miércoles, 13 de abril de 2022

un día tranquilo

 No todos los días los pobres diablos comemos como es debido. Comemos y bebemos. Culpables: Juan y Luisa. Viandas japonesas en un edificio neoclásico de Santa Cruz, invicta ciudad. Y después, en la casa de los amigos sobremesa y conversación política. Juan me enseña un cuadro mío del que ya no me acordaba y Luisa me dice que otros dos le gustaron a una familiar suya y se los llevó a Lanzarote. No hay mejor crítica favorable. No soy Botticelli pero no soy desechable como pintor, aficionado pero insistente. Con cierta frecuencia suena la flauta y el cuadrito se ve con cierto agrado. El que no vi fue Los tres trileros. Aquí estaban el jefe de Podemos entonces, el jefe de Ciudadanos entonces y el jefe entonces y hoy del PSOE. Este último es el que falta por caer del pedestal parlamentario. Todo a su tiempo. La bandera al revés en Rabat no es ninguna broma. Marruecos cada vez más fuerte y España cada vez más débil. Recuerdo que Cubillo era anti Polisario y pro marroquí. Que el día menos pensado pasemos a la órbita de Marruecos no se descarta. Seguramente tú y yo no lo veremos. Los tiempos de la historia son más pacientes y más largos que los del animal humano. Luisa me sugirió visitar un día Lanzarote. Me acordé de una vieja sospecha; que moriré en Lanzarote, isla que nunca he visitado. De allí era mi abuelo Juan. Su madre quedó embarazada de un señor importante, y el caballero le dio un dinero para que se fuese de la isla y no tener que cargar con la criatura. Cosas que pasan. Y ahora me acuerdo que en Lanzarote una mujer también tiene un cuadro mío. Un desnudo de mujer que le vendí a un amigo y el amigo regaló a su entonces novia.

Con una de las mujeres que pretendo como amante soñé anoche. Le dije que podíamos ir a su casa (a la mía no puedo invitar a una mujer ni soñando) y en medio del camino paramos a comer y, surgiendo de la nada, se apuntaron a la mesa Siao Ling y Wang. Ver a Ling no me importó. Ver a Wang me revolvió las tripas. Se puso bobo y nos liamos a trompadas. Gané yo. Si una pelea de marras que me marcó la vida la hubiese ganado yo, no hubiese arrastrado años y años esa derrota. El sueño reparó lo que la realidad dañó. No está mal. Wang se fue con el rabo entre las patas y Siao Ling detrás, a consolarlo. Obligación de esposa. Y ya sin molestias y en la casa de la pretendida amante, ella se quejó de que le quemaba una parte del rostro, cubierta con un parche. Se lo quitó y su rostro era una llaga muy desagradable. No importa, dije, te besaré por el otro lado. Y nos fuimos a la cama.

Hace un rato que regresé de Ibrahim, En la escalinata, un niño que ayer lloraba (--Se puso bobo y le pegué un estampido en toda la boca --explicó su madre) hoy reía. Luego, ya en casa, llamé al Petaco, hombre que si yo fuera un cacique agrícola pondría de medianero sin pensármelo dos veces. Es desenvuelto, decidido, valiente, inteligente y su humor transmite energía y salud. La suerte de uno no pocas veces viene del prójimo, cuando el prójimo congenia contigo. 

Y ya es de noche. 

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