viernes, 15 de mayo de 2015

vale

No me molesta nada, señora. Simplemente escribo. 
Salgo de mi casa, camino por la vera del barranco, veo los monumentos del abismo, me cruzo con un negro con bastón en el puente grande, al fondo el barranco es una tentación cuando veo a un gato entre las piedras, acercándose al mohoso charco de agua, cada día más menguado. Hoy, por la otra acera del puente, pasaba una señora con perrito. El perrito cagó y su dueña recogió la deposición en una bolsa de plástico. Llegó a un poste de la luz con papelera, dio tres vueltas alrededor del poste. Hizo ademán de tirar la bolsa plástico, pero no lo hizo. Siguió caminando y se metió la bolsa en un bolsillo del pantalón, ajustado a los muslos. Me quedé con la curiosidad, la continuación de la historia. Pero ya sabes, la curiosidad mató al gato.
En fin, después del puente viene el barrio Salamanca. Un nostálgico se retrotrae en el tiempo. Barrio de la juventud, muchas historias. Algunas han pasado al gigoló, pero si mi querido amigo el autor está que aúlla por el destino que le ve a su recién parida novela, no sé si vale la pena traer al mundo gigoló ninguno. Y lo de publicar en Anagrama, ni poniendo el culo. Por ahora. 
Ya cruzado el puente Zurita, ya en zona de tranvía, llegó aquí, donde hay una venezolana que me preguntá cómo estoy. Y casi siempre me da el número tres.
La historia del rechazo me interesa. Al margen de explicaciones necesarias. La moral de un escritor es explicarse bien. Las faltas de ortografía es función del corrector. Señora, no me lo tenga a mal si al margen del monólogo que usted ha tenido conmigo --las cosas del blog, insisto, en el blog; tengo mis motivos, y por ahora no me bajo del burro--. No es que me encante escribir, preferiría ir a la playa, o ayer a comer a casa de mi hermana, pero después me llamó que no podía ser porque iba a La Orotava. En el gigoló la llamo Humbolt Valle. Yo leo en una novela que llaman a La Orotava así, y boto al carajo la novela. Me tolero pecados que no soporto en otros. Bueno, a lo que iba. El rechazo.
Eran tiempos de juventud. Hoy lo recordé mientras bajaba. 
Una amiga me invitó una noche a subir a su cuarto... Y aquí dejo el cuento. Hace bien al invitado saber cuándo tiene que marcharse, y al escritor saber cuando tiene que poner el punto. Y a otra cosa. 
Hoy me invitó mujer que quiero, pero se lo estropeó el coche. Estoy condenado al cíber. Un rato de escritura al día, ya que no como.  

1 comentario:

campanilla dijo...

AL BLOG LO QUE NO ES DEL BLOG

Lo privado es lo privado
y aunque aquí uested lo comente
yo respondo por privado
lo creo más conveniente.

Pero por aquí se hará
si así el señor lo desea
y aunque no tenga razón
si del burro no se apea.

La moral del escritor
yo no la puedo tener
pues escritora no soy
aunque me hago entender.

El reproche que me hace
no tiene ningún valor
aunque así no la quisiera
la frase bien se entendió.

Ya le epliqué por privado,
mi mente me traicionó
quise escribir una frase
y otra frase me salió.

Tampoco era de importancia
y por privado corregí
pues fue una mala pasada
lo que no quise, escribí.

¿A usted nunca la ha pasado
que está pensando una copla
y al soltarla por su boca
otra cosa ha recitado?

El mea culpa yo entono
por no releer lo escrito
y asegurarme muy bien
que todo estaba en su sitio.

Disculpas a los lectores
y con esta ya me voy
y me voy como comienzo
AL BLOG LO QUE NO ES DEL BLOG.