lunes, 17 de diciembre de 2012

Agustín Pacheco

En casa de mi amada hablé de la Ninfa de las aguas mágicas. Como mi amigo José Antonio, también ella es una escritora escondida.
Bueno, como saben, la otra noche me metí en el Bosque Quemado donde la bruja de Andersen me dijo que encontraría a los tres perros, uno de ojos como monedas de 20 céntimos, otros del tamaño del culo de un vaso ancho y el otro como de balones de reglamento. Como saben los que leyeron el cuento, la bruja me dio el modo de amansar a los perros rabiosos. El primero guardaba las monedas de euro y dos euros, el segundo los billetes de cinco y diez euros y el tercero los de cincuenta y cien. El modo cómo pasó ya lo contó Andersen. Y cómo me olvidé del mechero mágico y tuve que volver al Bosque, ya lo saben los que leyeron el cuento. En eso estoy, esperando que abran la puerta del Bosque y entrar a buscar el dichoso mechero.
Mientras tanto leí anoche un cuento del último libro de Iván. Lo tendremos mañana en la radio. Le falta color a ese libro. Me dieron ganas de tener creyones y colorear las estampas de Marianella. Mañana, diosmediante, Juan Royo, el Cuervo y la Serpiente estaremos con el hombre que habló con E. T. Y esta noche, con Agustín Pacheco en el Ateneo lagunense. Curiosamente, estaba antes corrigiendo una cosa que me urge, y en la corrección tuve --porque lo exigía el guión-- que quitar a Agustín Pacheco cuando allí se mencionaba un hotel de trece habitaciones a las que nuestro autor les puso nombres en uno de sus cuentos, publicado en Lunula, en un número dedicado a Gijón. Agustín fue el autor elegido para que escribiese sobre una ciudad que no conocía. Mi amigo conoció algo Avilés, donde hoy llora un niemeyer que ya lo quisiéramos aquí (se lo poedemos cambiar por el calatrava), pero no conoció Gijón. Cumplió como un maestro.
Agustín Pacheco no es un autor fácil. Digo cuando narra, cuando hace cuento y novela. En los artículos que publica los sábados en La Opinión sí es fácil, y a veces hasta no pasa nada si no lo lees. Pero con la narrativa de Agustín Díaz Pacheco sí pasa algo si no la lees, te has perdido algo importante. Es un pecado que la narrativa de los nuevos autores pase por alto a este viejo que prefirió narrar y no vivir de la política. Kafka y Chéjov también están en este autor, no lo olviden. Las noches de Praga y los días de Moscú. Un viaje que esta noche toca un nuevo puerto. En el Ateneo de La Laguna.


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