jueves, 8 de noviembre de 2012

probando

A veces pienso y la cosa da resultados. El otro día en el bar de Nelli, un andaluz enterado propuso un enigma:
--Cuatro por cinco veinte más uno 22... Te doy un mes para que lo resuelvas. Matemática pura, sin trampas...
El otro, el que estaba con él, empezó a romperse la cabeza. Yo también. La única que sabía la solución era Nelli, pero es mujer de Dominicana y allí las mujeres lo saben todo, los hombres se dedican a demostrar que son tígueres. Ni yo ni el otro dábamos con la respuesta.
Mi tocayo Jesús, viejito elegante y bebedor de vino, me decía que el andaluz era uno de esos que se creen más que nadie y no saben ni rascarse los huevos.
--Y dime tú --le dijo al peninsular--, ¿qué animal pare congritos? --En el habla se interpreta el sonido "con" como preposición: "con gritos". El anadaluz se quedó pensando y no quiso estrar en materia, su discurso se centró en "cuatro por cinco...".
Lo bueno que tiene la paranoia es que uno investiga hasta el fondo hasta ver la luz. Me despedí de Nelli y de Jesús y me fui a oler la flores blancas de un arbusto en la calleja del Tanque. Cuando entre en casa escribi en un almanaque con letras en braille: "4 x 5...". No me hizo falta escribir más para saber la respuesta. Como todavía soy como un guaje, salí otra vez, bajé pabajo y le dije al andaluz que la trampa estaba en el lenguaje, no en las matemáticas.
--No es lo mismo... el orden de los factores altera el producto...
No me entendió. El otro, que había gastado ya una caja de servilletas con el enigma, si comprendió.

Pos ahora tuve que resolver otro. Pero este no lo puedo escribir aquí porque corro el riesgo de caer otra vez víctima de la ley del silencio. Me interesan ahora más las leyes de la naturaleza. Rouseau, el fílosofo hipócrita, está en el telón de fondo de Rojo y negro. En algo que escribí más abajo fui injusto con la crítica.
Dije que Rojo y negro estaba caduca. Porque en aquellos tiempos vale que en el casino se reúnanlos maridos puros para reirse del cornudo. Hoy es distinto --aunque Juan Royo no está de acuerdo--, son los cornudos los que se rien del pobretón que no tiene con que pagar un puto amante a su pobre esposa. Juan se asombró cuando comenté esto en la radio. Se creyó que me estaba refiriendo al casino de Santa Cruz. Dios me libre. Lo que conozco del casino de Santa Cruz es bello y las veces que estuve allí´no vi a nadie reirse de nadie, sino al contrario, comer bien y hablar bien.
Fui injusto con la novela de Stendhal. Rectifico y me perdono. Es actualísima. En cuanto Julián, el pobre del pueblo que se mete en el mundo de los ciudadanos, sale de las pasiones de la señora Renald (personaje a incluir en el tema del adulterio, principal en Madame Bobary) y en París se desempolva de la hipocresía provinciana y adopta la parisina, la novela es actualísima.

Hoy seguro que Julián iría a la conferencia del doctor Segura en Librería del Cabildo,de Tenerife. Yo no voy. Una pena. Me pierdo un tema que me interesa, que marcó la política de la radio durante una época (política del rey Sabio) y me pierdo la discursiva de Víctor Roncero, hombre ilustrado como el Julián de la novela del hombre que se desmayó en Florencia.

Y ahora, a ver si esto funciona y no he escrito en el aire todo esto.

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