sábado, 18 de julio de 2020

Nada, como si nada. No sé yo --que soy medio paranoico-- si la despechada sigue mandando mensajes en privado cada vez que ve a una que en público me guiña el ojo. Y encima el barrio este es un ghetto, no hay otra verdad. Como me dijo Marcelino, el otro día, cada día me parezco más a Samuel Beckett.

--¿Cómo va a llover...? Pero no estaría mal que cayera un palito de agua...  Yo me acuerdo de llevarle la mercancía ahí a una casa, y yo me preguntaba cómo los petardos estos que están aquí fumando todo el día pueden tener la casa cerrada, alucinante la peste a tabaco... Y me vine p´acá para no gastar más...

Esta última frase se refiere --Nicolás-- a la máquina en Ibrahim, la puta máquina.

Antes me mandó callar, pero esta vez lo comprendí. Había ganado por la mañana cien euros, me informó Esteban, el cazador. Se lo pregunté afuera, en la calle, y temió que lo oyera su mujer y le pidiera los cien euros. Es la mujer la que le administra el dinero. Matriarcado en el callejón del Tanque.

Y poesía desolada de Marilyn Monroe (recogida en el blog Café Arcadia, de JLGM):

Me dicen que estoy viva,
que debo dar gracias a Dios
por estar viva.
Me dicen que estoy viva.
Y debe ser verdad.
Solo en la vida caben
este dolor,
este vacío,
este no ser nadie
en las manos de todos,
sólo en la vida se puede
desear con tanta fuerza,
como el mayor amor,
la muerte.

Un niño pasa corriendo por la calle. Detrás lo persigue una niña:

--¡No vayas por el jardín! --le ordena la niña al niño.

Más abajo, un gato del barranco se come tranquilamente a una cría de rata. Otros chiquillos lo grabaron en el móvil y me enseñan la película.

La señora V publica una entrada en fb. Me avisa la campanita. Pero no puedo verla.

En fin, no desear nada, ni la muerte, es propio del Nirvana. ¿Dónde estará ese lugar?


No hay comentarios: