martes, 19 de abril de 2022

y más aún

 --E de Esplendor, L de Luciente, O de Ondina, I de Intensa, S de Sensual, A de Apasionada.

Le interpreto las letras de su nombre en la escalinata, con un cielo nublado. Se pone esplendorosa, luminosa, sensual y apasionada. Hasta que el relato de su vida cae en los males de la vida.

--A los 19 año me dio un ictus telúrico --¿dijo telúrico?

A partir del ictus los males que ha sufrido son interminables, y los males sentimentales también me los cuenta. El Esplendor se apaga, la Luz se hace penumbra, la Ondina se transforma en fantasma que aúlla su mala suerte, la Sensualidad se convierte en soledad cósmica, lo Intenso en inquietante y la pasión en desierto. No tengo compasión. Si la tuviera, no podría ser grato a sus ojos.

No, Eloísa no es el nombre de la mujer con quien hablé esta noche en la escalinata de las conversaciones. No la delataré. Eloísa era el nombre de una mujer de treinta años de la que me enamoré cuando yo tenía quince. Le escribí un poema, se lo di y al día siguiente quiso hablar conmigo a solas.

--No puedes sentir eso por mí, yo estoy casada.

En mi timidez de entonces, le pedí disculpas por el atrevimiento. Sin decir más, me pidió que la acompañase a un sitio, un piso en lo alto de un edificio. Olvidó que estaba casada. Fue el principio de un verano. Un verano sensual y apasionado. ¿Quién dijo que la poesía no sirve para nada? Me acuerdo de Orlando padescanse. Poeta al que le corregí un borrador --Isabel de los bares-- y le sentó como una patada. "Tú no eres poeta, tú no tienes que corregirme a mí", me gritó en el bar Monterrey (San Andrés) cabreado como un burro. Ay, Orlando, amigo, en esta lenta limpieza de primavera acabo de encontrar uno de tus libros. ¿Dónde lo puse? Creo que lo guardé en el armario.

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Otro libro que encontré es el de la poesía completa de doña Olga. Hoy Marcelino y yo hablamos de ella --viejos tiempos-- en una mesita frente al teatro Guimerá, antes de ir a sentarnos a la espalda de la estatua del prócer a fumar un cigarro de tabaco Manitú.     

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