Canarias) casi enfrente de la sede del CCN, paradigma de la mentira al ciudadano. No sé si al pueblo. Al pueblo, como es tonto, no hace falta engañarlo. Se lo cree todo. Yo por ejemplo, creo en el alcalde Bermúdez, al que la vaca (periódico El Día) ya parece no querer devorarlo otra vez. A ver cuánto dura la creencia. Mientras la realidad sigue su inexorable camino, la ficción sigue interviniendo en la realidad. Hoy estaba avisado para hacer un papel en la próxima película de ... (daré nombres cuando la película esté ya circulando). Mi papel era el de un hombre fracasado que se ve reflejado en el triste fracaso de su hijo, en su derrota. Siempre tuve dotes de actor. Los mentirosos somos buenos actores. Una vez, en los años setenta, en una obra de teatro que ensayábamos unos cuantos a las órdenes del pintor Fernando Álamo, yo hacía el papel de novio rabioso. Lo hice tan bien que la chica se asustó y la obra nunca se estrenó. Ya no me acuerdo del título. De esta sí. Permanezcan atentos a la pantalla.

A la salida del rodaje, vimos a Anghel. En perfecto estado de revista. Más que del hierro, es un hombre salido del acero.

Un hombre a imitar.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

en la novela El corsario de Lanzarote

Gabriella intenta venderme la moto para llevar sobre ruedas la hecatombe. No sabe cómo sacarme el dinero. Le digo que no lo tengo, pero venga y dale. Como un cura. Como un tonto ciudadano de la gleba de los nigromantes. A buen palo se arrima. El otro día recibí un dinero y perdí un libro. Un libro prestado. Nada, a gastar lo ganado y comprar el libro, y encima para devolverlo. Pasé por Agapea y lo pedí, El corsario de Lanzarote, y no lo tenían --Caixacanarias no distribuye, te da el premio honórifico, el dinero del premio, guarda los libros no sé dónde y ale, amigo, sigue escribiento, tú vales. Fui por Agapea antes de la radio y no lo tenían. Compré otro, Herreros y alquimistas, por si el prestamista de la novela de Francisco Estupiñán Bethencourt se conformaba con el cambio, pero no, hay que pedirlo y esta vez iré a Ifara, yo sé por qué. Y porque es un librería que me trae recuerdo. Iba mucho por allí cuando mis amigos Bencomo vivían en frente. Juveniles tiempos de Hogar Católico, donde fui Bibliotecario por un día. La primera adquisición fue la biografía de Lutero. Me echaron. Me fui y no volví más. El corsario de Lanzarote el prestamista me lo dejó la noche blanca de Laguna, y el martes iba a devolvérselo durante el pre-programa en el bar de la ignominia, donde el tonto del pueblo está ahora con el creciente alcalde Bermúdez. Esa misma noche del viernes comencé a leerlo. Lo leí con gusto. fue mucha más que hacer la tarea para recibir ál autor en La Puerta con la debida cortesía de quien ha leído el libro y no despacha autores como churros en la recova los domingos.
Mi relación con el conocimiento de la historia antigua de Canarias data de hace unos cuantos años. El editor Cándido Hernández vio negocio en esa mina. El editor me nutrió de libros muy buenos, en especial el de Fray J. de Abreu Galindo. Mi cometido era hacer segundas manos, trabajo en el que tengo experiencia que comienza en editorial Júcar: El viento entre los sauces (autor inglés que lamento no recuerdo nombre), Los Fugaos, de Gómez Fouz (donde conocí como se las gastaba Santiago Carrillo) o la novela autobiográfica de Jim Thompson, en la que tuve que recurrir a una amiga catedrática de inglés para que me desvelara pasajes que el traductor (un aprendiz de lengua inglesa) había dejado ofuscado. Como el intento de Cándido de comerciar con la historia antigua de las islas quedó colgado, dejé ese trabajo que me gustaba. Esa antiguo placer que me dieron las páginas de Abreu Galindo o Fray Espinosa, al que un probo y listo ciudadano llamó ese curita, lo he recuperado, amén de la curiosidad, con El corsario de Lanzarote, de Francisco Estupiñán, reciente Premio Benito Pérez Armas. En ella cuenta, en forma de crónica, nacimiento, vida y vejez de Agustín de Herrera y Rojas, sucesivamente señor, conde y marqués de Lanzarote... La estructura de la historia está muy bien montana. Dos cartas enmarcan el condute de los amores y ambiciones de don Agustín. Son de su hermanastro no muy legítimo Francisco Sarmiento. El reproche de la carta que cierra la novela, es un guantazo al honor del que nació señor y murió marqués. Faltó a su palabra. Hecho ignominable en un caballero, más que el adulterio con Bernardina, la esposa del cornudo en esta novela. Tal como la leo, don Agustín dejó de ser hombre medieval para pasar a ser hombre moderno cuando casó con doña Inés, once o doce años (?) mayor que él. El padre de Inés fue el primer señor corrupto de Adeje, si es que luego hubo más corruptos en este menceyato.
No tengo tiempo de relacionar esta lectura con la de Rojo y negro. La hipocresía comienza cuando Agustín deja de ser noble señor y se convierte en vil comerciante. Que se acostara con la mujer de un tímido comerciante genovés era lo de menos. Lo grave era la familia de la adúltera, a quien Agustín Herrera calló la boca con favores monedados y otros. El Amor y la Ambición, como en Rojo y negro, también se cruzan con malos pasos en El corsario de Lanzarote. Aunque en la novela de Estpiñan más que Amor lo que hay es un amimal follador que hubiese hecho las delicias de Anastasia Steelle. Polvos del hombre se narran los que tuvo con la mosrisca o mestiza (como perdí el libro, imposible comprobar el dato) con... Bueno, a ver si lo cuento mañana o pasado o cuando pueda. La hora llega a su fin.

lunes, 26 de noviembre de 2012

No digo el sitio, porque los malos están acechando y ahora (por economía) accedo menos a computadoras de empresas privadas, así que la pública que pagamos con los impuestos no la puedo desperdiciar. Pero no digo el sitio. El sitio, donde mientras espero vez, leo "En la cafetería" (Julio Caballero. A través del espejo): "Las gentes iban y venían en brumas opacas de cólores pálidos y gestos famélicos que iban menguando según caían los minutos". En la pantalla el 80. Mi número. Devuelvo el libro de la colección Tid (editorial Idea), y abordo a la señorita... Enciendo y hago memoria.

Viernes noche.
--Voy a ir al Hierro y cuando vuelva te traigo una caja de quesadillas para que hables bien de la próxima novela de Jesús.
--Te va a publicar otra novela.
--Antes tiene que aparecer Retrato de Marlou Diesel --digo, feliz de estar en los dominios de editor con linaje que tenemos en este país.
Salíamos Cuervo y un servidor por la puerta de la MAC, después de conversar con un concejal en la oposición en su Ayuntamiento, sabedor de lo corruptos que son los del otro partido. Salíamos de la presentación de El sueño de Goslar. Gambín a la izquierda del autor. Javier Hernández, con un estilo moderadamente enfático, quiso demostrar que la vida es sueño y los sueños, sueños son, y que la trama de su novela es lo importante, no la urdimbre, como si ésta la hubiese comprado a plazo y aún tuviese pendiente una letra. Novela interesante, en todo caso, aunque le falta la contundencia de trama que hay en Puerto Santo. En el estilo no me meto. El estilo es el hombre.
En fin, parte del resto de la noche la cuenta Eduardo en su Escobillón blog. Recuerdo el momento del cigarrillo, cuando Cuervo quedó en el mostrador meditando quién pagaba las cervezas y salímos afuera Eduardo y yo. Lo más interesante que se habló esa noche. Hablamos de JRamallo como autor crucial, y de Antonio Charlín, autor que está ahí y no hay que perderlo de vista. En esta parte la autoridad del Cuervo no intervino porque aún no había resuelto su enigma.
Después llegó mi bella amiga y ya me olvidé de los amigos. Nos fuimos a la plaza de la Candelaria. Chacha, como me gustaría comerte con pan y mantequilla. Un grupo de Las Palmas. Cuarenta principales. Luego mi amigo Cuervo me subió a La Maldad. Allí seguí con Rojo y negro:

Con Julián Sorel, hombre con memoria y sapiencia de los clásicos latinos, bonapartista agachado, que poco a poco va adquiriendo saberes de las cosas del mundo humano. Le faltó leer a Pascal, que Amor y Ambición son sentimientos tan nobles como incompatibles. En el cuento de la novela Rojo y negro dejo de lado el tema de la ambición, con un ambicioso que desde la mugre del pueblo (odia a su padre) sube a las ramas luminosas de la sociedad. Primero la burguesía de provincia, y más tarde, la aristocracia de París. En uno y en otro lado es un sirviente que supo ensoñerearse de damas distinguidas. Primero de madame de Renal, señora puerta verde (ver Cucarachas con Chanel) , ingenuamente bella, que se olvida de su religión y de su marido --el alcalde del pueblo, que merece los cuernos--. Que este marido descubra el tinglado, favorece la ambición de Sorel. Le facilita abandonar la provincia y viajar a la capital, donde se hace imprescindible al marqués De la Mole. El marqués tiene hija casadera, niña pija de despierta inteligencia a quien Julián no le hace ningún caso hasta que Ella, desdeñosa con sus pretendientes aristócratas, le pide a Julián que pille una escalera y aborde por la noche su ventana y entre en su habitación. Ocho días de hacer el amor (sin deshonra de la hembra, esto llegará más tarde) la dama y el vagabundo. Al cabo, la aristócrata, que ya ha conquistado al desdeñoso pueblerino y lo ha puesto a sus pies, no convencida de haberse enamorado de un plebeyo, comienza a tratarlo como si el hombre roncase y ya no lo invita más a su cuarto de ventana que da al jardín  los sabados por la noche.
El desdén --donde aún quedan rescoldos del amor-- se torna desprecio cuando Julián comete la torpeza de decirle que Ella ya no lo quiere pero que Él la ama con locura. Entonce la orgullosa Matilde le dice claramente que sus amigos aristócratas son hombres perfumados y que Él huele a pueblo y que haga el favor de mantener las distancias. El hombre, más humillado que bello, se aparta no sólo un poco sino bastantes km. Hasta Estrasburgo, donde se hace amigo del príncipe K, que evita que al pobre Sorel , aspirante a obispo, se le rompa el corazón, y le da el estilo con el que debe urdir la trama...

El sábado noche me recoge Sita en La Maldad. Junto con mi amiga del Sur, mi pequeña amiga Ariadna y Pachi subimos a la Noche Blanca. Poco que contar. Pompas de jabón, dos canciones mexicanas, un dinosaurio... y multitudes circunstanciales. Bueno, conocí lo que es eso de la Noche Blanca. Blanca y radiante.
--Donde dejaste a...
Se incorpora un tercer hombre.
Paso de contar chistes. Lo importante es que me dio el libro que protagoniza mañana La Puerta (Radio Unón Tenerife). El Corsario de Lanzarote. Aquí es el marqués el protagonista, don Agustín. Caballero con valores medievales... Hitoria del siglo XVI. Historia con Amor y Ambición. En el amor, la primera vez de don Agustín con la cuidadora de las cabras y la primera vez con sus esposa doña Inés... y en la Ambición, el viaje del joven don Agustín en barco a Mar Pequeña y los concejos de su abuela. Aún no he llegado a ese momento que le da pìe a Ramón Herar para llamar malo al personaje. Hasta ahora, hasta ahora don Aguntín es un hombre valeroso, buen amante, hombre de palabra, al que añade las artes de saber acrecentar su linaje y su hacienda. Lejos está aún la hipocresía de la Francia pos napoleónica.

Y se me acaba la hora de ordenador. Sin tiempo para repasar ortografía y erratas... sin tiempo para contar lo que me dijo Freud sobre el sueño...

jueves, 22 de noviembre de 2012

reslidad y sueño


"Intentaba saber el sentido que tienen los hechos, pero lo único que encontraba es que los hechos no tienen sentido". Esto decía más o menos el héroe de una vieja película. Lamento no recordar ni el título.

--... te bajaste ls pantalones.
--Eso es una cosa bastante fea. ¿Cuándo me bajé los pantalones?
--El día de Caramilla...
--Caramilla no se portó bien conmigo. Le hice un trabajo de gratis y a la hora de celebrar el resultado, invitó a otros con más alcurnia y a mí ni por ahí te pudras. Y aquel día se lo había advertido pero ella quiso meterse donde no la habían llamado.
--Y el día de Sinforoso, ¿qué?
--El día de Sinforoso yo no estaba. Eras tú el que estaba...
--Y la noche de...
--Aquella noche Jesús se portó como un caballero --"no como lo que es", hubiese añadido mi admirado Cantinflas-- mientras el otro se portaba como un energúmeno --tercia mi amiga..., bella a la que parece no importarle mi aspecto de bestia sin afeitar y etc.

La dialéctica deriva de lo personal a lo histórico: si Canaria fue o no fue una colonia. Él dice que galgos y yo que podencos, pero yo no soy experto en historia insular, sólo pregunto basándome en nimios datos que uno va oyendo por esos mundos o ha leido en algún que otro libro. Era el día de la presentación de la novela de Francisco Estupiñán. Un día con presagios favorables. Primero, bajando por el gran puente, me vio Rubén Díaz y caminamos juntos hasta donde está la sede del partido de Ignacio González, partido donde al parecer la palabra no vale ni un pimiento. Luego, mientras tomaba una cerveza en el bar de la oriental sonriente, apareció Eduardo, que era quien presentaba la novela de Estupiñán, a quien invité a un vaso de Sifón y no dejó ni las burbujas. Y anteriormente a todo esto, hablé por el telefonillo con Jose --tiempo desaparecido-- y con Clara, que me anunció que nos veríamos el viernes y que me tenía reservado un regalo. Me dejó con la curiosidad.
Pospresentación, encuentro y plática con Agustín Pacheco. Y luego bajamos al Malavida, con los pantalones puestos, donde tuvo lugar la conversación arriba anotada. Rubén, al que volví a ver en ese sitio de la calle El Clavel, nos invitó a una ronda para que hoy asistiésemos al recital del poeta Carmona, con quienes ambos los dos, mi amigo interlocutor y un servidor, pasamos hace tiempo un buen rato en San Andrés, también con los amigos Chani y Orlando paz descanse.
Pero de lo que quería escribir en esta hora de ordenador en... es un sueño que tuve una de las noches de la semana pasada y cuyo significado creo haber descubierto la tarde que estuve en el Estrella de Sagitario:

No encontraba en el listado las casillas correspondiente a los kioscos ¿? de la calle El Castillo (hacía uno de los trabajo que hice en el periódico, el que narro en El libro del cuervo). Decidí abandonar la labor por imposible y bajar al periódico.
Portaba una maleta que me incomodaba cargar y que no pude dejar en un sitio que yo creía abierto, pero estaba cerrado. Tuve que arrastrar la maleta hasta los almacenes del periódico. Cuando llegué allí, ya no era una maleta lo que tenía en la mano sino un libro. La vieja Zarito (ver Libro del cuervo) estaba allí dentro esperándome, y próximo a una de las paredes del almacén, una hilera de montones de ropa, guardando entre ellos una misma distancia, con forma de zigurat cada uno, como si la zona hubiese sufrido un temblor de tierra. Zarito me dijo que dejase el libro sobre su montón de ropa, enfrente de mi a mi izquierda,  y que recogiese de allí algo valioso que yo no acertaba a ver ni a saber qué era realmente.

Continuaré mañana (supongo), con el analisis, doctor Freud.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

etiqueta: de otro y mío.

No sé si tu intención es acabar volcando ilegalmente mi obra completa en internet, para que lo poco que saco de la literatura acabe yendo por el desagüe de tus actividades delictivas, pero como sigas pirateando a diestro y siniestro mis textos, violando todos los derechos y leyes de propiedad intelectual habidas y por haber, te voy a meter un puro que te voy a dejar temblando.

Avisado estás.

Roger Wolfe

*
Al margen de que el puro quede en cigarrillo mojado, este toque de atención al autor de un blog no está demás difundirlo. Ayer Luis Alberto de Cuenca (autor amigo de Roger), del que yo tenía tres libros dedicados y algún gracioso me dejó solo uno, porque no estaba a la vista, contesta, en una entrevista en La Opinión, que no le importa que sus poemas sean difundidos por otros. Me parece bien. Pero me parece mejor lo de Roger. Y me acuerdo de más de un novelista, cercano, que no tuvieron reparos en piratear este blog y poner textos míos, sin citar procedencia (lo que es más grave), en sus novelas. En su momento me encogí de hombros. Pero me reservo el derecho de denunciarlos --no a la Justicia, Dios me libre de tener juicios y ganarlos-- sino a quien quiera oirlo, sin más. No tengo tiempo ni dinero para embarcarme en aventuras con abogados y procuradores.
Yo no soy fontanero ni electricista, esa frustración tengo, ni policía, como quería mi padre, pero este oficio tiene su valor social, si lo que se ha hecho merece la pena. Como es mi caso. Así que advertidos quedan los piratillas.

Otra coincidencia es que decidí por fin lijar y dejar lista una novela cuyo borrador data de los años noventa, sembrada con aventuras y desventuras que pasé en Gijón con Roger Wolfe. En los diálogos, el personaje que representa al poeta español y ciudadano ingles dice lo que dijo en la realidad. Nada de lo que ha publicado sale en esa novela inédita. Menos mal. En la radio sí he recitado poemas de Roger, y lo seguiré haciendo si es menester y me dejan. Pero siempre indicando quién es el autor. Leyes aparte.
La novela que dije se abre con una cita del actor y escritor que protagonizó películas como Nosferatu (una delicia, la vi el lunes pasado en el pub El Hombre Bala) o Aguirre o la colera de Dios. Una cita de la novela-memorias de ese gran actor Lo que necesito es amor (soberbias las 40 primeras páginas). Más o menos decía: "Lo que necesito es odio. No desprecio. El desprecio es infame. Lo que necesito es odio".  Sí, odio feroz es lo que a veces uno necesita para evitar que cualquier listillo te toque alegremente las orejas. Lo demás es literatura. Pero la literatura que vale lo que Borges llamó fatiga de la imprenta, la literatura (gracias JRamallo) Realismo Punto Cero.

martes, 20 de noviembre de 2012

pasado, presente y... ¿?

Mira que mirar más negro,
mira que mirar más triste.
Ese pájaro en la jaula
y no le ponen alpiste.

El otro día en Los Cristianos, Ernesto Suárez presentó el libro Tierra de pájaros, de Ignacio Gaspar. Como al parecer ya el crítico poético no se acuerda de uno, nos ahorramos la banal y tediosa conversación que sucede entre dos colegas que se cruzan y que no tienen nada qué decirse. Mi contacto con él fue breve in illo tempore. Hace muchos años, me invitó a un congreso de poesía que se celebraba en el Ateneo de La Laguna, adonde también, como yo, viajaron desde Asturias a la ciudad histórica mis entonces amigos José Luis García Martín y Roger Wolfe. Amigo de superficie el primero y más intricado Roger. Posteriormente, a Martín le pedí un relato, en forma de diario, sobre su estancia en Tenerife para la revista Lunula. Antes no les daba importancia a esas cosas. Ahora que sí empiezo a darles importancia --influencia de las vanidades sociales-- informo de que, con que esa colaboración, Martín inició lo que a la postre se ha convertido en la producción más llamativa de su obra, aun teniendo en cuenta sus temidas críticas (que hoy vierte a veces en su diario), sin pelos en la lengua. Me refiero a su diario público, que ha salido a la luz en varios libros y que ahora continúa en su blog La Arcadia. Recuerdo que aquella entrega, su viaje a Tenerife, ridiculizaba a los presuntos poetas de aquí que en aquel momento lo agasajaron y lo adularon y lo llevaron de excursión a Taganana y al Teide, como es natural. Pero Martín no tiene nada que ver con el godo mártir, taimado y petulante que habla paja y la mitad no la entiende ni él mismo. Martín es un autor de estilo diáfano y que va al grano, y además de admirable estilo, o quizá por eso, es un hombre con una inteligencia reveladora y divorciada de cualquier componenda política patológica. Lo dicho, lo contrario del godo confuso y taimado a quienes en este país, aquejado de complejo de inferioridad, muchos intentan imitar, con los mismos o peores deplorables resultados. No los entienden ni en su casa, pero ellos contraatacan recurriendo a supuestas fuentes que están por encima de la mayoría. Sí, las fuentes todas están por encima de la mayoría. Por mi parte, gozo ahora de uno que, entre otras, me ha inspirado estas coplas serviles:

En guerra con mis entrañas
no me interesan las guerras
de una muy fea alimaña
que anda por estas tierras.

Por ese oficio le pagan,
por ese oficio de lerdos;
que su dinero lo gaste
con su cohorte de cerdos.

De tanto querer ser más,
da asco lo que es de menos.
Más vale sufrir aprietos
que deber favor a ese ajeno.

Con quien me juega legal
es que con quien sufro y divierto,
mas a la infame batata
no trago ni aunque esté hambriento.

Antes sufrir de sed
que beber con ese muerto.


Bueno, que el preludio me gastó la hora de ordenador. Quería escribir sobre un actual caso de política literaria protagonizado por Roger Wolfe. Saludable dar de ello noticia y discutirlo. También pretendía contar un sueño cuyos significado latente descubrí ayer mientras le echaba una mano a Marcelino en el Sagitarius. Mañana, si Dios quiere, será otro día.
Hoy nuevo programa de La Puerta (supongo) en Radio Unión Tenerife. Un programa que empezó con la imagenería de un barco a la deriva, acción teatral que generó aceptable derrota. Hoy en peligro de estrellarse en los desfiladeros de la infamia, y necesitado de un nuevo Capitán al mando. Yo, por maniobras enemigas, pensaba pedir la liquidación (dos patadas) y mandarme a mudar. Sin embargo, después de leer la última entrada del blog ¿ES suyo este jardín? mejor sigo allí de cuerpo con su voz hasta que el director de la película decida el fundido en negro y The End.

domingo, 18 de noviembre de 2012

esperanza en el alcalde y dama azul ondulante

Loores a garbancito,
el alcalde de Santa Cruz,
que el cuento sea verdad
y hallemos no sólo pus
en esta oscura ciudad.

Y que Martín y Tavío
en un público romance
hagan la escena del lance
y del barranco un gran río,
que sus corridas alcancen
a siembra de buenos hijos.

Viajé pal Sur con el Cuervo
tierra de rojas rosas,
también de la rosa azul,
maravilla son las cosas.

En esa tierra de pájaros
posó Gaspar su alambique,
luego una dama de azul
fue reina del alambique.

Nos adentramos en cuevas
de ondulantes lunas,
oímos canción de cuna
y vimos en las arenas
el baile de las sirenas.

Abrazos a Quico y Laureano,
Berto desaparecido,
recordé los tiempos idos,
los perdidos, los ganados.

Allí entre Proust y Balzac
con mi escritora escondida
y con Fernando en la florida
senda del buen estar.

A Cruci no pude ver,
no sé yo por qué avatar.
a veces no está el azar
como debiera de estar.



sábado, 17 de noviembre de 2012

coplas con hueso....

Ayer me tragué un hueso
y me sentí sin decoro
por hablarle tonterías
a mujer que es un tesoro.

En un guachinche de conejos
que está por La Matanza,
se me quedó en la garganta
y me vi del blanco al negro.


***

Gracias a Carmen y a Pepa
ya tengo nevera nueva
donde guardaré la fruta
que le gusta a Genoveva.

Me riñe porque no corrijo
las arrugas de los años
y todavía no me rijo
por las leyes del rebaño.

***

La mujer canaria
que sabe amar
tiene cuatro maridos
o está fatal.

Esto era en los tiempos
donde no había cristianos,
lo que uno hacía en verano
otro lo hacía en invierno.

Así era costumbre isleña
hasta que el godo puso remedio
y lo que antes era luz pública
ahora está en oscuro secreto

ahora son otras patrañas
y otros son los duelos.

Yo soy el cuarto marido
de la novia de Emeterio
que se llamó Poesía
y hoy está en el cementerio.

Murió de melancolía.
Habrá que poner remedio.


***
y sin más coplas mimosas
anuciar próximo encuentro*.
Viajé pal sur con el Cuervo,
tierra de las rojas rosas.


* entrada.

jueves, 15 de noviembre de 2012

apuntes con color añil

--Tú sigue portándote bien, mamón, que mañana irás al cielo.
Lo malo de mañana es que nunca llega, lo que sabía aquel de la venta: hoy no se fía...
Los chistes del pasado ponían más interesante el infierno. El cielo eran cuatro beatas y dos curas eunucos, y San Pedro aburrido esperando clientes. En El Decamerón, un religioso sabía dónde estaba el cielo y enseñó a la feligresa dónde estaba Cristo, al que había que guarecer en el cielo para recibir la gracia de Dios. No me acuerdo del final del cuento, no sé si lograron si la gracia de la civilización divina o la de la salvajada humana.
*
Hay novelas que tienen aceptable estilo pero no resisten el paso del tiempo. Uno las olvida, las acaba olvidando. A veces, empero, recuerdas una escena, una situación. La lectura de La pasión de Laura (de José Rivero Vivas) iluminó en mi memoria la novela de Corín Tellado Llama a tu marido. Una historia amorosa con fondo social. El protagonista se separa de su rica mujer porque ella no pone remedio a la penosa situación de los obreros que trabajan en unas minas propiedad de la dama. El protagonista, donde el valor moral alimenta una vida próspera (constante en esta autora), es acusado de comunista (a lo que él asiente, si comunismo es querer que los obreros vivan decentemente), fenómeno que me llama la atención en una novela publicada en pleno franquismo, cuando la palabra "comunismo" estaba impregnada de pólvora y no de chicle rancio. Puede que los censores no se molestaran en leer literatura para mujeres.
*
Habla Ramón en su Bosque del día de compra en el rastro. Otro que compró allí un libro --este si regateó, uno de tres euros quedó en uno-- fue Marcelino. Abrió el libro --primorosamente conservado-- y leyó:

 El hombre corriente es o un ganador o un perdedor y, dependiendo de ello, se convierte en perseguidor o en víctima. Estas dos condiciones desaparecen mientras uno no ve. Ver disipa la ilusión de la victoria, la derrota o el sufrimiento. 

Paso ahora de la compra de la goma de la olla y de Juan Pedro en el almanaque, porque la reciente entrada del bosque quemado me despertó mi drama de victorias y derrotas con las gafas. Sí, las perdí. Tenía dos y perdí las dos, una detrás de otra. Una en un festejo, la azul, y otra (negra) corrigiendo por la calle el borrador de un amigo. La negra no tiene historia. La compré porque me habían secuestrado la azul. Una chica peruana que conocí en una fiesta en San Andrés. La llevé al Puertito de Güimar. Se había quedado con la casa del novio sirviéndose de una vulgar estratagema. Primero lo denunció por Violencia de Género. Le concedieron orden de alejamiento. Entonces llamó al novio, que lo había perdonado, que fuera a visitarla esa misma noche. Seguro que era un pendejo enamorado. El hombre acudió como un corderito. Ajeno a que ella había llamado también a la policía, denunciado que el hombre estaba acercándose a la casa. Lo metieron en la cárcel.
--El cabrón se llevó las llaves de su coche... ¿Tú no sabes cómo abrir el coche?
No, ni sabía. Ni quería saber. Pude haber aprendido cuando un amigo de juventud quiso enseñarme. Gracias a Dios, no había aprendido cómo hacerlo. Por la mañana busqué las gafas.
--¿Qué gafas? Tú no tenías ningunas gafas.
Si ella decía que no tenía, es que no tenía. ¿Tú te hubieras puesto a discutir?
Pasaron meses y me compré las otras. Otra noche la volví a ver, en el mismo pueblo. Esta vez soberanamente sobrios ambos. Me dijo que las gafas azules las tenía en su mesa noche, y que todos los días las limpiaba. Si quería, podía llevarla otra vez al Puertito y me devolvía las gafas. Yo, que soy un mentiroso casi profesional, captó cuándo me estan diciendo verdad o me están metiendo un boliche.
Recuperé las gafas, pero no aguardé a la mañana siguiente para alejarme de aquella mujer que quería que le comprara una mesa de masaje para sacerle rendimiento. Aún no había leído, ni conocía a su autor, Cucarachas con Chanel.

Esto me recuerda que aún no he podido ver el último corto de la factoría Zoo Punto Cero. Dejo para otra mañana la disputa entre naturaleza y civilización --en Rojo y negro y en Justine--, y aprovecho que Clara me invitó a comer, que ya tengo nueva nevera y...

lunes, 12 de noviembre de 2012

Una noche, en la curva de Vistabella, amigo Escritor Escondido, una noche que no me hizo falta jurar mi divorcio con la leche cabra (qué daño me hizo), me torcí un pie. En lugar de estar pidiendo ayuda por el móvil, tenía que haber estado más atento a la lectura, y más cuando pasas por una página especialmente oscura como esa zona. Pero meter la pata es un oficio que aprendí desde corta edad. No voy a quejarme por eso. Ahora con los amigos más cotidianos ocupados (uno en viajes continuos entre Las Mantecas y Las Galletas, otro cargando --como Sísifo la piedra-- con la Estrella de Sagitario, y otro encerrado en las minas de la creación narrativa e ideológica) y las novias desaparecidas ((la de Sur con la puerta cerrada, la de Este buscando otras brisas, la del Norte en otros montes y la del Oeste no queriendo ni verme, y mi prima Vera que no coge el móvil)), cuando me canso de estar en casa, ahora mirando por la cerradura lo que hacen Monique (en Rojo y negro), Teresa (en Justine) y la azafata de la Piel Suave (similitudes en esta con la Anastasia de 50 sombras, novela que no le llega a la cintura a Corin Tellado según mi hermana)), salgo a leer, a pesar del pie jodido, esta ciudad. Los pies fueron defendidos por Antonio Bermejo como los órganos principales del conocimiento. El interés por la ciudad, sus centros, sus escapatorias, sus límites, reales o administrativos, ocupan mi curiosidad de hombre que no tiene otra cosa mejor que hacer.
Hasta hace poco, la ruta hacía rodar la memoria y las ideas, y parte de esas aguas desembocaban en un ordenador de Tenerife Espacio de las Artes, los dioses lo confundan. Ahora ya no. Y algo que he ganado. El pensamiento y la memoria las apago como la luz cuando cierro la puerta de casa. Es la mejor forma de oir la ciudad, que no es sólo espacio y tiempo, privados y públicos, sino sonidos. Desde la sirena de una ambulancia a las conversaciones de la gente. Y letras escritas que forman un mensaje que otros con más espíritu indagador sabrán descifrar.
Ayer domingo estuve en el rastro, acompañando al Cuervo en una compra dominical. Libros de autores canarios a un euro. Bueno, si regateas puedes comprarlos por la mitad de precio. El valor es menos manejable. Allí encontré uno de José Rivero Vivas editado por Benchomo. El deseo de Laura. Interrumpí otras lecturas y me enfrasqué en esta obra del viejo escritor de San Andrés. Carece del barroquismo de otras más ambiciosas. Es esa falta de ambición, de limitarse a contar lo que ve y lo que piensa una niña de diez años, lo que me hace encantadora la novela. Realismo social. "De rabiosa actualidad", dice la propaganda de contraportada. Curiosamente, es ahora, treinta o cuarenta años después de salir a la luz, que esta pequeña novela trasmite una rabiosa actualidad. Esto me recuerda que debo vencer los límites del Este y acudir a San Andrés, a echar una parrafada con don José.

sábado, 10 de noviembre de 2012

desvaríos en el estanco

El cíber que hay en La Maldad es un coñazo. Está en un estanco. La silla es de pata corta, la mesa de pata larga y el teclado está a la altura de los hombros. Lo que suena en la radio es infame, y lo único que saca del marasmo es la voz de la estanquera vendiendo golosinas a los guajes. Me recuerdo de una cosa que escribí hace tiempo, y que publicó Alberto Linares, en La dama es una trampa:

El enamorado de la estanquera
escoge cinco minutos de paz
en su día de locura
y se acerca quedo a mirar
el rostro apetecido.

La intuida, ajena (a la visita
es devorada por sueños cansinos; ...
y el visitante compra
y huye de un fantasma ingerminado.

El final no lo recuerdo bien. Creo que decía que la chica no le hacía el mínimo caso. Pero no era de esto por lo que salí de casa a escribir. Sino de las relaciones entre Rojo y Negro, Justine (de Sade) y La piel suave (Trufeaut-?), cada una de esas novelas en sitios distintos de la casa. Es curioso como tres novelas, abiertas al azar y que te invitan a leerlas, hablan entre ellas como si los tres autores estuviesen juntos, narrando historias que se cruzan. Pero como este recinto no ofrece ningún recogimiento, mejor hablar de política local.

Santa Cruz se está poniendo interesante. El alcalde Bermúdez se da a valer. Puede que su alianza con el ahora vicealcalde Martín, contra viento y marea, dé frutos políticos en esta cruz de ciudad. Literarios ya los ha dado. De nombre Puerto Santo en la novela de Juan Royo y Santa Pus en Cucarachas con Chanel.   Curiosamente, en estas dos novelas (las mejores, que yo sepa, que se han recién publicado, donde Santa Cruz es algo más que un ardid oportunista del narrador) los nombres de la ciudad quedan distorsionados, uno por referencia histórica y en otro por definición más exacta de lo que hay por estas calles. La ciudad, en esta clase de novela, es el personaje principal. Los entes humanos valen lo que los piojos en una cabeza. La cabeza es lo importante. Y los únicos piojos que se salvan son los que han establecido una relación de simbiosis entre ellos y la ciudad que sufren. Dr R en Cucarachas con Chanel (realismo punto cero) y el pescador del cherne y matador del godo en Puerto Santo.

En fin, con los libros tengo una relación de amor-odio. Me han condenado a esta profesión de bellacos, oficio de campanero, en lugar de otros menesteres más nobles y más cristianos. Pero les debo tiempo de mi vida en que la lectura fue inmensa. Una pasión que no se ha extinguido pero ya uno va pa viejo.

como me estoy haciendo viejo
ya cojo por los atajos.
Cuando me sale un conejo
lo mando para el carajo.

Creo que el mejor libro no está escrito. Lo va escribiendo la vida. Lo vamos leyendo en la vida. Los días son sus páginas, las semanas sus capítulos, el infinito libro de la vida, donde todo es igual y nada es igual.

*
Feliz idea que se abriese por fin el edificio de los masones, convertido en una biblioteca, organizada por Eduardo García Rojas y Victor Roncero, uno en el ala derecha y el otro en la izquierda. Jansenista y jacobino. Y el patio, propiedad del pueblo.

Recuerdo ahora le gente amiga del barrio Salamanca en la lívida juventud. Me separé dellos porque me llamaron más en aquellos tiempos las izquierdas del barrio Duggi. La pasión discursiva de Concho, la sabiduría de Juammy, la música de Grupo Salvaje, y nueve muchachas que conocí en la playa de Masca. Primer párrafo de la estrategia del perdedor. Mi elegida me eligió pero yo no supe verlo. Y me fui con otra que me tenía atado.  Con semejante atadura veo ahora a los personajes señora Tavío y señor Martín en el cuento El día que me enamoré de Cristina T. El nombre de Martín y nacimiento del personaje, lo inspiró mi ahora desaparecido amigo Martín el Perla, pasó por Martín el crítico poeta novelista asturiano y ahora casualmente ha desembocado en este Martín de la política urbana. Nuestra ciudad merece una reflexión. Los significados límites de zonas como la avenida de la cárcel, El Castillo Negro, El Mirador de los Campitos o el Muelle Norte. Lugares de corrientes de energía que se cruzan (como en el relato de Oscar Domínguez): la salvaje del Gran Canal y la civilizada Rambla. Y esculturas dignas de cabalistas místicos, si los hubiese. Pero creo que no.

jueves, 8 de noviembre de 2012

probando

A veces pienso y la cosa da resultados. El otro día en el bar de Nelli, un andaluz enterado propuso un enigma:
--Cuatro por cinco veinte más uno 22... Te doy un mes para que lo resuelvas. Matemática pura, sin trampas...
El otro, el que estaba con él, empezó a romperse la cabeza. Yo también. La única que sabía la solución era Nelli, pero es mujer de Dominicana y allí las mujeres lo saben todo, los hombres se dedican a demostrar que son tígueres. Ni yo ni el otro dábamos con la respuesta.
Mi tocayo Jesús, viejito elegante y bebedor de vino, me decía que el andaluz era uno de esos que se creen más que nadie y no saben ni rascarse los huevos.
--Y dime tú --le dijo al peninsular--, ¿qué animal pare congritos? --En el habla se interpreta el sonido "con" como preposición: "con gritos". El anadaluz se quedó pensando y no quiso estrar en materia, su discurso se centró en "cuatro por cinco...".
Lo bueno que tiene la paranoia es que uno investiga hasta el fondo hasta ver la luz. Me despedí de Nelli y de Jesús y me fui a oler la flores blancas de un arbusto en la calleja del Tanque. Cuando entre en casa escribi en un almanaque con letras en braille: "4 x 5...". No me hizo falta escribir más para saber la respuesta. Como todavía soy como un guaje, salí otra vez, bajé pabajo y le dije al andaluz que la trampa estaba en el lenguaje, no en las matemáticas.
--No es lo mismo... el orden de los factores altera el producto...
No me entendió. El otro, que había gastado ya una caja de servilletas con el enigma, si comprendió.

Pos ahora tuve que resolver otro. Pero este no lo puedo escribir aquí porque corro el riesgo de caer otra vez víctima de la ley del silencio. Me interesan ahora más las leyes de la naturaleza. Rouseau, el fílosofo hipócrita, está en el telón de fondo de Rojo y negro. En algo que escribí más abajo fui injusto con la crítica.
Dije que Rojo y negro estaba caduca. Porque en aquellos tiempos vale que en el casino se reúnanlos maridos puros para reirse del cornudo. Hoy es distinto --aunque Juan Royo no está de acuerdo--, son los cornudos los que se rien del pobretón que no tiene con que pagar un puto amante a su pobre esposa. Juan se asombró cuando comenté esto en la radio. Se creyó que me estaba refiriendo al casino de Santa Cruz. Dios me libre. Lo que conozco del casino de Santa Cruz es bello y las veces que estuve allí´no vi a nadie reirse de nadie, sino al contrario, comer bien y hablar bien.
Fui injusto con la novela de Stendhal. Rectifico y me perdono. Es actualísima. En cuanto Julián, el pobre del pueblo que se mete en el mundo de los ciudadanos, sale de las pasiones de la señora Renald (personaje a incluir en el tema del adulterio, principal en Madame Bobary) y en París se desempolva de la hipocresía provinciana y adopta la parisina, la novela es actualísima.

Hoy seguro que Julián iría a la conferencia del doctor Segura en Librería del Cabildo,de Tenerife. Yo no voy. Una pena. Me pierdo un tema que me interesa, que marcó la política de la radio durante una época (política del rey Sabio) y me pierdo la discursiva de Víctor Roncero, hombre ilustrado como el Julián de la novela del hombre que se desmayó en Florencia.

Y ahora, a ver si esto funciona y no he escrito en el aire todo esto.

lunes, 5 de noviembre de 2012

ley del silencio o si mi verso valiera tu pistola...

No creo que nos haga célebres a la morralla que acudimos al TEA el veto técnico, formal o político (ni siquiera informan, y si preguntas, no saben, no contestan. Bueno, menos vicio, pues esto del ordenador también puede matar o provocar debilidades mentales, como las de esos bufones que se creen reyezuelos del liberalismo aristócratico y, en verdad, son más pollabobas que tú y yo juntos, que ya es decir. En fin, personajes nos da la santa realidad. Aleluya.

No es la realidad la que genera las palabras. Son las palabras las que crean la realidad. Pienso, oyendo una conversación en el bar de Ibrahim.

--La mujer del Mañas nada que ver con él. Anda por el barrio hablando lo que no tiene que hablar... Sí, hombre, una rubia con un buen culo...
--La mujer del amigo no tiene culo...
--Bueno, la rubia... porque pelo sí tiene, ¿no?

Lo que no se puede o no se debe decir. Lo que hay que callar cuando con el dedo nos amenazan...
El tramo, supongo que hay un tramo --Mr Cuervo está más puesto sobre el filósofo W, a ver si echa una mano--, lo que no se puede decir no se puede decir y todo se puede decir. Y apelo a Cuervo no sólo porque ha investigado más y mejor el pensamiento y vida de W, sino porque la mente mía está hoy aviejada, huele a rancio.
En todo caso, imposible escapar del caso Abubukaka o del cierre de una TV antigubernamental. El primero ha conseguido una publicidad para el grupo de teatro que da hasta envidia.
Pregunto --no sé pa qué pregunto-- si Abubukaka incumplió el contrato no escrito: No muerdas la mano que te da de comer.
El patrón, el de la mano, actuó con pocas luces. Cayó en la trampa. Seguramente no ha leído a Maquiavelo. Yo tampoco.
No sé si el grupo teatral ha mejorado desde la única vez que los vi, una noche que Dulcemirar y Bellasonrisa, etc., no me llevaron a bailar a la Puerta Verde (hicieron bien, no sé bailar). No me quedaron ganas, no de ir a la Puerta Verde sino de volver a ver a esos payasos vestidos de limpio. Se pasaban de bufonescos, chirriaban; humor para marujas, en el mejor de los casos.
(Hoy Andrés Chaves habla de este caso, y tiene la picardia de aclarar que no ha visto a ese grupo sobre un escenario. Eduardo, en El Escobillón, califica lo censurado, que Abubukaka ha colgado en internet, como "mediocre memez", "payasada pueril". Me fío de Eduardo, no creo que hayan mejorado. Si el patrón, el de la mano, en vez de enmierdarse con una censura pueril, hubiese vetado el pase por la tele por falta de calidad en lugar de meterse con la cacareada libertad de expresión, hubiese ganado puntos en vez de perderlos. Esa --le preguntaré al Cuervo, si lo veo de humor-- es la diferencia --no me hagan caso, soy la voz de la morralla ignorante-- entre el primero y el segundo W.

Mañana, en La Puerta, Radio Unión Tenerife, más de los mismo.  

*
Otro episodio de lo que no se debe decir, ocurrió en el Club Náutico la otra noche. Pero si hablo de esa noche, mucho más importante es la exposición de Marianella en este Club. Un día por Madrid, viendo exposiciones con mi mujer, me quedé tan harto de ver cuadros, que Carmina tuvo que convencerme para entrar en la que nos quedaba. Era de pinturas y dibujos de Haring. Ocupaban todo el espacio. Maravillosa. Desperté de letargo pictórico. Nunca había sentido lo que en aquella exposición hasta el otro día, con las mantas de Marianella. Gracias, amiga.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Se canta...

Quien tiene la información tiene el poder, se decía no sé si cuando el ministro Guerra invitaba o no a salir en la foto. Me refiero a qué diablos está pasando con los ordenadores del TEA (Tenerife Espacio de las Artes). Fallo del sistema ó orden de ver pero no tocar. Imposible hacer un comentario en otro blog o escribir en este. Servicio negativo. Hasta ahora me lo tomaba como un servicio generoso, no como un servicio a un ciudadano que paga impuestos y una Seguridad Social que procuro no usar ni para que la doctora de cabecera me recete cialis. Uso como genérico las semillas de la planta mágica del Gran Canal. No molesto a la doctora del ambulatorio de San Andrés, pero no me quejo del pago a la Seguridad Social, ni a Hacienda. Me quejo de la falta de explicaciones de quien se supone que está a las mercedes del ciudadano. En fin, que le den por saco al ciudadano. Lo mío es el pueblo. Y más hoy, amigo Agustín, Agustín García Calvo...

se canta lo que se pierde
con un papagayo verde
que lo diga en tu balcón


En el Balcón de Clara, mi amiga sin sombras aunque me diga las verdades. Por eso la quiero en tercer lugar. El primero y el segundo lugar no lo cuento.

MaMurió Agustín García Calvo. Escribió contra la muerte, el Estado y el rey. Manifiesto contra el despilfarro,
escribió él y sus amigos en París. Nunca como ahora en vigencia ese escrito de la comuna antinacionalista zamorana.

No descanses, amigo. No nos dejes solos.

domingo, 28 de octubre de 2012

en casa de Clara

"buen servicio" el de los ordenadores del Tea. Si antes lo digo, antes la cago. Ahora vas por allí y puedes mirar, abrir esto y lo otro entre lo permitido por la sociedad cultural sanitaria, pero no puedo poner un comentario en ningún blog ni hacer una nueva entrada en éste. (A lo mejor es una toque de narices transitorio, esporádico). Mi ascendencia oriental debió haberme advertido de que cantar lo bueno es llamar al diablo, a ese diablo burlón que anda por nuestras vidas como pedro por su casa. En fin, ahora en el ordenador de Clara no sé si me acordaré de las cosas que quería contar, por amor al arte. Cena con mi hermana, sobrina, novio de mi sobrina, cuñado Raimundo y gato Zape en la casa de San Andrés. Reencuentro con el pueblo. Los amigotes de allá saludándome por la calle, Montse diciéndome lo guapo que estoy, Lilia y Gara cariñosas, Carmita amable y simpática. Con un inicio de reencuentro con el pueblo donde se habló de los nombres que nos ponen en uno u otro lado y tiempos. De los nombres, la importancia del nombre, escribió José Rivero Vivas en una de sus novelas.
Ayer presentación en el Ateneo Miraflores de dos obras de este autor. La paradigmática La magua y Trova y furor. Antes de llegar allí, al Ateneo, una chica de la calle quiso acompañarme, adonde yo quisiera. Me acordé del señor Grey. Pero por mucho que Clara me llame ahora Jesús Grey, estoy en las antípodas de ese príncipe de las finanzas. Estoy más cerca de La venus de las pieles. Me gustan que sean ellas las que pongan las cláusulas del contrato, las cuatro novias que actualmente me castigan y la que tengo en reserva.
El presentador, un chico escritor (no recuerdo su nombre), discípulo de Pepe, dijo que las tres principales obras narrativas que se han escrito en Canarias son Crimen, Fetasa y La magua. En un tercio de esta aseveración del colega joven estoy de acuerdo. Crimen. Y de Isaac de Vega prefiero (si las emociones de la memoria no me mienten) la novela Antes de amanecer que Fetasa, también encomiable, un cuento de hadas con atmósfera dramática. Antes de amanecer es realismo punto cero. Y aquí, si me permiten mis gustos, donde el chico escritor presentador puso La Magua, yo pongo Cucarachas con Chanel.
La novela grande de José Rivero Vivas, a mi entender, que más bien es corto y acierta o se equivoca, está repartida en diversas páginas de su obra completa. Creo que José Rivero Vivas debió haber escrito menos. Pero esto también es algo que me digo a mi mismo. Y ya que hablaron de ranking (¿se escribe así?), de jerarquías, pondré aquí mi aportación, aunque sé que no debería aportar nada. En boca cerrada no entran moscas.
Por orden temporal. República Bananera, Crimen, Idolos de bruma, Retrato de Marlou Diésel, Ensalada de canónigos y Cucarachas con Chanel (olvidos aparte).
No olvido varios cuentos de Antonio Bermejo y de Ignacio Gaspar, e incluso el gancho de izquierda de Alberto Linares en Barandal Paraíso. De Ignacio Gaspar me maravilló también, in illo tempore, un libreto de poemas. Hoy ya Anghel Morales ha traído de Sevilla un nuevo libro de poemas de este autor de Charco del Pino. Lo espero como agua de mayo, mientras otros poetas que considero con valía (dos) todavía se mueven en las sombras.
Bueno, pos después de la cena en San Andrés (curiosamente me vi comulgando con pareceres de mi cuñado Raimundo como nunca imaginé, y admiré su visión de arquitecto). Sí, hay que creer en las jerarquías. A pesar de tener que aguantar a bobos que parecen haber perdido el norte, como... bueno, que le den... Después de San Andrés me vi con Sita en El Generador, viendo Los olvidados. Quién hubiera ido al sur. Sita tiene el Libro de Job en su biblioteca. Cosa que quiero releer.

Ánimos desde aquí a la gente del equipo Para. Tienen mi apoyo contra los chorizos rancios.    

domingo, 21 de octubre de 2012

rutas

--Cuando tu amante no está contigo, es que está con otro --uno en el bar Aurora, con el monotema de la era de Piscis, ajeno a que ya entramos en la de Acuario. Se terminó nadar en las aguas, que no siempre son las mismas, y ahora nadamos en las tecnologías. En fin, resonancias de tiempos que se niegan, paranoicos tiempos, a dejar que los sumerja su destino, uno de tantos agujeros negros que hay en el universo y en la vida de los humanos. Recojo la frase del filósofo de barra. También Schopenhauer estaba obsesionado con el amor. Sigue vigente el cerebro alemán, sólo que donde ayer él ponía hombre hoy hay que poner mujer (reclaman --muchas mujeres-- con coraje su espacio, su intimidad y su libertad, salvo las conejas, que sigue habiendo, trabadas con éste o con aquel), y donde mujer poner hombre. El precedente, símbolico si quieres ponerlo así, en mi imaginario está en aquella canción de una catalana que decía yo amo a los hombres como si fueran ropa interior, de quita y pon. Nada que ver con la señora Renald, de Rojo y negro, por lo menos hasta la página que llevo leída. Temo que a esta novela (contrariamente a lo que ocurre con Ballena Blanca o el Licenciado Vidrieras, dos importantes ejemplos, que siguen teniendo cuerda a pesar de que, en su superficie, los mundos narrados han pasado a la historia) ya está caduca. Pero hay obras que se pueden seguir leyendo, como se pueden seguir comiendo latas de sardinas con fecha de caducidad de ayer (por un día no pasa nada).
--¿Vamos, mi amor? --me dice una chica de la calle Miraflores.
Tres son las rutas que me llevan desde el barrio a Santa Cruz. Cuando estoy místico, desciendo por la vía de Zerolo, a la vera del Gran Canal que corta en dos Santa Cruz. Cuado estoy físico, desciendo por el puente grande (obra arquitectónica que me sigue maravillando), paso por el puente Zurita (en el pasado residencia de suicidas) y llego a la plaza de La Paz y sigo hasta la plaza Weyler y me desvío por la zona de Miraflores (bellas son las ruinas de un ayer glorioso). Y los martes, cuando voy a la radio, primero la avenida Venezuela, segundo la avenida de Tenerife I y tercero la avenida Tres de Mayo. No sé qué tendrán que ver estas tres rutas con la narratica canaria. Todavía no lo sé.
--¿No sé por qué te metes con esa que no se ocupa de ti? --me dice un amigo que tropiezo en el bar del chino (a veces paso por este bar antes de bajar a los ordenadores del Tea, buen servicio, es bueno recordarlo).
Sí, la individua, escritora ella, con quien me meto emplea conmigo la táctica de el mayor desprecio es no hacer aprecio. Lo cual me da lo mismo o me da igual. Hablo de algunos escritores and escritoras como un forense que se ocupa de un cadáver sin que reciba por parte del muerto el mismo interés ocupativo. Mejor. Cada cual en su papel, en su sitio.
Recuerdo la película que vi el otro día, noche de lluvia, en una sala del Aguere con Carmen y Pepa. "Algo anda mal, pero no sé lo que es". Sí, algo anda mal. Pero no todo anda mal. No todos quieren vendernos boñigas envolviéndolas con papel de regalo. No todos los días hay una pulga en el más cercano wáter del Tea molestando el toto de una estudiante.