lunes, 25 de abril de 2022

día nublado

 Terminamos peleados (la lid la ganó ella) pero aún la recuerdo con cierto afecto. Anoche la soñé. Volvíamos al amor y me pedía fidelidad. "Yo no te pido eso, no me lo pidas tú a mí", creo que le dije. Pero volvía otra vez a las andadas y no me dejaba respirar: "¿quién es esa? ¿con quién hablas? ¿dónde has estado?"... el repertorio que coleccionó la realidad de nuestras disputas cuando vivimos juntos, se repetía en el sueño. En ese sueño, un viejo que apenas se podía mover, lo hacía con mucho esfuerzo, que en principio nos acogió en su casa porque así tenía con quien hablar, terminó rogándome, o exigiéndome, que la echara de la su casa, amplia, con varias alturas enlazadas por escaleras de anchos y poco numerosos peldaños. El viejo se movía hacia su escritorio apoyándose en el vacío.  "Sácala de mi casa, no la soporto, prefiero morir solo", decía. Sueño raro. No me acuerdo bien.

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Jesús, te veo inestable como el clima. Esta es la entradilla de una de las numerosas cartas de tarotistas que me escriben para que las llame al 806. Tiran barro a la pared y a veces aciertan, pero ya borro los correos de charlatanas (suelen ser mujeres) sin leerlos. Durante un tiempo tuve curiosidad literaria y sociológica por estos ofrecimientos de solucionarme la vida, pero se repiten tanto que ya cansan. Al carajo. Otros correos que recibo es el de una página de contactos que dijeron gratis y me apunté. Gratis entrar, pero hay que pagar las copas. Es decir, si quieres contestar un mensaje o escribirle uno a alguien tienes que pagar créditos. Que esperen sentados. Pero esta página tiene más interés que la del tarot de las charlatanas. Me mandan mensajes, cada vez menos, que no puedo contestar porque no pago créditos, y algunos los he recopilados para darle color local a un cuento de Injertos. Sin desperdicios.

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Qué manía la de María Teresa de Vega de que no le hago caso a ella sino a otras, a "mis preferidas". No suelo confundir la literatura con el deseo sexual o amoroso. Aunque lo tenga en algunos casos. En otros no. Puedo admirar la obra de una mujer pero eso no quiere decir que necesariamente esa admiración esté movida por un afán de seductor. De todas maneras importa poco lo que piensen las "no preferidas". Cada cual que piense lo que quiera. En cuanto a obras actuales que han llegado a mis manos, no hay preferida sino preferido. Hablo de La gesta. Me desencantó la crítica que hizo Eduardo. Es como si la hubiera leído en oblicuo. Admiro a Eduardo como crítico de cine y de narrativa, e incluso como narrador en sí, pero no siempre. 

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Encuentro un borrador, que corregí en su tiempo, eliminé todo lo que me pareció vanidad de vanidades del autor y quedó mucho mejor que el original que el autor me pasó en su día. Aquí lo tengo. En su día no se lo di porque lo impidió uno de tantos enfados que he tenido con él. ¿Qué hago con él, con el nuevo borrador? En fin, lo más caballeroso (aunque en Africa --decía Concho-- no hay caballeros) sería avisar al autor y darle lo que trabajé.  ¿Serviría para algo? Me temo que no.

  

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