jueves, 8 de octubre de 2020

 Hoy compré La pesadilla que se muerde la cola y Sole me regaló Panza de burro, que va por la séptima edición. Sole me señaló que es la primera obra canaria escrita en un lenguaje autóctono, del norte de Tenerife. Recuerdo a Pepe Monagas, los cuentos de Pancho Guerra. La obra de Andrea Abreu, según hojeo, está construida con un español normativo. Veré más. Pero más me interesa ahora La pesadilla que se muerde la cola, de Ana Beltrán. Por afinidades electivas. Por la autora y por sus sueños. El sueño es el espejo mágico donde se mira la vida de la vigilia, y se ve uno desprovisto de ropajes y apariencias. 

Arriba en el cuarto tengo La Lapa, de Ángel Guerra. Y Belén quedó en pasarme una novela de una autora que se apellida Berlín. Dice que está en mi estilo. 

A mi siempre me atrajo el arte pornográfico, el arte desnudo de metáforas que se convierte en sí mismo en la metáfora de la naturaleza y la civilización. El cuadro japonés del pulpo padre comiéndole el coño a una mujer y el pulpo hijo acariciándola por el cuello, tengo que buscarlo. Hice una versión de ese cuadro, de líneas delicadas, y se transformó en expresionismo casi abstracto. 

Tengo que comprar hojillas y rasurarme la barba. Parezco un santón, y nada más lejos.

Mañana viene H. Será como siempre, vendrá, mirará y se irá.

Oigo a Irene Montero, bla bla bla, una cotorra incansable. ¿Será tan habladora en la intimidad? Habla y habla y no se le entiende nada, y no tiene música en la voz. Esa música que tiene Cayetana de Toledo. El Pablo Casado temo que la cagó destituyéndola. 

Le pongo ron al doctor Gregorio y a las personitas del vudú, la del paño blanco y la del paño negro. Pequeños rituales para mantener un orden, cierta salud y cierto entendimiento. Días secos. La lluvia fue un engañabobos.

Lo primero que leo, al azar, del libro de Ana María es un sueño con cremas rejuvenecedoras. Me acordé de una película japonesa que me recuerda el cuento de Pamela sobre la crueldad de los patos.

El tema de ese cuento me interesó. Matar al inocente, por parte del padre o la madre, para que no moleste. Es una vuelta de tuerca del mito de Saturno devorando a los hijos. Hoy hojeé La casa de las bellas durmientes.

Creo que volveré a leerla. No sé si terminaré La Lapa. Panza de burro creo que va a esperar. La pesadilla no. Tengo que limpiar y ordenar la mesa para leer La pesadilla...

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