sábado, 1 de abril de 2023

historias

 Hoy he recordando todo el día un cuento que nos contó en clase Ramón Trujillo, profesor de semántica, Era de un judío que por casualidad oyó que lo iban a matar al amanecer. A la medianoche, pintarían una cruz en la puerta de su casa para que los asesinos supieran dónde vivía.  Lo que hizo el judío, después de media noche, fue pintar una cruz en todas las puertas del barrio. --Así fue como el símbolo quedó vacío de significado --dijo el profesor.

También me acordé de una película japonesa, asociada al recuerdo de cuando mi abuela Petronila se iba a morir y para evitar su muerte, pidió a mi madre que le hiciese una sopa de carne de niño recién nacido. Mi madre no encontró ningún niño recién nacido a quien matar para hacer una sopa. Se la hizo con carne de pollo, diciéndole una mentira a mi abuela, No dio resultado. Murió. En la película la protagonista compraba cremas de recién nacidos que usaba en su cuerpo para conservar la belleza. Hubo un momento en que ya no tuvo dinero para comprar esas cremas. Fue entonces cuando decidió quedar embarazada. El niño parido se convirtió en crema. Siguió conservando su belleza.

En fin, la historias cotidianas son menos gore. Menos mal.  

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