sábado, 26 de septiembre de 2015

hasta otra, Salva Li.

Iba sin rumbo por la calle
con un libro de versos en un bolsillo.
Lo tomé como un talismán.
¿Adónde voy yo?, pregunté
al libro y lo abrí al azar.

El pájaro poeta cantaba bien,
entonado, armonioso,
incluso con aire de filósofo
en algunos versos pares.

Pero no decían verdad, no tenía
corazón latiente, era un pájaro
mecánico. A veces daba el pego
pero no era un pájaro real.

¿Dónde está el pájaro real?
Sí, ya lo sé, vive dentro de mí
pero poco a poco su canto
es un trino mecánico.

Le he quitado las pilas.
El silencio le sienta bien.

También silencio necesita
el libro de poemas.



No sé por qué pasé yo ayer por la presentación del libro de poemas. El autor fue gran amigo en otros tiempos. Cuando un amigo se va, a veces es mejor el lugar vacío que deja en uno. Porque el no vacío son desencuentros. La poesía nos separó. Yo elegí un camino y él otro. Su camino no me interesó demasiado. Sin sintonía poética, la amistad decae. Decayó. Descanse en paz. Pero me hubiese ganado el día si el libro me hubiese entusiasmado un poquito. Nada. Lo poco que hubo ya se fue. Y el prologo informa mal o el prologuista está mal informado. Cierto manifiesto lo escribimos juntos el autor y yo en la alegre juventud. Que no se me nombre es un honor. Que se ponga otro autor en mi lugar, es un honor mayor. Ayuda a perder eso que llaman personalidad, y que no son sino grilletes en las patas. Personalidad voy perdiéndola poco a poco. Gracias a Dios. Todavía me molesta un tanto algunos comentarios del bueno de mi cuñado. Es maricón reprimido y supongo que está enamorado de mí. No pierde ocasión de tocarme los huevos. Es la única parte donde conservo todavía cierta personalidad.
Bueno. Tiempo al tiempo.

Como dije, Dalí bajó de su gloria, me visitó en el patio de mi casa, y compartimos cuadro. El beso real. Técnica mixta sobre madera. Ya con don Tigre hicimos correcciones, borrados y añadidos a Dalí, pero sin su permiso, sin él estar presente.
No vino como Orlando Cova, cuando estaba en este barrio y me recriminó quién era yo para correguirle sus versos. ¿Entonces el tonto dél pa qué me los dio? Seguramente para que le dijera, oh qué gran poeta eres. No hice esa bellaquería. No adorno con palabras sino bellos oídos. El de Orlando lo tenía encasquetado. Le dejé el libro d poemas hecho un cromo y él lo dejó otra vez como estaba, sin pena ni gloria. Dalí es otro cantar. Aunque mi maestra lo denoste, el hombre pintor tiene gran mérito. Sabe matemáticas. Vino de maestro y salió discípulo. En cuanto acabamos una botella de escocés muy bueno, se fue a su gloria a buscar a Gala. La echaba de menos. Qué hombre más perdido el hombre enamorado. Dijo que quería pintarla otra vez. Con mi estilo. No le será difícil. Mi estilo es sencillo, como el agua que está lloviendo.  

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