viernes, 16 de julio de 2010

el libro de los cuentos

Calle de La Cruz. Ventana de la casa de Chani. Resplandor de la tele. Mis pasos bajan y la calle no cría hierbas. Aparto la cortina. Chani en el sillón, como un tamboril. Ya no hay tamboriles en el muelle, ya no hay medusas en el muelle, ¿ya no hay sirenas en San Andrés?
--Te llevaste el libro de los cuentos --me dice, apoltronado en el sillón, esnifando por los ojos los rayos catódicos, luz del techo apagada, sólo la pantalla del televisor ilumina--, que estaba leyendo, y no me lo has traído.
Habla del libro de cuentos del gofio estelar. esa nueva bien cosida edición de Idea&Aguere, a las órdenes implacables del general Morales, un ángel en el mundo de la edición canario, y no es cova, la cova no se la doy ni a mi sombra. Anghel es un bimbache en estado puro, por lo tanto es un jazzista, un bailarín de la revolución, un... bueno, era del libro de los cuentos de lo que estaba hablando.
Hasta el momento, ahí está, la ciencia ficción canaria sostenida con vigor. La ciencia ficción es un género que nos llega tarde, pero ahí está. Quizá la próxima antología de Juan el de Tijuana Bosque sea del oeste. Debrigode escribió historias de piratas y aventureros, pero no del oeste, que yo sepa. Pero esta es de ciencia ficción, con los tópicos clásicos de la ciencia ficción, con esos caminos trillados que aconsejaba Maquiavelo, y eso está bien. Lo que no es tradicción es plagio. Nunca comprendí esta frase, pero seguro que Víctor el bosquero sabrá descubrir su real signifcado, algún día, algún martes.
A Chani le está gustando el libro de los cuentos. A mí también. El último que he leído es el de Agustín el de la cota 600. Impecable. Quizá el más original de todos. Los que llevo leídos. Me hace recordar la novela de Javier el de Factotum que estoy leyendo. Dos versiones de una misma escultura, dos nombres en una misma rambla, la falsedad y la exactitud, el original y el plagio, el conocimiento y el mundo de las ideas... Nada que ver con el cuento que publicó en Lunula décadas atrás. "13 habitaciones", creo que se titulaba. La única coincidencia con el actual suyo en el libro de los cuentos es que éste comienza su título con el número 13, y que lo llevó Anghel de regalo al Bosque de Tijuana el pasado martes 13. Donde también hubo el regalo de un ron cubano y un vino palmero elaborado con el número Pi.

Me despido de Chani, que esta noche está monástico televisivo, y abajo en el Monterrey, veo a Urko, en el rincón de los poetas.
--Yo soy el primer vasco que se hace español --clama.
Pienso que no, tengo idea de que no, que hay otro que también se hizo español, propio de vascos, pero aquel tomó en serio su locura, y Urko en cambio parece bromear, pero nunca se sabe.
--Ay, estábamos hablando de ti --me llama Beba, junto a Fabiola--, pero bien. Le estaba contando que anoche me llevaste a mi casa...

Sí, parece que bien. Fabiola anoche en bar Castillo, con pamela y vestido de rasos, me daba una de cal y otra de arena, y muchas flores al viejo y curtido Kiko el marino, que me dijo una adivinanza que merece que la leas. Mañana si la veo, la pongo aquí, incauto diario.

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