jueves, 7 de enero de 2016

tiempo de tiza negra

Pepe



Una vez me vi en una montaña en un camino de cabra, encima de mi cabeza un cielo abismal, y por debajo el fondo de un barranco, a mucha distancia. Ladera vertical, caminito estrecho, pegado a la ladera vertical. Y yo sufro de vértigo. Gracias a Dios, la montaña me acogió como una mujer y me ayudó a pasar a tierra más segura. También recuerdo un viaje en barco. Esta vez fue la mar tal mujer; llamaba con una sonrisa que no sé describir. No me tiré por la borda porque el raciocinio, gracias a Dios, me acompañó siempre en todo momento. Por raciocinio entiendo que sabía que si me lanzaba al mar, me iba ahogar y a comer los tiburones. Al margen del raciocinio animal, se posó en uno la percepción más poderosa, intuía que si abandonaba el barco, nada malo me iba a suceder. Debieron ser recuerdos de cuando estuve en la placenta de mi madre.
Este es un mundo pesado donde si no brincamos y saltamos, estamos jodidos.


No sé por qué estos días he estado acordándome de la novela La agenda de Verónica. De Candelaria Quintero. La autora se enamoró de Elías, el personaje de El negro, novela que justifica haberla publicado que esté viva en maestro Jabalí.(Me sorprende Jabalí cada vez que me recuerda la novela, cosas que uno ya ha olvidado él las refresca. Buen destino la novela con tal lector). Cuando Candelaria conoció al autor, el amor saltó por la ventana. De muchas penas me libré. Aunque no me hubiese desencantado haber sido un soldado de tal mujer. Ahora ya no.


 De la película de anoche no me enteré el argumento hasta que te leí. Me gustó la chica de negro, la de las artes marciales. Toda la peli estudié cómo vencerla. Quizá aprendiendo los movimientos de la hierba. Y pelear con su sombra, olvidar su cuerpo. Pero ¿quién es capaz de olvidar el cuerpo de asesina pájaro?









Mis hazañas no son haber escrito novelas memorables o ser un poeta inspirado y medianamente afinado, sino hechos más simples. Mi secretaria del partido aún no ha apreciado la hazaña que hice cuando le arreglé una cerradura de una puerta. Fue una simple hazaña, pero una hazaña. Como cuando me defendí de unos presas asesinos. Bailé a la pata coja, canté en arameo, y los  perros se quedaron bobos, temerosos, quietos. Yo seguí mi camino y ellos regresaron a su guarida. Fue en la dársena pesquera. Cerca de Las Cuevitas.




*
Su nombre en el pensamiento
me hace grato el camino,
su nombre rumor de río
es el cantar de los cielos.
Haya fuego o haya hielo
su nombre me da alegría,
sea noche o sea día,
haya vientos o bonanzas
su nombre es bienandanza,
música del alma mía
(aunque silencio sería
si quiere encerrarme en jaula).


Por todo sitio el camino
en cada paso la siento,
si miro el curso del río
o si veo el cambiar del cielo
buscando el vuelo del mirlo
en verano y en invierno.


En secreto la persigo,
cantarla es mi contento,
no cantarla mi castigo.


*

Noticias de Pepa Pardo. De Pepa recuerdo muchos boleros. Anoche se lo dije al marino capitán. En el bolero está la mejor letra de todas las canciones, la más fuerte. Con Pepa aprendí boleros y...


Eso pensaba hasta la víspera de reyes. Me cambio a la cumbia de esa muchacha en Atico 13:


Levanta la mano
si quieres dormir conmigo...





sí, viejo discípulo


El pájaro azul está prisionero,
la princesa monja
ordena a asesina pájaro
abrir la jaula,
es su guerra.
Un sentimiento humano
se lo impide.
No impedirá
en nosotros
un sentimiento humano
atinar la cítara
en la niebla
de la princesa monja.


y sí señor Pepe. Tiempo de carboncillo.


Chito

No hay comentarios: