jueves, 16 de julio de 2020

Mi cabeza se ha vuelto una fuente de coplas y décimas, ripiosas unas, aceptables otras, y las menos tienen su genio, más o menos. Todavía no acabo de inventar una, ya viene otra detrás tocando la puerta. Esta que veo escrita a mano en el dorso de una cartulina envoltorio de chocolate negro, no está mal para incorporarla a las Coplas de Juan Cabrón:

Las brujas de Tesalia 
eran las más lascivas,
por donde quiera que iban
con sus vulvas incendiarias
quemaban todas la pingas

Las brujas de Tesalia
tienen el coño encendido
con cagarrutas de rana
y cábalas de acertijos

Obligan al pecado 
y arrastran a los oscuro
a todos los cojonudos
y a todos los apocados

Vierten sus brebajes
en cualquier carajo
pa levantar el guanajo
de secretos andamiajes.

Para Juan Cabrón tendría que cambiar el primer verso de las dos primeras estrofas.

Las brujas en Candelaria

Además el cambio no está descaminado porque el valle de Güímar fue lugar de brujería fuerte. La leyenda familiar --el cuento, real o fantástico, es de mi hermana-- reza que mi bisabuelo por parte de madre fue el jefe de las brujas del valle de Güímar. Mi madre también contó un caso relacionado con la brujería. Cuando mi abuela y mi abuelo enamoraban, una cabra ponía las patas en la ventana y no dejaba de mirarlos a los dos. Hasta que mi abuela dijo un sortilegio y la cabra se convirtió en una vecina, y salió huyendo. Decía mi madre que se había enamorado de mi abuelo. En fin, en la obra, como va de tiempos actuales, la brujería es una metáfora.  No sé si les sentará bien a los ciudadanos de Candelaria. Si publico eso ya de una puñetera vez. Ya lo decía don Juan Matus: "Publícalo porque si no, te va a estar pesando sobre los hombros".

*

Una muela y una paleta menos. Gracias al efecto de la hierbahuerto se zafaron sin darme quejas. Silbo mejor. Siempre tuve rabia de mi poco menester en saber silbar. Los animalitos de afuera aprecian el tono y la melodía. Los lagartos levantan las orejas y los pájaros se acercan a oír mejor. Lástima, gracias a los jardineros de la ex alcalde, que hayan destruído el nido de los mirlos en el pitanguero de Nicolás. Los mirlos han dejado de venir.

Ahora silbo mejor y resuelvo mejor con la Administración. Asignatura pendiente: Hacienda. Esta vez tengo que declarar. No sé si por teléfono o puede uno personarse en las oficinas. Y también pendiente: Pedir hora para la médico especialista. Qué martirio. Pero la mejor manera de afrontar un martirio es bailar con él. Como quien baila con la más fea. Al final descubres que es la más graciosa, y la que mejor sabe llevar el paso.

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