domingo, 4 de abril de 2010

Campanilla

El Fatigas estuvo a punto de ahogarse. Llevó a una gente a Benigo y regresó sin peso en el barco. Las olas lo vacilaron y le reviraron la embarcación. Una ola se la reviró. Lo tiró al mar. Nadó como pudo. Otra ola le puso la barca otra vez al derecho. El móvil, por fortuna, le funcionó, y pudo llamar a Salvamento Marítimo. Aún conserva ánimos para decirme, cuando me ve por el edificio Le Courbasier (?), con el Thor comiendo hierba," Jesús te cojo y te reviento". Ay, el Fatigas.
Otro de tal calibre, Anghel, pero Anghel es mucho. Lo narro en otro momento. Lunes. Llega Campanilla, por el Sur. Ya nos veremos.

6 comentarios:

Azena dijo...

creo que es "le corbusier"...

Ramón Herar dijo...

Jesús se va mañana pal Sur al encuentro con su amada. Buscan de comer y les recomiendo (sin ánimo de populismos) las jareas de Las Zocas. Termino con Las Bellezas de Kyoto del amigo Charlin. Algunos de sus pasajes y los restos de una propuesta para Lunula, que todavía rondaban por mi cabeza, acaban inspirando un pequeño relato:

…EN AQUELLA NOCHE DE AMOR CIBERNÉTICO
Tras los años de matrimonio y los arrastres de la vida, hacía tiempo que escaseaban sus relaciones de cama. El refugio en webs para el encuentro de nuevas parejas consumían ahora los rescoldos de sus libidos. –¡Cariño, subo ya. Voy a ver qué tal mi correo! –¡Ok, sí, yo también tengo que mirar el mío! Las disculpas se sucedían una y otra vez cada noche a la misma hora, y sin aparente sospecha el uno del otro. En las webs habían descubierto, cada uno por separado, un espacio abierto a la imaginación desbocada; un momento para la emoción con identidades trasfiguradas; al encuentro de experimentaciones sensuales y literarias que en modo alguno habían sospechado antes. En eso entretenían las frustraciones maritales y consolaban sus bloqueos personales por razones olvidadas. –Hola Yannira, me alegro de volverte a encontrar por aquí. Todavía recuerdo tus deseos más íntimos, la última vez que nos escribimos. –Ja ja, qué tal poeta de mi vigilia. –No me digas que sigues suspirando por mis ripios montunos. –Sí, Rocco, hoy además llena de voluptuosidad infinita. –¡Uaahh! … Pues comencemos esta noche con mi lengua untuosa y tibia, acariciando levemente tu apéndice auditivo, orilleándolo, hasta encontrar ese punto de entrega que abre tus labios y entrecorta tu respiración. –¡Síii… sigue. Me gusta eso, pero despacio por el cuello hasta llegar a mi seno eruptivo. –Como gustes, mi dulce sol de oriente, mi perla caribe, mi brillo del sur… –Sigue sigue… –Desciendo mi recorrido hacia el cuello, deteniéndome en ese lunar estratégico, de magnífico sabor a anacardo del Chigorodó, y me deleito en ese pequeño hoyo al final, justo antes de la clavícula… Y subo a ese monte óseo para volver a bajar por tus valles más profundos con sabor a lima del Capurganá. Sigo avanzando, con un deleite jamás encontrado en otras geografías y parajes del Magangué y el Urabá. –¡Umm…!
… Otros nombres de resonancias míticas se sucedieron por aquel viaje al origen del universo, al mismo instante previo del Big-Bang, al estadio en el que el magma primigenio dio lugar a todo lo que existe…
Esa noche Rosa no podía conciliar el sueño, el grado de excitación alcanzado frente a la pantalla le pedía algo más… algo más físico. Juan dormía ya en la cama cuando recibió el codazo de su mujer, pero no fue suficiente para despertarlo. Juan sólo acertó a balbucear: –¡Sí… Sí, mi dulce sol de oriente, mi perla caribe, mi brillo del sur…!
Rosa, sorprendida, escandalizada incluso, no daba crédito a lo que acababa de escuchar. Hasta que, pensándolo mejor, la entrega a su ciberamor se consumó por fin, entre la vigilia y el ensueño de las nanotecnologías del tú y yo; a 980 gigahertzios por segundo, entre silicios y cargas cuánticas flotantes; más allá del borde del horizonte de sucesos, donde el tiempo se contrae y el espacio se dilata en rizos de nacaroll.

Laureano Lorenzo dijo...

