viernes, 20 de noviembre de 2015

entre cuadros

Que si quiero ir a ver a Raíz Profunda jugar al futbol mientras Madrid-Barcelona ocupa el interés mundial. Seguridad demasiado concentrada en un acontecimiento. Si hay ataques no se producirán en el Bernabéu. No sé aún en qué campo juega Raíz Profunda. Comenzamos a pintarla la noche del drama en París. El cuadro se llama, por razones nuestras, El amor y los celos. Podría mejor llamarse El amor y la guerra. Verla jugar a la pelota es necesario. Ella es la artista. Nosotros obedecemos los designios.
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Chez Ibrahim. Un interlocutor me habla de documentos fotográficos y escritos encontrados en la casa de Hilario G. Díaz, médico adherido al franquismo, fotografías que el hizo en tiempos de la guerra civil, y cartas en francés, seguramente familiares, pero que olí en ellas una necesaria novela. A ver si hablo con Juan, en su calidad de hacedor de ficciones históricas y abogado. El interlocutor me lo dice porque Navarrito, cuentista oral realismo punto cero inmejorable, dice que yo estoy relacionado con el Cabildo, porque un día me vio en una no sé qué en la librería del cabildo. Hay que joderse cómo le viene a uno la fama. Sin querer. Pero me huelo que esos documentos son valiosos. Vale la pena ponerlos en movimiento. No sé cómo. Espero pistas.
Me recuerda otro episodio relacionado con otra casa abandonada, donde los dueños dejaron atrás objetos valiosos, que estaba en Asturias. Roxana Popelka recopiló allí cintas de 7mm, películas que quiso dejarme para qué yo las guardara. No quise. Lo que había en esas películas era cosa del Diablo. En los documentos de los que me habla sé que no hay diablo que valga. Cartas en francés. El idioma de la Marsellesa.
En casa, en un número de Lúnula, leo poemas de Roxana. Era la mejor poeta entre nosotros. Luis Alberto de Cuenca se lo dijo a Roger. Roger sintió celos anglosajones. Quien vale es quien está en las universidades de EE UU. Mejor es que no etuviese también una competidora. Eso sí que no.   
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Ahora que soy maestro, más me acuerdo de mi maestra. No quiso ser mi discípula. Ella se lo pierde.
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Todo lo sé menos dónde estoy. Mi alma es judía, mi mente es cristiana, mi corazón es musulmán. Dios me ayude.

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