martes, 15 de septiembre de 2015

Ático 13 (continuación)

Yo no sé si hubo otras vidas.
No las recuerdo.
Ni si alguna vez nos conocimos
y nos amamos una noche de luna,
la mar en calma. Sin mentiras.
Nos casamos. Tuvimos siete hijos.
El mayor fue un rey sensible
a las necesidades del pueblo.
El menor fue un mendigo
a quien no le faltó nunca una limosna.
Hubo, tal vez fue así, un santo,
un cocinero, un comerciante
de alfombras, y un poeta
y una danzarina. Como su madre.
No sé si todo esto fue posible
y si sucedió en la noche de los tiempos.
Nada sé. Sólo sé que te amo.




Transformar la basura, convertirla en obra de arte, es una de las estrategias de RealismoPuntoCero. Nada nuevo. Ya lo hizo Duchamp. Y antes que él, otros genios. O usar la basura como material en la obra, con lo cual la refuerzas. Ideas que, ahora que me ha dado por leer los tratados sobre pintura de Leonardo da Vinci --el libro me lo prestó mi cuñado--, descubro que nos copió inventos el pintor renacentista, el que se comportaba, en materia de arte, como un paisano pobre que va al mercado, deja que todo el mundo compre, y a última hora él compra lo que los demás han despreciado. Y antes de exponerlo en las ciudades, lo enseña en los pueblos perdidos.
Leonardo habla de materiales para fabricar colores. Uno es la mierda humana desecada a fuego lento. (Supongo que elegiría con tino al dueño de la cagada.) Otro es no sé qué mezcla bañada con orina.
Me recordó un cuento de un guineano --un hombre de genio, narrador oral-- que vi y oí una vez en La Laguna. Si hablaba de un tigre, no lo veías a él, sino a un tigre. Contó el cuento de una avispa que quería hacer miel. El maestro mielero enseñó como pudo a aquella avispa insolente y caprichosa, hasta que llegó a la última lección. Que era añadir una pizca de mierda de vaca al resto de componentes.
--¡Yo, por cuanto! ¡Yo soy muy limpia! ¡No soy una guarra, maestro jediondo!
Y guarra o no, siguió siendo avispa. La miel que quiso hacer le salió una mierda.


Recuerdo un proyecto que hice para el periódico donde trabajé. Me ascendieron a inspector de punto de venta. Viajaba por toda Asturias. El periódico me facilitó cámara de foto y revelados. Fotografié todos los animales en simbiosis con la carretera. Animales atropellados que habían quedado marcados sobre el asfalto. Bajaba de la furgoneta, hacía la foto y seguía de largo. Pero esto no era para el periódico.
Hacía poco, influenciado por un impacto de Haring --una exposición en Madrid-- que me había metido en la pintura. Comencé con los muebles de una casa llena de mugre. Usaba un cuchillo. Raspaba, rajaba, hacía líneas y planos y dibujos. Me acuerdo de uno que era un rostro. La cara del diablo.
Leonardo da Vinci lo hubiese aprobado. Mi cuñado no. Y yo, como soy esquizoide, me resbala el piropo del sabio y me afecta el salivazo del ignorante.


Luego adecenté más o menos un cuarto de la casa y ya empecé a pintar con óleo sobre tapas de grandes cajones que cogía en los almacenes del periódico y transportaba a esa casa en la furgoneta. Entonces trabajaba yo en los almacenes, degradado de categoría pero con el sueldo de corrector. Estaba harto de corregir siempre lo mismo. El almacén fue como entrar en otro mundo.
El proyecto --iniciado más tarde, en siendo inspector-- incluía un laberinto construido con bloques de periódicos.
Bueno, de aquí hasta que conocí a Jose --y a Nguyen-- y supe que había encontrado por fin a un genio como yo, pasaron muchos años. Mucho tiempo me separa de la casa mugrienta y el día de Ático 13.


ResurreAcción me resucitó, literalmente. Ático 13 me ha revolucionado. Estoy a punto de lograr los cuadros que imaginé cuando comencé con este oficio. (Mi cuñado asturiano no puso pegas, incluso me hizo el honor de que pusiera yo el nombre del propietario en el cubo de basura: El de aquí, una mosca cojonera. Hasta ayer. Ayer descubrí su secreto. Hasta me despierta cariño. Los acomplejados me despiertan cariño. Amor no. Amor le tengo a Jose (Ramallo) y Nguyen, hoy por hoy, alas de mi arte, y a Carmen, el corazón. Mis aliados más poderosos.

No hay comentarios: