domingo, 6 de diciembre de 2009

una prueba acartonada (3)

(Antes de seguir, recordar que esto es un cuento, es decir, una obra de ficción en prosa. Cualquier referencia a la realidad, nombres de personajes, no necesariamente tienen que ver con la verdad y sí con la mentira que es cualquier narracción ficticia, y por ende, las emociones, ideas y etc del personaje narrador, no necesariamente comulgan con las del autor. Por lo demás, que cada palo aguante su vela.)

La mención a la Plaza Toros, nombre con que la conocemos los ignorantes de esta isla, hoy es también como la portada del último libro de Armando Rivero. La estética de la desolación. El deterioro de su redonda forma está lleno de cuadros goyescos. Esas negras imágenes, como las del viejo Balneario de la carretera de San Andrés, visto desde la zona portuaria, hablan con autenticidad de lo que hoy somos en estas islas, frente a las imposturas del Tea o del Calatrava, monstruarios de un quiero y no puedo de una Europa fría y decadente, exportadora de esa horrenda nueva religión que hoy llaman laicismo y posmodernidad. Es cierto, a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor. La noche en que Sombrita venció a Sandro Lopopolo, las tardes cuando Teresa iba al Balneario, las mañanas de chinchorro en San Andrés... Que otros vivan la modernidad y la posmodernidad, que otros canten a ese papel mojado llamado constitución española, que otros miren las soberbias ciudades que imponen modas y costumbres,
que otros cuenten los muertos que les mataron y nos los propios crímenes. Yo vivo en los viejos recuerdos, y sueño con recuperar el idioma que nos quitaron, y miro --no sin tristeza-- las calles por donde camino como un perro todos los días, y cuento mis culpas y olvido las ajenas.
Otros leen El País y Le Monde. Yo, mago de San Andrés, leo El Día en la barra del bar Castillo. Y esto me recuerda un artículo de un colaborador, hoy publicado, que defiende al director del periódico: don José Rodríguez. De ese artículo, diosmediante, hablaré en la próxima entrega. Ahora debo ir a Santacruz a una farmacia de guardia. Ustedes disculpen.

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