Si la palabra en cuestión se refiere al cognac francés "Courvoisier"

Laureano Lorenzo dijo...

Perdón, no se que ocurrió que el aparato no me dejo terminar; me quedaba pendiente decir que si se refiere a la arquitectura es, como bien apunta Azena, "Le Corbusier"

Ramón Herar dijo...

Me había quedado por leer desde hace unos días el “Epílogo” de la novela de Charlin. Acabo de terminarlo ahora y me fijo en las dos últimas líneas: Playa Paraíso 8-4-2008 / Antonio Lorenzo Gómez Charlin. La fecha me llama la atención por acabarla justamente hoy, a un día escaso de que se cumplan dos años de escribirla. ¿Casualidad? Seguramente, pero no deja de recordarme algo de lo que no hablamos ayer en el Bosque de Tijuana, a propósito de gustos literarios. Más allá del cómo y el qué, y de sus polémicas concomitantes, me faltó hablar de las resonancias, del eco de las lecturas, de lo que surge con la lectura a pesar de lo que se lee. Sí, entramos en el mundo de la subjetividad, de los detalles que despiertan otros mundos, otras imágenes, otras historias. No sé hasta qué punto esto es más mérito del lector que del escritor, pero no cabe duda de que hay autores que te sugieren más que otros, que hay prosas más insinuantes que otras, que hay novelas que dan pie a más lecturas que la escrita, aún cuando ésta sea espléndida y vigorosa, y en ellas me regodeo con mayor placer todavía. Seguramente no sea una cuestión de voluntarismos sino de magias y encantamientos. ¿Qué tiene que ver esto con la fecha de Charlin? No lo sé, pero así son las cosas a veces, basta que hables maldiciendo el billete que perdiste ayer, para acordarte de aquella bella sonrisa que te dejó enamorado en los tiempos del pan con chorizoperro del cojo. Así son los sortilegios del leer y el escribir… afortunadamente nunca sabes qué va a pasar.
Y Jesús que también le está pasando como a la historia de Sansón y Dalila, que con los cuatro goles de Messi de fondo, recordábamos ayer en vista de mi corte de pelo junto con mis padecimientos de cabeza y falta de fuerzas. A Jesús también veo que le fallan las fuerzas para seguir con este blog después de su nuevo look con Campanilla revoloteando por estos lares. Nada, las historias están ahora fuera del papel y ya volverán con renovado vigor, qué más se puede pedir.

Ramón Herar dijo...

Me había quedado por leer desde hace unos días el “Epílogo” de la novela de Charlin. Acabo de terminarlo ahora y me fijo en las dos últimas líneas: Playa Paraíso 8-4-2008 / Antonio Lorenzo Gómez Charlin. La fecha me llama la atención por acabarla justamente hoy, a un día escaso de que se cumplan dos años de escribirla. ¿Casualidad? Seguramente, pero no deja de recordarme algo de lo que no hablamos ayer en el Bosque de Tijuana, a propósito de gustos literarios. Más allá del cómo y el qué, y de sus polémicas concomitantes, me faltó hablar de las resonancias, del eco de las lecturas, de lo que surge con la lectura a pesar de lo que se lee. Sí, entramos en el mundo de la subjetividad, de los detalles que despiertan otros mundos, otras imágenes, otras historias. No sé hasta qué punto esto es más mérito del lector que del escritor, pero no cabe duda de que hay autores que te sugieren más que otros, que hay prosas más insinuantes que otras, que hay novelas que dan pie a más lecturas que la escrita, aún cuando ésta sea espléndida y vigorosa, y en ellas me regodeo con mayor placer todavía. Seguramente no sea una cuestión de voluntarismos sino de magias y encantamientos. ¿Qué tiene que ver esto con la fecha de Charlin? No lo sé, pero así son las cosas a veces, basta que hables maldiciendo el billete que perdiste ayer, para acordarte de aquella bella sonrisa que te dejó enamorado en los tiempos del pan con chorizoperro del cojo. Así son los sortilegios del leer y el escribir… afortunadamente nunca sabes qué va a pasar.
Y Jesús que también le está pasando como a la historia de Sansón y Dalila, que con los cuatro goles de Messi de fondo, recordábamos ayer en vista de mi corte de pelo junto con mis padecimientos de cabeza y falta de fuerzas. A Jesús también veo que le fallan las fuerzas para seguir con este blog después de su nuevo look con Campanilla revoloteando por estos lares. Nada, las historias están ahora fuera del papel y ya volverán con renovado vigor, qué más se puede pedir.