viernes, 2 de octubre de 2020

 Demasiado sentimiento acumulado estos días. Empacho sentimental. Sentir demasiado o pensar demasiado desequilibra la sobriedad necesaria de quien camina por una senda de cabras en medio de un precipicio. Mañana meto sentimientos y pensamientos en un saco, lo amarro con una soga y, antes de sentir los griteríos, cómo se pelean a muerte sentimientos y pensamientos,, lo llevo al contenedor y adiós muy buena.

Por lo pronto me hago una pasta. Tengo hambre. No sé por qué --o sí se por qué-- sospecho que H vertió somníferos en la comida que me hizo a mediodía. Había dormido hasta poco antes de que llegara y con un par de cafés me había espabilado, y con apetito. Cuando terminé de comer sentí somnolencia. 

--Si te entra el sueño, échate a dormir --dijo H poco antes de marcharse. Poco más de una hora y se fue.

Si es verdad, no sé el motivo. Hay tantas cosas de las que no sé el motivo.

El caso es que me eché cuando se fue y dormí profundo, y me costó despertar. Esta vez fui a tomar el café a Ibrahim. El Loco me tocó la espalda mientras sacaba tabaco de la máquina.

--¡¿Adónde te fuiste el otro día!? Fui a buscar el dinero y cuando volví me dijeron que te habías marchado en un coche...

--Sí, pero no importa, no te preocupes, ya arreglaremos.

S, por otro lado, me agradece el remedio medicinal que le di el otro día. Se le secó una verruga de un brazo y se le quitó el picor. Es aprehensivo, ya tiene hora para el médico, y me dice que el primer médico fui yo. Tonterías. Sé las propiedades de la planta que le dije que usara, como sé que el baño de agua fría (empezar por un pie, luego otro, y luego el cuerpo hasta el cuello, sin mojar la cara ni la cabeza, habiendo entrado con el cuerpo caliente a la ducha y después secarse y no dejar que el cuerpo se enfríe), de un médico boliviano que todo lo curaba con el agua fría, es efectivo. ¿Y qué más sé de medicina? Que la hiebahuerto me alivió el dolor de muelas, ya dos veces, y la muela se desprendió de la encía al poco tiempo, tranquilamente, sin aspavientos. Lo de que el Ph alcalino en el cuerpo evita la entrada de enfermedades, lo leí por casualidad. Lo comenté ayer con los animales, cenando en las mesitas de la terraza de Fela. Hosmán comentó de un amigo que se hacía un preparado, agua con limón y bicarbonato, para mantener el Ph alcalino.

Dani comentó algunos episodios en el mar (él trabaja en Salvamento Marítimo) que son de película, de película cómica con nada cómicos muertos, ahogados, por medio. En fin, Pepe lo pasó muy bien en Hermigua, frente al mar, con su novia.

--Me hubiera quedado allí...

El mar... el mar es otra fuente de salud que casi no probé en todo el verano. Un verano lúgubre, bajo de moral, del que creía ahora alzarme con sentimientos de amor. Y una pinga. El  sentimiento acrecienta el mal, no lo remedia. En fin, demasiado encajonado en el barrio. Y creo que ya está lista la pasta. Otra noche en vela. ¿Cuándo me acostaré yo con el Sol y me levantaré con el canto de los pájaros? Cuando las ranas tengan pelos, supongo.

Tito, entre otras cosas, contó el caso que le pasó con una vieja alemana en Almáciga. Se le acercó la mujer y le dijo:

--Vivo aquí cerca y tengo un piano en mi casa. Me gustaría que vinieras a verlo.

Tito no fue. Una lástima. No sabemos cómo era ese piano, cómo sonaba...


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