--¿Tienes novia? --me pregunta María cuando salimos de comprar en el Komo Komo y nos sentamos afuera. Una mujer mayor que yo pero que se arregla bastante mejor que yo.
--No.
--¿Vives solo?
No me gustan estos interrogatorios pero no tengo el cuerpo, ni el ánimo, para pensar en gustos o en disgustos.
--Sí.
--Y ¿por qué te has dejado esa barba? Vete a la barbería, a que te quiten la barba y te arreglen las cejas, y después podemos dar una vuelta tú y yo. ¿No tienes una mujer a la que querer? Bueno, a mí lo de querer no me gusta, se quiere lo mismo a las personas que a las cosas. Me gusta más la palabra amar.
No le contesto nada. Nos fumamos un cigarro y luego nos despedimos.
Cuando bajo, Nicolás está en la ventana. Me dice que hizo un pollo y me pide un plato.
--¿Qué prefieres? ¿Muslo o pechuga?
--Lo que quieras.
Me llama Marcelino. Dice que dejó El llano en llamas en una mesa y el viento se lo llevó hasta el estanque. Lo puso a secar a ver si puede recuperarlo.
--Qué tiempos. Hasta Juan Rulfo se convierte en papel mojado.
No con agua sino con fuego me envía Ramón unas fotos del Judas de Taganana y una página del periódico donde le publican un trabajo sobre esas fiestas en ese pueblo.
Día vacío. Nada me entusiasma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario