viernes, 21 de julio de 2023

el ex amigo virtual

 Sigo viajando por Grecia. Con Juan, sin multitud de turistas. Bajo la atención en el tramo final del cáp, 6. No importa. El 7 concentra toda la atención. Me entero del argumento de Las bacantes. Los trágicos griegos no se andaban con chiquitas. 

Acaban de nombrarme ex-amigo-virtual. La lectora dice que estoy encoñado con la autora a la que le puse bien el libro. No sabe leer entre líneas. Debe de suponer que ya conozco el coño de la autora y que no puedo vivir sin él y ella es como Cleopatra bajando a la mazmorra y le dice al prisionero que le bese los pies y luego la folle como es menester. En fin, cada cual suele --no siempre-- retratarse a sí mismo cuando habla no muy bien de otra persona. Esa ha sido la consecuencia del fruto del arbol de la ciencia. Nada que ver con el árbol de la vida.

¿Historias del barrio? Las hay. Con coños incluidos. En los celajes del cielo.

jueves, 20 de julio de 2023

nebulosas

 Mientras viajo por el Viaje por Grecia, con la voz de Juan Royo, encuentro casualmente por aquí, por internet, cosas que tienen que ver con esa obra. Al parecer, Apolo dirigió la flecha que Paris le lanzó a Aquiles. En el blog Café Arcadia de esta semana, José Luis García Martín habla de la oreja de Dionisio, que oye lo que se está hablando en el sitio más distante.  También me hizo recordar el libro de Robert Graves sobre la mitología griega. El que más me ha llegado de todo lo que he leído sobre aquel mundo antiguo de los dioses olímpicos y sus venturas y desventuras. Ya no tengo el ejemplar que tenía.

También Juan conoce el libro de Robert Graves. Momento de bajada, pocos. Los señalo. 

La lectura tiene efectos contrarios si lees en un estado de ánimo o en otro distinto. O si lees a un autor que te cae bien o a uno que tienes entre ojos. Si mañana Goliat, con quien tuve un desagradable altercado un día de este julio en la plaza Weyler, escribe una obra maestra, me da un disgusto. Maldad humana. No admite esa maldad que quien te toca los cojones pueda hacer algo que valga la pena. No había sentido esto hasta ahora. San Goliat de la puta mierda, el típico tiznado que se disfraza de santo impoluto. En fin, con estas emociones de rabia no se pueden analizar las cosas con inteligencia. Esto solo puede hacerse cuando la emoción está libre de perturbaciones y los sentimientos también. Goliat es un personaje destacado en Barrio chino. Ya no porque Angel dé la callada por respuesta, no sé si esa obra es mejor seguir revisándola, acariciándola un poco más. La posibillidad de que salga al mundo cada vez la veo más gris. La cosa pinta bastos. Esta semana está marcada por el tres de bastos, la malilla en el juego del envite. En la novelita de Chi (Barrio chino), una partida de envite marca el destino de algunos personajes. Hay en ese episodio una disputa entre dos personajes, donde Goliat le recrimina al otro que lo que él hizo ni es ético ni es bonito. San Goliat de la mierda bonita. Hay que joderse.

De los amores no hablo. Aquí no. No haya ente lector que confunda la velocidad con el tocino. Cuando caes simpático, todo lo que emana de ti parece bonito. Cuando te pierden la simpatía, porque la idea que tienen de ti se desbarata, todo lo que les parecía bonito se vuelve anti ético y anti estético. En fin.

Aquí lo dejo. 

Mañana es otro día.

 

pandorga / arpón   

sábado, 15 de julio de 2023

noticias

 Leo el viaje a Grecia de Juan. Casa bien, con amenidad, el tiempo presente, el real, con el antiguo, como si más que imaginarlo o sentirlo fuese también él, y el lector, viajero de los dos mundos. Y el personaje que narra, el propio Juan, está bien llevado, bien logrado. Hasta ahora. Me queda bastante trecho todavía.

Berto me avisa que el día 20, en Los Cristianos, en la Casa de la Cultura, presenta Ignacio su último libro publicado. Salón de África. Y que este domingo Eduardo publica en sus páginas de Diario de Avisos una reseña sobre el suyo: Sobre una tumba, una rumba. Eso le entendí.

Llegó a la librería Santa Bárbara, en Los Cristianos, un ejemplar de la novela de Belén. Compradora, Pamela. ¿Habrá comunión entre el libro y la lectora? ¿Comprenderá una mujer a otra mujer? La respuesta está en el aire.

Me invento un temor para amortiguar el deseo de que salga ya a la calle Barrio chino. El temor puede ser una entelequia o no serlo. Que salga cuando quiera. No sucede sino lo que tiene que suceder, dicen los brujos sabios que en el mundo son. Puede ser. Quién sabe.


 

martes, 11 de julio de 2023

elemental

 A tres amigas les escribo poemas de amor. Buenos poemas casi todos, y además con una regla estricta, lo que le escribo a una se queda en ella. Cada una tiene su verso. Hay dos que dicen sí, pero una está lejos y a la otra no me atrevo a acercarme. La tercera cerró la puerta y he dejado de escribirle. Los poemas son sinceros. Y serios, lo que no significan que algunos se pasen de la raya. Que son los más serios, los más verdaderos. En la prosa puedo piropiar pero ahí es mera cortesía y urbanidad, buenas relaciones. Las substancia sexual amorosa ha quedado diluida en el tópico. No hay que negar el tópico. Es de una gran utilidad cuando vives en un mundo topical. Sigo con lo de arriba.

Sin embargo si apareciese un genio y me diese a elegir entre las tres para estar una temporada en una isla con aguas reparadoras y sombras apacibles, no elegiría sino a quien no escribo nada. Y sin embargo todos los versos de todas las tres podrían reunirse en ella, en la mujer a la que no escribo versos de Amor. Ella escribió una novela que yo recomendé in illo tempore en este blog. Una lectora amiga me lo reprochó. Literatura desfasada. Estoy de acuerdo, pero téngase en cuenta que la literatura desfasada es abono de la literatura que ha de crecer. Sin las novelas de caballería, ya en el barroco literatura desfasada, no hubiese germinado el Quijote. A mí me ha marcado mucho la novela rosa. Agosta escribe no es sino una transformación, un giro copernicano, de una novela rosa. Si pudiera, le mandaba la nueva versión de Agosta a mi amiga que repudió la novela desfasada de su compatriota del Sur. No sé. Chito, no seas venado. 

Lluvia horizontal. Belén Valiente. Ed. Autografía Editorial, 2023.

Hay una distinción entre la narrativa --lo diré con la metáfora de Malcolm Lowry-- que enciende una llama en el infierno y la que se limita a copiar o imitar lo que otro ha hecho. Belén Valiente con Lluvia horizontal prende una llama en la psicología humana. La literatura de Sade aportó en psiquiatría el término sádico, la de von Sacher-Masoch masoquismo, la de Freud introdujo el complejo de Edipo. Dos perversiones criminales y una de natural aparición --según Freud-- en el desarrollo humano. En Bajo el volcán el fuego ilumina una tragedia isabelina empapada en mezcal e infectada de gusanos. En Lluvia horizontal no hay nada que se parezca a El Farolito. En Lluvia horizontal no hay tragedia, sino drama, incluso melodrama, con un corazón propenso a lo cómico si Erea no fuese la que escribe. La novela de Valiente, que se desarrolla en Santa Cruz de Tenerife principalmente, es ajena a los delirios etílicos. Erea es casi enemiga del alcohol. En este aspecto, es una mujer sobria. Una mujer cuidadosa con el dinero, que gana con su trabajo y gasta con tiento, casi con tacañería; una mujer responsable que se levanta temprano, se asea, se viste, hace la compra... Una mujer no ajena al narcisismo dominante, en su caso un narcisismo atormentado. Quiere ser escritora y, por lo tanto, se pone a escribir. El tema principal es ella misma. Casi todos los que la rodean, amantes y amigos o amigas --algunos señalados sólo con el nombre, sin más trazos--, funcionan como satélites a su alrededor, y están calibrados según complazcan sus expectativas, según le ofrezcan o no lo que ella desea de ellos.   

La perversión que marca a la narradora y protagonista de la novela de Belén Valiente podría llamarse el síndrome de Erea. La novela está construida como un diario. Es decir, donde la vida real y los sueños reales de Erea, la vida onírica, tejen el argumento de la obra. El diario abarca desde el 4 de abril de 2020 hasta el 7 de agosto de 2022.  

El pensamiento posmoderno, que ha hundido al racionalismo, no toca a Erea (tengo que releer la obra ya en libro, pues escribo ahora con la frágil memoria, de haberla leído cuando aún estaba en borradores). Y es ajena a la feligresía política. No se ha dejado corromper por falsedades políticas. No vemos a Erea como una militante. Se basta a sí misma. La emociones complicadas y salvajes, y los atormentados sentimientos, son domesticados por la razón. Hasta aquí, todo correcto. Una vida cotidiana más.

*

Ahora tengo quehaceres que me obligan a interrumpir la reseña. Si es posible, la seguiré otro día. Mejor, la novela aún no ha sido difundida y pocos lectores tiene aún en su haber.

lunes, 10 de julio de 2023

siguen los días

 Ya el secreto es público. Se casa con un ingeniero millonario.

Los detalles del romance no lo son. La boda "es" en octubre, en el Parque Marítimo. No le pregunté si el ingeniero sabe lo que ella piensa de aquel lugar, la tumba de Jesús, el Edén y el río subterráneo de la ciudad de piedra negra, la Jerusalén antigua. En las palabras le ha prometido comprarle una nave donde dé sus clases, y otros usos, y un chalet en Santa Cruz. Más cosas. Declaraciones de amor eterno. Todo suena como un cuento de hadas, pero tal vez existan aún realidades adánicas.

*

Una nota a pie de página en la novela de Restif de la Bretonne me despertó curiosidad por el poeta Louis de Fontanes. Dice la nota que el poeta fue cercano de Restif hasta que se hizo amante de la mujer del novelista, lo que generó una fuerte enemistad y Restif lo ridiculizó en varias de sus novelas. Curiosidad frustrada. Veo algo de su biografía pero ningún poema, que es lo que me interesaba.  

*

Belén Valiente me visita y me trae un ejemplar de su novela --la tinta aún fresca-- Lluvia horizontal. Esta obra merece un capítulo aparte. Lo mismo que Viaje por Grecia, obra aún inédita de Juan Royo. Sigo leyéndolo.

*

La vida del barrio tiene su miga, pero ahora me da cierta pereza contarla. Este blog se está volviendo egoísta, literariamente hablando. 

sábado, 8 de julio de 2023

depravación inocente

 La mujer Tigre, con un pie al aire y otro en capilla, me mandó ayer un mensaje cabalístico:

--Hoy 7/7/7.

Un siete por el día, otro por el mes y el otro por el año, cuyos dígitos suman siete.

Y a las siete de la tarde, casualmente, llega a mi casa la mujer Gallo. Me cuenta una historia real que ahora le está sucediendo, me la cuenta en secreto y me pide que yo la aconseje. Soy de los que creen que los consejos, a cuentagotas y muy de vez en cuando. O nunca. El caso es que no sé qué consejo puedo darle. Quizá lo consabido, que tenga fe en lo que está a su favor pero que tenga prudencia. Todo lo que se sitúa en el futuro está expuesto a lo imprevisible. 

Con Agosta llego a un escollo. Hay páginas donde la narradora desvía el cuento de su vida personal a historias de los primeros pobladores de Canarias y la conquista de las islas. Son páginas que por si solas tienen su interés, pero dentro de la novela son un pegote innecesario. Hay otras que son una recopilación de poemas que Agosta encuentra escritos a mano en las páginas de un libro, que tampoco pintan gran cosa en el curso de esa novela. Además el nivel intelectual de la niña, que ahora pasó de 14 a 12 años, es demasiado alto. Hay que rebajarlo. Que sea aplicada en los estudios, a la par que en la depravación, no la autoriza a saber lo que ahí sabe. Cierta pereza arreglar todo eso. Apuros me entran.

Juan me comunica:

--Si no recuerdo mal, Josephine Mutzenbacher empieza contando las experiencias eróticas que tuvo cuando era una niña en Viena.

Dice que leyó el libro hace muchos años, publicado por La Sonrisa Vertical, pero que ya no lo tiene. No creo que tampoco lo tenga la Biblioteca de la Granja, pero si puedo bajo el lunes a preguntar. Lo que si tengo, regalo de Marcelino, es una de Restif de la Bretonne: Las noches revolucionarias. La revolución francesa. La abro y leo un rato al azar. Un episodio que va de la trata de niños, está en el lado opuesto de Agosta. Restif es un narrador que lamenta y lo pone enfermo el sucio negocio de mayores esclavizando y destruyendo niños. Agosta, en cambio, es una niña que narra cómo esclaviza y destruye a sus mayores, de todas las edades. Quizá ferviente imaginación de una niña en realidad con comportamiento cotidiano inocente. ¿No hizo con la imaginación inmensos viajes un escritor sedentario que nunca salió de su villa? Un caso en esencia parecido.                   


 

viernes, 7 de julio de 2023

Personajes

 La medicina que necesito no la venden en la farmacia y su precio en el mercado negro es salado. La usan los que pueden. Es la que ahora se ha convertido en el combustible que mueve el mundo. Es una medicina que te levanta pero te espejea a la mente, te la llena de espejismos. Así está la política, llena de cerebros volados. En cuanto a las medicinas legales, los efectos adversos son del mismo estilo. Hoy no se comercia con medicinas que curen sino con las que mantienen estable el mal que te aqueja. Hasta el batacazo final. 

Elías, el narrador y protagonista de El negro, tiene algo mío. Ha sido una costumbre, inventar personajes que viven lo que yo y tienen las mismos vicios pero tienen un temperamento y un carácter que están en el lado casi opuesto. Me acordé de Elías porque hoy me preguntó Pamela que por qué me daban a mí otros escritores sus cosas para ver. Igual que yo se las doy a ellos. Una visión ajena de alguien con conocimiento nunca está de más. Pero una cosa es que te pasen una obra para que des una opinión y alguna sugerencia, y otra cosa es que le metas mano a fondo y la limpies de escombros. Es el trabajo que hacía el negro Elías y que yo hice, entre otros, en Gijón. Recuerdo un iluminado que quería ser artista y hacía cuadros y esculturas horrendas y le serví de puto negro para editar un libro que le diera caché como artista. Tenía un alto cargo y me pagaba muy bien y me regalaba puros de Manila. El vino, el de Burdeos, y los puros, los Reina de Manila. Otro cliente fue un psiquiatra lacaniano. Tenía que presentar un texto de unas veinte páginas, en folios, para subir de nivel no sé dónde. Me lo dio para que yo se lo retocara. Aquello era un caos. Pero es maestría ordenar el caos. Al final lo entendí todo, le di sentido a aquellos jeroglíficos, y el doctor subió de nivel. Este era más tacaño, pero su cocinera una maravilla y su casa con jardín central y sala de billar y una hija echada en un diván envuelta en una tela sarracena leyendo un libro, un locus amenus. Bueno, dos ejemplos. Más sería cansar.

No todo fueron éxitos. A algunos otros, del gremio literario, les desagradó las transformaciones que hice de su obra y me retiraron el pago y la palabra. Ahora, ese trabajo lo estoy haciendo con algo de propia cosecha. Agosta escribe. Se lo comenté a Juan y me dijo que esa novela le había recordado a Josephine Mutzenbacher, de Felix Salten. Me informo que había sido, paradójicamente, el autor de Bamby. Busqué información en pantalla pero lo que está en español no entra en materia sobre esa novela de una mujer depravada, no sé si tan niña como Agosta. En la nueva versión le he reducido la edad. De 14 a 12. Más inverosímil pero algo más inquietante el personaje. Es la única novela donde el autor está completamente ajeno a la ficción. Esta y las que escribí, odiosos libros juego, para Júcar.

En fin, estoy esperando visita. Hora de cerrar.


jueves, 6 de julio de 2023

amigos

 Ayer por la noche Juan me llevó a uno de sus lugares exóticos. Un restaurante de comida oriental, desde la India a China, sin pasar por territorios musulmanes, pues el plato fuerte, antes del postre, era un preparado de carne de cochino. Y vino del país, que se dejaba beber. Hablamos de muchas cosas. De lo que significa este oficio en Canarias y de editores, de derecha y de izquierda, de los adictos a Vox, el lobo  feroz, o al ya casi desaparecido  Podemos, el zorro astuto guardando el gallinero. Me dejó el borrador de su segundo viaje a Grecia. Me dijo que incorporaba fotografías hechas por él. Esto me hizo fruncir el seño, pues las imágenes en un libro no deben desentonar del texto. Cuando vi las fotos, me tranquilicé. Están muy bien aunque las haya sacado Juan. Del libro me pidió que se lo dijera si me cansaba. Humildad suya que no viene a cuento. La obra entera de Juan no cansa, las tiene unas más geniales que otras pero todas tienen importancia y son entretenidas. He empezado a leer el borrador. Útil y entretenido y en cierto modo novelesco. Él como personaje que recorre la Grecia actual y la antigua, y respira la esencia de los antiguos dioses. Nada que enmendar por lo pronto, salvo un leísmo, que si se publica en la península, es mejor dejarlo así. 

Hoy la mujer tigre me manda un wasap con foto y que ya le llegó la novela. "A ver qué pasa ahora", añade.  

Berto, a raíz de lo que escribí en fb sobre su reciente libro de cuentos, sigue mandándome mensajes:

--Yo, aquí preparado como Aquiles, pal resto de lo que venga. Revisa tus palabras. Hablaste del libro. Es lo mismo que me dijo la editorial. Anima al Aquiles de San Andrés y me cuentas. En pie y dispuesto. Si empiezas por el último cuento, entenderás mejor. Ese libro tenía como destino el fuego...

También hablé con Marcelino. Encontró a Anghel. Le dijo que dentro de dos día se incorpora la trabajadora que está con la maqueta de Barrio chino. Palabras bonitas, aunque dos días en la semántica canaria puede significar... bueno, mejor no lo pienso. Le dijo a Marcelino que vio a Nguyen y que ella le contó lo mal que estaba yo de salud. Espero que no tan mal como para morirme antes de que salga el libro. Aunque seguro que tendrá más éxito de venta si yo me acabo de ir al otro barrio. Bueno, la blanca señora puede esperar. Todavía es pronto. 

martes, 4 de julio de 2023

soneto y crónica

 Hoy tengo que llamar a la bombona.

A Ramón lo llamé, hace un rato ahora

y con voz de lata contestó el automático:

"de la línea el usuario está desconectado".


Llamé a Marcelino, contestó el llamado.

Hablamos hablamos y luego colgamos,

Para un teatro quedamos abajo,

me afeito, doy del cuerpo y me baño.


¿irá Mesalina, irá Leonor?

¿irá Eloísa, irá Isabel?

¿Surgirá y habrá loable ocasión?


Por si acaso fluye la Suerte a favor

allí estaremos, vestidos de limpio,

por si suena la flauta y surge el Olimpo.


No sé qué pinta el Olimpo ahí. Lo que no pintó nada fue la obra de teatro. No pudimos entrar. Ya antes vi a África, acompañada --qué celos-- que dijo que no pudo entrar. Aforo completo. El caso es que no he llamado a la bombona. Una cosa dice el verso y otra la realidad. Hoy Pamela me recordó a Nicolás. Lo mucho que me critica porque echo todas las borras de café a la tierra. Borras de café y cáscaras de frutas, para que se alimenten los bichitos bola --hace tiempo que no veo uno--. Lo que hay son lagartos. Se han entusiasmado con el trozo de terreno donde los niños Asier y Nojayla juegan con la tierra. Está al borde de la calle. Cuando salgo por la mañana al café a Ibrahim, los veo a montones. Le hablo al que me mira pero dobla la cabeza y se va. 

 Mañana quedé con Juan. No sé si bajar al club de lectura. La novela, de Onetti, no la terminé. Se me hizo demasiado artificiosa. Tal vez la termine esta noche. Me cansó pero tiene su miga. Un pobre diablo imagina escribir una historia mientras imagina que vive otra historia que es mejor que la que está escribiendo. Hay que aprender de Onetti, pero con tiento.

Ahora hago una nueva versión de Agosta escribe. Todo lo que he publicado merece una nueva versión. Menos Proserpina. Un cuadernillo profético, escrito en el lisérgico baile de la juventud.