viernes, 28 de septiembre de 2018

El actor es actor. Su función es actuar. Su condena es actuar.

En el encuentro la otra noche con los animales, Dani decía que actuar es difícil. Una vez mi madre con trece años me mandó engañar a un marido burlado que buscaba a la mujer, en mi casa follando con otro. Y lo engañé. Lo dejé convencido, y le di tiempo a su mujer de vestirse y escapar. En otra ocasión, traspasé la frontera de Irún con una kima de hierba en la guantera y con el DNI caducado. Iba con unos amigos que iban a solucionar en Francia una cosa que no podían en España porque entonces era delito. Le dije al policía que éramos estudiantes y todo el bachillerato lo habíamos pasado soñando con París. Nos dejó pasar. La solución del problema estaba cerca y volvimos al día siguiente. El mismo policía.
--¿Cómo? ¿Ya vieron París?
No sé qué le dije. Nos dejó volver a España, sin problemas. Te crees inocente y haces el papel de inocente sin problemas. Lo malo es cuando te crees culpable y quieres hacer el papel de inocente. No se puede.

Hoy después del ensayo, pasé por la presentación del libro en la MAC. Título sugerente. No me acuerdo. Pero no estaba allí por el libro. Le pregunté a Anghel por el diccionario.
--No me ha llamado.

Mi amiga extraña me pinta con un vino de Abona. Ignacio leyó Horizontal jazz. Sus comentarios son una invitación a publicarla sin marear más la perdiz.

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