martes, 7 de julio de 2020

No quiero hablar más de política en fb. No vale la pena. ¿Qué me va a mí en ello? Cada día admiro más al egoísta frente al solidario. Es éste más peligroso, más hipócrita. No entiendo a los linchadores que quieren asesinar al asesino. ¿No son también ellos asesinos? Además, asesinos cobardes. Con la lengua clavan puñales justicieros pero son incapaces de darle ese uso a un cuchillo de verdad. No mates con la lengua a quien la opinión pública degrada, no tires piedras creyéndote inocente. Mata, si te atreves, a quien te hace daño. a quien te roba, a quien no te paga una deuda, a quien se ha metido contigo. En fin.

Hablé ayer con Marcelino. Está ahora en Tacoronte. Está un poco fastidiado, esperando resultados de unos análisis. Va a pedir otro libro del libertino francés del siglo XVIII. Los libertinos europeos, antes de Sade y de el autor de Noches revolucionarias, formaban parte de la Iglesia protestante. Defendían que el sexo era un bien divino. Calvino, seguramente un frustrado sexual --debería investigarlo-- hizo todo lo posible para que los excomulgaran, y así fueron expulsados de la Iglesia y de la política.

Ramón, que está haciendo investigaciones antropológicas en Taganana, me mandó una foto del muñeco con la cuca al aire que este año no pudieron quemar por San Juan. También me envió una foto de las vírgenes que están en la iglesia y un poema que parece un conjuro:

Entre santos varones
y vírgenes criollas
negros nubarrones
afrentan la olla

Pero es Asanos
barrio guanche
que a todo malsano
cura en menguante

Lo remití, junto con las fotos, al wasap del club de lectura. Mi hermana, dada a creer lo primero que se le pasa por la cabeza, escribió que ese poema era magia blanca. No se lo dije a Ramón pero le pregunté que de dónde lo había recogido. Del aire. Los versos se le ocurrieron a él. O sea, cabe la posibilidad de que la brujería, que aún no ha fenecido, lo haya elegido para hacer visible esa magia blanca. Magia negra --dije a las del club-- es la de una mujer de San Andrés que un día, hace mucho tiempo, me pidió que la llevase a Candelaria, y por el camino --la autopista-- me reveló el motivo: iba a pedirle a la Virgen que se le pudriera la mano a un capitán que firmó una sentencia contra su hijo. Su hijo, veterano soldado, no hizo más delito que violar a un recluta. Esto no me lo dijo ella. En fin, dio motivo para señalar al club que la Virgen actual no es ni copia de la original, que se perdió en una tormenta o la robó el entonces marqués de Adeje. Mi hermana señaló que la original está en Arico.

Días pesados. Hoy fui a un funeral. Hacía tiempo que no iba a ninguno. Motivos profundos, inconfesables. No lo entenderían la caterva de linchadores moralistas.




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