viernes, 7 de septiembre de 2012

pitonisa borracha (2)

Mientras iba a la mesa recordé cuándo TIJUANA nos reuníamos en Atlantic city, donde VR hacía gestos que debertía evitar si de verdad quiere tener novia. El infantilismo no sé si me hermana, pero sí me emprima con VR. Debe de ser porque ahora tengo más tendencia a los primos que a los hermanos. En sueños que he tenido en la cama que me asignaron, no sé si porque la niña se acuesta conmigo --la vieja también quiso, pero no la dejé-- he soñado con mis primas de María Jímenez. Como si las echase de menos, y a mi tía María. Tengo que ir a verlas. Mierda, no me acuerdo ahora de los nombres de mis primas de María Jímenez, la rubia con el encanto de Isadora Duncam (VR en la película) y la morena con los ojos más bellos del mundo. Soñé con mi tía María, la última hija de mi abuela Estela. Ocho días más en edad que mi prima Ovidia. A la única prima que he visto hace menos tiempo es a Zoila, limpiadora de la ONCE. Trabajadora del pueblo en la ONCE. Me trata con cariño. Pero no me gusta el cotilleo. Eso no significa que no haya visto la película de la dama de Toledo. Espléndida. Esa mujer debería sentirse orgullosa. La esperanza del PSOE, y lo digo en serio. En sirio es mejor no decirlo.
"David está bien, ahora se baña más y se lava la ropa... a mí no me gustaba encontrármelo porque se ponía a llorar", me contó Zoila un mediodía que nos vimos en el sitio ese donde fue el luchalibro, el Atlántico... Sabia mujer la que gusta encontrarse con el hombre que ríe, porque al que llora, que lo aguante su madre. Esa madre que ya se nos murieron. La mía fue mujer de machete. Eso heredó mi primo David. Lo llaman el Machete en San Andrés (José Rivero Vivas denosta los nombretes, en eso no estoy de acuerdo con el maestro, sin nombretes no somos nada, nombres finjidos, hombres del Estado, DNI. Necesario para ir a Madrid o presentar en el Banco, y una cifra no se sabe si cabalística y una foto que prefiero no mirarme. Me dan ganas de clavarme alfileres, que sólo se vean las cabezas de los alfileres, brillando como cuando se pone el sol por los vejucos de Tacoronte en los días claros.)

Hoy vino la inspectora con una botella de vino de Brumas de Ayosa (el que le gustaba a CQ) y se quedó el rato que salí con las dos menudas, la niña y la tercera edad que parece una niña, le quité los mimos enseguida. Soy un bestia, no me gustan los mimos. La bella inspectora me dijo que saliera al pueblo y se lo agradecí. Caminar un poco es saludable. El encuentro con la del Tarot fue que eché un euro a la máquina y me dio cuarenta.
--Ese premio es porque te di suerte --me dijo, acercándose al ruido de las monedas. Reparé en ella. Olía a no bañarse, olía natural, me gustó.
En una mesa al lado otra chica, esta vestida bien y afrutada de perfume, ponía en solfa al maromo.
--Tienes miedo a la vida y por eso te escondes entre las musarañas de la fantasía... Estás solo, no vales nada, tu madre no te quiere. El tipo tiene pinta de don nada, como un poeta que escribe novelas, me recuerda a uno de los cucarachos de Dr R.
--Mira, La Emperatriz --me interrumpe la hedorosa, huele como si cagara y no se limpiase el culo, pero no me molesta el olor. El olor a mierda y el perfume afrutado entonan bien... --un periodo de felicidad... energías benéficas --pido un Arehucas al camarero. Ron del pueblo. El Aldea es cuando tengo el bolsillo aristocrático o una dama sonríe, una emperatriz--... algo nace, un amor, te va a ir bien en el trabajo... ¿Tú de qué trabajas?
--Soy poeta.
--... Ah... yo una vez tuve un novio poeta, pero mi experiencia poética fue con el fontanero.

1 comentario:

Riforfo Rex dijo...

¡Joder! que magníficas las dos frases finales. Y qué tragedia para los poetas. Al final, lo que cuenta en poesía -al menos con las mujeres- es el ímpetu animal de un fontanero.