martes, 21 de agosto de 2012

casualidades...

casualidad = causalidad, era una de las fórmulas de Ernesto Sábato. Escribir novelas como si las escribiese el destino, sin que ningún detalle sea gratuito, fue el motor de Malcolm Lowry en Bajo el volcán. Dicen que se la dictó el Diablo. Puede ser. Según medievales tradiciones, si no estoy equivocado, el Diablo es el patrón del arte de la ficción narrativa.
De Sábato he leído, y he asumido como novelas de aprendizaje, El túnel (Bioy Casares la calificó de novela menor, poco menos que un folletín con final infeliz. Ojalá pudiera uno escribir folletines como El túnel) e Informe sobre ciegos, que forma parte de Héroes y tumbas. Defiende el narrador protagonista que los ciegos dominan el mundo, y actúa como un ciego. Aparte de intereses universales, el localismo canario, vía Óscar Domínguez, ocupa páginas de Informe sobre ciegos. Creo recordar que el hombre del castillo de Guayonge iba con una modelo a cobijar delante del marido de la modelo, ciego y parálítico. La relación de Sábato con el grupo surrealista, en un autor de formación ciéntifica como él, fue crucial. El mismo caso de Dalí. Ahora estoy interesado vivamente por Dalí, el más grande de los surrealistas. De un modo innoble, sin motivos evidentes, hace tiempo que le tengo manía a Bretón. Ahora, leyendo a Dalí, empienzo a ponerle razones, motivos, a esa manía mía animal contra esto o éste. Dalí también tuvo una formación ciéntifica, conocía mucho la física cuántica y las matemáticas, que aplicó a muchas de sus obras. Su método paranóico crítico me recuerda a la locura controlada de Don Juan, el de Castaneda. Don Genaro, compañero de don Juan, era un maestro de la locura controlada. Dalí también. En lo de casualidad = causalidad, me llama la atención una ilustración del libro sobre Dali que estoy visitando. Es esa ilustración de un cuadro del siglo XVI sobre el martirio de San Cucufato. La casualidad es que este santo, desconocido completamente, hace poco que C... lo encontró, por medio de una amiga, a raíz de una agenda que perdió. Lo de la agenda me dio la idea de incorporar el caso al cuento El día que me enamoré de Cristina T.  ¿Qué político, macho o hembra, no tiene una agenda? Hoy tomar una cerveza con éste, mañana un café con el otro, pasado cenar con el de más allá, etc. Para meterme en eso de lo que puede ser una agenda de mujer, he ido a buscar a Icod La agenda de Verónica.
Otro caso de casualidad = causalidad es que anoche soñé con mi cuñado Raimundo, y hoy me llamó por teléfono. Un asunto positivo. Me recuerda los hombres del pasado que trajo Martín en nuestros encuentros. El primero era mi cuñado. Pues bien, si la teoría de la causalidad funciona, pronto aparecerán otra vez en esta extraña vida de uno Daniel Bencomo y Cándido Hernández, este último espero que con renovadas fuerzas editoriales. Era un placer trabajar con Cándido.
Y Ramón que volvió de Suecia. Ya lo tenemos aquí.
Y otra casualidad. Ayer medía los versos de un poema, y contaba las sílabas que tiene "La Puerta Verde" y en eso que llama Clara, que ha estado leyendo Cucarachas con Chanel, y me comenta un episodio de la novela donde sale La Puerta Verde.
--Cuando vea yo a Ramallo, le voy a decir...

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