sábado, 30 de abril de 2022

Sueño: era un lugar abierto, poblado de gente que tenía cosas que no podían vender porque eran sagradas, y gente que podían venderlo todo porque todo lo que tenían era mundano. En el sueño, yo sólo era una mirada. A veces veía con los ojos de uno a los otros, y otras veía con los ojos de los otros a los unos. No había juicios de valor ni emociones. Simplemente el conocimiento de la cohabitación de los contrarios.  

Cuando una idea, por muy atractiva que haya nacido, se vuelve cliché, se anquilosa, es hora de llevarla al contenedor o de considerar la posibilidad de que la idea contraria tenga una validez que habíamos rechazado. Ocurre como con las personas que, por uno u otro motivo, mantenemos a distancia. Ya se está volviendo un tópico decir que es porque reflejan lo peor de uno mismo. Puede ser. Y puede no ser. Si es, es el momento de acercarse e intentar aceptar a quien nos produce odio o desprecio y comprenderlo. Comprendernos. El dicho "dime con quién andas", debe ser corregido o ampliado: Dime a quién tienes como enemigo, y te diré quién eres.  Pero también puede ser que lo que veas en el otro, en el rechazado, no sea lo que tú también tienes sino lo que tú no tienes o has dejado de tener. Lo ilustra la Madrastra narcisista del cuento. Mientras veía en el espejo su belleza, Blancanieves no importaba. Nada más ver la naciente belleza de la hijastra y el deterioro de la suya, Blancanieves se hizo visible. 

Durante una marca política de izquierdas en Madrid, le aplicaron a Agustín de Foxá el borrado de la memoria histórica. Con la siguiente marca política, del aparente lado contrario, se la aplicaron a Miguel Hernández. Creo que en el sueño estaban los dos, el poeta mundano y el poeta sagrado, hablando de pintura con un ciego (como Roger Wolfe) en una tierra de nadie,    

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